Hoy era uno de esos días en los que la sonrisa que estaba plasmada en mi cara era imborrable.
No sabía porqué, pero no podía dejar de sonreír.
Quizá tuve un buen sueño anoche y no lo recordaba, por eso de que al fin había logrado comprar otro colchón y pude estrenarlo.
-¿Qué te pasa, hermano? -Preguntó Ian saliendo del ascensor.
-No tengo ni idea. Es un bonito día. -Metí las manos en mis bolsillos.
-¿Algo en especial que no me hayas contado? -Negué. -¿Seguro? -Preguntó un poco desconfiado.
Entendía su ligera desconfianza, le había estado ocultando cosas.
-Completamente seguro. -Entramos a Juice. -Me siento diferente, me siento bien, me siento alegre... -Despegué la nota y la leí sentándome. -Me siento confuso. -Dije mirando a Ian.
-¿Por qué? -Preguntó mi amigo.
-Lee. -Le tendí la nota y la leyó con una expresión muy confusa también.
-Buenos días, chicos. -Dijo Katie acercándose a nosotros mientras miraba a todos lados. -¿Lo de siempre? -Apuntó pero su pulso temblaba.
-¿Estás bien? -Me miró.
-Sí, sí. No te preocupes, no es nada. -Sonrió un poco y se fue.
Me quedé mirándola mientras se iba mirando de nuevo a todos lados.
Su pulso temblaba mientras manejaba la máquina haciendo los cafés y una de las tazas, aún vacía, cayó al suelo haciendo que se echara el pelo, que hoy llevaba suelto, hacia atrás y se agachara a recogerla.
Ian la miraba como yo, extrañado por su comportamiento, preguntando qué le pasaba para estar tan nerviosa y mirando a todos lados desconfiada.
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Su chica.
Short StoryDonde un hombre empieza a recibir unas extrañas notas pegadas a la silla de la cafetería de siempre. ¡ATENCIÓN! No es necesario haber leído "su hombre", que la puedes encontrar en mi perfil, para entender esta historia, ya que esta es paralela a esa...