Los Hijos de las Highlands 2

By tynarubia

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SECUELA DE LA SAGA HIGHLANDS. CONTINUACIÓN DEL LIBRO 1. Se recomienda leer antes la saga Highlands (La Guer... More

SEGUNDO LIBRO
EL DESEADO
Capitulo 1: No hay candidatos
Capitulo 2: Ayuda
Capitulo 3: Numeros
Capitulo 4: Frustración
Capitulo 5: Una visita
Capitulo 6: Un plan
Capitulo 7: Reputación
Capitulo 8: Deseo
Capitulo 9: Una propuesta
Capitulo 10: Te dare
Capitulo 11: Tu
Capitulo 12: A ti
Capitulo 13: Juntos
Capitulo 14: Me tenéis a mi
Capitulo 15: Un día especial
Capitulo 16: Una invitada
Capitulo 17: Un plan
Capitulo 18: El objetivo
Capitulo 19: Mi mujer
Capitulo 20: Una cabaño
Capitulo 21: El amor
EPILOGO
EL INDISCIPLINADO
PROLOGO
Capitulo 1: Incertidumbre
Capitulo 2: Te necesito
Capitulo 3: Su prometido
Capitulo 4: Amorcito
Capitulo 5: ¿Por que?
Capitulo 6: No dejes de ser tu
Capitulo 7: Cortejar
Capitulo 8: Permiso
Capitulo 9: El hombre
Capitulo 10: Marido y mujer
Capitulo 11: El despertar
Capitulo 12: Una escapada
Capitulo 13: El titulo Lancaster
Capitulo 14: La Fortaleza
Capitulo 15: Cobarde

PROLOGO

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By tynarubia

Con una inmensa sonrisa atravesó su habitación con su nuevo vestido y se paró ante el espejo para mirarse, alzó la mano y recolocó bien su pelo.

-¿Por qué estas tan contenta? -su hermana pequeña, Brenda, la miraba con curiosidad, sentada sobre la cama -¿Es porque Alec esta aquí?

Coira se giró observando a su hermana de once años, solo se llevaban tres años, pero ella ya a sus catorce años, había dejado de sentirse una niña. Se acercó a su hermanita y le acomodó el pelo.

-Es porque el tío Ewan, la tía Helen, Kirk, Clere y Davinia están aquí -la tomó de la mano y tiró de ella para obligarla bajar de la cama -Vamos.

-Y Alec -Brenda bajó de la cama siguiendo a su hermana hacia la puerta -El también esta aquí.

-Si, él también -y abrió la puerta sonriendo y salieron juntas al pasillo.

Alec, el niño que se había ganado un lugar especial en su corazón, el adolescente que la había sacado a bailar por primera vez y el muchacho que había estado un año sin ver, porque se había ido a formar con la guardia real y que cuando regresó, había cambiado tanto. Aun podía recordar como el año pasado bajaba las escaleras corriendo para verle y cuando le tuvo delante se quedó congelada. Podía decir que estaba más alto, que su pelo estaba algo más largo, que sus brazos parecían mas anchos, pero lo cierto es que todo en él era distinto. Incluso su rostro, una fuerte mandíbula, enmarcada por la perfecta sonrisa que le lanzo al verla. Y entonces él abrió los brazos, incitándola a esconderse entre ellos.

"¿Que pasa? ¿Es que ya te has olvidado de mi?" Y corrió hacia él, para abrazarle, para sentir su calor y como sus brazos la envolvían. Aquel día, sintió que todo cambió en ella, su forma de sentirse cuando estaban cerca, la forma de mirarlo.

Y entonces por la tarde, había ido a buscarle a él y a Kirk y a sus propios hermanos para la cena y le había visto allí, con su pecho desnudo, peleando con sus hermanos. Y no pudo evitar sonrojarse, desviando la vista incluso cuando Clere la miró con el ceño fruncido.

-¿Otra vez estas soñando despierta? -Brenda tiró de la mano de su hermana, llamando su atención.

-Algún día -giró el rostro para mirar a su hermana -Quizás sea tu la que sueñes despierta.

Brenda frunció el ceño y se encogió de hombros, acostumbrada a la forma de ser de su hermana. Entonces llegaron a las escaleras y las bajaron, las voces de todos llegaron a ellos y se dirigieron a la sala, donde el abuelo Angust hablaba con Ewan y su padre, mientras su madre, Helen y su abuela.

-Niñas -Helen las miró con una sonrisa y ellas se adentraron en la sala, para recibir el abrazo de ella -Pero que guapa estas Coira -sonrió ante sus palabras -Vas a ser una dama muy hermosa -y la Duquesa miró de reojo a Mail con una sonrisa -Estoy segura de que tendrás muchos pretendientes.

-Gracias tía -miró a su alrededor -¿Habéis venido solos?

-No, cielo -Helen negó con la cabeza -Kirk se fue con Connor a buscar a Keith para entrenar juntos y Alec se ha ido con Lucien a dar un paseo.

-Ah -no pudo evitar sentirse decepcionada al saber que él se había marchado sin siquiera verla antes.

-¿Y Clere y Davinia? -Brenda miró a su tía con la esperanza de que en esta ocasión, su prima Clere hubiera venido, que en los últimos años no había vuelto a visitarles.

-Quiso pasar unos días en el Condado y Davinia la acompaño -Helen habló con dulzura.

Coira paso el resto de la mañana en la sala, participando en la conversación de los demás, no sin dejar de mirar hacia la puerta, esperando ver a Alec entrar por ella. Y no fue hasta la hora del almuerzo que Alec MacClain llegó al castillo riendo mientras hablaba con Lucien Bukchaman.

-Perdón por el retraso -Alec se paró en la sala, observando a todos sentados en la mesa y entonces la miró a ella, sonrió y se acercó a su lugar. Coira fue a incorporarse para abrazarle, pero entonces se sorprendió cuando él tomó su mano y la alzó para darle un beso en ella -Hola Coira -le sonrió con esa sonrisa encantadora, que la hizo derretirse y después bajó la voz -Te he traído un regalo -y le guiño el ojo, para después dirigirse a Brenda y tomar su mano para besarla también -Pero bueno, casi no te reconozco Brenda. Estas guapísima.

Coira no pudo evitar que una punzada de celos la recorriera al oír lo que le decía a su hermana. ¿Es que no la había visto cambiada a ella? Su pelo estaba más largo, ahora lo arreglaba dejándolo suelto, sabía que estaba más alta, más delgada, su cuerpo había cambiado. Había observado su cambio ante el espejo, antes de meterse a la bañera, sonriendo feliz al verse como una mujer.

Tras la comida, Coira se retiró a la biblioteca con su hermana dispuesta a permanecer esa desesperante hora, obligando a Brenda a leer. Esa era una de las torturas que había aceptado como su tarea, ayudar a su hermana a instruirse. Unos golpes en la puerta de la biblioteca las interrumpieron y cuando se levanto de su lugar, vio esta abrirse y el rostro de Alec MacClain aparecer ante ella.

Le observo, adentrarse en la sala con un paquete en sus manos, algo grande envuelto en papel.

-Tu regalo -Alec se acercó y parándose a unos centímetros se lo entregó.

-Gracias -nerviosa lo tomó y lo abrió, encontrarse con un precioso arco tallado con el escudo Bukchaman. -¡Es precioso! -y sin pensarlo se lanzo a sus brazos, notando como él reía y la abraza en respuesta, pero con algo de reticencia. -Me encanta -se apartó mirándole feliz. -Lo probare esta misma tarde. ¿Me acompañas? -le miró emocionada.

-Eh, claro -asintió -Voy a darme un baño y descansar un poco y después nos vemos en el patio.

Y ese día, el tiempo que paso en la biblioteca se le hizo el más largo de su vida. Después de terminar la lectura, salió prácticamente corriendo, llegando a su habitación y cambiándose raídamente, recogiendo su pelo en una trenza y colocándose un vestido más ligero para estar mas cómoda. Se observó ante el espejo, antes de salir de la habitación y con una sonrisa atravesó el castillo, llegando al patio y buscándolo.

No lo encontró por ningún lado, así que decidió ir a su habitación, pero cuando llamó, nadie contesto y al abrir la puerta la encontró vacía. Decidió regresar al patio y cuando estaba girando hacia los jardines, escuchó a las sirvientas hablar.

-Si llegó a saber que lo hace falta es estar viuda para conseguir sus atenciones, me habría casado con el primer viejo que encontrara en el pueblo -una habló mientras tomaba una sabana y la tendía.

-No digas eso -la otra hizo una mueca y después suspiró -La verdad es que Alicia tiene suerte. -la ayudó extendiendo la sabana -Aunque suene mal decirlo. Su marido ha muerto hace un año solo.

-Estoy segura de que él Deseado la ayudara a olvidar toda pena del luto -y la otra rió divertida -Tenemos que preguntarle los detalles. Si es verdad que su tamaño es impresionante.

