Títeres De Hilos Invisibles©

Par yepescritora_98

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Los zombies devorarán tu psique. Ni siquiera esta pantalla podrá protegerte. Cierra los ojos y reza fuerte, p... Plus

Sinopsis
Booktrailer
Playlist
Prólogo
Títeres de hilos invisibles
Capítulo 1: "La llamada"
Capítulo 2: "Imaxtol"
Capítulo 3: "Cuchillos voladores"
Capítulo 4: "Intrusos"
Capítulo 5: "Suicidio Colectivo"
Capítulo 6: "Primeras impresiones"
Capítulo 7: "Uno y medio"
Capítulo 8: "Un mordisco amargo"
Capítulo 9: "Llanto escarlata"
Capítulo 10: "Bajo la sombra del viejo roble"
Capítulo 11: "Blancas sábanas de hospital"
Capítulo 12: "¿Y ahora qué?"
Capítulo 13: "El retorno al Edén"
Capítulo 14: "¿Amy?"
Capítulo 15: "Los senderos del destino"
Capítulo 16: "Tormenta eléctrica"
Capítulo 18: "El origen del pecado"
Capítulo 19: "Otra perspectiva"
Capítulo 20: "Una sombra"
Capítulo 21: "Tras la tormenta, calma"
Capítulo 22: "Efluvios del pasado"
Capítulo 23: "Es uebos, no huevos"
Capítulo 24: "Ardiente asfalto"
Capítulo 25: "El olor del bosque"
Premios #houseawards2020
Premios #Retroawards2021

Capítulo 17: "Ese sabroso estofado"

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Par yepescritora_98

   Oscuridad. Todo lo que podía ver era un espeso manto de oscuridad. Las húmedas ropas se pegaban a su diminuto cuerpo, como si de una segunda piel se tratara. Hacía mucho calor y el aire a su alrededor parecía estático y más pesado de lo habitual, entorpeciendo su ya de por si agitada respiración. Glenn parpadeó, primero con torpeza y después con angustia, nada. Oscuridad. Por más que abriera y cerrara los ojos no podía atravesar su negrura que todo lo envolvía y lograra así descifrar el enigma de su actual paradero. 

   Los pensamientos pasaban con ridícula lentitud por su atolondrada cabeza y mezclándose con el repentino chute de adrenalina que le recorrió la espina dorsal al descubrir un doloroso hormigueo en sus extremidades, terminó por causarle un monumental vértigo que casi la volvió a dejar inconsciente.

   Intentó mover su brazo derecho, pero algo la oprimía. Probó con el izquierdo, más de lo mismo. Logró inclinarse sutilmente y sintió una superficie áspera y húmeda contra su mejilla. Un intenso olor a podredumbre bañó sus fosas nasales despertando todas las alarmas de su cuerpo. Era una pared de madera, seguramente hinchada y podrida por el paso de los años. Sin embargo, lo que Glenn había olido no era el delicado aroma de la putrefacción vegetal, sino el inconfundible olor de la sangre oxidada y la pestilencia de las entrañas en pleno proceso de descomposición.

   Esta vomitiva mezcla de olores terminó por despabilarla. Su cuerpo se contrajo y comenzó a toser compulsivamente incapaz de controlar las arcadas. Pasados un par de minutos logró serenarse y se centró en respirar por la boca intentando no desaprovechar el oxígeno, pues debido a su limitada movilidad pudo deducir que se hallaba en un espacio muy pequeño, además, la ausencia de el más mínimo rayo de luz la llevo a pensar que se trataba de una estancia herméticamente cerrada, por lo que la renovación del aire que impregnaba aquel lugar era escasa o nula.

   Unas voces sonaron distantes y distorsionadas a través de una de las paredes. De ponto, Glenn percibió un espasmódico movimiento contra sus espaldas. Del susto pegó tal brinco que se golpeó la frente contra la mugrienta pared que tenía frente a sí.

   —¿Qué ha... qué ha pa-sa-do? —gimió torpemente una voz masculina a sus espaldas.

   —¡Joder, Jon! —masculló entre dientes Glenn mientras agitaba su cabeza intentando quitarse de encima el punzante dolor que le taladraba la cabeza—. Casi me cago encima del susto.

   Una débil risita tintineo a la derecha de la atemorizada joven.

   —Seguro que con eso podrías neutralizar al menos una pequeña parte de este pestazo —siseó Becca.

   —Espera, espera, si tú eres Becca —dijo Glenn moviendo su codo derecho y hundiéndoselo a su compañera entre las costillas—y tú eres Jon... —prosiguió refiriéndose al joven que se removía a sus espaldas— ¿Quién eres tú? —murmuró Glenn golpeando con su codo el bulto que descansaba sobre su costado izquierdo.

   No hubo respuesta. Glenn tragó saliva. El olor a carne en descomposición era más intenso en aquella zona.

   —A mi derecha está Adam —informó Rebecca.

   —Así que eres tú el que me está aplastando el testículo izquierdo —gruñó Jon. Agitándolo con violencia, le apremió para que se moviera—. ¡Espabila de una puñetera vez y quita tu codo o lo que sea de mi entrepierna!

   Una endeble queja sonó a la derecha del dolorido joven.

   —¡Hombre, Dana! Bienvenida a esta realidad de mierda en la que todos nos acabamos de despertar —la saludó Jon.

   —Ay, Joder —se quejó Glenn volviendo a zarandear el peso muerto que caía sobre su costado izquierdo—. Dana, dime que eres tú. Y en el caso de serlo...necesitas una ducha urgente, nena.

  —No soy yo, pero noto que estás moviendo algo a mi derecha —respondió la joven, aún aturdida.

  —No me jodas. ¡¡¡MIEEERDA!!!! —gimió Glenn intentando desesperadamente quitarse aquello de encima.

   —Te quieres calmar. ¿Qué cojones pasa? —la regañó Becca.

   —Creo que ya sé quién es el que está a mi izquierda —le respondió agitada.

   —Te recuerdo que yo no soy, estoy aquí —le contestó Adam—. Así que no falta nadie más, estamos todos.

   —¡NO! ¿EN SERIO? —rugió la pequeña.

   —¿Quién eres y dónde estamos? ¡Responde! —gritó Dana empujando el bulto que tenía a su derecha.

   —Dudo que te responda —le advirtió Glenn.

   —Pues le haremos hablar —saltó Jon.

   —Glenn... ¿Qué es eso que tú sabes y nosotros no? —preguntó nerviosa Becca, pues podía sentir el tembloroso cuerpo de su compañera contra su costado izquierdo y sabía de sobra que Glenn no era de las que se acobardaban por nada.

   —Sospecho que nuestro nuevo compañero es el estofado que estaba cenando la amigable familia que acabamos de conocer.

   Tras esta tétrica revelación se hizo el silencio en la estancia. Los cinco amigos que hallaban atados los unos a los otros por finas cuerdas de nilón que inmovilizaban sus tobillos y muñecas. Con cada pequeño movimiento que hacían, la fibra se iba hincaba en sus carnes.

   —Alguien ve posible soltarse las ataduras y liberar al resto después —tanteó Becca en busca de un pequeño atisbo de esperanza.

   No obtuvo respuesta alguna.

  —En serio, chicos. No podemos rendirnos ahora. Tenemos un plan, una esperanza, un futuro —intentó animarlos Becca. Las lágrimas le quemaban los ojos amenazando con ser derramadas.

   De nuevo no hubo respuesta.

   Parecía que no podrían salir de aquella. Estaban totalmente amordazados y desarmados, a manos de unos salvajes que se alimentaban de la carne de los de su misma especie. Al menos podían agradecer que su final no fuera a ser tan trágico como el de aquellos que terminaban vagando indefinidamente por el mundo, sin destino ni sentido, esperando a podrirse para convertirse finalmente en el polvo que nutre la Tierra. Al menos a ellos les concederían el privilegio del descanso eterno tras su muerte.

   De nuevo se escucharon unas voces al otro lado de las paredes de aquella escabiosa habitación. Esta vez todos estaban conscientes y pudieron oír al anciano hablar con alguien, aunque no pudieron distinguir sus palabras.

   De pronto, la locura poseyó a Becca empujándola a actuar con desmesurada estupidez. Golpeando vigorosamente con los pies la pared que tenía frente a ella comenzó a proferir toda clase de improperios a voz en grito.

   —¡Malditos hijos de puta! ¡Cuando consiga salir de aquí os voy a matar a todos! —apenas le quedaba aliento tras el previo enlistado de insultos que había recitado.

   —¡Pagareis por esto! —gritó Glenn.

   —¡Lo pagareis caro, malditos cavernícolas! —la secundó Dana.

   De pronto, una tenue luz los deslumbró y el anciano hombre se apareció a través de un estrecho vano hacha en mano.

   —Os noto impacientes por participar del menú, pero no os precipitéis. El bueno de Oscar llegó primero y tiene prioridad —pronunció inocentemente.

   A pesar de que su verdadera identidad había sido revelada, la senil ternura de su tono no desapareció ni por un instante. Tomó el pesado cadáver por una de sus extremidades y procedió a descuartizarlo en frente de sus futuras víctimas sin que la sonrisa dibujada en su rostro se desvaneciera a pesar del esfuerzo físico que le estaba suponiendo aquella tarea. 



Nota de la autora: Me ha tomado un tiempo actualizar, entre muchas cosas, porque necesitaba un descanso, pero ya veis que si me pongo las pilas tenéis actualización. Animaos a comentar y darme vuestra opinión. Quiero conocer vuestras locas teorías sobre lo que pasará en los próximos capítulos. ¿Creéis que saldrán de esta o seré tan despiadada como lo fui en el capítulo 8?

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