9.

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-Sí, papá. El fin de semana iré. -Pasé por el salón de un lado al otro mientras hablaba por el móvil.

-Ese trabajo te tiene atontado últimamente, hijo. -Respondió.

-No es el trabajo. -Me senté en el sofá con pesadez.

-¿Una mujer? -Dijo con picardía y reí.

-Algo así. Es muy extraño lo que estoy viviendo ahora mismo. -Me pasé una mano por el pelo y la dejé reposar en mi cuello.

-Cuéntale a tu padre, como cuando eras un loco adolescente. -Reímos.

-No sé cómo contártelo porque no la conozco. -Mi padre hizo un silencio al otro lado.

-¿Cómo que no la conoces? -Suspiré.

-Es una chica que me deja una especie de notas en un post-it pegado a la silla de la cafetería donde voy todos los días con Ian y... -Me interrumpió.

-¡Oh, Ian! ¿Qué es de ese muchacho? -Suspiré por su interrupción. -Lo siento, hijo, continúa. -Negué con la cabeza y una leve risa.

-No sé cómo continuar, papá. No sé nada de ella, pero la curiosidad me puede y me gusta que me deje esas notas. Me alegran el día, ¿sabes? -Asintió con la garganta.

-¿No sabes nada de nada? -Negué levantándome del sofá.

-Nada relevante. Sé que se ha mudado, que tiene más de un hermano mayor, que tiene entre 20 y 25... Poco más. -Dejé caer un brazo a mi costado, derrotado. -Dice que poco a poco me irá contando sobre ella. -Miré al techo. -Solo ha pasado una semana, pero espero conocerla algún día aunque sea solo por saber cómo es, quién es. -Sonreí asintiendo.

-Bueno, yo también lo espero porque hablas de ella con mucha curiosidad. -Mi padre se rió al otro lado.

-La tengo. Tengo mucha más curiosidad de la que pensé que me daría esto. -Se río al otro lado.

-Siempre has sido un chico muy curioso. -Hizo un pequeño silencio de unos segundos. -Lo siento, Néstor, tengo que colgar, el gato está pidiendo la cena. -Reí.

-Está bien, nos vemos el sábado. -Me despedí.

-Hasta entonces, hijo. Saluda a Ian de mi parte. -Se despidió y colgó.

Me hice la cena y, luego de cenar, me fui a dormir para levantarme al día siguiente, jueves, pensando en qué me contaría hoy sobre ella mientras hacía lo de todas las mañanas hasta la hora del descanso.

Hoy no había visto a Ian y eso me extrañaba bastante. ¿Se habría ido ayer a casa porque estaba enfermo? Aún así, me extrañaba porque me hubiera mandado un mensaje para decírmelo.

Era la hora del descanso y tampoco había venido a buscarme, así que volví a salir del despacho solo, bajé en el ascensor solo y salí del edificio solo, sentándome en la silla después de despegar la nota.

Estos días la cafetería estaba llena, se notaba que se acercaba el frío.

Estos días la cafetería estaba llena, se notaba que se acercaba el frío

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Me reí leyendo el post-it y me preguntaba cómo me veía o desde dónde. Quizá no estaba en el local y me veía desde la ventana, así que miré por ella.

El día estaba lluvioso, a penas con unas gotas que no se veían y poca gente estaba paseando o pasando por aquí, así que volví a la nota y terminé de leerla.

-¿Qué? ¿Y ya está? -Dije hablando solo. -¡Hey, no es suficiente! -Dije mirando a todo el local donde nadie parecía mirarme, pero podía sentir que ella sí.

Pedí cuando la camarera se acercó y, a pesar que la cafetería estaba llena, a los pocos minutos llegó con el café guiñándome un ojo por haberme atendido antes que a otros que llevaban más tiempo esperando.

Su chica.Where stories live. Discover now