-Estoy tentada de ir al granero a mirar por mi misma -y la otra se agacho para tomar otra prenda.

Coira sintió que su estomago se encogía, con la mano temblorosa, se apoyó en la pared del castillo y giró apoyando después la espalda en esta. Su mirada se poso en el granero, viéndolo al otro lado del patio. Su cabeza le dijo que fuera, pero su corazón le suplico que no se acercara a ese lugar.

Y se podría decir que por primera vez en su vida, Coira Bukchaman dejo a un lado su corazón y sigue las ordenes de su cabeza. Atravesó el patio, con el miedo profundizando cada vez más en su cuerpo, el miedo a perder ese bonito amor que había idealizado, el miedo a descubrir que lo que había oído, lo que había ignorado en los últimos tiempos, fuera real.

Llegó al granero y lentamente empujó la puerta, tratando de no hacer ruido, alzo su vestido caminando despacio. Escuchó un gemido, guiándola hacia el lugar. Caminó hacia alli, parándose tras uno de los pilares, sujetándose a él, se inclino levemente, encontrándose con la imagen que rompería su sueño.

Alec estaba de pie, apoyado contra la pared del granero, mientras esa mujer, arrodillada frente a él y agarrada sus piernas, movía la cabeza sobre su parte delantera. Vio las manos de él enredadas en el pelo de ella, mientras su rostro estaba elevado al cielo, con los ojos cerrados.

Las lagrimas inundaron sus ojos, haciendo que la imagen frente a ella se volviera borrosa, pero sabiendo que la vería perfectamente, que no podría olvidarla, porque se había clavado profundamente en su corazón.

No pensó en no hacer ruido, simplemente se giró y salió corriendo, soltando la puerta del granero al salir, la cual hizo un estrepitoso sonido al cerrarse. Corrió en la dirección contraria al castillo, en la dirección en la que estaba el rio, hasta que paro, dándose cuenta de su rostro mojado por las lagrimas, que no dejaban de brotar y su respiración acelerada.

Se dejo caer al suelo, de rodillas, dejando que el llanto desgarrador saliera de ella y cuando fue a abrazarse a si misma, fue consciente de que aun mantenía sujeto el arco que él le había regalado. Se quedo mirandolo, mientras las lagrimas caían de su rostro y mojaban la madera del arco.

No sabría decir cuánto tiempo permaneció alli, salvo que estaba atardeciendo cuando alzo la vista del regalo de Alec, posándola en el rio. Ya no lloraba, quizás se había quedado sin lagrimas o quizás había entendido que no tenía derecho a llorar.

El nunca le había prometido nada, nunca la había mirado de esa forma, nunca la había visto así. Alec MacClain simplemente le tenía cariño, porque era su familia. Era ella, la que como una tonta había corrido tras él, la que le perseguía, la que lo miraba a escondidas. Era ella la que se había enamorado de un hombre que no existía.

Se incorporó y caminó hacia el río, observando el agua se agachó a su lado.

-Quizás algún día lo necesites -Lachlan MacLairs estaba parado a su lado mirandola, de tan solo diez años estaba parado a su lado.

-No lo creo -y ella sumergió la mano que sostenía el arco en el agua y sus dedos se abrieron uno a uno, dejando que la corriente se llevara el arma. Lo observó desaparecer en el agua y cerró los ojos con fuerza -¿Sabes lo malo de soñar despierta? Cuando vuelves a la realidad todo puede haberse convertido en una pesadilla.

-Yo tengo pesadillas despierto también -Lachlan hablo mirando el agua.

-Perdona Lachlan -Coira se giró, sonriéndole con tristeza -¿Que haces aquí?

-Vi que necesitabas un abrazo -el la miró a los ojos -Como los que tú me das cuando veo algo.

Y ella le observó unos segundos y finalmente abrió los brazos y se abrazaron.

Aquella noche, cuando todos se reunieron para cenar, Alec MacClain no hizo mención alguna sobre no haber acudido a la cita con ella, mostrando lo poco importante que era para él que ni siquiera lo había recordado. Igualmente Coira Bukchaman no menciono nada y se prometió nunca hacerlo.

Después de todo, Alec MacClain simplemente estaba viviendo su vida y ella debería dejar de intentar estar en ella, pues no era su lugar.

Y desde aquel día se prometió dejar de ser la Coira que suspiraba por él, como el resto de mujeres hacia. Era el Deseado, había dejado de ser su Alec. 

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