Capítulo 27

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~Relata Fer

-Je je je. –dije, en una forma graciosa. No podía contener mi buen humor. 

-¡Feeeeer! –me dijo _______(tn). La apreté contra mi cuerpo una vez más, no quería dejarla ir. No hoy, hoy eres mía…

Mía… Solo mía esta fría noche. Sentados en una banca pública por las que pasa el camión, solo que las calles estaban solas: eran las 3 de la madrugada. ¿Qué hacíamos ahí, si nos dieron permiso hasta las 12? Simplemente, decidimos perdernos: apagar los celulares, apagar el mundo. Solo yo y ella. Solos…

Cuando las risas pararon, nos quedamos unos segundos en silencio. La volteé a ver y me di cuenta de que era hermosa debajo de la luz amarilla del foco de la ciudad. Me tomó una décima de segundo acercarme a sus labios. La respetaba mucho, respetaba como era y lo que ha sufrido, pero hoy vivo como quiero y hago lo que se me antoja. 

El beso tierno y delicado se convirtió en uno con fiereza, me fui yendo de espaldas contra la banca y _______(tn) quedó casi encima mío. Su mano pasó nerviosamente por mi nuca y me dio escalofríos que provocaron una risita entrecortada entre los besos. No quería, pero inevitablemente mis manos bajaron sin darme cuenta de su espalda para abajo, y aunque al principio había algo de tensión se fue quitando conforme avanzó el tiempo. Nuestro tiempo.

Dejé de pensar, y sé que ella también lo hizo. Terminamos en un estacionamiento vacío, entre el cemento y el pasto, ambos sudando pegados uno al otro. Sus zapatillas, su bolsa y mi corbata estaban probablemente regadas por alguna parte de este inmenso lugar.

-No puedo desabrochar este botón –rió entre suspiros ______(tn). Yo también reí y le ayudé un poco. Cuando me di media vuelta y me levante a quitarme la camisa, ella se apartó un poco. Dejé mi camisa al lado y…

Con el poco brillo de luna que lograba pasar entre las hojas de los árboles, pude verla. Su piel blanca parecía de porcelana, y su cabello con rizos le caía sobre los hombros y terminaba justo en el borde del sostén negro con pequeños encajes en forma diagonal. El contorno de su cintura estaba perfectamente marcado como dos líneas un poco más juntas de en medio. Respiraba profundo, moviéndo su tórax de adentro hacia afuera de forma regular; y perfectamente acomodadas estaban sus pechos, ni muy grandes ni muy pequeños, pero no podía ser exigente porque sabía que estaba enamorado y que estaba ciego, completamente ciego. Se veía gloriosa, y era mía.

Me acerqué y le acaricié una mejilla y con mi dedo pulgar, rosé suavemente sus muñecas. Sus ojos, opacos, que se veían blancos del reflejo, voltearon exactamente dentro de los míos. Así que llevé mi mano a su nuca y besé su alma.

Enferma e Inteligente / NovelaWhere stories live. Discover now