30. Sin miedo a quemarse.

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                                                                         30. Sin miedo a quemarse.

Sentí como la bilis subía hasta mi garganta con tan solo leer aquellas palabras y tragué con pesadez, ¿no podía ir todo bien por una vez? La respuesta debía de ser no. Guardé la nota en el bolsillo de mi pantalón mientras salía de la clase, quién quiera que fuese debía conocerme muy bien, debía conocer muy bien a Luke, "Ángel" me había llamado como solo Luke hacía y, la posibilidad de que fuera el mismo estaba totalmente descartada. Decidí no darle más importancia a aquello pero guardaría la carta y estaría alerta, más le valía a Luke que esa carta solo fuese una broma inventando mierda sobre él.


(...)

Subí las escaleras mientras me echaba el pelo hacia mi hombro izquierdo, eran las ocho y diez, y Ashton aún no había bajado a desayunar, ¿dónde se metía?

Abrí la puerta de su habitación encontrando su cama al igual que la noche anterior, no había dormido allí pero ayer le vi subir para irse a dormir, ¿qué estaba pasando?

Crucé la puerta y llegué a su escritorio, buscando algo que me indicase que era lo que estaba pasando, que era lo que se traía entre manos y tanto le costaba decirme. Busqué en sus cajones, armario, cuarto de baño... Nada, no había absolutamente nada y la duda y preocupación eran mis principales sentimientos en ese momento. Sonó el claxon del coche de Brook anunciando que ya estaba aquí, bufé rendida, fuera lo que fuese que Ashton estaba haciendo, no iba a encontrarlo en su habitación. Bajé a la cocina, tomé mi mochila y salí de casa encaminándome hacia el coche de Brook que me miraba con el ceño fruncido debido a la ausencia de Ashton. Suspiré.

(...)

¿Y no te ha contado nada entonces? —quiso asegurarse Luke mientras estábamos sentados en el escritorio de una de las clases que ahora, debido a que era el recreo, estaba vacía.

—Acabo de decírtelo —le aseguré mientras seguía manteniendo mi vista al frente.

—Solo pre... ¿Qué demonios te pasa? Llevas seria desde que hemos llegado, ni siquiera me has besado en condiciones —se quejó mientras se levantaba del escritorio para ponerse frente a mí, y provocar que mis ojos se fijasen en lo suyos, observé su ceño fruncido.

—Es solo que... —comencé a decir pero paré mis palabras cuando descubrí que iba a contarle lo de la carta, no iba a hacerlo pues podía mentirme, negármelo y, si de verdad estaba haciendo algo contra mí, dejaría de hacerlo para que no le descubriese. No quería eso—, solo estoy preocupada con Ashton.

—Tu hermano es como un dolor en el culo, ¿sabías? —intentó hacerme reír mientras una de las comisuras de sus labios se levantaba mostrándome esa sonrisa tan característica.

—Tú también lo eres —bromeé con una sonrisa divertida en mis labios. Él rió roncamente y se situó entre mis piernas que colgaban en el escritorio a la vez que sus manos fueron a mi espalda para unirse allí.

—Ah, ¿sí? —susurró cuando rozó mis labios y asentí lentamente sin poder dejar de mirar a sus ojos, los cuales se volvían más oscuros cuando nos encontrábamos en situaciones como aquella—. ¿Segura? —Sus manos se filtraron debajo de la chaqueta para acariciar mi piel. Me estremecí, cerrando los ojos ante el contacto y rió entre dientes.

—Tienes las manos muy frías —dije graciosa pero él seguía con sus ojos sobre mí, sin reaccionar a mis palabras, como si ni siquiera hubiese dicho nada.

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora