5. Teatro

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Quackity salió de la ducha, empapando todo el piso de madera de la habitación de Rubius.

Estaba por ir por la toalla que había olvidado, pero su reflejo lo distrajo.

Se paró frente al espejo y se examinó.

Definitivamente había adelgazado y tardaría un poco en volver a su peso pero en los huecos de sus alas ya había nacimiento de plumas, eso era señal de mejora.

Tocó con la llema de sus dedos su vientre, pasándolo suavemente.

Inclinó la cabeza y se puso de lado...

Su vientre apenas y se veía abultado, parecía que simplemente había comido mucho.

Se río internamente.

"Verga, eso comí mucho"

Colocó su mano en la curvatura se su vientre.

"¿Tú estas de acuerdo con esta venganza, verdad?"

En ese momento, de reojo en la esquina del espejo
observó que algo se movió, pero al  voltear no había nada extraño...

Algo confuso simplemente tomó la toalla olvidada en la cama y se envolvió en ella.

En ese instante, detrás de la pared, había un híbrido oso con el corazón acelerado y una mano aferrada a su pecho.

Rubius había sido despedido de su puesto ese día bajo la nueva ley de seguridad impuesta por Luzu, así que llegó temprano a casa. Al no ver a Quackity en la sala supuso que estaba en la habitación, así que se dirigió ahí pero jamás imaginó encontrarlos empapado y desnudo frente al espejo.

Y si bien el tracero de Quackity le parecía lindo, lo que realmente alteró al oso fueron las cicatrices de Quackity.

Su cuerpo tenía cicatrices por doquier... Y lo peor era que él había sido culpable de algunas.

Porque al principio Quackity no le agradaba, era tan puro y agradable y solamente le daba tanta envidia.

Asi que le hizo la vida un poco imposible.

Se sentía tan de la mierda viendolo tan lastimado y aun así seguir.

No es que Rubius no tuviera cicatrices... Eran héroes después de todo...

Pero era evidente que Quackity había sufrido. Sufrido dolor físico un buen tiempo.

Y era tan extraño verlo de esa forma... Porque parecía un ángel, delicado y bello, pero su cuerpo se veía tan roto.

Lo cierto es que a Quackity no le daban vergüenza sus cicatrices... Después de todo ¿No había sobrevivido a todas?

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Después de dos semanas Quackity finalmente salió de su encierro.

Vegetta le dijo que mientras tomara aquellas cosas que le dio, estaría bien. Al menos los siguientes dos meses.

Y con la luz verde del mago, Rubius le concedió a Quackity el espacio, porque de lo contrario lo seguiría tratando como un frágil cristal.

Bueno, más o menos...

Justamente el Oso se encontraba sacudiendo de un lado a otro, después de mover los muebles de aquella casa en medio de la laguna, porque se negaba rotundamente a que el híbrido pato hiciera algo.

Rubius no sabe como tratar a un omega en cinta, no es capaz de percibir su olor, no sabe que es correcto o no y no tiene el instinto que tienen los alfa de protejer y servir.

"La ruina de mi existencia" -LuckityDove le storie prendono vita. Scoprilo ora