El club de los rechazados.

By Darka_worlds

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"Rechazados" podría tomarse como sinónimo de excluidos, descartados, eliminados, aborrecidos, cambiados, frie... More

➸El club de los rechazados.💔
★Personajes★
Capítulo 1: bienvenido al Club de los rechazados.
Capítulo 2: el baile de los que sobran.
Capítulo 3: conformemente inconforme.
Capítulo 4: a falta de peones.
Capítulo 5: silencios de incertidumbre.
Capítulo 6: todos tienen sus razones.
Capítulo 7: orgullo y prejuicio.
Capítulo 8: cadena de desgracias.
Capítulo 9: una puta maravilla.
Capítulo 10: conversaciones nocturnas.
Capítulo 11: cuando los robots sienten.
Capítulo 12: ya me agradecerás.
Capítulo 13: sentirse claustrofóbico.
Capítulo 14: sentirse claustrofóbico (pt II)
Capítulo 15: ya, okay.
Capítulo 16: desagradable.
Capítulo 17: cortesía básica.
Capítulo 18: como verse en el espejo.
Capítulo 19: no en este universo.
Capítulo 20: a la luz de la luna.
Capítulo 22: "Miguel".
Capítulo 23: te escribí un poema.
Capítulo 24: ¿qué somos?
Capítulo 25: ella.
Capítulo 26: gracias por escuchar.
Capítulo 27: otra estupidez más.
Capítulo 28: respirar.
Capítulo 29: no es una buena elección si no cambia nada.
Capítulo 30: te ha añadido al grupo.
Capítulo 31: el foco de atención.
Capítulo 32: nunca dije gracias.
Capítulo 33: un encuentro inesperado...
Capítulo 34: una normalidad extraña.
Capítulo 35: Bianca.
Capítulo 36: monosílabos.
Capítulo 37: coinciden.

Capítulo 21: el valor de la amistad.

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By Darka_worlds

La canción en multimedia es para cuando Erika y Dominik estén hablando por si se les apetece escuchar música cuando leen.

"Supongo que cuando estés en el momento sabrás qué es lo correcto."

Eso fue lo que le dije a Billy en la llamada de anoche como si en algún momento yo hubiera sabido "qué es lo correcto", como si aconsejara a base de mi propia experiencia. Podría justificarme diciendo que cuando empezó a gustarme Jenny sentí que era lo correcto aún si ella no iba a corresponder a mis sentimientos. De cualquier forma, mi justificación se caía sola ya que en este momento también he llegado a pensar que lo correcto sería ignorarla y no volver a hablarle nunca más porque no quería llegar al día en el que tengamos que hablar de ello y me rechace de una manera que sí podría romperme el corazón.

Entonces, llegué a la conclusión de que mi consejo no solo era probablemente bastante inútil sino que no tenía el derecho de decirle algo como eso a alguien como Billy ya que muchas veces yo había tomado la decisión de que lo correcto eran cosas que en efecto no estaban demasiado bien. Después de darle muchas vueltas a mis pensamientos supe que no sabía qué era lo correcto, aunque no estaba segura de que en realidad alguien lo supiera.

¿Qué es lo correcto?

Me senté en la parada de autobuses a ver cómo los autos pasaban. Era temprano aún y al parecer habían cancelado la primera clase del día, por lo que decidí quedarme un rato en la parada simplemente observando hacia la carretera como si fuera lo mejor que tuviera por hacer.

Luego sentí que alguien tomaba asiento a mi lado por lo que desvié todos mis sentidos que hace un segundo estaban centrados en lo que estaba en frente de mí y los enfoqué hacia la persona que en ese momento estaba sentada a mi lado. No esperaba encontrarme a nadie conocido ni nada muy interesante o fuera de lo normal, pero tal fue mi sorpresa al ver a Jennifer sentada junto a mí que casi me caigo del asiento. Ella no dijo nada cuando notó que la estaba mirando así que yo tampoco dije una sola palabra. La pelirroja estaba observando hacia la carretera tal como yo lo estaba haciendo hace unos segundos, así que imité su conducta.

