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Capítulo dedicado a i_know_you_want_it
Te veo comentando mucho. Muchas gracias, I love u ❤ *le envía un beso de Tiago* 🛐

Me paré en seco, enarqué una ceja y me crucé de brazos al ver a Engel donde estábamos sentados minutos antes.

El problema no era Engel, sino la chica que estaba cerca de él, muy cerca, sonriéndole como si fuera lo mejor que hubiese visto. Su mano bajaba lentamente desde su cuello hasta su pecho.

—¿Quieres divertirte? —preguntó Tiago por encima de todo el ruido.

Desde donde estábamos la música retumbaba. Agradecí que Tiago hubiese escogido un sitio para sentarnos en donde el bullicio no era tan molesto.

—Sabes que sí. 

—Ataca.

Le sonreí. Me arreglé el vestido con las manos antes de acercarme hacia la parejita que hablaba fervientemente.

—... me gustan los chicos rubios —dijo la chica con una enorme sonrisa.

Me apresure a tomar asiento sobre las piernas de Engel, dejando a ambos desconcertados. Enarcó una ceja y esbozó una sonrisa traviesa, estuvo a punto de decir algo, pero planté mis labios sobre los suyos.

—Veo que te estás divirtiendo, mi amor —le dije. Ahí donde estábamos la música se escuchaba moderada, así que la chica lo escuchó, sin embargo, a pesar de ver lo que yo estaba haciendo no se alejó.

Engel negó y me apretujo más a su cuerpo. Luego me agarró de la cintura suavemente para girarme, su mano se dedicó a trazar caricias en la piel al descubierto que dejaba el vestido.

Era increíble lo que el alcohol podía hacer. Normalmente en esta situación se hubiese sonrojado y pedido que hiciéramos esto en privado.

La chica me miró con una ceja alzada antes de girar la cabeza y que su atención se posara en Tiago. Se quedó embelesada por varios segundos, luego esbozó una sonrisa y se acercó más a él.

—Pensándolo bien, los pelinegros son lo que me van —comentó revoloteando las pestañas.

—Rubios o pelinegros, como sea que te vayan —atraje su atención—... ¿Por qué no vas y lo buscas en otro sitio? Estos no están disponible. 

—Querida, pero si ya tienes al rubio, ¿qué te pasa? No puedo creer que también quieras a este otro. Es muy malo ser avariciosa.

—No lo quiero, ya lo tengo.

¿Te lo tiras a los dos? —enarcó una ceja.

—Son mis novios.

Bajé de la pierna de Engel para sentarme en el espacio que separaba a la chica y a tiago.

—¿Y hay espacio para alguna más? —Se mordió el labio—. Hace mucho que quiero practicar eso del poliamor.

Puso una mano en mi pierna, misma que rápidamente alejé.

—Es que no me van las castañas —le dije fingiendo tristeza.

—A ti no, pero puede que a ellos sí.

Miré a Tiago y mis alarmas se encendieron. Él le miraba serio, pero en sus labios estaba el rastro de una sonrisa a medio esbozar. De seguro estaba pensando en cómo matar a la pobre chica y, eso no me agradaba. Ambos teníamos maneras muy distintas de divertirnos.

Me giré hacia la castaña y me incliné hacia ella.

—Vete.

—¿Tienes miedo de que te quite a los chicos? Hmm no, creo que sí te van las castañas —susurró, sugerente.

El misterio que me persigue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora