28

15K 1.3K 794
                                    

Recuerda leer la nota al final de capítulo, te tengo un regalito. ❤

••••

Terminé de ajustar el vendaje al brazo de Engel, quien había estado quejándose todo el tiempo. La bala solo le había rozado, así que no era nada de qué preocuparse.

Después de lo que pasó en la casita, las puertas se abrieron en automático. Yo tenía la leve impresión de que en el segundo piso había otra persona, quizás el objetivo clave, la mente maestra de todo, pero Tiago me convenció de salir de allí de inmediato. Y  fue lo mejor que pude hacer, ya que cada persona encontrada en el perímetro fue apresada.

—¿Estás bien?

Sus ojos buscaron los míos, obligándome a asentir con la cabeza.

—Estoy bien, Engel.

—No te ves para nada bien.

Lo ignoré y me di la vuelta para ir en busca de algo cómodo y, de una vez por todas, deshacerme de aquel vestido que llevaba puesto.

No sabía si quemarlo o ponerlo en un altar.

—Engel, hazme el favor de hacer silencio, ¿sí? No vengas a buscarme conversación como si no hubiese pasado nada.

—Pero es que no me has dejado expli...

—Mira, ahora no quiero escucharte —le dije poniéndome de pie con la ropa en la mano—. Más te vale tener una buena justificación cuando me veas salir del baño, porque no quiero imaginar qué pasará si me doy cuenta que tienes que ver con toda la mierda que me está pasando.

Arrugó las cejas en confusión, parecía que iba a decir algo, pero se limitó a hacer un asentimiento de cabeza.

Me di la vuelta y comencé a caminar hacia el baño, una vez dentro cerré la puerta y le puse seguro. Me acerqué al espejo y me quedé mirándome por varios segundos; debía empezar a apreciar cada parte de mí. Agarré un peine y comencé a desenredar mi cabello. Me sorprendía cómo me estaba comportando, a simple vista parecía que estaba normal, pero lo que sentía por dentro era un sentimiento que no podía controlar. 

Las mataste.

Solo me defendí, hice lo que tenía que hacer para sobrevivir. Si la chica hubiese disparado podría haberme matado o a algunos de los chicos. Y no podría seguir viviendo sabiendo que por culpa de mi debilidad eché todo a perder.

No estás dolida.

Sí lo estoy. Que no lo demuestre es otra cosa.

Dejé el peine a un lado y comencé a desvestirme. Cuando el vestido quedó fuera de mi cuerpo me sentí liberada. Era tan solo una prenda, pero en ese momento la sentí como un peso; un recordatorio de lo bueno y malo que sucedió ese día.

Había matado a dos chicas.

¿En qué me estaba convertiendo?

Entré a la bañera y abrí el grifo, dejando que el agua me mojara por completo. Haberme vuelto una asesina no era el único problema. Desde que llegamos a la casa no me había  permitido pensar en Engel, no lo hice porque sabía que si lo hacía podría cometer otra locura de la que sí me arrepentiría. Aún cuando lo estaba curando no dejé que lo que había ocurrido anteriormente saliera a flote en mis pensamientos.

Me pasé la mano por el cabello antes de cerrar el grifo, pero no lo hice por completo, dejé que cayeran gotas; ese sonido últimamente me relajaba. Respiré profundo y me senté en el piso de la regadera, apoyando la barbilla de mis rodillas.

El misterio que me persigue ©Where stories live. Discover now