Accidente #25: As del cegador

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Parque Unity [9:21 PM]

Un par de jóvenes se encontraban caminando sin cuidado alguno. Uno sujetando su cabeza por una notoria jaqueca inducida por un golpe que era visible por un moretón por encima de su ceja derecha, ese era Clay; mientras que a su lado había un azabache que no paraba de sonreír a la nada, procurando que el camino frente a ellos estuviera libre de obstáculos, ese era Sam.

Ambos se mantenían siguiendo el sendero principal mientras notaban como las personas desaparecían gradualmente por la hora, algo que les hizo querer apresurar el paso. El crujir de las hojas, el sonido de ciertas especies de insectos y un par de búhos, todo les hacía mentalizarse que la noche los había alcanzado; pero el rubio se frenó de golpe mientras empezaba a mirar con cuidado a todo a su ambiente, algo no le había cuadrado.


—¿Eh? — el azabache le cuestionó solo para luego ladear la cabeza con cierto aire infantil —¿Qué sucede?... ¿Otra jaqueca? ¿Aún no te acostumbras a la luz? — el chico bromeó mientras notaba cierta seriedad en su rostro.


—Los búhos no llegan nunca a esta ciudad— sentenció mientras empezaba a notar varias cosas que no cuadraban a su alrededor entrecerrando sus ojos por lo molesto que la luz aún era para él

Las luces empezaron a atenuarse mientras los árboles a su alrededor manifestaban flores fosforescentes de color morado, un espectáculo de luces que hizo reaccionar a ambos chicos y los colocó en guardia. Pero fue el azabache el que ajusto aún más su guardia tras sentir como el aire le transmitía una inquietud inmensa, llevando sus ojos a una zona donde podía presentir la manifestación de algo que le infundía una terrible alerta. Y así notó como el filo de una oz de color negro aparecía a un costado del rubio, estando en trayectoria visible a su cuello.


—¡CLAY!


East Royal Forest, zona centro [9:21 PM]

Las calles cercanas a las zonas residenciales de la ciudad suelen muy concurridas sin importar la hora que se trate, obviando la ausencia de niños o adolescentes que siguen al pie de la letra las indicaciones de sus padres, las calles suelen ser energéticas por el gran número de adultos que acuden de manera constante tanto a bares como a ciertos locales pequeños de comidas con tal de satisfacerse tras una notable y fatigante jornada. Sin embargo, cierta calle era una notable excepción. Una calle donde una morena y un castaño caminaban sin preocupación alguna.

Tyler visitaba de manera constante a Katherine, lo cual ya le daba la misma noción de extrañeza tras notar todo completamente vacío a su alrededor, notando justamente como dicha calle mermaba la presencia de otras personas justamente al girar sobre la misma esquina que daba a aquella calle recta de dos carriles donde suele ser día de vendimias cada que hay luz de día. Notando como los complejos departamentales se encontraban únicamente denotando todas las luces de sus departamentos, viendo también como los locales cercanos tanto de venta de productos, así como pequeños bares y restaurantes también estaban con su reja correspondiente y con sus luces de locales alumbrando tenuemente la calle con tal de aportar cierta luz al camino como una especie de ayuda a la comunidad que debe llegar a altas horas de la noche.


—No sabía que la gente de la calle sauce era muy callada en las noches... Usualmente los niños de tu edificio siguen jugando con cartitas en las escaleras de los edificios— Tyler habló con ligera extrañeza mientras llevaba sus ojos a varias escaleras que conducían a las puertas de los complejos departamentales —Además el señor Bowman cerró su tienda... Enserio quería un café y una soda— replicó como un niño mientras agitaba su cabeza en señal de queja

El maestro del rey del mundo (En edición)Where stories live. Discover now