14. Es mi pesadilla.

458K 14.6K 2.7K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



El jueves Annie me llevó a casa. Mi auto aún no lo entregaban y yo no quise verlo, con recordar el accidente tenía suficiente. Liam seguía teniendo entrenamientos, pronto sería la final y ellos se colaron sin problema. Ese día no lo vería hasta las ocho.

Estaba preparando la cena, cuando sonó el timbre. Por la hora supe que no podría ser él, aunque no lo descartaba, de vez en cuando se escapaba para darme un beso y decirme mil veces que me amaba. Siempre era así, impulsivo cuando se trataba de demostrarme lo mucho que le importaba y yo... bueno, me derretía como un caramelo a fuego intenso.

Abrí sin siquiera fijarme. Era una señora muy guapa. Tenía el cabello castaño claro muy corto, peinado de forma impecable, vestía un traje de sastre negro, con una blusa de cuello color blanco. Veía hacia todas las direcciones con extrema atención. Enarqué la ceja; una mujer como esa no encajaba ahí, ni en ningún lugar en realidad.

—¿Sí? —pregunté con amabilidad, al girar vi sus impresionantes ojos, tenía el mismo color y forma que los de... Liam. Enseguida me sudaron las manos sin saber qué decir.

—Eres Kyana, ¿cierto? —asentí tragando saliva confusa. Estaba segura que era su madre. Era alta y compartían demasiados rasgos. Pero a diferencia de su hijo, sus ojos eran fríos y me recorrían escudriñándome como si me tratase de un animal al que tenía que pisar. ¿Qué debía hacer?

—Sí —alzó una ceja seria al escuchar mi respuesta.

—Soy la madre de William, ¿podemos hablar un segundo? —al corroborar mi sospecha me sentí aún más nerviosa. Me mordí el labio invitándola a pasar. Echó un vistazo hacia adentro negando con desdén—. Preferiría que me acompañaras, prometo no tardaremos mucho. Tú y yo tenemos que conocernos, ¿no crees? —su tono era amable, incluso demasiado. La miré insegura sin saber si debía ir. ¿Habría aceptado al fin lo que había entre su hijo y yo?—. No tardaremos... —volvió a decir insistente al ver que no me movía. Y aunque debí hacer caso a la típica frase de no conversar con extraños, ¿cómo negarme? Podría ser la oportunidad que necesitábamos, ¿no? Asentí tomando las llaves de la casa. Tenía que intentarlo, no sería por mí que las cosas no marcharan bien.

Un gran auto se encontraba justo frente a mi casa; era negro y lo manejaba alguien más, supuse que un chofer.

—Daremos un paseo, necesito que conversemos ¿Te parece? —no me gustó en lo absoluto su tono, me daba escalofríos. Sin embargo, era su madre, no quedaba bien que de pronto me mostrara reticente. Por algo estaba ahí, seguro quería saber más de la chica con la que su hijo andaba y la que en parte era responsable de su cambio de futuro.

Subí sin decir nada. El auto olía a ella, era un aroma intenso, pero muy femenino. No me dirigió la mirada durante los primeros cinco minutos que el coche se movió. No podía evitar sentirme mal por cómo iba vestida, ella destilaba clase y elegancia, mientras yo, una chica de casi diecinueve... llevaba unos shorts, una blusa sin mangas y unas sandalias a juego.

Muy profundo © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora