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Había pasado cinco días, una semana laboral, desde la última y extraña nota.

Por mucho la que leíamos y leíamos ni Ian ni yo entendíamos qué pasaba, porqué su caligrafía estaba temblorosa o porqué no había escrito.

Sabía que ella escribía las notas el día antes a entregármela, así que ésta la escribió el domingo para el lunes dejarla pegada en la silla, pero Ian me dijo que el domingo solo estuvo en la sesión de fotos de su hermana con su futuro marido.

A parte de que Katie tampoco había venido a la cafetería en esa semana, ni siquiera el sábado, pues nosotros vinimos ese día a ver qué le había pasado.

Tal vez estaba enferma y la chica de las notas solo dejaba los post-it si Katie estaba, pero Ian me dijo que no sabía nada de ninguna de las dos.

Yo le había escrito mensajes a Katie también, pero no me había respondido, es más ni siquiera salía su última conexión en la parte superior de la conversación.

Eso solo me preocupaba el doble.

Bajamos del ascensor y, casi corriendo, fui hasta Juice con mi amigo siguiéndome donde vimos el post-it y Katie estaba detrás de la barra, de espaldas a toda la cafetería limpiando una jarra con un paño, como si nada hubiera pasado.

No sabía qué hacer primero si leer la nota o hablar con Katie pero ella, a pesar de oír la campanita de la puerta de que habíamos llegado, no se giraba para venir a atender, así que solo pude leer el post-it y esperar.

No sabía qué hacer primero si leer la nota o hablar con Katie pero ella, a pesar de oír la campanita de la puerta de que habíamos llegado, no se giraba para venir a atender, así que solo pude leer el post-it y esperar

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No entendía qué pasaba. Ninguna de las dos había venido a la cafetería en estos días. No sabía qué pasaba.

¿3 años? ¿3 años de qué? ¿Qué pasó hace 3 años?

Le di la nota a Ian y, mientras la leía, Katie se acercó a nosotros con los dos cafés que puso sobre la mesa con la cabeza agachada.

Se dio la vuelta pero antes de que pudiera alejarse, mi amigo y yo agarramos cada una de sus manos.

-Hey, peliazul... -Comenzó Ian.

-Katie, ¿qué te pasa? -Le pregunté.

Ella, aún de espaldas a nosotros, movió las manos liberándose de nuestros agarres y se fue detrás de la barra sin mirarnos o hablarnos.

-Eso ha sido muy extraño. -Dijo Ian.

-No entiendo nada. -Negué con la cabeza.

No lo entendía.

Su chica.Where stories live. Discover now