Sin City

By AceiteyAgua

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-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco no... More

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By AceiteyAgua

Raguel toca la puerta de la tienda de Aziraphale. Crowley está bebiendo vino y jugando con su teléfono dentro de su manta favorita en su sofá favorito. Probablemente con la cabeza en el asiento, el pelo colgando hacia el suelo y los pies en el respaldo. Por lo menos no está en el techo.

Vuelve a tocar súper nervioso. De todos modos, él no va a ir a la puerta.

Después de un rato, intenta abrir la puerta él.

¿No está Aziraphale?

No, se ha ido por galletitas.

Igual no le abre, porque cree que es Aziraphale.

—¿Holaaaa?

—¡No me hagas levantarme, Angel!

El ángel parpadea.

—Ohh... Ehm... —entra igualmente, mirando alrededor—. Hola.

—¡Estoy aquí! —hace un movimiento raro con el cuello para poder beber de su copa sin levantarse y sin que el vino se caiga demasiado por la gravedad.

Ahí se va a donde está.

Y la verdad, se tira un poco el vino por la cara cuando ve que no es el ángel que él esperaba.

—¡Hola! —le sonríe un poco, mirándole—. Perdona, llegue un poco antes y...

Crowley casi se ahoga, tosiendo y acaba por darse la vuelta.

—Disculpa

Niega con la cabeza golpeándose un poco el pecho y limpiándose la cara.

—Aziraphale no está.

—Oh... que mal. Ehm... bueno, igualmente creo que puedo... esto es un lugar público, ¿no?

—Eh... sí, bueno. D-De algún... modo. ¿Quieres comprar un libro? Porque tengo malas noticias.

—¿Por?

—Como deje salir de aquí uno solo, me van a mandar detrás de él.

—¿No vende libros? —pregunta riéndose un poquito.

—Seeeeh, claaaaaro.

—Vale... vale. ¿No le gusta vender? —se sienta en la butaca de Aziraphale.

—No le gusta desprenderse. De nada.

—Oh... bueno, supongo que a nadie.

—No, no, lo digo en plan... enfermizo. Pero bueno. ¿Y tú qué?

—Yo... vine a ver a Aamón.

—Sí, ya lo sé. ¿Traes protección? —sonríe.

—¿Protección? No, he venido solo —asegura pensando que se refiere a Gabriel que le siga.

—Veamos... —se levanta—. No quiero ni una mancha ni una arruga en uno solo de los libros. He intentando que recogiera un poco para dejaros espacio, pero insiste en que no era necesario. Yo creo que sí lo va a ser —chasquea los dedos un par de veces y manda algunos de los libros apilados por el suelo y mal ordenados a la casita de la playa—. Podéis usar el sofá y las butacas para sentaros, pero si necesitáis una cama, haces un milagro sobre esa mesita o sobre la alfombra. Las butacas luego nunca vuelven a ser las mismas. Vosotros decís que sí pero no... y él lo va a notar —se pone de pie y empieza a andar por la habitación—. Hay música ahí y el... gramáfono o comosellame está ahí. El sistema de sonido es nuevo, así que no debería dar problemas. Hay algunas cosas buenas, si quieres te separaré algunos discos que hacen ambiente. Supongo que cuando vuelva Aziraphale te dirá que podéis beber y comer si acaso os apetece. El baño y el cuarto están prohibidos.

—Espera... espera, espera —aprieta los ojos, sonrojándose—. Solo vamos a jugar

—Sí, por eso. No sé si usas protección, hay algunos escondidos por aquí porque en una época... bueno, el caso es que no recuerdo donde están. Probablemente igual estén caducados.

—¿Quién está escondido?

Crowley pone los ojos en blanco porque nunca pensó que tendría que dar LA CHARLA a un ángel. Chasquea los dedos haciendo aparecer un condón y luego se lo tiende a Raguel.

—¿Qué es esto? —Sí, sí vas a tener que tener esa charla.

—Se llama condón. Ábrelo.

—¿Abrirlo? —en su vida ha visto un empaque.

—Sí. Mira —hace aparecer otro con el mismo método y le muestra cómo se rompe el envoltorio. Sacando el condón de dentro—. Haz lo mismo con el tuyo, con cuidado de no romperlo.

Lo hace... o lo intenta, con dificultad a arrancones y jalones.

—Con cuidado, si lo rompes, no sirve...

—¿Y esto para qué sirve?

—Ahora lo verás, ¿está entero?

—Pues... supongo que no sé

—Prueba a soplar un poco como si lo hincharas y verás si se escapa el aire —lo hace él para que vea como.

Lo hace...

—Es como... baboso.

—Sí, es lubricante, para que no duela al ponerlo. No sé cómo... o sea, no sé si tú eres el que mantiene el pene o él... o los dos. El caso es que el que sea que lo meta en el otro tiene que enfundarlo en esto primero.

—El... ¿el qué has dicho?

—El pene.

—¿Estás... hablando de sexo? —Le mira, parpadeando.

—De sexo SEGURO. Si uno de los dos es una chica, esto es para que no se embarace... si es que acaso es puto posible —protesta—. Si no, es para que... básicamente tú no pilles nada demasiado chungo.

Más parpadeos aún.

—¿Embarazarse? Oh... Dios —busca donde poner el condón, sonrojándose—. ¿P-Pillar? No me... Yo no... yo...

—Me refiero a una enfermedad. Como lo del coronavirus. ¿Sabes qué fue idea de Aziraphale y algún idiota se la robó? Él la propuso cuando estaba en el infierno, en Halloween. Los ángeles siempre tenéis las jodidas ideas más brillantes.

—A-Aziraphale? Pero si Aamón me contagia de cosas, yo mismo me las curo.

—Mira, si no quieres, no lo uses. Pero si Aamón además se está acostando con otro, a saber que mierda va a traer de serie. También puedes curarle a él y todo eso. Es tu problema, en serio.

Raguel vacila y se le ensombrece la mirada con eso de que se acueste con otro.

—No va a acostarse conmigo, de hecho... —recuerda, cerrando los ojos.

—O a lo mejor no se está acostando con el otro, yo qué sé —ojos en blanco.

—Esto lo usas tú con Aziraphale.

—Eeeh... seh, claro. Somos muy responsables.

—Lo tomaré en cuenta, Gracias por dármelo —asegura, sonrojándose un poco y tratando de... enrollarlo o doblarlo o algo.

—No, no, espera. Tira eso, te voy a dar unos cuantos por abrir. Ahora ya está abierto, es antihigiénico. Y ni siquiera te he enseñado como se pone.

—¿Es difícil? —NO le enseñes cómo se pone.

—Tiene su truco, mira —se gira a mirar por ahí y toma una figurita de la virgen María que tiene las manos sobre el pecho en posición de rezar y más o menos el tamaño adecuado.

—¿Esa es una Virgen María?

—Sí, bueno, yo qué sé. Para el caso ahora es un pene.

—Por Dios Santo.

—No debe serlo porque no me da ese cosquilleo que... ah, no sí. Mira que tranquilita se la ve, que nadie diría que está a punto de ayudarnos a mostrar esto... —sonríe y le pone el condón en la cabeza—. Bueno, el caso, lo sujetas por aquí y tiras de este otro lado con cuidado siempre de no romperlo —se lo muestra.

Raguel chasquea los dedos y le intercambia a la Virgen por una piedra con la forma correcta

—¡Anda ya! Bueh, el caso es que no debería doler, ni apretar ni nada. A no ser que la tengáis como Gabriel, todo debería ir bien.

—¿Gabriel? ¿Qué tiene que ver Gabriel aquí?

—Gabriel tiene... —hace el gesto del tamaño con las manos, bastante separadas.

—¿Hablas de... la piedra, la Virgen María o su...?

—De su pene. O sea... como para no verlo, pero igual...

—¿Cómo sabes?! —pregunta ya escandalizado.

—¿Pues nunca le has visto en chándal? Pero no es el asunto aquí.

—No le... he visto... no... Ugh —aprieta los ojos.

—Pues hay unas fotos en Instagram que no veas... —saca su teléfono para mostrarle.

—¿Fotos? Oh, Aziraphale me ha dicho que podías tomarnos unas —sí, habló con él y le dijo, TAMBIÉN a este. Con los daguerrotipos.

—Ah, sí, sí. Tranquilo —sigue buscando y luego gira el teléfono para que lo vea.

Raguel levanta las cejas porque tienes que ser ciego para no verlo.

Exacto #Hammaconda #TrueStory

—Ohh... no sabía que Gabriel había elegido eso en su propio físico. Que, Ehm, interesante.

Crowley le mira unos instantes notando que está hablando del pene de Gabriel, con un Arcángel, en la librería de Aziraphale. Ejem. Vale, ¿y algo un poco menos surrealista no podría pasar?

—Bueno, olvidémonos de esto si acaso es posible, porque... really once you see it, you can't unsee it.

—C-Creo que no tengo... mucho más interés... Ehm... en eso, gracias.

—Mira —chasquea los dedos y aparece una ristra de condones—. Te doy unos cuantos por si se te rompen. No hace falta que los uses todos. Recuerda ponerlos con el pene erecto y cambiarlos cada vez que... hagáis una ronda. Y ni se te ocurra poneros más de uno a la vez.

La verdad, Crowley aprendió todo esto por si llegado el día tenía que explicarselo a Warlock. Al final resulta que los humanos no son tan precoces como pensó, pero está feliz de haberselo explicado a alguien de todos modos.

Orgulloso. Lo has hecho bien. Raguel asiente

—No creo ocuparlos.

Desde que su amigo Shem le explicó porque necesitaban dos de cada animal que es un experto en esto, ¿vale?

—Bueno, por si acaso.

—Me has dicho algo de música... y nada de baño ni habitación. No te preocupes, no tocaremos nada y solo jugaremos Backgammon. Tengo una duda...

—Ah, la música, sí —se detiene—. ¿Aja?

—Me he vestido yo y no se si... lo he hecho bien —se señala a si mismo.

—¿No es lo mismo que llevabas el otro día?

—Es lo que me puso Gabriel... no bajo a la tierra hace años.

—Mira, es muy sencillo. Te suscribes a la newsletter de l'Uomo Vogue, o Elle men, o alguna que te guste. Miras las fotos y robas la que creas que se te ve bien.

—Suscribirme a la newsletter... no sé qué es eso.

—Se hace con el teléfono, es para que te manden fotos de modelos con ropa de moda.

Tú solo tienes que... copiarles.

—Ohh... con el teléfono. ¿Puedes hacerlo tú?

—Sí, trae. Creía que solo Aziraphale era un puto desastre con un teléfono.

—No soy un desastre, sé usar el sistema interno del cielo, pero antes no requería un teléfono.

—Bueno, ya aprenderás.

—Igualmente, quisiera ver alguna cosa de ropa que ponerme que sea... afín a mi cuerpo, y de colores claros, por favor.

—Vale, ponte de pie —chasquea los dedos y hace que el espejo de cuerpo entero de Aziraphale se arrastre hasta donde están mientras él recupera su copa de vino y vuelve a dejarse caer en el sofá—. Mira, esto te lo digo ya. No te pongas nunca una camiseta blanca de algodón de manga corta con cuello redondo si no quieres parecer Mr. Clean.

—Mr. Clean?

—Es la mascota de una marca de limpieza. Si te vas a poner camisetas de ese tipo o con una chaqueta o con complementos... y a poder ser nunca blanca del todo.

—Vale... de hecho no suelo ponerme nunca blanco del todo.

—¿No? ¿Por?

—Se mancha muy fácil con tinta...

—Mmm... bueno, ¿entonces? —levanta una ceja.

—Entonces quiero algo con lo que verme... bien. No sé qué se usa. Puedes enseñarme alguna opción, ¿por favor?

—Mira, el problema es que hay muchos personajes calvos en la cultura popular, ¿vale? Supongo que tiene que ver con lo que se ahorran de peluquería o algo así, pero el caso es que no te ayuda. Porque además no es que tengas unos rasgos muy marcados que no se puedan mimetizar —hace un gesto vago con la mano y toma un trago de vino—. Eso puede ser un problema o una ventaja. Si sabes que hay algún personaje de esos que le guste, vestirte parecido puede ayudar a tu causa, pero si no pues... puedes hacer el ridículo. Y además todo depende de su conocimiento general. Quiero decir... —chasquea los dedos y le pone un traje y corbata de un color gris oscuro—. ¿Te parece que te ves bien?

Raguel traga saliva porque prácticamente... nunca... se ha vestido de color oscuro.

—N-No creo verme... mal.

—A mi me parece que te ves como Lex Luthor. El villano de Superman. O puedo hacer así —le pone un jersei gris más claro de cuello mao—. ¿Lo ves? Ahora eres Dr. Evil. Villano de Austin Powers... —vuelve a chasquear los dedos—. ¿Una túnica hasta los pies? Voldemort de Harry Potter —vuelve a chasquear los dedos—. ¿Una chaqueta blanca del todo? Kingpin de Spiderman. Además es que estoy notando que todos son villanos —vuelve a chasquear los dedos—. ¿Un traje y silla de ruedas? el profesor X de X-mem —vuelve a chasquear los dedos—. ¿Un jersey negro y rojo? Picard en Star Trek. Y menos mal que no eres azul. O morado. O verde. Podría seguir y seguir, pero ves por donde voy...

Raguel parpadea porque... vas SÚPER rápido y no conoce a ninguno de los personajes que describes,

—¿S-Son villanos en la historia todos los que describes? Cielos... —vacila y chasquea los dedos una vez, poniéndose mejor su túnica blanca bordada que usa siempre en el cielo.

—Bueno, no, el profesor X y Picard no lo son... creo. También puedes ir en un plan más duro como Bruce Willis o la Roca.

Le mira, con cara de absoluta confusión, como si le estuviera hablando en un idioma raro e incomprensible.

—No, no necesito parecer una roca. Solo quiero verme... bien.

Suspira.

—¿Por qué todo mundo me suspira últimamente?

—Vale, a ver... no le digas a Aziraphale que esto existe —se levanta a tomar un libro, que en realidad hace que se aparten los estantes y aparezca tras ellos una tele de como sesenta pulgadas.

Raguel levanta un poco las cejas, pero... la verdad no de cerca lo que las levantaría Aziraphale. Y es que en el cielo hay muchos de estos lugares secretos donde poner aparatos que se activan picando un botón.

Crowley pone la smart TV y busca en google "tendencias de moda masculina invierno"

—Hmmm... Solo necesito algo sencillo...

—¿Qué te gusta?

—El algodón.

Facepalm.

—De lo que ves... En la pantalla.

—Ah, algo que parezca confortable... y un poco celestial. ¿Que todos los hombres visten siempre de oscuro en estos tiempos?

—En invierno se suele llevar colores oscuros.

—Pues... hmmm... —se humedece los labios.

—Pero lo que quiero saber es tu estilo. Podemos hacer claro cualquiera de estos. Pero qué te gusta. ¿Un traje forma de tres piezas? ¿Algo más de deporte? Bussiness casual?

Señala a un hombre con una camisa, un pañuelo en el cuello, saco y pantalones.

—Vale, probemos —Crowley inclina un poco la cabeza pensando en cómo hacerlo con colores claros y que no se vea del todo mal. Chasquea los dedos y se lo pone.

Raguel se mira al espejo y sonríe un poco.

—Ohh! Da una vuelta frente al espejo

—Te pareces un poco a cómo iba vestido él —chasquea los dedos y a la mitad de la vuelta todo se vuelve en tonos oscuros salvo el pañuelo rosa.

—Tan guapo que se veía... —Raguel sonríe de lado.

Crowley sonríe un poco con eso y luego carraspea

Tu amor por los romances.

¿Qué romances? A él le gustan las historias de... explosiones. Las pelis de Michael Bay. Cof. Cof.

—¿Qué dices tú?

—¿Eh?

—¿Te gusta? ¿Crees que le guste? —chasquea los dedos para hacerlo claro otra vez.

—Pues... probablemente. De hecho, es probable que ni siquiera necesites esforzarte tanto.

—De hecho es probable que no debiera esforzarme en lo absoluto... tiene una pareja.

—Yo creo que no la... —aprieta los ojos porque Aziraphale le dijooooo—. No es tan importante. Aziraphale dice que siente que te quiere cuando habla de ti y no lo hace cuando habla del otro.

Raguel se sonroja con eso, mucho más feliz con la idea de lo que debería.

—Por eso creo que deberías acostarte con él.

—La verdad, Crowley, y te lo digo a ti... no es que no lo haya intentado —aprieta los ojos.

—Pues... insiste.

—No es eso realmente... feo. Tentarle.

—No. Él es un demonio, no debería tener un problema moral con ello.

Raguel le mira de reojito.

—El problema sería si él te lo hiciera a ti y tú no quisieras o pudieras, pero no es el caso.

—Pero yo no debería estarle metiendo en ese lío moral...

—¿Por qué no? Tú no lo haces por maldad lo haces porque quieres que te quiera.

—Sí, sí que quiero que me quiera...

—Pues ahí lo tienes.

—B-Bien, —traga saliva—. Ya tengo... la protección de la que hablas y... la ropa. Y las instrucciones. ¿Algo más?

Sonríe. Raguel le sonríe un poco sonrojadito de vuelta.

—Relájate y pásalo bien.

—Gracias... de verdad, nos han dado esperanzas.

—Mira... saca tu teléfono

Ahí va, a sacarlo. Este si lo encuentra. Gracias. Y Crowley le enseña a hacer fotos. Y a hacerse selfies.

Debe haber tres millones de selfies de a Gabriel en este teléfono. Igualmente, Raguel sonríe, bastante ilusionado con la idea de tomar varias fotos sin necesitar que sea Miguel quien se las tome.

De hecho le hace que tome una de ellos dos para que sepa como tomárselas a Aamón. Así que Raguel tiene más fotos con Crowley que Aziraphale.

—Oye...

¡Mierda, mierda! Más bien... ¡Córcholis, corcholis!

—¿Sí?

—¿Qué vas a hacer con esto de... el otro?

—¿A... hacer? Pensaba... dependerá de cómo reaccione el en general.

—Pero tendrás un plan.

—Pensaba... quizás... Ehm... s-secuestrarle —se humedece los labios. Crowley carraspea unas cuantas veces.

—¿Cómo? Si no sabes ni quién es.

—A Aamón.

—Ah! Mmm... Es un plan. ¿Cómo vas a hacer eso?

—Quiero... ver primero cómo se comporta hoy.

—¿Cómo crees que se comporte?

—Tranquilo... espero. E interesado. Lo que no quiero es que... se vaya, como se ha ido ya dos veces.

—¿Cómo se ha ido?

—Ha dicho que tenía que irse y me ha dejado... ahí. O me ha cortado la comunicación por teléfono sin despedirse.

—Mmmm... ¿Y qué le habías dicho tú antes?

Raguel se humedece los labios sin estar seguro y Crowley inclina la cabeza, mirándole.

—La verdad, no estoy seguro. No sé si algo de lo que dije... lo ocasionó —confiesa.

—Por eso te preguntaba.

Raguel aprieta los ojos y solo recuerda haber estado absolutamente embriagado de... amor y lujuria.

—En una ocasión nos estábamos besando.

Crowley levanta las cejas.

—Ya, ya.

—¿Tan mal besas?

—¿Qué? ¡No!

—No estoy seguro de creerte, se te habrá olvidado con el confinamiento —se ríe.

—No, no se me ha olvidado —protesta apretando un poco los ojos. El demonio sonríe de lado porque solo le está molestando—. Desde luego que le estaba gustando.

—Mmmmmm...

—No, es verdad, yo lo sé.

—Tendría que hacerte probarlo.

—¿Vas a hacer que te bese? —levanta una ceja—. ¿Para ver si tu ángel se pone celoso y te metes en un lío?

—No, no... es una broma —se ríe y Raguel se ríe también un poco—. Ugh, ni siquiera se lo digas, se va a poner insoportable —por cierto, apaga la tele y la esconde de nuevo tras los libros.

—No, no, gracias... los principados son bastante temibles cuando se enojan.

—Ya viste como se puso solo porque te abracé.

—Celos —Raguel le sonríe.

—Oh, sí. Salvajemente celoso.

—No parece salvajemente... nada, la verdad.

—Algunos las matan callando... An... uhm.

Raguel se ríe un poco con eso sin notar el problema. Crowley se revuelve sin saber como llamarle si no es Angel, pero es que si el abrazo lo iba a poner celoso.

Como se enter que le llamas de esa forma te MA. TA.

—Creo que hacen una bonita pareja.

Crowley abre y cierra la boca haciendo algunos sonidos indescifrables de serpiente tomada por sorpresa.

—No sé si suela hacerte sentir cuánto te quiere, pero puedo asegurarte que ambos calientan bastante el alma de cualquiera que les sienta.

Ahí va imparaaaaable, la oleada. Lo habéis hecho a propósito, ¿no es así? Raguel sonríe con eso

—E-Ehm... No es... para tanto—gira la cara.

—¿Sí sabes que puedo sentirlo, verdad?

—Bueno, es básicamente él —ojos en blanco.

—¿Es básicamente él?

—Él es el que... hace... eso que... sientes.

—No le veo por aquí... y vaya que lo siento

—¿Q-Qué?

—Y no es poco lo que lo siento... es tremendamente intenso.

Antes de que Crowley pueda responder nada, Aziraphale abre la puerta.

—Crowley?! Hello!

—Ja! Ahí está, ¿lo ves? Ha sido él.

—¡Qué va! —Raguel se ríe haciendo los ojos en blanco.

—¡Estamos aquí!

—¿Estamos? ¿Quiénes? Traigo aquí a Aamón, lo he encontrado afuera.

—¡Hola! —saluda Aamón desde ahí. Crowley mira a Raguel de reojo.

—Tienes un segundo para esconderte si quieres oír esto.

Y si se sentía ahora el amor de Crowley, debe sentirse el absoluto AMOR de Aziraphale al escucharle.

—Oh, vale, vale... —le sonríe un poco, vacilando. No sé si le va a dar tiempo, Crowley se va hacia la puerta para recibirles y darle unos instantes más.

Pues medio lo intenta pero además es bastante torpe, la verdad. Puede que... Crowley hasta bese a Aziraphale.

—¡Hola! No solo encontré galletitas, me en... —se calla en el beso. Aamón pone los ojos en blanco porque ¿tienen que estar así todo el tiempo? Mirando hacia otro lado.

—Mmmmm...

Bueno, pues nada, libros... veamos si hay algo bueno por aquí.

Quizás veas a Raguel por ahí atrás moverse porque es torpe. Quizás se le cae algo al intentar esconderse, pero igualmente se esconde un poco mejor, intentando pensar que no le ve, aun cuando le haya visto.

Aamón levanta las cejas y se humedece los labios. Pero no dice nada. Aziraphale se separa un poco del beso, sonriendo tontamente y Crowley sonríe de ladito.

—Darling... —susurra atontaaaaaado

—¿Has ido a buscar las galletitas a Rusia?

—Casi —risita.

—Ya me he dado cuenta.

—Y de regreso me encontré... oh, cierto —se limpia los labios con el dorso de la mano, le pone las galletitas en las manos—. Ehm... Aamón.

Él se gira a mirarles y hace un pequeño gesto de saludo con la mano, sonriendo.

—Hola... bienvenido.

—Bueno, solo falta uno ahora —comenta Crowley como si nada.

—Sí, sí... y ya es hora, ¿no? —Aziraphale se gira a mirar el reloj.

—No creo que tarde...

—Siéntate, Aamón. ¿Cómo estás?

—Bien, bien, un poco nervioso.

—No me extraña, no me extraña. Ehm... Pueden, usar más o menos todo pero tengan cuidado con ello.

—No tardaremos en irnos, nosotros—añade Crowley. Aamón asiente—. ¿Puedo preguntarte una cosa? —sigue Crowley para Aamón, que le mira—. Tú dirías que... el ángel este... ehm...

—Raguel.

—Eso. ¿Tú dirías que besa bien?

Aziraphale levanta las cejas y se gira a mirar a Crowley con la boca hasta medio abierta. Aamón parpadea descolocado con esa pregunta.

—Es decir... ¿Crees que lo hace bien o que ha perdido la práctica?

Raguel se sonroja un montón ahí escondido

—¿Qué estás preguntando?

—Es solo... debí apostar por esto —se encoge de hombros.

—B-Bueno, a... mi me gusta —confiesa Aamón un poco nervioso—. Lo echaba de menos —se mira las manos.

—Ah, no, mierda. Menos mal que no aposté

Raguel suelta TANTO amor con eso, que casi inunda la librería completa haciendo que Aziraphale volteé hacia donde está escondido, un poquito descolocado.

—¿Apostar con quién? —pregunta Aamón.

—Bah, nada. Olvídalo.

—Aamón... —sale Raguel desde la oscuridad

Sí, ya todos sabíamos que estabas ahí. TODOS. Aamón da un pasito atrás igual. Raguel sonríe un poco, sonrojado. Vacila.

—Hola...

—¿Q-Qué haces aquí escondido?

Raguel niega con la cabeza, se encoge de hombros y hace un sobreesfuerzo para no acercársele y abrazarle.

—Me... alegra verte.

—Ah, ah, sí... claro... sí —se mira las manos. Y de repente la situación más incómoda del universo. Raguel cambia el peso de pie, sin saber qué hacer.

Crowley mira uno... luego al otro... luego a Aziraphale que chasquea sutilmente los dedos, empujando un poco con el chasquido a Aamón, contra Raguel. Aamón se cae un poco sin esperarse eso.

—Que sutil, Angel —susurra Crowley.

—Shush! —protesta un poco, sonrojándose.

Raguel piensa que... quiere abrazarle. Así que da un paso y le abraza.

—O debería decir Cupido —sigue susurrando Crowley.

Aamón parpadea y... lo siento, el abrazo también es raro e incómodo.

—Shush! —Aziraphale se queja un poco más, dándole un golpecito. Crowley se ríe.

Raguel traga saliva, sintiéndolo también, altamente incómodo.

—Anda, porque no vamos mejor a hacer té y todo esa mierda que querías hacer en otro sitio...

—Sí, sí, vamos pues... ya que no me dejas hacer de Cupido —protesta un poco Aziraphale, sonriendo.

Raguel termina por separarse de Aamón y dar un paso atrás. Aamón le suelta, tragando saliva y tomándose una mano con la otra.

—¿Estás bien? —pregunta Raguel, preocupado.

—S-Sí, sí, solo es un poco...

Raguel traga saliva. Raro, seguro. ¿Extraño? ¿Desagradable? Quizás no quería verle.

—Lo siento —se pasa una mano por el pelo y no le mira.

Quizás se había arrepentido de verle. Le había colgado un par de días atrás y... ahora esto era raro y desagradable para él.

—N-No pasa nada... ¿Q-Quieres... c-cancelar e-esto o algo? —pregunta inseguro—. No pasa nada si no quieres... verme.

—¡No!

Raguel le mira, un poco aliviado cuando dice que no de esa forma tan... segura. De hecho, casi asustado.

—Estaba contando las horas... para venir —le susurra, mirando de reojo a donde estaban Aziraphale y Crowley a ver si se han ido ya.

—Solo me pone nervioso... no sé cómo actuar con ellos... aquí.

—¿Es por... ellos? —pregunta considerablemente más aliviado.

Asiente.

La verdad, si no se habían ido Aziraphale al menos toma esto como la señal de que deben irse inmediatamente. No, sí, si no, no se lo habría dicho.

—A-Aamón... t-tengo que decirte una cosa.

Le mira. Raguel se humedece los labios y se sonroja.

—N-No sé si pueda esperar hasta el próximo martes para verte otra vez.

—Pero si estoy aquí ahora —parpadea.

—Lo sé, es solo que... Sé que es injusto. Y si no quieres... ugh. Vale, perdona. Perdona —aprieta los ojos y se pasa una mano pro la cara.

—No he dicho que no quiera.

—Vamos a... vernos ahora y vernos bien.

Asiente. Raguel sonríe un poquito. Aamón le sonríe de vuelta.

—¿Has traído el juego de la ira infernal?

—Ah... Ehm... no...

—Ohh... bueno, quizás Aziraphale tenga un Backgammon por aquí, ¿no?

—Le pedí... uno, no sé si lo haya conseguido.

—Crowley me dijo varias cosas... —se sonroja pensando en lo de la protección, traga saliva—. Ehm, creo que no habló de juegos de ese tipo.

—¿De qué?

—Me dio unos cuantos consejos.

—¿Consejos? —levanta una ceja porque... los consejos de otro demonio.

—Oh, sí... varios consejos...

—¿Cómo cuáles?

—Pues de lo que debíamos o no hacer aquí y de lo que hacen las... personas modernas y... —se sonroja.

Aamón parpadea.

—¿Tú sabes lo que significa... "protección"? —pregunta así medio casual.

—Pues... es lo que haces cuando no quieres que te pase algo malo.

—Por lo visto no en estos tiempos. Me ha preguntado si traía protección y se refería a otra cosa —sonríe un poco.

—Espera, te refieres como... ¡sexual! —de todas las palabras, ¿esa es la que tienes que gritar para que te oigan en la cocina?

Raguel aprieta los ojos y se sonroja, aunque... le da risa.

—No, ¡es que es diferente!

—Así que sí sabes...

—Pues... A-Algo.

—I-Igualmente le dije que no sería necesario p-porque tu...

—¿Y tú solo sabes por él? —los celoooos.

—Él me explicó.

—Mmmmm... Bueno.

—¿Tú o-ocupas protección con... c-con tu pareja?

—¿Qué? No. Pero ayudé en el diseño de alguno... ¿cuál... cuál te ha mostrado?

Raguel traga saliva y le mira unos cuantos segundos.

—¿Ayudaste cómo?

—Bueno... la idea fue básicamente de Asmodeo. Pero Belfegor y yo... bueno... participamos en algunos. Pero cuando se metió Belcebú yo ya no seguí participando en eso.

—¿Y cómo participabas? ¿Los... probabas o qué?

—¿Qué? ¡No! ¿Cuáles te enseñó?

Se saca del bolsillo la tira que le dio Crowley y Aamón se sonroja un montón.

—E-Esos son los... míos. Nunca pensé que te iba a ver a TI con uno en la mano.

—¿S-Son los tuyos? —se sonroja, mirándole, luego mirando lo que tiene en la mano, luego le mira otra vez.

—Pues en los que yo... participé.

—¿Tu los hiciste... babositos? —pregunta un poco inocentemente, la primera pregunta que se le viene a la mente

—¿Q-Qué? ¡No!

—A-Ahora que lo dices... pensé que...

—Mira, esto... todo empezó con Asmodeo, decía que los humanos no... fornicaban tan a menudo por miedo a los embarazos y todo eso, así que inventarse métodos anticonceptivos iba a promover e incentivar su labor y a disparar la lujuria. Belfegor hizo los femeninos. Hay una cosa que se... ponen las mujeres y se olvidan de todo, pero que si se olvidan demasiado puede matarlas. Igual que las pastillas. Son muy cómodas pero si les da pereza tomarlas precisamente por lo cómodas pues... problemas. Estos son los anticonceptivos masculinos. Yo me inventé lo de los envoltorios. ¿Has visto que son muy difíciles de abrir? Pues aún más cuando tienes prisa porque estás... excitado. Cabrean a la gente.

Raguel se acuerda que hace sólo unos minutos estaba arrancando prácticamente el envoltorio de alguno a mordiscos. Se ríe un poquito.

—Es verdad, hace un rato casi lo rompo.

—Aún se cabrean más cuando se rompe, especialmente si es el último que les queda, porque roto no se puede usar —asiente sonriendo.

—¡Debí notar tu hechura detrás de ello!

Aamón se ríe un poco.

—Es difícil porque luego Belcebú participó también y les dieron sabores. Y Lucifer hizo que hubiera de diferentes tallas.

—Ya, ya... y asumo que para entonces tú te largaste.

Asiente. Raguel mira el paquetito en su mano y lo acaricia, casi como si le acariciara a él.

—Y aquí estoy, con uno en la mano...

Aamón se sonroja otra vez.

—Nunca usamos nada como esto... ni siquiera imaginamos que podríamos usarlo.

—En esa época eran... diferentes.

—E igualmente nunca usamos... nada. Dicen que deberíamos usar ahora si fuéramos a hacerlo... —no le mira.

—¿Por?

—Me han dicho que para que no me contagies cosas —sonríe y le mira de reojo.

—Antes te las contagiaba igual y te... curabas sin problemas.

—Por eso me hace gracia...

—¿Eh?

—No pensé que alguien fuera a recomendarme usar esto... me parece igualmente innecesario.

—B-Bueno.

Raguel le mira y es que... aún quiere tocarle y abrazarle. Aunque es la mayor cantidad de tiempo que han estado juntos últimamente sin llorar, lo cual es ligeramente milagroso.

—¿O creerías que... sí?

—No, no... O sea, si no era necesario antes...

—Claro que para eso tendríamos que tener... bueno... Y e-eso...

Aamón aprieta los ojos.

—Aún no me dices quién es tu pareja... y no he dejado de pensar en ello.

—No... No quiero hablar de eso.

—Lo siento... no dejo de... pensar en ello —Raguel aprieta los ojos. Aamón se mira las manos.

—¿Puedo... tocarte?

—¿Eh?

Ahí van a volver Crowley y Aziraphale de hacer té, justo cuando Raguel levanta la mano para tocarle la cara.

Aamón se tensa y se aparta al oírles. Raguel se sonroja, y baja la cabeza, guardándose las manos en los bolsillos.

—¿Todo bien? —pregunta Crowley.

—S-Sí... sí —susurra Raguel.

—¿Estabais hablando de cosas... sexuales?

Raguel aprieta los ojos y da la espalda dejando que sea Aamón el que conteste.

—N-No, solo ha sido... un comentario.

—Bueno, por algo se empieza —suelta Aziraphale haciendo un poco de espacio para que Crowley ponga la charola con los tés.

—Ehm... sí —vacila Aamón mientras Crowley lo hace.

Raguel se gira a ellos, mirando a Aamón de reojo y acercándose un poco.

—¿Va todo bien? —les pregunta Aziraphale, sonriendo

—Sí, sí... uhm... gracias por... esto y todo eso.

Aziraphale sonríe, porque le ha dado las gracias. Un demonio. ¡Que no es Crowley! Sí, ni los ángeles hacen eso.

—E-Es... un placer ayudar a unos amigos.

Aamón sonríe un poquito.

—Aziraphale... ¿casualmente conseguiste un... backgammon?

Le miran.

—Ehm... p-pues... —Aziraphale mira a Crowley de reojo.

—S-Sí, sí, claro —asiente Crowley. Aziraphale le sonríe por la ayuda.

—Están todos los juegos... en... la mesa de la esquina.

Crowley le mira a ver si quiere... darles las normas de uso para irse o quiere hablar con ellos un poco primero y luego irse.

—Hay algo que quisieran... ¿cuánto tiempo necesitan hoy? ¿Tres horas? ¿Hasta... mañana? Necesitamos hablar seriamente de... lo que se puede y no se puede hacer aquí —Aziraphale se sienta.

—Crowley ya me... explicó algunas cosas —responde Raguel, mirando a Aamón de reojo pensando en... que si fuera por él, si vuelven en un mes, estaría perfecto.

—Ehm... N-No lo sé —vacila Aamón por la pregunta del tiempo y mira a Raguel de reojo.

—Ah, sí —vacila Crowley carraspeando.

—T-Todo el tiempo q-que... —responde Raguel mirando a Aamón de reojito. Aziraphale mira a Crowley—. Que Aamón quiera estar aquí

—Bueno, los dos... —responde Aamón.

—Ya, yo... ¿c-cuándo quieres que vuelvan, Aamón?

—No lo sé.

—Porque no nos mandáis un mensaje —propone Crowley.

