Accidente #5: Saco de boxeo

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—¿Nervioso, Zhongli? — una voz animada sacó de sus pensamientos al joven pelirrojo

—T~tu...— alzó levemente la mirada mientras miraba algo decaído a su espectador —¿A~Alexan...

—Sam— le tendió la mano con esa sonrisa amistosa que le caracterizaba

Nyron tomo su mano y Sam la zarandeó de arriba hacia abajo en señal de un saludo, la mano del pelirrojo era algo pequeña a comparación del azabache, a su vez que la de Nyron denotaba un desliz nervioso reflejado por una temblorosa mano.

—Wow... Relájate, piensa que será divertido y así te relajaras, ¿fácil o no? — sonrió con emoción mientras colocaba ambas manos en su cintura —No será fácil, pero debes darlo todo— le alzó un pulgar sin alterar su sonrisa, era algo así como un idiota optimista —¿Sabes colocártelas? — apuntó a las vendas que se encontraban a lado del joven pelirrojo

Nyron bajó la mirada algo avergonzado mientras negaba con la cabeza, nunca había necesitado usarlas de otra manera que no fuese para cerrar sus heridas. El azabache río levemente mientras tomaba una de las vendas con una mano y con la otra se dedicó a sujetar la mano del joven sentado en la banca, cosa que le hizo encorvarse levemente por su estatura.

—Y~yo... L~lo siento— habló débilmente mientras sentía como sus manos eran envueltas por la áspera textura de las vendas

—Ayudar es un placer... Además... Estoy ansioso de ver tu pelea— su energética sonrisa le transmitió cierta calidez al corazón del chico, alguien esperaba algo de él, y era algo bueno

Dicha sensación le hizo pensar mucho, no lo conocía y él se comportaba así con él, era un buen cambio, era empezar con el pie derecho después de tanto; pero no podía dejar de tener esa sensación desagradable como un vacío en su interior. Esa sensación lo condujo a sus pensamientos habituales, no podía contar con nadie en lo que se avecinaba, estará solo en el cuadrilátero sin la posibilidad de que alguien vaya en su ayuda. Lo peor de esa paliza, es que estaría a la vista de todos los miembros del club de boxeo, y también de esas personas que solo irían por el mero hecho de ver cómo su pequeño acto de valor terminaba de la forma más patética.

─Y... Listo─ el azabache bramó con mucha elocuencia mientras se alzaba y miraba con una gran sonrisa al chico ─Recuerda que puedes hacerlo─ revolvió levemente el cabello del joven pelirrojo, solo para luego salir del vestidor.

El joven pelirrojo miró sus manos cubiertas con las vendas. Le daba una sensación muy apretada, estaba acostumbrado a las vendas; pero estas estaban ajustadas de una manera más rígida, no podía mover sus manos a libertad. Era algo tedioso para él, no quería pelear; sin embargo, un sonido tintineante le devolvería a la realidad con una fuerte bocanada de aire que realizó por mero instinto. La pelea estaba por comenzar.

El chico miró en busca de su mochila y pudo notar un objeto esférico envuelto en una nota de papel. Desenvolvió el papel solo para ver un caramelo raro de colores arcoíris, todo junto a una nota que decía lo siguiente:

| Mi querido estudiante, esto resolverá tu "problema" de nervios y te dará unos minutos extra... Ya sabes, tengo que cuidar de tu salud, recuerda que estaré contigo desde arriba

PD: La voluntad será aquello que te permita atravesar muros|

El niño soltó un suspiro ahogado por su respirar agitado, solo para introducir el caramelo en su boca y masticarlo con sumo cuidado. Su textura era suave y con un toque dulce; pero al final, su mero sabor termino siendo peor que cualquier medicina que había probado en su vida. No lo escupió, siguió mascando hasta tragarlo con algo de resistencia, era asqueroso; pero en el fondo, algo le decía que debía hacerlo.

El maestro del rey del mundo (En edición)Where stories live. Discover now