Accidente #32: Aquella que trae el invierno

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El ambiente en aquel oscuro y húmedo paraje fue envuelto en sonidos rechinantes del metal chocando con metal, roca siendo destrozada en suelo y techo, pasos apresurados corriendo sin parar por cada parte de la cámara; una en la que la sangre y el agua hacían una horrorosa escena en el suelo por su mezcla caótica.

En una singular esquina, se encontraban dos espectadores abatidos, un chico pelirrojo cuya conciencia estaba por desvanecerse al portar un cuerpo que estaba devastado por el cansancio y las heridas que le hacían teñir el suelo; mientras que a su lado y reposando en la pared estaba Wraht mientras usaba una de sus manos para frenar la hemorragia sobre aquel fragmento de piedra incrustado en su abdomen, mientras que con una borrosa visión intentaba seguir el ritmo de lo que sucedía enfrente de ellos, siempre sujetando con fuerza una de sus armas al sentir esa incapacidad de pelear en su pecho como una llama que le quemaba salvajemente desde sus adentros.

Los actores principales de dicha escena eran Ryoko y ese mismo payaso con hoz monstruosa. Aquel ser de horripilante sonrisa exhibía tajos sumamente certeros que solo lograban tajar el aire en finos silbidos debido al gran despliegue de agilidad y aguante. Incluso con su espalda aun sangrando y sus extremidades lastimadas tras su enfrentamiento de anoche, la asesina de cabellos blancos esquivaba de forma fina cada ataque con saltos y giros que hacían cambiar la postura de dicho payaso como si se moviera con el viento mismo; pero no siempre lograba hacer finos esquives, su problema radicaba que su resistencia estaba en picada, dejando huecos que eventualmente logró minimizar gracias a su reacción a las múltiples premoniciones que tenía la joven.

La albina al verse sin sus agujas insignia se encargaba meramente de esquivar por los pelos cada uno de los fines tajos; sin embargo, sus esquives solo lograban volverse tontos poco a poco mientras recorrían la cueva de lado a lado, denotando que ese mismo payaso con sus impresionantes destrezas con la hoz, tenía un ligero problema, y ese era el peso de su misma arma, lo que entorpecía sus ataques cuando perdía su centro de gravead. Algo que, tras una serie de ataques, Ryoko pudo aprovechar a su beneficio tras llevar al payaso a un lugar donde el agua era más abundante, así como el musgo, y fue así como Ryoko logró desarmar a aquel payaso con un singular movimiento.

La asesina le hizo un leve gesto de burla al payaso y con eso un gruñido de molestia se generó tras acelerar su paso y dejar ver como su agarre sobre la hoz se hacía más fuerte. Ryoko al notar este descontrol en las emociones del adversario, fingió un ligero falló en su rodilla derecha, con lo que el payaso se precipitó sin vacilar, aunque no percibía que era parte de su contraria. La albina al ver como la hoz estaba a nada de dar con su abdomen y partirlo con la confirmación de su premonición, esta dejo fluir su cuerpo con aquella destreza que le caracterizaba, encogió sus piernas y torso hasta hacer un ligero desliz de todo su cuerpo por debajo de aquella hoz de hoja doble. El miedo estaba presente en su cuerpo; pero la experiencia y el coraje que había tolerado en su pecho, algo que no le hizo vacilar en arremeter con toda su fuerza contra aquel payaso.

El payaso al perder el equilibrio se vio como perdía el control de su hoz con aquel golpe, al parecer aún no se percataba de toda la destreza de la que era capaz Ryoko Yukimura. Dejando así su espalda expuesta en cuanto a la albina se refería, la misma que se paró con velocidad y desplazó su pierna en una patada circular a su espalda, algo que impactaría de lleno con la zona temporal del cráneo del payaso. Pero Ryoko olvidó un detalle crucial en su plan... Se enfrentaba a un ilusionista.

En cuanto la patada de Ryoko impactó contra aquella figura de ropas negras, esta le atravesó mientras todo el cuerpo del payaso se tornaba en un gran cumulo de partículas de arena purpura y negro. Todo el enfrentamiento había sido un combate contra una sombra, algo que hizo alterar liegamente a Ryoko mientras llevaba su mirada a cada punto cercano para obtener una pista del paradero de aquel payaso. Pero lo único que obtuvo fue el sentir de seis agujas apuñalando distintas zonas de su cuerpo. Algo que le hizo reaccionar y desplazar su cuerpo con un gran salto hacia atrás, dejando ver por un breve instante un pequeño levantamiento de polvo en la zona donde había estado, y tras ello tuvo que repetir sus saltos de forma constante, pues las agujas seguían clavándose en su piel. Pero entre tantos esquives, un espasmo proveniente de sus heridas abiertas la hicieron frenar en una milésima crucial de tiempo, en la cual pudo sentir en su hombro derecho clavarse una daga que atravesaba su carne.

El maestro del rey del mundo (En edición)Where stories live. Discover now