Capítulo 60: Aire.

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Hola chic@s!!!!!!!! Terminé el capítulo 60!! Yuju!!!!!! ;D

Sí, lo reconozco, han pasado... ¿Cuánto? ¿14 días? ¿2 semanas? Y LO SIENTO!!!! Pero es que he han sido dáis difíciles, en los que apenas he tenido tiempo para respirar y menos para escribir!!!!

Pero bueno, a partir de ahora, colgaré cada tres o cuatro días!!! PROMETIDO!! ;D

Aquí os dejo el capítulo 60: Aire.

Espero que os guste... Además creo que ocurren bastantes cosas, y hay muchos momentos empalagosamente románticos!!! XD

Espero que os guste y lo disfrutéis!!!! Un gran beso!!! Y muchísimas gracias por vuestro apoyo!!!!

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Sean.

Realmente ese chico me estaba poniendo de los nervios. Que estuviera pasando su brazo por sus hombros, abrazándola, como si fuera su chica, me hacía sentirme lleno de varios sentimientos que no experimentaba desde hacía tiempo, rabia e impotencia. 

Esperé impaciente la contestación al mensaje que hacía unos segundos le había mandado, y que sabía que había leído, cuándo elevó la cabeza buscándome entre la gente sentada en los bancos. Pero, por suerte o por desgracia, no había conseguido distinguirme entre aquella masa de personas. 

 Los instantes que pasaron hasta que mi móvil vibró en mi mano, se me hicieron eternamente angustiosos. 

Prácticamente se resbaló de mi mano, por mis ansiosos nervios, y tuve que cogerlo en el último momento. Mascullé maldiciendo.

Tecleé los cuatro digitos, que desbloqueaban la pantalla de mi móvil, y moviéndo mis dedos rápidamente busqué el mensaje. 

"¿Celoso? Que interesante... Pero tranquilo león, que aunque sé que te gusta acosarme, no te hará falta. Es solo un amigo."

Suspiré de alivio, y noté como mi corazón comenzaba a latir más tranquilamente, levanté mi cabeza, para mirarla, y para sorpresa mía, era ella quién ahora tenía puestos sus ojos en mí, acompañados de una sonrisa sabionda. 

No pude evitar imitarla, dibujando una en mi rostro. 

Observé como Jenn arqueaba sus cejas, y mordía traviesamente su labio, mientras pestañeaba. 

El mundo, literalmente, se paró. 

Mi garganta se quedó atorada y me obligué a mi mismo a tragar fuertemente saliva. 

¿Cómo un gesto de coqueteo tan simple como ese me podía atraer tanto?

Pero no me dejaría vencer tan rápidamente, si ella quería hacer travesuras, las haríamos. 

La miré fijamente, captando todavía más su atención. Y comencé a pasar mi lengua por el labio inferior, para luego, al terminar, lanzarla un discreto beso. 

Vi, satisfecho, como abría la boca y se sonrojaba violentamente, tanto hasta ponerse de la tonalidad de su cabello, mientras giraba la cabeza precipitadamente, ocultándose de mí.  Y resguardándose en el regazo de su amigo, lo que no fue tanto de mi agrado.

Mi risa estalló por la sala de los juzgados, sin poder contenerla. 

Y esta vez, todas las personas que en aquel momento se encontraban entre esas cuatro paredes, se voltearon hacía mí extrañados.

Jamás pensé en ti: Mentira. EN PAUSA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora