3.

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Me desperecé en la cama y la espalda comenzaba a dolerme así que bufé mirando al techo y me levanté antes de que se intensificara el dolor.

Me di una ducha, me vestí con mi traje negro más camisa blanca y, cuando me estaba ajustando la corbata, vi las dos notas sobre mi mesa de noche.

Ayer, antes de dormir, las había releído pero no encontraba ni una sola pista salvo el agradable olor a perfume de melocotón que éstas tenían.

Las volví a leer y ese perfume se quedó en mi memoria y en mis manos, así que abrí el último cajón de la mesita e noche que tenía vacío y las metí dentro.

Sabía que algún día ese sitio me serviría para algo.

Salí de casa, me subí en el coche y conduje hasta la oficina, donde aparqué en el garaje de la empresa y me bajé saludando a Ian, que había llegado a la misma vez que yo.

Hablando sobre si ya había cambiado el colchón o sobre la boda de su hermana, llegamos a nuestras oficinas y cada uno se despidió hasta la hora del descanso a las 11.

A media mañana, unos golpes sonaron al otro lado de la puerta. Miré la hora y me extrañó ya que era la hora de café e Ian no solía tocar, por no decir, nunca.

-Adelante. -Dije y la puerta se abrió.

-Hora del desayuno. -Ian dejó abierto y salió.

Con el ceño fruncido porque había tocado, salí detrás de él arreglando el cuello de mi chaqueta y bajamos en silencio en el ascensor.

Era bastante extraño porque Ian no era una persona silenciosa.

-¿Te pasa algo? -Pregunté saliendo del elevador.

-No, ¿por qué? -Dijo con las manos en los bolsillos y le imité.

-Porque no estás hablador como siempre. -Nos reímos un poco.

-Estaba pensando en otras cosas. -Asentí.

-No soy una persona que lo diga mucho, pero sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras, ¿verdad? -Salimos del edificio.

-Sí, claro que lo sé. Solo es por lo de mi hermana. -Cruzamos la calle. -Es mi hermana pequeña y que se vaya a casar es muy extraño para mí porque no la veía así, enamorada y con marido, y mucho menos tan joven, a penas tiene 25. -Entramos al local.

-El amor es así, es extraño. -Llegamos a nuestra mesa y miré sobre la silla inconscientemente.

-Que te lo digan a ti, ¿no? -Se sentó frente a mí y luego me senté al despegar la nota.

-¿Por qué lo dices? -Señaló el post-it. -Ah, bueno, pero esto -agité la nota- no es amor. -Comencé a leerla después de que él se riera un poco mirando a otro lado.

Me había llamado guapo, que me veía guapo distraído era lo que había escrito con una caligrafía que comenzaba a ser decente y no pude evitar sonreír

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Me había llamado guapo, que me veía guapo distraído era lo que había escrito con una caligrafía que comenzaba a ser decente y no pude evitar sonreír.

Siempre es bueno que alguien te diga un cumplido, ¿no?

Me gustaba la manera en la que firmaba las notas, con un adjetivo diferente, y este de "atenta", me hizo pensar si ahora mismo ella estaría mirándome.

Su chica.Where stories live. Discover now