No sé cuánto tiempo estuvimos observando a la carretera sin siquiera dignarnos a dirigirnos la mirada, solo sé que el silencio en realidad no se me hizo incómodo y tampoco sentí la enorme necesidad que tenía antes de abrazarla, tocarla o al menos simplemente decirle unas palabras. Tampoco sentí la necesidad de pedirle perdón como tampoco sentí la necesidad de mirarla.

Entonces supe que ese era el momento correcto para hablar tanto como supe que realmente cuando fuera el momento sabrías cual era el momento correcto.

—Un auto rojo —solté de la nada, sin darle un contexto de lo que decía y aunque al inicio la pelirroja pareció totalmente perdida de lo que yo había dicho, entendió en un segundo.

—Uno...Dos autos negros —declaró mirando a la carretera fijamente.

—No es justo, el negro es un color muy común —reclamé cruzándome de brazos—. Elige otro color.

—Tres... Cuatro... Cinco —siguió contando como si no me hubiera escuchado en absoluto.

Suspiré y me encogí de hombros.

—Tres autos rojos.

—Siete autos negros.

—Vas cuatro por delante de mí, este juego es claramente injusto —gruñí cruzándome de brazos y observando en otra dirección dando por terminado el juego.

—Bueno, fue tu decisión tomar el color rojo, no la mía —comentó con una sonrisa y luego negó con la cabeza—. Al parecer yo no soy la que toma malas decisiones.

Abrí la boca para discutir pero luego me di cuenta de que mi mejor opción era dejar de fingir que estábamos igual que siempre y de una vez por todas hablar del tema. No pretendía que nuestra amistad se arreglara en dos segundos y menos de una manera tan ridícula como esa. Quería realmente arreglar las cosas y no dejarlas en el aire como si fueran a repararse y olvidarse por sí solas.

—Lo siento —confesé encogiéndome en el asiento—. Tienes razón, yo soy quién ha hecho las cosas mal.

—No está mal que me dijeras cómo te sentías —declaró sujetando mi hombro, lo que hizo que levantara la mirada para observarla—. La verdad es que me siento honrada por tus sentimientos, es lindo saber que te gusto aunque sepas quién soy y no solo porque soy "una cara bonita".

—Bueno, supongo que me alegra saber que mis sentimientos te hayan hecho "feliz".

—No lo digas de esa forma —rió empujándome con su hombro—. Me hizo feliz que me dijeras cómo te sentías, pero que después de eso prácticamente huyeras y no me dejaras darte una respuesta apropiada es lo que digo que decidiste mal.

—Estaba segura de que me ibas a rechazar y no quería escucharlo —respondí frunciendo el ceño—. Ya sabes como soy, siempre estoy huyendo de todo. Lo siento, me disculpo porque tengas una amiga tan cobarde.

—Bueno, pero no podías estar segura de que iba a rechazarte —manifestó cruzándose de brazos y observándome con las cejas arqueadas, así que le eché un vistazo que dejaba en claro un "por favor" con los ojos entrecerrados—. Está bien, iba a rechazarte —confesó tras una risita—. Pero quería seguir siendo tu amiga... Quería seguir siendo amiga de alguien "tan cobarde".

—Pues yo no.

Pareció herida ante mi respuesta.

—Es cierto, no quería serlo —inicié observando nuevamente hacia la carretera mientras los autos pasaban con rapidez—. No quería serlo pero ahora sí quiero.

—¿Ya me superaste?

—Sin comentarios.

Jennifer soltó una carcajada.

—Bueno, bueno. No lo preguntaré de nuevo —dijo con una sonrisa que luego se convirtió en un suspiro y estiró sus brazos para después levantarse de su asiento—. Me alegro que después de todo pudieras volver a hablarme.

Me puse de pie junto a ella.

—La cosa es que Billy me recriminó por no haberte hablado después de decirte que "te amaba", me dijo que si realmente te amara no me habría ido de tu lado. Yo no supe qué decirle pero en cierto punto me sentí aliviada de que "no te amara". Billy es una persona increíble, no lo sé. Me di cuenta que tiene una percepción muy pura de las emociones aunque la mayor parte del tiempo sea un idiota prejuicioso. Pero vale, aprendí de él que a pesar de todo lo que suceda, la amistad es lo más importante porque se supone que siempre van a estar ahí no importa qué suceda.

Jennifer sonrió, pero en sus comisuras se podía presenciar que su sonrisa en realidad se veía bastante apagada y melancólica. Tenía la intención de preguntarle qué sucedía pero llegué a pensar que tal vez era algo que ella no quería responder en el momento.

—Me gustaría tener contigo la clase de relación que ustedes dos tienen. —Fue lo que dijo.

—Podemos tenerla. Solo tengo que aprender a no mezclar el amor romántico con el amor de la amistad.—Hice una pausa y exhalé con fuerza—. De igual manera, es probable que el amor que yo sintiera por ti no fuera tan puro como Billy lo pone, así que es mejor que no hubieras correspondido a mis sentimientos. No nos merecemos la una a la otra.

—¿Y qué quieres decir con eso? ¿"No nos merecemos la una a la otra"?

—No lo sé, no lo digo como algo negativo, no digo que merezcas algo mejor que yo ni nada por el estilo, solo que tú no mereces el amor que yo iba a darte y yo no merezco amarte de esa manera tampoco, quizá. No lo sé, no esperes nada profundo de mí, solo estoy esperando el autobús.

—Bueno —contestó encogiéndose de hombros—. Espero que mi "te amo" del amor de la amistad sea algo que merezcas escuchar, Raquel.

—Sí, yo también te amo, Jenny.

Llega un momento en el que es imposible mantenerse a raya y retener las emociones cuando sientes cosas que no puedes contener. Nunca me consideré una persona muy sensible ni muy sentimental pero por algún motivo, cada vez que miraba al cielo me hacía llorar. Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas con una facilidad alarmante, como si el solo hecho de mirar al cielo fuera un detonante. Quizá porque el azul salpicado de blanco por las suaves nubes lucía mucho más tranquilo y calmado que el interior de mi cabeza o quizá porque me daba la suficiente paz como para pensar que llorar estaba bien.

En todo caso, al mirar el cielo y llorar me daba cuenta de que la cantidad de veces que miraba al cielo en realidad era bastante más reducida que la cantidad de veces que solía mirar el suelo. La diferencia era que el suelo no me hacía llorar, mirar el suelo me hacía recordar que tenía que clavar los pies sobre la tierra y no la cabeza.

Después de pensarlo era más fácil.

Mirar al cielo era mi debilidad y quizá esa era la razón por la que me gustaban los ojos azules de la pelirroja. Tan profundos y confusos, que generaban la fuerte necesidad de llegar a descubrir el misterio de qué es lo que existe en las profundidades del mar, como el misterio de saber qué se oculta tras unas pupilas tan azuladas como las de Jennifer. De igual manera, fueran sus ojos azules o no, su cabello rojo o no, su pecas o cualquier otro de sus atributos lo que atraía mi mirada y la convertía en la musa de mi inspiración, lo cierto era que el cielo siempre había sido mi favorito.

—Así que aquí es a donde viene a llorar Dominik Neil.

Evidentemente la voz chillona que mis oídos percibían tan molesta era perteneciente a Erika. Estaba tan perdido en mis pensamiento y tan enfocado en las nubes que eran empujadas por el viento que cuando escuché el repique de sus tacones en mi cabeza ya era demasiado tarde. No supe cómo reaccionar al respecto, era evidente que habían lágrimas en mis ojos así que no podía negarlo, pero probablemente mantenerme callado era aún peor que decir cualquier cosa.

Sin tener muchas más opciones que quedarme callado o decir algo, terminé decidiendo que lo mejor era no empezar una pelea con ella porque no me sentía emocionalmente estable como para discutir en ese momento. Levanté mi espalda del suelo, donde hace unos segundos había estado acostado observando el cielo y tomé asiento.

Estábamos en el techo de la escuela.

—No voy a burlarme de ti, no tengo ni la más mínima intención —soltó tomando asiento detrás de mi espalda—. Es solo que este también es el lugar donde Erika Cervantes viene a llorar.

No la miré para saber qué expresión estaría haciendo en ese instante porque me hubiera dejado en evidencia, tampoco me froté el rostro ni me limpié las lágrimas porque no quería darle razones para burlarse, pero tenía bastante curiosidad de saber qué era lo que estaba pensando y qué clase de emociones se verían en su rostro si ella me acababa de confesar que estaba a punto de llorar.

En ese momento me era imposible regular mis emociones así que no dije nada. 

Luego sucedió algo que no vi venir. Erika se acomodó en su asiento y apoyó su espalda con la mía, como si tuviéramos la confianza suficiente para que ella tuviera el derecho de tocarme. Observé hacia atrás como reflejo pero evidentemente no podía ver su rostro, simplemente noté su perfil y que tenía una mano en dirección del cielo, probablemente tapando los rayos de sol que le caían sobre la cara.

—El cielo está demasiado ameno hoy —murmuró detrás de mí y sentí las vibraciones de su voz en mi espalda. Ante la mención del cielo simplemente asentí aunque sabía que ella muy probablemente no pudiera verme—. ¿No crees que es injusto? Que mientras todo parezca desmoronarse acá abajo, allá arriba todo parezca tan perfecto y tranquilo.

—No creo que sea injusto —respondí instantáneamente y sentí que Erika bajaba su mano—. Tener algo estable es lo que me mantiene cuerdo. Que el cielo sea tan perfecto es un balance entre tantas injusticias.

—En ese caso, no somos tan iguales —comentó ante mi respuesta—. A mí no me gusta mirar al cielo. Me recuerda que está más lejos de lo que puedo alcanzar.

—A mí me parece que está bien que se te escape de las mano. Es reconfortante saber que hay cosas que nadie puede alcanzar.

—Es una interesante forma de pensar, pero a mí no me reconforta saber que hay cosas que no puedo alcanzar —confesó para después soltar un suspiro largo—. Tampoco me reconforta saber que hay cosas que no puedes evitar.

—¿Cómo qué? —inquirí a causa de que no dijo nada para justificarse.

—Como la muerte.

Y entonces tampoco tuve el valor de responderle en esta ocasión porque ella tenía razón. Estaba de acuerdo con ella, en ocasiones no era alentador saber que había cosas que no podías evitar ni alcanzar. Erika sorpresivamente puso su cabeza sobre mi hombro y siguió observando el cielo, no supe como reaccionar, no solo porque la mayor parte del tiempo se comportaba como si quisiera pisotear a los demás y esta vez parecía muy amable y amigable, sino porque parecía hablarme como si tuviéramos total confianza y fuéramos amigos.

—¿Te pasa algo? —cuestioné ya que no pensé en nada mejor que decirle. Su voz se escuchaba apagada y en ese instante no se me apetecía molestarle. Evidentemente pasaba algo pero era lo único que se me ocurrió decir.

—Mi abuela está enferma —respondió sin darle muchas vueltas, seguía observando hacia el cielo desde mi hombro—. ¿Y a ti qué te pasa, brabucón? ¿Bianca te terminó?

Sentí la necesidad de empujarla y dejarla caer al suelo pero imaginé que solo lo decía como método de defensa, porque se había permitido extrañamente ser vulnerable frente a mí, aunque no es como que yo le haya dado razones para serlo.

Probablemente se estaba arrepintiendo de todo lo que soltó hace dos segundos.

—Hoy hace 7 años murió mi padre —solté sin mayor importancia, justo como lo había hecho ella. La sentí sobresaltarse sobre mi hombro—. También hoy es mi cumpleaños.

Erika exhaló una risa.

—Feliz cumpleaños.

—No hacía falta, la verdad. Pero creo que eres la primera persona que me lo ha dicho en siete años.

—Bueno, esperemos que no sea la última.

Fue un capítulo bastante emocional, jsjsjsj.
Estoy terminando semestre así que tendré más tiempo para escribir, wuuuuu

Sinceramente estaba re corta de inspiración y no escribía nada hace semanas, tenía capítulos de repuesto así que no tuve que escribir.

Pero ya se me acabaron así que el capítulo de hoy literalmente lo escribí hoy mismo. Por eso me tardé un poco más de lo normal. Espero que les haya gustado, que lo hayan disfrutado y que les haya entretenido. Digo muchas cosas en cada capítulo jsjsjsj.

Nos vemos el próximo viernes.

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