El maestro del rey del mundo...

By FGonzalez29

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Un chico desafortunado llamado Nyron Zhongli de 15 años, recibe la visita de un viejo amigo "familiar". Pero... More

Prologo
Accidente #1: El maestro inesperado
Accidente #2: La semilla de la discordia
Accidente #3: La calma antes de la clase
Accidente #4: Primera lección, valor
Accidente #5: Saco de boxeo
Accidente #6: La respuesta y el recluta
Accidente #7: La dama de las agujas
Accidente #8: Tarde de caza
Accidente #9: Pasión vs Orgullo
Accidente #10: El erudito y el té
Accidente #11: El mercenario y el ladrón
Accidente #12: La última pieza
Accidente #13: El mago
Accidente #14: Supervivencia
Accidente #15: Reprobados
Accidente #16: Rutina
Accidente #17: El arma de uno
Accidente #18: Corpora
Accidente #20: Las cinco caras rojas
Accidente #21: Cordero negro, Cordero blanco
Accidente #22: Un secreto de octubre
Accidente #23: Razones inesperadas
Accidente #24: El contrato del pecado
Accidente #25: As del cegador
Accidente #26: La cueva de los héroes
Accidente #27: Los tres mosqueteros
Accidente #28: Aprendizaje bajo fuego
Accidente #29: El recuerdo de un invierno distante
Accidente #30: El nacimiento del pecado del orgullo
Accidente #31: Byakko, el lobo y el pangolín
Accidente #32: Aquella que trae el invierno
Accidente #33: La paz que uno merece
Epílogo

Accidente #19: Animarum

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By FGonzalez29

Fragua del jardín del durazno, senda a la herrería de animarum

Mientras aquel rubio desapareció junto con la presencia de aquella chica desconocida. El camino central de la forja fue ocupado por un puñado de personas. Unas personas que no tuvieron más que un silencio incomodo: uno por mudo, dos de ellos por mera duda, y uno que solo gozaba de las mentes impresionadas de los más jóvenes en el área.

El hurón zarandeo sus mofletes y luego con una de sus patas le indicó el camino a la misma joven que se hallaba moviendo la planta de sus pies de una manera muy ansiosa, haciendo eco por todo aquel lugar; y fue gracias al gesto del hurón que con una gran e indudable felicidad decidió aceptar la propuesta del hurón. Emprendiendo el camino hacía los adentros de aquella sala cuyo contenido se sentía más frio que todo lo que su cuerpo había percibido en su corta estancia en aquel lugar del subterráneo.

Su caminar en ese tramo fue bastante lento, las ansias en su cabeza le erizaban la piel de una manera abrumadora, la idea de adquirir un arma de fantasía le extasiaba con cada paso mientras el frio del corredor le asfixiaba sin que ella lo notase, como si tuviese algo mucho más importante en mente. Cada paso que daba era de suma importancia para ella, estaba en la historia de fantasía que tanto había deseado, aunque eso significaba compartir tiempo con personas que no le parecían de lejos buenos compañeros, a ella no le importaba pasar el rato con aquellos a los que consideraba un tremendo lastre, ella los superaría, ese era su objetivo, no eran más que rivales. Personas a los que no le importaría utilizarlos mientras le permitiesen vivir el sueño que nunca tuvo despierta. El frio en su entorno, se mantuvo hasta que este mismo provocó que sus piernas se doblaran con brusquedad aun cuando estas estaban cubiertas por calcetines largos de color morado; sus sentidos se alarmaron mientras la punta de sus dedos se sentía en llamas y su ojo derecho le ardía como si estuviese viendo al sol directamente. Con su espalda rendida hacía el muro a lado de ella, llevó su mano derecha al rostro y apretó con fuerza su ojo derecho mientras que con la otra apretaba su falda escolar. Su ojo empezó a denotar su brillo celeste como en aquel callejón de hace un mes atrás; con sus jadeos al máximo tratando de recobrar el aire caliente que sus pulmones lentamente empezaron a degradar, el vacío en su interior era tan evidente hasta el punto que tenía miedo.

Frente a ella, unos pasos empezaron a resonar con intensidad mientras su propio pecho aullaba con cada latido emitido por este. La piel se le erizó con brusquedad al escuchar con mucha claridad el eco de unos pasos atravesando ese mismo corredor. Su único ojo bueno, incluso a medias tintas abierto y resecado por el frio, logró divisar una sombra muy oscura que de poco a poco empezaba a verse más y más cerca de ella. No fue sino hasta que el halo de luz de su ojo, le permitió ver con claridad la oculta faceta tras esa fría sombra. La dueña de su miedo espontáneo fue aquella albina, Ryoko estaba caminando hacía ella con la mirada baja mientras abrazaba una caja de metal reluciente a la cual parecía estar estrujando contra su pecho con mucha devoción.

La morena la vio mucho mejor al estar a su lado. Era más baja que la albina, sus ropas de colegiala estaban pegadas a ella, sus muslos eran cubiertos por unas mallas negras, sus zapatillas relucientes, su aroma, todo indicaba que ella era mucho más "femenina" que la otra chica; pero eso no le hizo sino contener un gran repudio a su imagen y a su fachada como una pequeña "ángel" de secundaria. Repudio que fue borrado por un instante de su cabeza tras notar el rostro de la albina con gran cuidado: su mirada estaba llena de una impotencia tremenda mientras se mordía con saña su propio labio inferior, sin parpadear, simplemente viendo a la nada mientras unas lágrimas caían de sus ojos casi como si ella no lo notase. Una impresión que hizo dudar a la morena, "¿qué la rompió?", su impresión de la chica estoica, callada y doble cara se rompió en su cabeza mientras de a poco a poco su cuerpo volvía a responderle.

Con sus sentidos medianamente en orden, volvió a caminar por todo el lugar hasta dar con un nuevo fulgor de color suave, uno que en vez de traerle un frío entumecedor o un calor asfixiante; se sentía más como una suave brisa de una cascada, húmedo, pero no asfixiante, frío, pero refrescante, un lugar con el equilibrio perfecto sobre la temperatura, la más normal que ella había sentido en dicho lugar.

Su mirada fue iluminada por un lugar que le había maravillado con solo la primera pequeña vista de aquel lugar. Había flamas de distintos colores flotando por los cielos mientras eran contenidas en frascos como candelabros, cada uno flotando con libertad sin chocar, iluminando el oscuro páramo que sólo tenía como techo un reluciente y cristalino espejo que abarcaba toda la sala; el orden era magistral por distintos tipos de metales que se encontraba de manera bruta adheridos a distintos pilares de jade puro brillante que rodeaban de una manera simétrica un estanque plateado que irradiaba una gran luz, mientras que los mismos pilares eran divididos por líneas con forma de distintos animales; a sus laterales habían dos cascadas de una mezcla tibia de líquidos azules y plateados que se filtraban por dos orificios como una cascada, y con un canal casi imperceptible, estos conectaban con el estanque del centro; unos instrumentos de herrería se hallaban incrustados en el suelo como las abejas dentro de un panal; y nuevamente a los laterales se hallaban dos puertas hexagonales de papel, cuyo contenido era imperceptible por la textura templada de las puertas.

La chica camino dentro de la sala con la mirada asombrada mirando en cada definición. Tuvo sumo cuidado con tocar o patear cualquier cosa ajena a ella. Su mirada se perdía en los colores y el brillo de todo el techo que era irradiado por mera reflexión sobre ella. Se acercó a los pilares con unas manos temblorosas y las piernas fallándole poco a poco, era una situación real y ella la estaba viviendo meramente. Se acercó al lago y en cunclillas pudo contemplar más su fulgor que era incapaz de darle como reflejo s propia imagen, cosa por la cual... Con muchas ansias y una sonrisa sumamente emocionada acercó su mano a la superficie del lago... Pero algo le impidió rozar la superficie del estanque...

—Diez dólares a que lo hace— la voz de un chico resonó por toda el área, por lo cual la chica se giró en su búsqueda mientras se levantaba de su lugar —Oh vamos... Acércate, niña

—Deja los dólares, diez encargos a que ahora grita por nosotros— la misma voz resonó de manera divertida en el lugar en cuestión —En 3, 2 ,1...

—¿Quién está ahí? — la chica habló fuertemente mientras apuntaba con su mano hacía el techo, sea lo que fuera, lo explotaría —Sal de ahí o no dudare en quemarte vivo. ¡Mirón! — con ese grito, todas las llamas se tornaron en colores mezclados, el azul se apoderaba de ellos mientras dentro de los frascos giraban como un tornado

—Te odiaría, pero esto es perfecto... Anda, exhálate... Le aposté quince encargos a que las flamas explotaban este mes

—No, no, no... Mejor explota los pilares, el apóstol veinte encargos y una hamburguesa doble

—¡Basta ya! — la chica apretó su palma con fuerza mientras sus nervios la hacían detonar frente a ella... haciendo que por el retroceso su cuerpo se viese en plena caída al lago del centro

Su cuerpo en el aire se vio lanzado con brusquedad hacía el estanque de plata. Su ojo derecho ardía como nunca mientras la palma de sus manos se sentían tan resecas que daban la sensación que su piel se desquebrajaba de poco a poco, desde las puntas hasta las palmas. Su conciencia estaba nublada con ambos ojos cerrándose por el polvo que ella misma había generado. Se resigno a caer directamente en aquel estanque; pero espero en vano, debido a que dos listones tomaron sus brazos por enfrente, y con una gran fuerza tiraron de ella hasta que llegara al suelo tras haber caído de manera impecable sobre sus zapatillas, mantener su equilibrio ya no era problema tras balancearse en una tabla en medio de un lago.

Con su respiración algo agitada empezó a levantarse mientras contemplaba como esos listones seguían enrollados en sus brazos, y justo cuando trató de quitárselos por la fuerza... Estos empezaron a girar por todo su brazo hasta abrirse paso a todo su torso. Las cosquillas la hicieron sacar una que otra risilla mientras entre resoplidos cortados se quejaba e intentaba quitarse los listones. El pillo y pilla concluyó con ambos listones amarrándose y encogiéndose en la cabeza de la chica, formando así un moño grande de color blanco, moño que la chica y apenas podía notar y cuya presencia era algo molesta.

—¿Blanco?... Vamos ella es más de morado, mira sus adorables calcetines— la misma voz burlona se escuchó justamente tras ella, y con solo un vistazo a una parte del listón, ella pudo contemplar como el color de este cambiaba al deseado morado —Mejor

—¿Mejor?... Te apuesto un encargo a que se arranca el mo...

—¡Ya basta! — la chica tiro de su falda a sus piernas con tal de ocultar lo que pudiera de sus calcetines largos mientras se arrancaba el moño. Se dio la media vuelta solo para dar con algo que no comprendía del todo bien —¡¿Son copias?!

Frente a la chica se encontraba una pareja de jóvenes de traje y smoking, solo con la diferencia que uno usaba un saco a la medida y el otro un chaleco del mismo tipo formal. Ambos eran como dos gotas de agua, su cabello era cenizo con puntadas de un color azul metálico, era brillante y liso con un mechón que cubría un ojo tapado por un parche negro que se amarraba por toda la cabeza, nuevamente con la diferencia que tenían el parche en el lado contrario al otro; su piel no era tan caucásica, sin embargo esto les permitía denotar de un par de pecas en sus pómulos; ambos gozaban de una socarrona sonrisa que era acompañada por una etiqueta en sus mejillas, una etiqueta en blanco que solo servía como adorno quizá; y su único ojo visible en ambos era de un verde profundo que era contrastado por detalles grisáceos que eran notables con el reflejo de la luz de ahí.

Ambos chicos se vieron con las manos extendidas hacía la chica, la misma que estaba a un par de metros de distancia, lo cual no traía el más mínimo sentido cuando se trataba de ser de ayuda para la chica.

—Bienvenida, moradora... Bienvenida a la herrería de animarum, ¿cuál es tu pedido? — ambos chicos sonrieron de manera alegre mientras sus manos eran extendidas a sus expensas y señalaban todo a su alrededor

La chica les miro uno a uno, era muy confuso, era muy extraño, era muy... Divertido, por alguna razón. Una diversión que prefería guardar bajo su indiferencia; pero por alguna razón no podía más que sonreír por lo bajo mientras mirada alrededor con sus brazos cruzados, casi dándoles la espalda a los chicos.

—¿Qué es lo que quie... ¿Eh? — tras girar su cuerpo hacía ellos, ella les había perdido completamente la vista

—No, no, no... La verdadera pregunta es: ¿qué es lo que quieres tu? — uno de los chicos la rodeó de manera cercana mientras la sondeaba con la mirada —Mala suerte si soy yo al que quieres, estoy comprometido con el trabajo— el chico sonrió con orgullo mientras se quitaba el polvo del saco

—Para nada, bicho ra...— unos dedos fríos recorrieron sus mejillas por detrás de su vista

—Es suave... Tu tipo— el chico de chaleco se movió rápido para evitar que un impacto de un codo se colara en su rostro —¿Seguro que tu tipo son mujeres toscas?

—Se comporta tosca; pero sin duda alguna es adorable... Muy adorable— el chico del saco la tomó por las caderas y luego se dedicó a verla por encima de su hombro, cosa que hizo estremecer a la chica por el contacto gélido que él le proporcionaba —La combinación perfecta, ¿no lo crees?

—¡Basta ya! — la chica se estremeció y abrazó a si misma mientras se apartaba del muchacho a su espalda —¿Qui~quiénes son ustedes?... Par de... Copias

Los chicos se miraron al mismo tiempo y sonrieron con algo de emoción mientras una reverencia era realizada por ambos a modo de presentación, ambos se veían como un dúo de presentadores de acto de circo o teatro.

—Nuestros nombres son... Hefesto y Vulcano... Los herreros del alma— un gran número de espejos empezaron a descender hasta dar con la espalda de la chica —Las únicas diferencias en nuestra herrería son la de los deseos de nuestros clientes...

—Elegir sabiamente es una gran mentira...— el chico de saco se adelantó mientras que con un chasquido hizo que los espejos la rodeaban por completo, hasta el punto de encerrarla

—El pensar es una farsa... El decidir es una farsa... El vivir...— el chico del chaleco chasqueo nuevamente los dedos y con ello hizo que los espejos empezaran a moverse con la chica aun dentro de su escudo, haciendo que esta se moviera en contra de su voluntad

—Eso es lo que revelara tu naturaleza...— ambos juntaron sus voces mientras los espejos se despejaban de la chica, mostrándola muy confusa y al borde del nerviosismo —¿Quién eres?... Eso ya lo sabes... ¿Lo aceptas?... No nos importa, pues las máscaras no son necesarias...— un nuevo espejo apareció frente a la chica, uno que se hallaba completamente negro —En nuestro carnaval de reflejos

La chica miro aquel ennegrecido trozo de cristal, cosa que le trajo como imagen solo una sensación de vacío que la empezaba a tragar de poco a poco. Risas y carcajadas que nacieron de su mente le hacían sentir un frio inmenso en su estómago mientras su cabeza empezaba a punzarle con gran fuerza, tras ello una risa profunda en concreto le hizo erizar la piel mientras sus dientes se apretaban con fuerza. Era una voz grave proveniente de un hombre mayor, una risa llena de un gran orgullo que solo le hizo reprimir un golpe al aire, un golpe que se encajó en el cristal y de poco a poco empezó a quebrarlo en finas grietas que se extendían como un relámpago en el cielo nocturno. Una nueva risa se coló por su escucha, esta nueva voz era algo más suave, era proveniente de alguien más joven; la chica en cuestión nuevamente trato de cubrirse los oídos y evitar los ruidos que su cabeza procesaban sin cesar. Murmullos, palabras sin coherencia, más risas; todo estaba en su cabeza, una cabeza que de poco a poco empezaba a perder la compostura.

Con gran fuerza nuevamente encontró al espejo con su puño derecho y esta vez todo se había frenado de golpe. Sin embargo, el espejo ahora tenía una imagen muy diferente a aquel vacío. Ahora la chica podía verse por completo: ella estaba arrodillada con la mirada alterada por las lágrimas de desesperación, y tras ella solo existía un negro sin final; las grietas de la fractura que dejo sobre la superficie dejaban escapar destellos de luz celeste, unos destellos descontrolados que se desbordaban como llamas y empezaban a extenderse por todo el espejo; sobre su pecho y ojo derecho nació una llama azul concentrada, y cuando la chica trato de atraparlas, notó como estas mismas eran mero producto del reflejo que le brindaba el espejo. Tras ello, ella solo pudo escuchar dos caminatas lentas justamente detrás de ella. Ella por un instante contemplo la vista de dos personas diferentes en esa habitación, era un hombre de cabello negro con manchas plateadas por las canas y un chico con el uniforme de su misma escuela; y tan pronto como ella giro su torso con dirección a esas figuras cuyo rostro estaba cubierto por una oscura penumbra, con sus ojos alterados solo pudo contemplar a esos dos chicos vestidos de manera elegante. De manera temblorosa llevó su mano derecha hacía el pecho tras sentir como el calor de su corazón era el único que podía reconfortarla del frio invernal que sus extremidades empezaban a sentir. Miro al par de chicos y de sus labios a duras penas pudo hablar con todo lo que le quedaba de tranquilidad.

—¿Qu~qué fue...

Los chicos sonrieron con sorna para luego colocarse frente a la chica con el lago a sus espaldas. El mismo estanque plateado brilló con fuerza mientras un nuevo espejo nacía de este. Elevándose por los aires de la cámara donde se encontraban, y juntándose con el resto de estos sobre ellos.

—Tu verdadera naturaleza ha sido expuesta... Y tu arma te ha elegido— luego los dos al finalizar su habla sincronizado, cruzaron los brazos mientras negaban sin dejar de sonreír —Lastimosamente, no puedes usarla hasta que no la veas en el reflejo... Y para verla, deberás romperte una y otra vez hasta purificarte... Un usuario dañado, es un asesino... Un usuario completo, es un guardián... ¿Qué elegirás tu?, señorita

—¡Fuera de mi cabeza!

—Uy, es tu tipo, hermanito— el del saco golpeó con su codo a su doble

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