19. Culpa del Whisky.

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        19. Culpa del Whisky.

—M, despierta. Escuché como alguien susurraba mientras me movía, abrí los ojos encontrándome tumbada encima de Brook en su asiento trasero con una manta arropándonos.—Me encantaría seguir así todo el día, pero creo que deberíamos ir a desayunar algo —pronunció y me levanté rápidamente de encima de él, no recordaba haberme quedado dormida y menos de aquella manera. Pero cuando estuve sentada correctamente en el asiento descubrí que levantarme de aquella manera tan brusca había sido una mala idea puesto que un dolor de cabeza me sacudió el cuerpo.

—No creo poder comer nada sin vomitarlo segundos después —hablé seriamente mientras me llevaba las manos a la cabeza.

—Te presento a la resaca —canturreó Brook, al parecer, divertido ante la situación.

—¿Cómo es que tú no tienes? —gruñí mientras seguía apretando mi cabeza en un intento de que aquello desapareciese.

—Estoy acostumbrado a beber, M, me duele la cabeza pero no es nada comparable con lo que sientes tú.

—Odio el maldito alcohol —susurré mientras veía como Brook se incorporaba en el asiento.

—Eso no decías ayer cuando estabas enganchada a la botella de Whisky —respondió gracioso y reí pero me arrepentí de hacerlo justo al segundo, cuando el dolor de cabeza aumento.

—Mierda —maldije mientras cerraba los ojos fuertemente.

—Toma. —Abrí los ojos viendo como Brook mantenía una pastilla en sus manos.

—¿Vas a drogarme? —mascullé entre dientes intentando bromear al pesar de lo mal que me estaba sintiendo.

—¿Qué cojones? —Rió.—Es ibuprofeno, te vendrá bien —aseguró todavía con rastros de su risa anterior en su rostro. Cogí la pastilla y miré en todas direcciones buscando una botella de agua.

—¿No hay agua? —pregunté y Brook se levantó, acercándose por detrás a la parte delantera del coche, abrió la guantera y cogió una botella que había allí.

—No sé cuanto tiempo lleva ese botella ahí, te lo advierto —mencionó, le regalé una mueca de asco y, después de quitarle el tapón, bebí agua digiriendo aquella pastilla.

                          (...)  

—¿No piensas comer nada? —quiso saber Brook mientras devoraba unas tortitas mientras yo miraba mi plato asqueada.

—No creo que sea capaz de hacerlo —afirmé y vi a Brook reír, por décima vez en lo que llevaba de día, por mi resaca. Terminó sus tortitas y, después de que me negase rotundamente a comer las mías, también terminó con estas, ese chico tenía un estómago sin fondo. Salimos del local mientras el frío de Holmes Chapel nos golpeaba haciendo que mi nariz se tornase de rosa a roja en a penas unos segundos.

—¿Qué haremos ahora? —pregunté mientras montábamos de nuevo en el coche de Brook, eran las doce de la mañana y un sentimiento de culpa por no asistir a clase me embargó.

—¿Qué quieres hacer?

—Debería irme a casa a estudiar ya que no he ido a clase.

—¿Crees que vas a ser capaz de estudiar con la resaca que tienes?

—Por intentarlo...Pero tengo que ir a biblioteca a las tres, Brook.

—Maldita Samantha.

—Dímelo a mí —apoyé—. Mejor llévame a casa, mi padre no está y debería organizar un poco las cosas.

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora