17. Las ventajas de ser el hijo del entrenador.

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                                             17.    Las ventajas de ser el hijo del entrenador.

Caminé hacia el instituto, después de lo que había pasado el día anterior no quería hablar con nadie, ni siquiera con Brook. Llegué unos minutos antes y me dirigí hacia mi taquilla mientras las miradas de todos estaban sobre mí y comenzaba a oír algunos murmullos sobre como había pegado a Samantha, claro, ¿a quién iban a creer? Quería escuchar la historia que había montado Samantha para dejarme como la peor persona del mundo.

—Señorita Irwin, acuda a mi despacho. —Oí por los altavoces y me estremecí. El director. Caminé por los pasillos mientras mi mirada estaba en el suelo y las miradas sobre mí seguían ahí, casi asfixiándome.

—Buenos días, director Swan, ¿quería verme?

—Sí, siéntate —dijo indicando el asiento que estaba en frente de él. Así lo hice—. Tengo entendido que ayer tuvo una pelea con la señorita Samantha Parker.

—Así es, pero lo cierto es que empezó ella...

—Eso no es lo que ha llegado a mis oídos.

—¿Cómo?

—Según varios testigos que se encontraban allí me dijeron que usted empezó a dirigir comentarios hirientes hacia la señorita Parker debido a que propusiste entrar en las animadoras y ella se negó puesto que dijo que no eras lo suficiente buena y comenzaste la pelea, furiosa por este hecho —soltó y mis ojos se encontraban abiertos al igual que mi boca.

—Eso es mentira, de verdad, tiene que creerme, no fue así.

—¿Y cómo es que son los mismo hechos de testigos diferentes?

—Porque quién se encontraban allí eran sus amigas.

—No veo por qué habría que mentir.

—Pero...

—Está castigada. Se quedará ordenando la biblioteca durante esta semana cuando salga de clase hasta las nueve.

—¿Qué? Pero escuche mi versión, por favor, yo...

—Es mi última palabra.

—Pero...

—Puede retirarse —sentenció duramente y, aguantándome las lágrimas por todo lo injusto que era aquello, salí del despacho dirigiéndome de nuevo a las taquillas.


                        (...)


—Hola, Mickie —saludó Jodie mientras se acercaba a mí, avergonzada, en la cafetería.

—¿Tú eres uno de los testigos que contó esa estúpida historia inventada? —pregunté sin ni siquiera contestar a su saludo.

—Mickie...

—Responde.

—Samantha dijo que me sacarían de las animadoras.

—Genial, ¡todo es genial! —dije con sarcasmo elevando las manos y entonces, vi como Ashton venía hacia mí con cara de pocos amigos, aunque, esa era la cara que siempre tenía cuando me miraba últimamente.

—¿Qué es eso de que pegaste a Samantha? —quiso saber mientras se paraba junto a Jodie.

—Joder... —mascullé sorprendiéndome a mí misma por aquella palabra que salió de mis labios—. Yo no empecé, ella llevaba toda la semana molestándome y en el baño comenzamos a discutir y ella empezó —reclamé y miré a Jodie en busca de que, esa vez, me ayudase, pero no fue así, bajó la mirada hacia el suelo más preocupada por mantener su puesto en las animadoras que en defender a una inocente—. Ashton, tienes que creerme...

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora