2. Mentiras piadosas.

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                                                                   2.    Mentiras piadosas.

Vamos, Ash, vamos a perder el autobús —insistí mientras veía como se bebía el zumo con la mayor tranquilidad del mundo.

—Mickie, no quiero ir.

—Deja de decir tonterías —resoplé mientras fingía darle un fuerte golpe en la cabeza pero mi mano a penas le rozó—. ¡Vamos, vamos! —grité cansada de su parsimonia y le arrastré con la tostada en la mano escaleras abajo sin apenas despedirnos de mi padre que, por la discusión que tuvimos ayer, no hacía nada de falta. Mientras mi hermano intentaba digerir la tostada, le llevé hacia la parada del autobús todo lo rápido que pude sin correr.

—¿Por qué tienes que tardar siempre tanto en arreglarte?

—¿Y tú por qué tienes que ser así de perfeccionista? —cuestionó o eso entendí puesto que la tostada que intentaba masticar me impedía entenderle del todo bien.

                              (...)

—Primera clase sin mí —pronunció Ashton cuando llegamos a los casilleros para coger los libros, se apoyó sobre su taquilla y me observó con diversión a la vez que cruzada los brazos sobre su pecho—. ¿Preparada?

—No —dramaticé y mi hermano soltó una carcajada que, a pesar del barullo que había, llenó todo el pasillo.

—Tengo que irme, nos vemos luego, no llores mucho si mí —se despidió y le saqué la lengua mientras cogía mi libro de biología para dirigirme a mi respectiva clase.

                             (...)

Media hora. Media hora llevaba buscando el aula y no encontraba donde estaba aquella clase de biología, había repetido el mismo recorrido por los mismos pasillos tres veces, pero ni rastro.

—¿Con qué escapando de clases, eh, Irwin? —Escuché su voz detrás de mí y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Hemmings.

—No tengo ánimos para tus comentarios así que déjame en paz —dije sin girarme ni moverme de donde estaba.

—Pensaba que eras una chica responsable, ¿tenía, acaso, una equivocada opinión de ti? —preguntó, su voz estaba más cerca. Aléjate. Aléjate. Aléjate. Le rogué interiormente pero sabía que aquello no iba a ser posible—. ¿No vas a contestarme, nena? —insistió poniendo sus manos en mi cintura y haciéndome girar hacia él. Nuestros ojos otra vez mirándose. Gris contra azul. Azul contra gris. Y lo único que yo quería en ese momento era encontrar la dichosa clase.

—No es eso, no encuentro mi clase de biología...

—¿Clase de biología? —quiso asegurarse y soltó una carcajada mientras yo le miraba con el ceño fruncido comenzando a alterarme más por su actitud bromeante—. Preciosa, no hay aula de biología, se da en el laboratorio. —Y si fuese posible, en ese momento mi cara hubiese explotado de lo roja que tenía que estar de la vergüenza.

—No puede ser... —susurré mientras apretaba los puños—. Soy idiota —gruñí más para mí misma que para que él lo escuchase.

Suele pasar tratándose de que eres una novata, una novata muy guapa —me halagó Luke y, después de sacarle mi dedo corazón, me giré para disponerme a encontrar el laboratorio—. Eh, ¿a dónde crees que vas? —volvió a hablar mientras me agarraba el brazo y me giraba hacia él.

—¿A clase, quizá? —Sonreí cínicamente.

—No te dejarán entrar.

—Tengo excusa.

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora