7. ¡Quema!

649K 18.3K 3.5K
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Las dos semanas subsecuentes fueron más fáciles hasta cierto punto. Nos escapábamos en los recesos para vernos. Me mandaba mensajes todo el tiempo y yo... me sentía alucinada. Lo quería, eso ya era inevitable.

Continuamos con las asesorías sin problema. Más tarde iba a mi casa y dejaba su camioneta a unas cuadras para no levantar sospechas. La relación entre él y mi madre marchaba perfectamente. Literatura seguía siendo... complicada. Max y Ray revoloteaban alrededor, intentando llamar mi atención, y Liam se esforzaba para poder reprimirse. Los días que terminaba tarde su entrenamiento me iba con mis amigos y lo veía después, por lo menos media hora.

La intensidad de lo nuestro aumentaba sin poder detenerla. Desarrollábamos algunas tareas juntos, nos desafiábamos en juegos de mesa, conversábamos sobre miles de cosas sin parar y eso... eso era mágico, pues me dejaba fluir sin dificultad, sin aparentar, sin ocultar, sin esconder nada de lo que en realidad soy.

Roger no me había vuelto a molestar, aunque, cuando me lo topaba de lejos, me miraba amenazante, ¡demente! Nos coordinábamos fácilmente, pero cada vez lo sentía más ansioso, más desesperado. No decía nada, no había necesidad, yo sabía que no podíamos seguir postergando más la verdad. Era absurdo. Si se molestaban por lo que sentíamos no tendría más remedio que alejarme, por mucho que eso doliera. Llevábamos tres semanas juntos y... ya era demasiado.

La actitud de los chicos con él no cambiaba. Cuando se acercaba con algún pretexto sobre las tutorías, lo observaban molestos, sin ocultar su repudio. Los únicos que me apoyaban, pero desconocían nuestra relación, eran Annie, Robert y Emma. El resto seguía refiriéndose a Liam con desconfianza y rencor; a pesar de que él se comportaba diferente: respetuoso, agradable, ajeno a cualquier problema. No podía remediar nada, eso me llenaba de impotencia. Veía a sus amigos molestar, justo como él solía hostigar. Eran patéticos, desagradables, eso me dejaba sin armas ni argumentos.

Cinco semanas en Myrtle Beach y mi vida era, como podrán darse cuenta, muy diferente a lo que imaginé. Sentía como si hubiese estado ahí desde siempre. Claro que extrañaba a mis amigos, pero gracias a lo que sentía por Liam no era tan duro. A su lado nada importaba, solo él, sentía la urgencia de tenerlo a mi lado en todo momento.

Acostada sobre mi cama, el quinto viernes por la noche, suspiré ya echándolo de menos. Se acababa de ir. Al día siguiente sería su primer partido e iban a jugar como locales. A partir de ese momento, algunos días, los fines de semana no estaría, ya que los partidos eran en diferentes lugares. Todavía no le lograba decir lo que en realidad había en mi interior, pues cuando lo intentaba no salían las palabras, se atoraban ahí, en la garganta. Me sentía miserable, él no se cansaba de demostrármelo, era todo lo que jamás soñé. Sin embargo, entre mi poca expresividad y entre que me daba miedo decirlo, lo mantenía oculto, muy dentro, custodiado hasta que llegara el momento adecuado.

Muy profundo © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora