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Hoy no hubo nota y me extrañó bastante aunque Ian me dijo que no me preocupara porque no había pasado nada malo, que algo mejor se acercaba.

Así que ahora salía con el coche de los aparcamientos subterráneos de la oficina rumbo a casa y no pude evitar mirar a la cafetería.

Katie, la camarera de siempre estaba ahí, saltando para llegar a agarrar la reja y cerrar la puerta. Era muy bajita y no llegaba, así que aparqué el coche a un lado y me bajé para ayudarla.

Estiré mi brazo junto a mi cuerpo desde detrás de ella hasta que alcancé la reja y la bajé lo suficiente para que estuviera a su alcance.

-Dios mío, gracias. -Sonrió y me miró.

-De nada. -Le sonreí también y ella miró de nuevo hacia adelante.

-Lo... Lo siento. -Bajó la reja y se agachó frente a ella.

-¿Por qué? -Pregunté agachándome a su lado cuando vi que no podía cerrar el candado porque sus manos temblaban.

Era lógico, hacía mucho frío a las nueve de la noche.

-Porque tendrás prisa y yo te estoy entreteniendo y... Eh... -Tartamudeó y me pareció bastante adorable. -Mierda... -Murmuró cuando no pudo cerrar el candado.

-Tranquila, no llevo prisa. -Me reí un poco cerrándolo yo en la puerta.

-Bueno, pues... -Se levantó colocándose una mochila sobre un hombro y la imité.

-¿Tienes cómo ir a casa? -Me miró bastante asombrada y las mejillas rojas, supuse del frío. -Hace frío a estas horas, podría llevarte. -Me ofrecí.

-Vine en la moto hoy. -Señaló detrás de ella donde su moto estaba aparcada delante de mi coche. -Pero muchas gracias... -Dejó a mitad.

-Néstor. -Completé.

-Néstor. -Asintió y sonrió. -Nos veremos mañana, entonces. -Fuimos juntos hacia nuestros vehículos apenas unos pasos detrás de nosotros.

-Claro, pero algún día me tendrás que decir cómo haces el café tan wow. -Ella rió. -Mira que lo he intentado hacer y he probado en otros lados pero soy fiel al de siempre y como el tuyo ninguno. -Sus mejillas seguían rojas.

-Gracias, pero es secreto. -Me reí un poco con ella apoyándome en el capó del coche con las manos en los bolsillos.

-Está bien, está bien. -Abrió la parte de atrás de la gran moto y sacó un casco. -¿Puedo hacerte una pregunta? -Tragó saliva y asintió despacio.

-Claro, aunque ya la has hecho. -Reí mientras la veía ponerse las dos asas de la mochila a la espalda.

-¿Sabes quién es la chica que...? -Me interrumpió.

-No puedo hablarte sobre eso. -Se encogió de hombros.

-¿Te lo ha dicho ella? -Comenzó a reírse. No sabía porque reía, pero era contagiosa, así que acabe riendo también.

-Sí, me lo ha dicho ella. -Recalcó la palabra "ella".

-Entonces, ¿puedo hacerte otra? Prometo no robarte más tiempo. -Asintió riendo.

¿Siempre reía? Era divertido verla reír por cada cosa que decía. Me hacía reír a mí también.

Podríamos llegar a ser buenos amigos.

-Claro, dime. -Se apoyó con la cadera en la moto.

-¿Ian? -Ella ladeó la cabeza sin entender. -¿Tú y él..? -Negó rápidamente.

-No, no. Solo se ha convertido en un buen amigo. -Asentí. -Es un buen hombre. -Volví a asentir.

-Algún día podríamos quedar tú y yo. Te podría contar sus batallas, pero solo si quieres, por supuesto. -Se rió y sus mejillas se volvieron más rojas.

-¡Claro! Digo, ¿por qué no? -Se encogió de hombros. -Sería divertido contárselas después y que se quedara sin saber cómo sé yo de todo eso. -Mi teléfono sonó y me disculpé mientras ella asintió.

-¿Diga? -Descolgué.

-Tu chica me acaba de dejar plantado y tú no estás en casa, ¿se puede saber dónde estás? -Preguntó como si fuera mi padre.

-Tranquilo, Ian, estoy con Katie por fuera de la cafetería. -Hizo un silencio al otro lado y Katie comenzó a reír haciendo que mi amigo hiciera un sonido de que la había oído.

-¿Por qué estás con ella? -Preguntó.

-¿Cómo fue lo que me dijiste el otro día? -Hice una mueca de recordar mientras Katie seguía riendo. -Ah, sí. "Tranquilo, señor celoso, ya sabes que las chicas de los amigos son intocables." -Hice una mala imitación de su voz y él comenzó a reír. Katie no había parado de hacerlo.

-Tengo una carta que darte de tu chica. -Me incorporé del capó del coche donde seguía sentado.

-¿Una carta? -Pregunté y Katie carraspeó.

-Sí, hoy no hubo notita porque hay una carta que tengo en las manos lista para entregar. -Podía sentir la diversión en su voz.

-Enseguida voy. -Se rió y colgó. -Lo siento. -Le dije a Katie que se encogió de hombros.

-No te preocupes. Tu chica tendrá algo importante que decirte para que no sea un post-it hoy sino una carta. -Me ruboricé un poco y ella sonrió.

-Bueno, espero que no sea algo como que va a dejar de escribirme porque realmente ya es parte de mi vida y no me gustaría que me abandonara, ¿sabes? -Guardé el teléfono en el bolsillo y saqué las llaves del coche.

-La convenceré para que no deje de hacerlo hasta que se arme de valor y te diga de conocerla, porque sé que la conocerás, solo hay que tener un poco de paciencia y esperar a que se confíe más. -Sonreí abiertamente.

-Gracias, Katie. -Me acerqué y la abracé de la cintura.

Ella no supo qué hacer ante mi acción, que la verdad no supe porqué había hecho, y pude oírla tartamudeando alguna maldición por lo bajo, pero acabó abrazándome por el cuello de igual manera.

Era de baja estatura, a penas llegaría un poco más arriba de mi pecho, y tuvo que ponerse de puntillas, lo que me pareció bastante adorable.

Al separarnos, ella estaba más que ruborizada y eso solo me hizo sonreír. Me despedí de ella, que besó mi mejilla, y se puso el casco mientras se subía a la moto y yo a mi coche.

Cuando su moto aceleró y se despidió de mí con la mano, fue cuando puse rumbo a mi casa pensando en qué acababa de pasar.

Me había agradado esta chica.

Su chica.Where stories live. Discover now