Unknow

By Mysweettie

72K 3.2K 92

Isabella Swan es la capitana de las animadoras de su instituto en Nueva York. Tiene todo lo que desea: unas a... More

Unknow
Capítulo 1. Cuando menos lo esperas
Capítulo 2. Expertos
Capítulo 3. Genial... ¿Se nota el sarcasmo?
Capítulo 4. Inesperado
Capítulo 5. Un golpe de suerte
Capítulo 6. La nueva
Capítulo 7. El rebelde
Capítulo 8. Cambios
Capítulo 9. Pasado y presente
Capítulo 10. Reflexión y sorpresas
Capítulo 11. El momento
Capítulo 12. Impulsos
Capítulo 13. No más, por favor
Capítulo 14. Amigos nada más
Capítulo 15. Nunca digas nunca
Capítulo 16. Cambios
Capítulo 17. Decisiones
Capítulo 18. Recaída
Capítulo 19. Y, finalmente, sucedió
Capítulo 20. Inesperada situación
Capítulo 21. Confesiones
Capítulo 22. La decisión está tomada
Capítulo 23. Apariencias
Capítulo 24. Afrontarlo
Capítulo 25. Tú... aquí
Capítulo 26. Somos adultos
Capítulo 27. Cenizas quedan
Capítulo 29. Encuentros
Capítulo 30. Asuntos del pasado
Capítulo 31. Para siempre
Capítulo 32. Cuentos de hadas
Epílogo

Capítulo 28. Imbécil y cobarde

1.7K 93 2
By Mysweettie

Edward

Silencio. Las olas rompiendo contra las rocas era el único sonido que mis oídos podían captar, aparte, claro, del acelerado pulso de mi corazón, que palpitaba embravecido en busca de una respuesta. Ella había agachado la cabeza, no podía mirarme porque eso le dolía, pero ya era hora de que ella sufriera. Yo ya me había arrastrado lo suficiente por todos esos años. Había ido a casa de Charlie, le había pedido que me dijera dónde estaba ella, había intentado contactarla con sus amigos, y no conseguí nada. Eso lo que provocó fue mi frustración.

-Dímelo, mírame a los ojos y dime que no significo nada para ti-me miraba, pero no hablaba-, dime que no me amas y entonces te dejaré ir.

-No puedo hacer eso-musitó en un hilo de voz, fruncí los labios y me retiré un poco. No podía negarlo y sin embargo tampoco iba a admitirlo.

-¿Sabes qué pasa?-le dije-, que yo ya me harté de esperarte, estoy cansado de buscarte y recibir siempre fracasos a cambio-me alejé de ella, esto era por el bien de los dos, me repetí a mi mismo mentalmente. Me di la vuelta y emprendí la marcha hacia mi moto, pero antes me quedaba una sola cosa que decir, así que la miré por el rabillo del ojo sin girarme del todo, las lágrimas caían de ellos sin cesar ¿pero acaso importaba ya?-y lo que más me duele es que se que aun me amas, pero no te atreves a admitirlo.

:•:•:•:•:•:•:•:•

El estrepitoso ruido de unos cubiertos contra el fregadero me sobresaltó, miré hacia la cocina y vi a Nadine, con una cara de enfado impresionante, un brazo en jarra y el otro sobre la encimera.

-¿Has escuchado lo que te he dicho?-m había pillado.

-Em… Sí, claro.

-Oh, ¿También la parte en que te dije que me iba a teñir el pelo de verde?

-¡Ni se te ocurra hacerlo!

Suspiró frustrada y se sentó en la silla que se encontraba al lado de mí.

-Edward, ¿qué te pasa?

-Nada, no me pasa nada.

-No me lo niegues más, hace días que estás muy raro, pensativo… No me haces caso cuando te hablo, hasta te estás yendo pronto de la oficina y no me esperas para acompañarme a mi coche como siempre. Nuestra relación parecía más seria cuando éramos amigos con derecho a roce.

-Lo siento Nadine-me lamenté, ella no habló, a la espera de una explicación.- Han sucedido algunas cosas con Bella-me sinceré-, pero ya está solucionado.

-Pues no lo parece. Edward, yo acepté ser tu novia, y un noviazgo implica confianza y fidelidad… ¿qué ha pasado con Bella?

-No te he sido infiel, Nadine-y era cierto-, con Bella solo han sido unas palabras, le reproché por no haberme dicho que tenía una hija pero nada más. Entre ella y yo ya no hay ni puede haber nada más allá de Chloé.

La rubia asintió, sospeché que no muy conforme pero no me echó en cara nada más. Por la noche, Nadine se quedó a dormir en mi casa, y mientras ella estaba sumida en un sueño profundo, yo tuve que levantarme y salir al balcón a tomar aire. Era verdad lo que había dicho: entre Bella y yo no podía suceder nada más allá de que tuviésemos una hija. Más que nada, porque no quería admitir que seguía sintiendo cosas por mí… Y porque yo ya me había cansado de sufrir y sufrir por ella.

Cuando volvió a Forkss, a decir verdad yo me engañaba diciendo que ya no la amaba, que sólo quería ver a mi hija y pasar tiempo con la niña. Pero muy en el fondo también estaba el hecho de que, por increíble que pareciese, seguía queriéndola después de tanto tiempo sin verla. Sin embargo, ahora tenía la oportunidad que me brindaba una maravillosa mujer, y esta vez no iba a desaprovecharla. Nadine iba a conseguir sacarme a Bella de la cabeza sí o sí.

Alice

Mis planes de boda con Jasper iban viento en popa, y ya estábamos viendo dónde se haría, yo tenía claro que no quería una boda normal de iglesia, siempre había sido my creativa y mi boda no iba a ser una excepción. Por lo pronto, todo iba bien, pero yo quería hacer algo. El día anterior no había visto a mi hermano para consultarle, pero de todas formas, supuse que ni a él ni a Bella le importaría, después de todo, Chloé también era mi sobrina y quería conocerla. Fui al hotel donde me había dicho Edward que se alojaba y pregunté por su habitación en recepción. Me abrió un hombre de la edad de mi hermano, más o menos.

-¿Oui?-entonces este era el francés, el novio de Bella- ¡Oh, disculpa!-sonrió- ¿Sí, te puedo ayudar en algo?

-¡Hola! Soy Alice, una amiga de Bella, la estaba buscando.

-Ella ahora ha salido, ha ido a comprar unos zapatos con Chloé pero me parece que a juzgar por que ya es casi de noche, no tardarán en volver.

-¿Puedo pasar a esperarlas, entonces?

-Claro, yo…-se hizo a un lado y entré en la habitación para coger seguidamente asiento en el pequeño salón-, Estaba viendo la televisión, nada importante-sonrió.

Nos sentamos, callados y sin saber qué decir por lo que decidí romper el hielo.

-¿Cómo conociste a Bella?-pregunté.- Tengo entendido que eres su novio desde hace tiempo…

-Cédric, me llamo Cédric.

-Cédric-sonreí.

-No es como la gente piensa, aquí en América son todos muy chismosos y agravan las cosas. Locierto es que somos novios desde dos años.

-¿Ah sí?

-Sí, la gente cree que lleva conmigo desde que se mudó de Forks a Francia, pero lo cierto es que me decidí a pedirle que fuésemos novios hace dos años y ella aceptó-asentí con lentitud, él luego fue el que preguntó-, ¿conoces a Bella del instituto?

-Sí, en parte, lo cierto es que… fuimos cuñadas.

-¿Cuñadas? Bella nunca me dijo que tuvo novio aquí en Forks.

-¿Ah no?-estaba metida en un lío-, pues entonces será mejor que te lo cuente ella-me levanté-, yo tengo que irme.

-Ah no, tu de aquí no te vas hasta que me lo cuentes-dijo agarrándome con suavidad el brazo, yo me lamenté.

-Lo siento Cédric, pero eso no me incumbe a mí, son cosas de Bella, ella no te lo habrá contado por alguna razón y yo no quiero cagarla.

-Diciéndolo como lo dices, parece que haya algo más allá de una vieja relación entre ella y tu hermano-no supe qué decir y volvía sentarme, estábamos en terreno peligroso. Si él era su novio, no entendía por qué Bella no le había contado nada-. Sé que ella me ha estado escondiendo algo que tiene que ver con Forks, y hasta que has mencionado algo de ese novio del que yo no sé nada, no me encajaban ninguna de sus actitudes.

-Cédric no creo que deba ser yo la que te lo cuente.

-Bella no me lo va a admitir, tú la conoces tanto o incluso más que yo, y necesito saberlo-hice un mohín y gemí de frustración, en qué lío me había metido. Sus ojos dorados me miraban suplicantes- , por favor.

¿Qué hacer? ¿Cómo negarle saber algo que debía ya conocer? Finalmente, suspiré y pasé a contarle un resumen de lo de mi hermano y Bella. Cuando terminé, Cédric se quedó recostado en el sofá y pensativo. No quería ni pensar qué podría estar pasando por su mente en estos precisos momentos, pero juraría que no era nada agradable.

-¿Y dices que tu hermano es el padre de Chloé, y tú por lo tanto, su tía?

-Exacto.

Y de nuevo el silencio. No sé qué estaría maquinando sin descanso, seguro intentaba relacionar lo sucedido con la actitud de Bella. Yo por mi parte, intentaba pensar cómo mirar a Bella a la cara ahora que había desvelado su pasado a los ojos de su novio francés. Seguro que se enfadaba, y mucho.

-¿Cómo se llama?-pregunto de repente, yo le miré-, ¿quién es tu hermano?

-Es… Edward Cullen.

-¡¿Qué?!-exclamó estupefacto.

Se le veía que él no era de los que se enfadan fácilmente, pero ahora lo estaba, y mucho.

Bella

Las palabras y reproches de Edward no paraban de repiquetear en mi mente como si fueran parte de mi conciencia, en esos momentos odiaba tener a esa pequeña Pepita Grillo en mi interior que me gritaba lo que en realidad ocurría en mi corazón, pero luego estaba sólo Bella, una barrera que lo negaba todo y prefería tener lo correcto. Salí a comprar zapatos con Chloé días después de la charla de la playa, la niña echaba en falta a su amigo Edward, y eso que sólo hacía unas horas que lo había visto. La había ido a buscar esa mañana a casa de mi padre para llevársela a pasar el día a la oficina con él. Según me dijo, el trabajo que tenía era muy interesante pero algo aburrido.

No sabía cómo, pero mi hija le había cogido tanto cariño a Edward como si supiera que es su padre de verdad. Y ahí era cuando volvían a mi mente las últimas palabras que me dirigió antes de dejar de hablarme si no era estrictamente necesario, como ahora estaba haciendo. “Yo ya me harté de esperarte”, y también esas otras “lo que más me duele es que se que aun me amas, pero no te atreves a admitirlo.” Era como tener un mazo dándote todo el día en la cabeza. Pero ya estaba, ya se había acabado, lo nuestro ya había llegado a su fin.

Sentí la presión de una suave y pequeña mano jalarme hacia abajo. Miré y vi que Chloé me enseñaba unas botas muy bonitas para ella. Al entrar en la tienda y probárselas, me sorprendió lo que me dijo.

-Mami… ¿yo tengo papá?-sus palabras me dejaron helada y paralizada. ¿Y ahora qué le decía?

-Sí que tienes, cariño.

-Todo el mundo tiene papá, tú tienes al abuelo Charlie, tío Jacob al viejo Billy… Pero ¿y yo?

-Chloé, tu papá y yo nos separamos cuando tú eras muy pequeña-comencé-cuando tu aun estabas en la barriga de mamá.

-¿Y ahora dónde está él?

-Más cerca de lo que piensas-dije sin pensar, me arrepentí en seguida, pero no lo rectifiqué dado que no valía la pena.

-¿Eso significa que lo conoceré pronto?-la ilusión se reflejaba en sus ojos verdes, tan parecidos a los del mismo Edward.

-Sí, corazón.

La niña sonrió y nosotras terminamos pronto la tarea de comprar zapatos. Me partía el alma verla triste. Por primera vez en su vida me había preguntado por su padre y yo le había sido totalmente sincera. Hablaría con Edward, teníamos que decírselo, ahora tendría que ver si él estaba dispuesto a hablar conmigo. No podía negarme a darle un poco de felicidad a Chloé, se lo merecía. Bastante había hecho por no picarle la curiosidad durante tanto tiempo. De camino al coche, nos encontramos con Jacob el cual iba de la mano de una Sharon muy guapa y sonriente.

-¡Hola enana!-le dijo sonriente a la niña, ella se tiró en sus brazos y le dio un beso en la mejilla- Hola Bells, ¿qué tal?

-Aquí comprando unos caprichitos de la enana-sonreí-, Hola Sharon, estás estupenda.

-Muchas gracias Bella lo mismo digo, ¿esta es tu hija?

-Sí, ese torbellino es mi hija Chloé.

La morena se agachó y saludó a la niña, ambas se pusieron a hablar, y yo aproveché.

-Jake-le llamé, él estaba embobado mirando a Sharon y a la niña hablar.

-¿Qué pasa?

-Quiero decirle a Chloé quién es su padre.

-¿Y eso?-sus ojos se abrieron de forma desmesurada-, ¿qué te ha picado? Antes no querías decírselo.

-Antes pensé que no le importaba tener o no tener padre, ahora sé que no es así.

-¿Te ha preguntado?-yo asentí-, entonces tendrás que hablar con Edward.

-Eso me temo…

Después de despedirnos de esos dos, Chloé y yo cogimos mi Cadillac y llegamos al hotel en unos minutos. Había un exuberante coche aparcado a la salida, un Porsche amarillo despampanante. Me pregunté de quién sería, no tuve que pensar mucho, cuando llegué a la habitación Alice y Cédric estaban hablando y al parecer yo les interrumpí. Cédric desvió la mirada hacia ve a saber qué punto muerto, Alice tenía cara de no saber dónde meterse.

-Hola… ¿interrumpo algo importante?

-No-dijo ella rápidamente-sólo me estaba contando unas interesantes costumbres francesas-su sonrisa era forzada. Si algo no se le daba bien a Alice eso era mentir.- He venido a veros a ti y a Chloé.

-Pues aquí nos tienes-sonreí.

Alice se acercó y cogió a la niña en brazos.

-Hola guapísima, ¿m recuerdas?

-¿Tú también eres amiga de mi madre?-ella asintió-, tú estabas con Edward cuando fuimos a dar un paseo.

-Sí, yo soy la hermana de Edward.

-Bella tu hija es preciosa, supongo que te lo dirán mucho.

-La verdad es que sí y no me molesta en absoluto-me reí.

-Bueno, guapetona-Alice se refería a Chloé-, me han chivado que tu y tu madre os habéis ido de compras sin mí.

-¿A ti también te gusta ir de compras?

-¡Oh Dios me encanta! ¿Me enseñarás lo que te has comprado?

-Chloé, ¿porqué no vas con Alice a dar un paseo?-esta vez había hablado Cédric, que no había abierto al boca desde que yo había entrado a la habitación.

Las dos aludidas asintieron, Chloé con una sonrisa, Alice con cara de preocupación, ¿qué demonios había pasado aquí? En cuanto la puerta se cerró yo le miré a la espera de una explicación, él nunca era tan seco, y mucho menos estaba tan serio. Por mi mente pasaban muchas posibilidades, pero no imaginé escuchar lo que escuché salir de sus labios.

-Edward Cullen, ¿te dice algo ese nombre?

-Es… es un amigo.

-Pues yo sé que hubo algo más que amistad entre vosotros-su voz era resentida, y tenía razones

para estar enfadado.

-Alice te lo ha contado-sospeché sentándome en el sofá a su lado, él me miraba, pero yo no era capaz de mirarle a él.

-Yo se lo he sonsacado-silencio.- Sabía que entre tú y Edward hubo algo, y mira lo que aun sigue habiendo… una hija.

-Cédric yo…

-¿Por qué no me lo contaste? ¿Por qué no me contaste que la razón por la que te fuiste a Francia fue por ser cobarde, y no afrontar lo que se te venía encima al estar embarazada?

-No quería que supieras esa parte de mi pasado, quería empezar una nueva vida… no quería que supieras que no sabía quién era el padre de mi hija hasta que le vi los ojos al nacer.

-Eso es nuevo, Alice no me contó esa parte.

-Es que eso sólo lo sabíamos Edward, mi padre y yo.

-Pero no importa, si te digo la verdad es lo que menos me importa. No se puede empezar nada nuevo sin antes resolver los problemas del pasado.

-Yo ya he resuelto mis problemas del pasado.

-¿Estás segura de eso?-inquirió-, porque a mí me parece que no, a mi me parece que sigues enamorada de él, y algo me dice que estás conmigo simplemente por estar.

-Entre él y yo ya no puede haber nada-repliqué-, ya lo hemos hablado, yo no he querido que nada sucediese, y él tampoco, porque estás tú, y también está su novia.

-Me gustaría saber si Edward también le ha ocultado todo esto a su novia.

-No lo sé, pero el caso es que no quiero hacerte daño. Tú me has ayudado a seguir adelante, y quiero ser feliz a tu lado.

-Si no quieres hacerme daño entonces dime la verdad, prefiero llorar por algo que es cierto que ser feliz por una mentira.

-¿Y qué quieres que te diga?-estaba volviéndome loca, mi voz estaba rota por un gran nudo en mi garganta y las lágrimas al Salir. Me levanté, iba a explotar… y ya no me importaba-, ¿Qué me siento una completa gilipollas por no aceptar lo que me sigue pasando con Edward? ¿Qué quiero avanzar en mi vida pero hay algo que me ata al pasado? ¿Qué por querer hacer las cosas bien siempre la acabo cagando? Creo que va a ser hora de que me empiece a equivocarme a ver si mi suerte cambia.

-Sigues amándole-me dijo sin alzar la voz, tranquilamente, con su característica serenidad pero con la voz dolida y la mirada perdida en un punto indefinido. Mi pecho subía y bajaba-. Has sido mi novia dos años y no has sentido nada por mí más allá de cariño, aun así te has acostado conmigo, y estoy seguro de que no has sentido nada porque tenías a otro hombre en algún lugar recóndito de tu mente. No puedes pretender hacer una vida conmigo si tu lugar está a su lado.

Me llevé las manos al pelo, desesperada. Hizo otro silencio que yo me encargué de romper.

-¡Pero enfádate, por Dios!-le rogué-, grítame, ¡haz algo!

Entonces me miró desde donde estaba, podía ver lágrimas en sus ojos a punto de desbordar, su voz salió como un hilo. Nunca le había visto así.

-No puedo enfadarme contigo y mucho menos gritarte, porque aunque no haya logrado conquistar tu corazón, tú te has llevado el mío y eso nadie lo puede cambiar. Será mejor que lo dejemos, adelantaré el billete y me iré a Francia mañana mismo-iba hacia la puerta, pero yo le agarré del brazo.

-No te vayas.

-Ya no tengo nada que hacer aquí. Ve, habla con él-sonrió a pesar de las lágrimas-. Esto no puede quedarse así.

Finalmente salió de la habitación, yo me llevé las manos a la frente para así recapitular. Cédric se había dado cuenta incluso antes que yo de que seguía queriendo a Edward, y que eso no iba a cambiar por mucho que él lo intentase. Me había dicho que hablase con Edward… ¿Y si lo hacía? ¿Qué podía perder? Quizás mi concepto de lo correcto estaba mal, quizás aun tenía una oportunidad y él me aceptaba, ¿podría perdonarme tantos años de dolor y sufrimiento que le había hecho pasar? ¿Podría yo ser suficientemente fuerte como para no derrumbarme ante su mirada esmeralda? No lo sabía, no sabía nada, pero estaba dispuesta a averiguarlo.

:•:•:•:•:•:•:•:

Los nervios me comían por dentro ante esa puerta de madera oscura. Toqué dos veces con los nudillos y esperé, al minuto abrió, su sorpresa fue tan que se quedó parado en el umbral. Iba descalzo, con un pantalón de traje y una camisa de botones blanca con corbata de color verde oscuro. Acababa de llegar del trabajo, al parecer. Entonces hoy había hecho horas extra porque era casi media noche. El apartamento estaba solamente iluminado por una lamparilla suave que había al fondo.

-¿Qué haces aquí?-fueron sus palabras, no muy esperanzadoras pero me servían.

-Tenemos que hablar, ¿puedo pasar?

Se hizo a un lado como respuesta. Cerró la puerta y me quedé observando el bonito ático.

-Te ha ido muy bien, tienes una casa estupenda, como la que siempre quisiste tener.

-Bella ve al grano, ¿a qué has venido?-estaba cansado, y sospechaba que no solo por tantas horas de trabajo.

-No te voy a tomar mucho tiempo, básicamente vengo a decirte que lo admito.

-¿Qué es lo que admites?

-Admito que soy una imbécil y una cobarde, probablemente la persona más imbécil y cobarde del planeta.

-¿Imbécil y cobarde?

Asentí y di unos pasos para acercarme a su posición, él no se movió un ápice.

-Una imbécil porque me he negado y negado mil veces lo que siento por ti, porque te he hecho sufrir y tú has sido la persona que más he amado en mi vida. Una cobarde por haberme ido sin hablar contigo, por no aceptar lo que se me venía encima al estar embarazada y por refugiarme en Francia cuando tenía un lugar mejor a tu lado. Y lo cierto es que ya no voy a negarlo más… No voy a negar que signifiques la vida entera para mí, y no voy a negar que te ame.-No hablaba, y yo seguí-, siento haberte hecho daño, lo siento mucho, tú no te lo mereces, siento haberte ocultado que Chloé era tu hija.

-Bella no hace falta que…

-Sí-le interrumpí, posé una mano en su mejilla, me quemó el contacto, pero fue un calor agradable-, si que hace falta. Porque tú ya te has arrastrado bastante por mí, es hora de que yo también pase por eso. Te buscaría sin encontrarte una y mil veces,-repasé el contorno de sus ojos con mis dedos-, te miraría a los ojos diciéndote que te amo otras mil veces más sin que me contestases… Aguantaría a tu lado aunque no me quisieras ahí, porque eres parte de mí, y ya no puedo negarlo más. Todo lo que te escribí en esa carta era mentira, sobre todo el final. “Muchas gracias por enseñarme a querer aunque ya no sea eso lo que siento por ti”. Quiero decirle a Chloé que tu eres su padre-sonreí, y cuando sentí algo salado en mis labios fue que me di cuenta de que estaba llorando, me iba a quedar sin lágrimas, pero ya no me importaba nada.

Me puse de puntillas y acerqué mi rostro al suyo. Hacía seis años que no le besaba, hacía seis años que no sentía ese cosquilleo en la tripa antes de besar a alguien, y ahora tenía claro que esas sensaciones sólo las provocaba él. Nuestros labios se unieron vacilantes. Un beso corto, él reaccionó, luego uno más profundo en el que ambos participamos. Mi lengua recorrió su boca, mis manos se perdieron allí por su espalda, y mi corazón palpitaba con fuerza hasta llegar a doler. Él acarició la base de mi espalda bajo la ropa, que había quedado descubierta cuando alcé los brazos.

Llevó una de sus manos hacia mi nuca, yo toqué su pecho: mi corazón no era el único acelerado. Se agachó un poco y me subió a su cintura sin dejar de besarme. Las memorias vinieron a mí, el recuerdo de nuestro primer beso en esta misma posición en aquella playa de piedras y arena tan maravillosa. Aunque el tiempo había pasado, nuestra llama seguía encendida. Sus besos no eran como los de Cédric y otros: vacíos aunque solo fuera por mi parte. Los de él eran especiales, eran besos de amor. Ahora lo veía claro, sabía que no había nada que temer.

Me posó sobre una superficie plana: una mesa. Ahí vino aquella vez en el baño de la casa de Jena, pasó por mi mente como un flash y no pude evitar sonreír, él también lo hacía, seguro habíamos recordado lo mismo. Nos pusimos de pie y nos separamos, pero no demasiado. Sin decir una palabra y mirándole a los ojos desabroché su corbata y la tiré a algún lugar perdido, él se deshizo de mi chaqueta, yo le quité la camisa y recorrí su torso con mis dedos suavemente: seguía igual que siempre, más grande, pero la misma sensación. Fue al bordillo de mi blusa y me la quitó, mis cabellos cayeron por mi espalda y mis hombros, yo sonreí cuando me volvió a besar.

Nos enredamos con la ropa del suelo, y nos caímos sobre la moqueta, él encima de mi cuerpo, y empezamos a desternillarnos de risa, hasta que poco a poco, la risa fue cesando y recordamos en qué estábamos. Esta vez no sólo estaba nuestro corazón, sino que también actuaba nuestra mente.

-¿Y Cédric?-preguntó.

-Lo hemos dejado, él lo decidió, se dio cuenta de que te quiero a ti. ¿Y Nadine?

-Hablaré con ella-prometió-, ahora quiero que nos olvidemos de todo-sonrió-, quiero que ignoremos el mundo exterior, y que sólo existamos este ático, tu, y yo.

Continue Reading

You'll Also Like

203K 9.7K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
33.4M 4.3M 46
[COMPLETADA] ¿Es posible enamorarse de alguien sin conocerlo? ¿Sin haberlo visto? ¿Es posible desarrollar sentimientos por una persona que solo has e...
8.4K 785 26
¿Problemas en el ámbito amoroso? Le has jurado a tu familia y amigos que tienes pareja cuando en realidad estás completamente solo. ¡ No te preocupes...
2K 586 61
Un grupo de personas se quedan aisladas durante unos días de vacaciones en un pequeño hotel rural en plena sierra de Granada. Pero pronto la paz de a...