24

19.7K 1.5K 1.1K
                                    


Unos días de descanso, pero ya es hora de retomar esto. Me imagino que te has quedado desconcertada con lo de Max, pero es que fue inevitable no poder ayudarte, él muy imbecil te hizo mucho daño.

Habían estado llegando cartas tres días consecutivos. Cada próxima me confundía aún más.

Las guerras son individuales, hay personas que parecen estar de tu lado, pero realmente están en tu contra. No te asustes, de igual forma hay en viceversa.

Esta me hizo desconfiar muchísimo.

Como no has dado un paso más, creo que no pudiste conseguir ninguna información de Juana. Y es lamentable, porque ella era una gran fuente de información.

Esto no me servía de nada. Ya sabía que lo había cagado cuando fui a Aniel, pero en vez de recordarme lo mal que me fue en esa ocasión, ¿por qué no solo decían lo que ella sabía?

Hay un evento donde todas las familias de Serfol están invitadas. Creo que deberías ir, tengo la certeza de que allí estará el asesino.

Había pasado una semana desde que vi a Jay. Había salido varias veces de la casa, pero no volví a encontrarlo. Tiana se fue al otro día, pero hace tres hora regresó con toda su familia. Me sentía un poco abochornada entre ellos, pero no dejé que eso se reflejara.

Tiago había estado muy callado. Yo sospechaba que se le había jodido algún plan, o quizás los secuaces del tal Henrrik lo estaban amenazando. En los últimos días, Engel había estado muy pendiente de mí; más que de costumbre, creo que se sentía culpable por lo que pasó la noche de la borrachera.

Por otro lado, estaba teniendo pesadillas. Soñaba con un hombre amarrado a una silla y yo cortándole el cuello. Sino, solo estaba sentado, Tiago se encontraba a un lado diciéndome cómo quitarle la vida, y luego yo le clavaba la daga en el cuello. No sabía qué significaban esos sueños, primero creí que aquello podría haber ocurrido la vez que me emborraché, pero al preguntarle a los chicos, solo se limitaron a reír diciendo que me había vuelto loca. Mi última deducción era que esos sueños habían sido producto de tanto pensar en lo que me dijo Tiana.

—Si quieres mi opinión, no lleves bragas —comentó Tiana retocando su maquillaje.

Estábamos en su habitación, o bueno, donde se quedaba. Parecía que el único que se había instalado en la casa era Alessio, porque al igual que la habitación de Tiago, la de Tiana no estaba decorada. Pero en este caso era entendible, Tiana no vivía allí. En una esquina estaban algunas maletas vacías, pues ella había sacado todo y ordenado la ropa en el clóset y lo demás encima del tocador. Incluso había cambiado las colchas de la cama para poner las propias, pero nada más.

—¿Tú llevarás? —pregunté divertida.

—Obvio. Yo no tengo a quien les estorben, al menos que me quieras prestar a tu amigo. 

Levanté una ceja. Ella me miró a través del espejo y me lanzó un beso.

—¿Cuál amigo?

—Ese que quiso desbaratar la mesa cuando te vio. Mujer, déjame algo, por favor —suspiró—. Aunque... nos es por ofender a nadie, pero en este pueblo no hay muchas cosas que ver. Hasta ahora, tus dos amigos y tú son lo más sabroso que tiene Serfol, ah bueno, la malteada estaba muy buena también.

—No es mi amigo —aclaré—. Y es todo tuyo si así deseas.

—Eres la mejor, cielito.

¿Cielito?

El misterio que me persigue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora