Tres Segundos.

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Correr era cada vez más difícil y Louise sentía que sus piernas no daban para más.

—¡Deja de seguirme! –Gritó ella y se escondió debajo de un escritorio.

Esta vez su sueño estaba situado en la casa en la cual vivió durante toda su infancia.

—Pero si dejo de seguirte, esto no sería divertido –Dijo aquel hombre entrando en la habitación. Louise comenzó a respirar agitadamente tratando de contenerse, pero sin lograrlo. Sabía que el hombre iba a encontrarla, pero sus nervios le ganaban y las ganas de despertarse eran cada vez más fuertes—. No es lindo jugar a las escondidas con adultos –escuchó que dijo el hombre y luego el escritorio donde ella se estaba escondiendo salió volando contra la pared y Louise fue tomada por el cuello—, nosotros siempre sabemos dónde se esconden los niños –le dijo sosteniéndola fuertemente y, cuando Louise estaba a punto de quedarse sin respiración, la voz de su madre se hizo presente.

—¡Louise Adaline Shepard! –Gritó ella y luego Louise despertó rápidamente sentándose en su cama.

—Nunca vueltas a pronunciar mi segundo nombre de nuevo –Dijo Louise refregándose los ojos.

Su madre se sentó junto a ella en la cama. Después de lo sucedido ayer no quiso dejar a su hija sola ya que temía que aquellos hombres volviesen a aparecer.

—Hija, estabas sudando y balbuceabas palabras que no podía comprender –Le dijo su madre con cara de preocupación—. Al principio creí que estabas teniendo esa clase de sueños que ustedes los jóvenes suelen tener... No sé si sabes a lo que me refiero...

—Sí, mamá, sé a lo que te refieres y no, no estaba teniendo esa clase de sueños. Nunca toquemos ese tema devuelta, ¿de acuerdo? –Dicho esto, Louise se levantó de su cama y se apresuró a agarrar su ropa para la escuela.

—¿No piensas decirme qué estaba ocurriendo contigo? –Le dijo Leila mientras la observaba entrar al baño.

—¡Voy a llegar tarde, mamá! –Dijo Louise mientras cerraba la puerta para luego cerrarla definitivamente. Su madre suspiró.

(...)

Una vez que todos se encontraban dentro de Lulú, Rafa comenzó a conducir, pero a medida que el tiempo pasaba, Brandon y Louise se dieron cuenta que no estaban yendo en dirección a la escuela.

—Rafa –Dijo Brandon.

—¿Sí, BB?

—¿A dónde crees que nos llevas?

—¿No serás un ayudante de George y ahora estás intentando secuestrarnos, verdad? –Agregó Louise.

—Voy a pegarte una cinta en la boca para que nunca vuelvas a contar un chiste, niña –Dijo Rafa—. Hoy llamé a la oficina de Jonathan, porque quería hablar con él sobre lo sucedido ayer, pero me atendió otro tipo diciendo que Jonathan ya no trabaja en la CIA.

Brandon y Louise fruncieron el ceño al mismo tiempo.

—¿Por qué? –Preguntó Brandon.

—¿A qué crees que nos estoy llevando al edificio, para comer una pizza? –Preguntó Rafa y Brandon se encogió de hombros.

El trayecto continuó por un corto período de tiempo, hasta que Rafa aparcó en frente del edificio y los tres bajaron de la camioneta. Luego entraron en el lugar y se dirigieron a la oficina de Jonathan (o a la que solía ser su oficina) y Rafa tocó a la puerta repetidas veces y sin parar hasta que un hombre abrió.

—¿A qué se debe tanta desesperación? –Preguntó.

—Nosotros somos Rafa, Louise y Brandon, agentes de Jonathan y queremos saber por qué su puesto está siento ocupado por usted –Dijo Rafa entrando a la oficina, seguido de Brandon y Louise.

Double Life.Where stories live. Discover now