Dimensión en llamas

By Ms-Eleven

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Una relación mal vista por muchos reinos y sus altos mandos ¿Una miembro de la alta comisión teniendo amoríos... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 20.5
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Happy Halloween 🎃
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 27.5
Mi vida te pertenece
Estoy de vuelta
Donde todo comenzó
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43

Capítulo 18

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By Ms-Eleven

Jannanigans

La vista era tan majestuosa, que no alcanzaban las palabras para describir la belleza de aquel paisaje. Janna quedó anonadada al ver lo que había del otro lado del cristal de la ventana. La pradera era inmensa y pintoresca; al pie de las montañas se extendía un festival de matices en dónde predominaba el verde, alfombrado por una marea de flores de todos los demás colores posibles, y de muchos otros que ni siquiera existían en la tierra, pues no había conocido una gama tan amplia en ninguna dimensión en la que hubiera estado antes.

Habría seguido deleitándose de aquella vista de no ser por la voz alterada de Hekapoo recordándole que cerrara la ventana. Janna se sobresaltó volviéndo a la realidad.

—Okey okey, ya entendí, relájate —replicó mientras colocaba el seguro y cerraba las cortinas.

Dentro de la cabaña la atmósfera rústica ofrecía una paz envolvente, las paredes de roble compacto parecían trabajadas con la soberbia de un carpintero experimentado, y la ornamenta que embellecía el sitio podía atribuirse al más sofisticado decorador de interiores. El lugar perfecto para algún veterano buscando jubilarse, pero estaba claro que no venían a descansar.

La demonio recorría a trompicones cada rincón de la habitación en la cabaña mientras se concentraba en una sola cosa; evitar que entrara la luz del sol.

—Continua cerrando las ventanas.

—Ya sé, ya sé pero, ¿me quieres decir qué es este lugar y por qué estamos aquí?

Poco antes de arribar allí, habían llegado a la habitación de Star en el castillo, debían esperar a que despertara para seguir con el plan de buscar a Marco, pero ni bien se pusieron cómodas cuando Hekapoo, alarmada por algún motivo abrió un portal de imprevisto, levantó a la inconsciente princesa en sus brazos para justo después salir con urgencia, abandonando Mewni sin pensarlo dos veces. 

Hekapoo aseguró la última ventana hasta que la cabaña quedó a oscuras. Fue hasta la chimenea cuya estructura se alzaba en una pared más allá y con las llamas de su palma encendió la fogata; hizo lo mismo con el enorme candelabro que colgaba del techo, justo sobre la cama en dónde reposaba Star en profundo sueño.

Janna levantó el dedo índice para ayudar con la iluminación, mas no tuvo chance de hacer nada porque enseguida Hekapoo se apresuró hacia ella cubriéndole el dedo con la palma.

—Es precisamente lo que tenemos que evitar —avisó precipitada—. Cualquier fuente de luz que no sea fuego.

—Muy bien, misterio a la orden —contestó Janna sarcástica—, ¿ya me vas a explicar que rayos está pasando?

Hekapoo se apartó y caminó hacia la cama, tomó a la princesa de un brazo con una delicadeza que parecía excesiva y la posicionó de medio lado; un rasgado en la bata dejó ver en su espalda alta, con una profundidad considerable, una pequeña herida en forma de cuarto menguante.

Janna hizo un gesto de entendimiento levantando las cejas.

—Auch, eso no se ve bien.

La pelirroja acomodó a Star de nuevo.

—Arañazo de Arpía —agregó—. ¿Recuerdas el ave extraña con la que forcejeó hace rato? Pues eso —Hekapoo comenzó a desabrochar su overol mientras seguía explicando—. En el momento no supe que se trataba de una Arpía hasta que llegamos al castillo y me percaté de la herida en su espalda. El aspecto de esas ciraturas es impredecible por eso es difícil indentificarlas —levantó ligeramente el elástico del sujetador que llevaba puesto, dejando expuesta una hendidura en su piel justo bajo sus senos; un cuarto menguante cicatrizado—, pero la marca que dejan es inconfundible —concluyó.

Janna ensanchó la mirada.

—Okey entiendo... Y... supongo que la herida es la razón por la que salimos de Mewni tan deprisa.

—El veneno —corrigió mientras reacomodaba su ropa—. Se expande como la espuma por el torrente sanguíneo, si no se trata a tiempo la víctima muere en cuestión de horas, o en caso de mucha suerte, días. Tiene un efecto sedante por lo que el cuerpo se debilita poco a poco, y la exposición a rayos ultravioleta acelera su propagación.

—Santos paganos, dime que no se va a morir.

—Por eso estamos aquí. —Le recordó—. El espacio en esta dimensión es de flujo negativo, lo que quiere decir que el tiempo pasa más lento... Eso nos permitirá retrasar la expansión del veneno mientras encontramos el antídoto.

—¿Y lo hay?

—Sí. Aunque tenía en mente una primera alternativa. —Le posó la palma sobre el hombro, lo que bastó para que Janna captara la indirecta.

—Me temo que no soy de ayuda en este caso, amiga. Los hechizos medicinales no son lo mio, a menos que quieras que Star termine con un tercer brazo.

Hekapoo soltó una risa momentánea, sin pretender alargar demás el momento.

—No te preocupes, ya me lo esperaba.

Se apresuró hacia Star sin perder más el tiempo, luego de asegurar la almohada bajo su cabeza, le cubrió el cuerpo hasta el cuello con un esponjoso edredón. Evitarle el frío sería un factor tan importante como privarla de rayos solares.

—Debemos irnos.

La urgencia que llevaba se hacía notar y no era para menos, sacó las tijeras de Marco y sin dar mayores explicaciones, arrastró a Janna a toda prisa cruzando el portal que abrió.

Del otro lado, sus pies pisaron la tierra y la claridad las golpeó de lleno. A sus espaldas no había más que un páramo absoluto,  kilómetros y kilómetros de tierra que surcaban sobre elevaciones discretas sin apenas indicio de vegetación. Pero unos metros frente a ellas, la viva definición belleza las deslumbraba; un refinado bosque de enormes torres de madera que dejaban caer hojas cobrizas aquí y allá. En esencia un retazo de paraíso en medio de una dimensión sin vida.

—¿Lo recuerdas? —preguntó la pelirroja —Yo le llamo El jardín de las Hespérides.

Janna reconoció el lugar de inmediato lo que la llevó a mirarse las manos por instinto, se topó con que los símbolos arcaicos tatuados en su piel habían reaparecido en su antebrazo, junto a la cicatriz en su palma por la que casi pierde el pulgar en una ocasión. Siguiendo algún reflejo abrupto se llevó las palmas hasta sus pechos y los estrujó con firmeza, y sin ningún indicio de pena, dejó escapar un gritito agudo producto de la repentina emoción que sintió en ese momento.

Su cuerpo se había saltado diez años.

Su emoción fue tal que no reparó en lo que hacía hasta que se dio cuenta de la sonrisa tan pícara y burlesca que le devolvía la demonio, a quién ahora le llevaba algunos centímetros más de estatura; sintió sus mejillas calentarse y acto seguido despegó las manos de su busto, enderezó su postura y se aclaró la garganta.

—Tengo mis complejos ¿Okey? —se justificó con cierta vergüenza. Había un cambio notorio en su voz.

Hekapoo no contuvo la risa debido a lo cómico que le resultó. Aunque era el momento perfecto para cobrarse sus bromas, su risa no era de burla sino de empatía, conocía las inseguridades de su amiga pero aún así no pudo evitar reírse, pues esa reacción no era muy común en Janna, quien siempre parecía evitar comportarse muy femenina con la mayoría de personas.

—Lo sé, pero tienes quince años, amiga, tu cuerpo se desarrollará, ten paciencia —comentó en forma de consuelo mientras contenía la risa—. Además, rayos mírate, ni la bella y atlética Artemisa tenía semejante anatomía. Se ve que alcanzarás un buen cuerpo cuando crezcas.

—Pues en esta dimensión tengo veinticinco ¿Y te digo algo? ¡Mis pechos no crecieron hasta que cumplí los dieciocho! —Comenzó a caminar en dirección al bosque mientras se quejaba haciendo ademanes en el aire—. ¿Puedes creerlo?, ¡¿qué clase de chica desarrolla hasta los dieciocho?!

Y continuó reprochando a la nada sin prestar atención al camino. Hekapoo sonrió negando con la cabeza y caminó tras ella.

El bosque daba la sensación de ser una obra elaborada adrede y no una concentración natural, esto porque los senderos eran amplios, pulcros y definidos, por lo que moverse era tan fácil como una caminata por el parque.

Samarak era el nombre de la planta que buscaban, y la encontraron más rápido de lo que Hekapoo esperaba. Tenía la noción de en dónde podría encontrarse, pero Janna en cambio sabía perfectamente su ubicación, pues conocía aquel lugar como la palma de su mano. El dichoso antídoto se hallaba en el pétalo de las flores, tan verde como una esmeralda y tan espeso como la miel; era necesario un pulso de cirujano para extraer la esencia sin perforar el pétalo con la jeringa; cuando lo logró, Hekapoo guardó el pequeño frasco de cristal entre su busto. Eran pocos los que conocían la existencia de dichas flores, y a su vez, absolutamente nadie capaz de explicar el por qué de sus propiedades casi milagrosas.

—No es que me queje... —comentó Janna—. Pero habría estado genial saber de los poderes de esta flor en el tiempo que estuve aquí. —Se llevó la mano hasta la hombrera que portaba a su derecha, una secuela de su travesía.

—Tal vez... pero así no habría sido divertido verte sobrevivir.

—¿Ah te parecía divertido? —Se quejó. Hekapoo sonrió y Janna entrecerró los ojos—. Algo me dice que Marco tuvo cierta ventaja de parte de su querida enamorada.

—A ver, para empezar, él en ese entonces solo era un tonto más intentando pasar mi prueba... Aunque... —Se mordió el labio inferior—. Debo admitir que pasado unos años...Uff estaba como quería.

Janna le lanzó una mirada de reproche, para instantes después soltar una carcajada desbocada. Hekapoo se contagió de la risotada.

En ese momento, la pelirroja se dio cuenta de que tanto estrés reciente le había pasado factura, no se había dado cuenta de cuan afectada se había visto su forma de ser, y de cuánto extrañaba reirse de buena gana. Por supuesto no era el mejor momento para permitírselo, las cosas estaban peliagudas con la princesa y lo mismo con Marco. Sin embargo, decidió dejarse llevar por el momento y liberar un poco de la tensión y el peso que la estuvo carcomiendo desde aquel día en que se acercó a Marco mientras descansaba bajo el árbol, porque desde ese momento supo que debía buscar la manera de contarle la verdad, y aunque odiara aceptarlo, no se sentía preparada.

Platicaron largo y tendido por horas, sin tomar en cuenta el tiempo o las preocupaciones, lo único que les bastó para sentirse cómodas fueron un par de troncos en dónde sentarse, y las trivialidades que inundaron la conversación. Eso las llevó a hablar de cualquier banalidad que se les ocurriera conforme avanzó la tarde.

—...Y Marco solo se quedó ahí —contaba Janna mientras hacía un intento titánico por no reírse—, estaba sentado en el lodo, sucio hasta los dientes, con las rodillas raspadas y con la mirada fija en el diente que tenía en la mano. Leyla y yo no parábamos de reírnos, pero Marco intentaba explicarnos que era algo natural, que los niños pierden los dientes y bla bla bla... Yo me burlaba diciéndole que caerse de un columpio no era una forma natural de perderlos.

Hekapoo fue la primera en ceder ante la risa. Janna aguanto lo suficiente para terminar de contar.

—Lo peor es que a la semana siguiente yo perdí dos dientes mientras jugábamos, y Leyla se ganó un par de suturas en la nariz. Llámame loca si quieres, pero a mí nadie me quita la idea de que ese columpio está maldito. Aunque Marco insistía en que era karma, y aprovechó para burlarse con ganas.

La demonio no aguantaba el abdomen de tanto reírse, tuvo que detenerse a tomar aire debido a la agitación que le produjo semejante carcajada. Janna parecía disfrutar aquello incluso más, pues se estuvo burlando de Marco en repetidas ocasiones y no se limitó en incluir cualquier anécdota bochornosa que recordara haber pasado con sus primos cuando niños.

Hekapoo volvió al tronco después de haber recuperado el aliento.

—Okey...okey —dijo soltando los últimos indicios de risa—. A-ahora que lo recuerdo, quiero saber... Hay algo que me he preguntado desde hace un tiempo... —Janna asintió invitándola a seguir a la vez que le pasó la cantimplora con agua. Hekapoo dio un enorme trago y luego continuó—.  ¿Por qué... ustedes dos no se comportan como familia? —Janna pestañeó—. Es decir, yo entiendo que la confianza y los años con una persona te llevan a tratarse diferente y eso, pero... Siempre me ha dado la sensación de que ustedes... No lo sé... Se odian o no se soportan.

Janna soltó un suspiro que mezclaba resignación y gracia, y sonrió para sí misma mirando al suelo.

—Entonces eso piensas.

—Vamos, no solo yo, creo que cualquiera lo pensaría. Ustedes no aparentan ser primos, hasta tal punto que ni siquiera lo mencionan cuando hablan el uno del otro.

—¿En serio? No la había notado.

—Pff, por favor, cuando Marco te presentó conmigo allá en la escuela, él se refirió a ti como una amiga, y lo mismo hiciste tú cuando nos conocimos. Si me lo preguntas la verdad es que es extraño.

Pese a estar siendo tan directa, Hekapoo en el fondo temía perturbar a Janna con ese tema, ya que no sabía si podría serle incómodo, si los dos ocultaban algo o si simplemente eran un par de raros. Se animó a preguntar en gran parte debido al desfase de tiempo de la dimensión, puesto que la maduración y edad mental de Janna era un cambio bastante marcado cuando estaba en su cuerpo de adulta.

—En una ocasión te mencioné que éramos primos, pero como siempre, estabas en las nubes.

—Lo sé, lo sé.. y no tengo excusa, la verdad es que he estado algo estresada con todo esto, y en ese entonces lo estaba el doble. —Se quedó mirando la cantimplora por un momento—. Como sea ese no es mi punto, lo que quiero saber es por qué se comportan tan extraño. Estoy casi segura de que esconden algo. Hasta me da para pensar que ustedes no son primos realmente.

La chica apartó la vista, como si de repente sostenerle la mirada a la demonio le resultara pesado. Se bajó del tronco y se recostó sobre él, sentándose en el suelo. Comenzó a lanzar piedritas hacia los arbustos.

—No tienes que contarme si no quieres.

—No es eso, descuida... —Hizo un ademán para restarle importancia—. No tengo problema en contarte pero... te advierto que es una historia estúpida, con una Janna del pasado aún más estúpida.

—¿Tan así?

—Tan así —dijo con una sonrisa discreta y sin humor—. Pero antes que nada, y para que lo sepas, sí somos primos. —Le lanzó una piedrita maliciosa que Hekapoo atrapó sin problemas.

—¿Y me culpas por dudarlo?

—Mira esto. —Janna se acercó y se sentó junto a ella, se tomó el cabello y lo llevó detrás de su oreja. Hekapoo abrió los ojos de par en par, a la vez que sonrió con la boca abierta en cuanto notó el muy marcado punto negro que tenía justo antes de su oreja. Un lunar que se le hizo muy coincidente y familiar—. Sí, sí. Podrías pensar que es solo un lunar y ya, todos tienen lunares pero...el que tenga justo esa forma y tamaño es curioso, y más aún sabiendo que Leyla también tiene uno.

—¡Es una marca familiar! —exclamó Hekapoo sonriendo y con una emoción no muy propia de ella. Janna se rio.

—Creo que no cabe duda. Mi madre lo tiene y la madre de Leyla también. Angie no se queda atrás y ni qué decir de los abuelos. Creo que empezó a ser algo común hace unas generaciones, y por lo visto seguirá así unas cuantas más.

De pronto, su emoción compartida se vio interrumpida. Las alertó un ruido proviniendo de los arbustos y las hizo levantarse cautelosas. Tal vez habrían pasado por alto aquellas ramitas resquebrajándose detrás del matorral, pero esa pisada estaba lejos de ser la de un roedor o reptil pequeño, y el bailoteo exagerado de las ramas les confirmó ese pensamiento.

Algo saltó más rápido de lo que pudieron reaccionar, de un pronto a otro, Janna se encontró de espaldas al suelo forcejeando con una enorme mandíbula a punto de devorarle el rostro. Los reflejos no le alcanzaron para contraatacar al instante, pero su instinto le advirtió del peligro un segundo antes y consiguió interponer un escudo frente aquellos colmillos.

La patada de Hekapoo no se hizo esperar, reaccionó más lento de lo que hubiera querido pero logró asestar un golpe contundente que mandó a la criatura lejos de ellas.

—¡¿Esas cosas otra vez?!




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Curiosidades

#1. El tatuaje de Janna es una combinación arcaica (y a la vez un diseño propio) de varios símbolos.

#2. El Wuivre es un símbolo Celta que significa, entre muchas cosas, el ciclo de la vida espiritual desde el nacimiento hasta la reencarnación. Se representa con dos serpientes entrelazadas. Se cree que tiene relación con el Uróboros, un símbolo pagano que es representado por una serpiente que engulle su propia cola formando un círculo. Representa el mito del eterno retorno, todo lo que inicia tiene un fin y todo fin tiene un inicio y es cíclico.

#3. El espíritu animal de Janna es el de una serpiente comiéndose su propia cola. Esto es oficial en La guía de Star y Marco para dominar cada dimensión (el libro a la venta).

#4. La Triple Diosa es un símbolo Wicca, está compuesto por una luna creciente, luna llena y luna menguante (si te fijas, se puede ver de manera sutil en su tatuaje) puede representar, al igual que el anterior, un ciclo: Doncella, Madre y Anciana. La conexión con lo femenino y divino, y el flujo constante de la vida.

#5. Sí, yo también soy bruja.




Ms. Eleven
29/10/2020

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