—Oh... suena bien. Igualmente... si necesitan... —Aziraphale vacila—. La recámara y el baño están fuera de límite

—Sí, sí, eso dijo Crowley. Solo vamos a jugar —insiste Raguel levantando las manos y mirando a Aamón de reojo—. Váyanse tranquilos, chicos, estaremos bien.

Aamón se humedece los labios mirándoles. Crowley le mira sin estar muy seguro.

—¿Sabéis como enviar un mensaje?

—Ehhh... Gabriel es muy bueno para ello.

—Sí, pero Gabriel no está aquí, ni lo va a estar, esperemos todos.

—Podemos llamarte con el teléfono, ¿no?

—A Crowley, si van a llamar... que sea a Crowley y por favor, en efecto, NO traigan a Gabriel bajo ningún concepto —pide Aziraphale tensándose solo con la mención.

Raguel se ríe un poco con eso, bajito y Crowley vacila porque... este no es su asunto pero...

—Os lo pasaríais mejor juntos si aprendierais a mandaros mensajes instantáneos.

—Masajes...instantáneos —malentiende Raguel

—Mensajes. Eso también, desde luego, pero hablo de mensajes.

—Ohh... mensajes. Ya, ya... aún tienes el teléfono, ¿verdad, Aamón?

Asiente aunque aún está pensando en los masajes. Raguel sigue pensando que preferiría masajes instantáneos a cualquier mensaje.

—Vale, quiero que prestéis atención porque solo lo explicaré una vez. Sacad vuestros teléfonos. Los tres.

Aziraphale parpadea y le sorprende que le incluya. Nunca está de más un poco de repaso, Angel... Igualmente ahí les explica a los tres y les obliga a mandarse un mensaje unos a otros.

Crowley haciendo tutoriales. Parte 3728...

Todos le ponen más atención que Aziraphale, creo. No por falta de ganas

Y también que le manden mensajes a él y así obtener el teléfono de Raguel. Mira que listo y conveniente.

¿Vas a guardarlo como "Angel "?

No, como "AngelCorazón"

FACE PALM. Ugh. Vale, guárdalo como quieras.

Aziraphale medio ignora la explicación, como cada vez que alguien le explica de este tema y Raguel mira el teléfono, entendiendo más o menos bien cómo hacerlo pero sin ver del todo la utilidad.

—¿No es más rápido... llamar?

—No siempre se puede hablar. De hecho, mandar mensajes se puede hacer durante toooodo el día, porque es lento pero constante. Es como si... lo tuvieras secuestrado mentalmente.

Aamón le mira con eso y Raguel se sonroja un poco con la palabra "secuestrado".

—Todo el... día —escribe algo para Aamón... y se lo manda.

Aamón lo mira cuando lo siente vibrar.

—Tiene sus ventajas.

"¿Secuestro de mente o demente?"

—¿C-Cómo era para... contestar? —puedes no actuar como si tuvieras ochenta años, Aamón

Aziraphale se ofrece a... pseudo explicarle, acercándosele solo un poquito.

—Creo que tocas la conversación..

El demonio se aparta para que no vea esta vez.

Aziraphale levanta las cejas, un poquito, pero no insiste.

Raguel mira a Aamón y le sonríe esperando a que le responda su chiste idiota.

Le da a la conversación y se humedece los labios... le pica un poco porque no le salen las letras y acaba saliendo de la conversación y entrando en otra aplicación. Se agobia un poco y decide que ya le pedirá a Raguel que se lo vuelva a explicar luego que ya se vayan los otros, fus fus.

—Ya he enseñado antes a Raguel a sacar una foto —sigue Crowley.

—Es cierto... —Raguel sonríe, buscando la cámara en el teléfono—. Puedo ahora tomar fotos tuyas y de los dos, me tomé una con Crowley.

—Oh... ¿por qué? —Aamón mira a Crowley.

Aziraphale levaaaaaaaaaaanta las cejas y mira a Crowley... y luego a Raguel .Y luego a Crowley... y abre la boca.

—Estábamos haciendo pruebas—Crowley se encoge de hombros.

—ME estaba contando cómo hacer para tomar fotos de los dos.

—Claro, porque vas a tener que tomarte una foto con Crowley. ¿Cada cuánto me has explicado eso a mí? —protesta Aziraphale.

—Cada vez que me lo has pedido.

Aziraphale hace una mueca, porque vale, que en eso tiene razón, recórcholis, pero...

—¿¡Y cada cuanto te tomas fotos conmigo?!

—Cada vez que lo pides también.

—¿Te lo pedí y me dijiste que no!

—¿Cuándo?

—Te lo acabo de pedir y me has dicho que nada de fotos en mi escritorio

—Porque no quiero que la pongas ahí pero... porque... mira, vamos a Saint James a tomar algunas.

—¡Vamos! —A Aziraphale se le ilumina la cara.

—¿Todo bien por aquí entonces? —mira a los otros dos. Raguel asiente un poco, mirando a Aamón de reojo ahora que sabe que está tenso con ellos dos aquí.

—Estaremos bien, no desarmaremos nada, de verdad.

Aamón asiente también y Raguel casi los lleva hasta la puerta queriendo quedarse a solas con Aamón, YA.

Es que no se vaaaan!

Al fin cierra la puerta detrás de ellos y chasquea los dedos para... que no se pueda abrir. (Aziraphale ofendido de que le ECHEN de su librería... los malditos ángeles no conocen límites)

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