19. Más embarazos y más hormonas

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El segundo trimestre del embarazo de Quackity había comenzado.

Cuatro meses y dos semanas, eso era la aproximación del tiempo que tenía.  Y a Quackity le preocupaban varias cosas.

Primero, el corsé comenzó a incomodarle, en general la ropa comenzaba a ser molesta.

Segundo, Rubius y Vegetta no han vuelto de la misión.

Se supone que deberían haber vuelto en menos de dos días y ya habían pasado cuatro.

Y en el fondo era consciente de simplemente están ocupados por qué la misión se alargó, pero, tal vez debido a sus hormonas, no podía evitar sentir angustia por su bienestar. Su cabeza se llenaba de historias aleatorias sobre la trágica muerte de alguno de los dos.

Era su instinto protector liberando todas sus señales hormonales que claramente decían "Tendremos un bebé y necesitamos aprender a cuidarlo"

A cuidarlo.

Ese era otro problema.

Quackity no tenía idea de cómo cuidar a un bebé. Menos a dos al mismo tiempo. Aún menos dos al mismo tiempo y sólo.

Por qué si realmente sobrevive a lo que va  hacer, y logra escapar, tendrá que hacerlo solo.

Y como cereza del pastel los pechos le dolían UN VERGO. Adiós dormir boca abajo, entre eso y que ya comenzaba a molestar su abdomen, dormir de esa manera era imposible.

Esperaba que no se pusiera peor.

Pero eso era solo una ilusión, por qué Vegetta claramente le dijo que iba a ser peor.

Después de aquel encuentro en el ayuntamiento, Quackity no durmió ni un poco terminando finalmente aquel manuscrito constitucional, actualizó un par de datos sobre la forma en la que estaba organizado aquel lugar y cambió detalles del plan original.

Debía darse prisa, mucha prisa, por qué tiene que hacerlo antes de que en verdad no pueda pararse de la silla.

Lo cierto era que, estar solo lo agotaba muy rápido. No había ningún estimuló que lo ayudara, como las feromonas de Vegetta o la de sus primos, algo que le dijese a su cuerpo que no está abandonado.

Ese día en el ayuntamiento recargó batería gracias a las feromonas de Luzu, y era increíble, por que se sentía a salvo y sano durante un par de horas, hasta que se esfumaron.

Vegetta tenía razón al decir que ya no iba a bastar con sus sudaderas. Además pronto ya no podrá ver al castañoir  sin que su embarazo sea descubierto.

Ese era obviamente otro problema, Quackity necesitaba un Alfa que lo marque o a Luzu para ser estable... Y no quería que tomar ninguna opción.

Ahora mismo estaba en el sillón de su piramide, vestido con un pans y la sudadera negra del Alfa, había comido ya medio pastel de calabaza que obviamente mandó a cocinar a Beni de manera obligatoria.

Ellos habían salido, otra vez .

La verdad era que a este punto Quackity sabía que había algo raro en sus salidas. Pero no iba a preguntar, por que entonces iban a tener que hablar... Y la verdad no quiere hablar sobre como folla con el hombre que debe de matar.

Sería incómodo.

Igualmente cualquier pensamiento es opacado por su preocupación, y su preocupación es opacada por el dolor en los pechos, que no era tan incómodo como sus pies hinchados o su necesidad de comer hasta morir.

Aún que, oh, nada se comparaba con la presión en el pecho. Esa presión que solo disminuía con las posiones de Vegetta, o que desaparecía cuando tenía las feromonas de Luzu cerca.

"La ruina de mi existencia" -LuckityWhere stories live. Discover now