Capítulo 43

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~Relata ___________(tn)

Y así pasaron las semanas: la primera semana fue todo muy incómodo. El único momento que tuvimos para hablar fue en una clase en la que nos pusieron de equipo, pero un día antes me había desvelado pensando en que estaba pasando y en la escuela estaba tumbada durmiendo. “Bueno, igual no quería estar lidiando con mi conciencia si Fer no me hablaba” pensé. Hubo un momento en el que él me llamó cuando estaba en la mesa con sus amigos, y la verdad ya estaba tan decepcionada que ni quería ir. Me acerqué y me pidió que me sentara, pero yo distraía la mirada. Cuando por fin nos cruzamos, nos quedamos viendo y no pude evitar perderme en sus ojos infinitos; pero entonces sus amigos le hicieron carrilla y él desvió su vista, dejándome colgada. Desde ahí, no volvimos a mostrar nada.

Pasó la segunda y la tercera semana igual, pero a principios de la cuarta, él y yo tuvimos una pelea por Facebook. Yo, muerta por hablarle pero comida por la consciencia y el orgullo, exploté. Le dije todo, que yo sabía que le daba vergüenza estar conmigo, que no quería que nadie supiera de lo nuestro; que no soy pendeja y que sabía muy bien. Que confiaba en él, y que lo amaba. Él desmintió todo: incluso el te amo. Dijo que no nos amábamos, que solo nos queríamos mucho, y ahí es donde me pregunto: “¿Quién era entonces el Fer con el que conviví todo este tiempo? ¿Qué pasó en ese viaje que lo hizo cambiar su opinión? ¿Habrá encontrado a alguien más?”

Ya estábamos en la quinta semana de clases cuando nos peleamos de nuevo, ni siquiera sé porque, cómo ni qué. Solo explotamos, los dos. Sus ojos fueron fríos como la mirada del primer día de clases. Él solo estuvo parado, con los brazos cruzados, mientras las palabras salían como balas de mi boca. Me miraba con odio, me miraba como si yo fuera la que hubiese cambiado cuando en realidad el del cambio era él. 

Él no era mi Fernando, el que amo. Sí, aún lo amo, y lo voy a amar siempre. 

Yo le contaba a mi amiga Melinda sobre la situación, y una que otra cosa también le contaba a Lucie, Leslie, Iris y Damon. Javier me seguía preguntando cómo iban las cosas con él y yo seguía contestándole que muy bien, cuando era notoriamente mentira. No sé si realmente lo creerá o… 

Melinda era una muy buena amiga desde que entré a la secundaria. Su familia, muy religiosa y llena de valores, es muy cuidadosa en la manera en que sus hijos se comportan. Sus 3 hermanos (4 con ella) eran iguales en formación, pero Melinda está muy loca: Se ríe mucho, hace muchas tontadas… pero la adoro aún así, me hace reír mucho. Ella era la única que sabía todos los detalles de cómo me sentía con esto y aquello, y lo que pensaba, y lo que realmente pasaba. 

“Creo que ya debes dejarlo en paz. Basta de que te traten así, ¿Entiendes? Las mujeres nos tenemos que dar a respetar. Nosotras somos las que ponen las pautas aquí. Apuesto a que regresará a rogarte, créeme.” Y a veces si quería creerle, Melinda es muy analítica –Aunque con una mente muy diferente-. Pero hay algo que a todos se les pasaba pensar: Lo amo y quiero estar con él. Es un sentimiento grande grande grande, y tal vez ellos no lo saben porque no vivieron lo que yo viví con él en estas vacaciones, ni cuando éramos chicos, ni cuando entró a la escuela solo por mí, ni cuando nos reencontramos afuera de un consultorio de psiquiatra, ni saben que me prometió siempre estar junto a mí. Pero ella tenía parte de razón, no lo puedo ocultar.

Y así Melinda empezó a cambiar mi opinión sobre Fernando, aunque no significaba que ya no lo amaba: para nada, eso no ha cambiado. Pero no me di cuenta de que él empezó a calmar su comportamiento, y todo lo que él calmaba, me alebrestaba a mí… Y me volví fría, molesta e inconsciente, exactamente como odiaba que él fuera conmigo.

Enferma e Inteligente / NovelaWhere stories live. Discover now