Un flechazo (des)organizado

By MyCherryBomb

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Merlina está completamente segura de dos cosas: La primera es que está absolutamente flechada por el jefe de... More

Presentación
Presentación #2
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Epílogo
Nueva historia

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By MyCherryBomb

Merlina.

Empieza la fiesta. Emanuel vuelve a aparecer después de media hora que lo llamó Vanina y está raro. Solo puedo observarlo desde lejos, pero está despeinado y con expresión cansada, nada que ver a como estaba hace un rato. Espero que no haya pasado nada.

Intento hacer que me vea, pero ni siquiera me busca con la mirada. Hago una mueca de derrota y continúo con la agenda del evento. Dos risas de mujeres llaman mi atención y, al volver a levantar la cabeza para saber de dónde proviene, me encuentro con Vanina y una rubia operada mirándome con expresión burlona. Ruedo los ojos y continúo con lo mío. Me da igual lo que hagan, no pienso sentirme mal por eso.

El plato de entrada ya se está sirviendo, así que en cuanto estén todos comiendo vamos a pasar el primer video homenaje a la empresa. Luego vendrá el entretenimiento, que es Kinse, y una tanda de baile después del plato principal. Ahí voy a aprovechar para hablar con Emanuel, ya que ni siquiera levanta su vista del plato.

Vuelvo a la sala de personal donde Andrés está hablando calurosamente con Juan Manuel sobre los trucos que hace y comiendo algo. Les robo un par de albóndigas, yo también muero de hambre.

—¿No tendrías que estar con tu papá? —le pregunto al cantante. Me mira como si tuviera monos en la cara.

—Me invitó, pero ni loco voy. No pertenezco a ese mundo, prefiero estar encerrado acá —replica muy convencido.

—Me parece bien, yo opino lo mismo —comento. Al terminar la comida, me dirijo a la cabina de Keung.

—¿Ya tenés preparado el video? —cuestiono.

—¿El de tu cola y mi fideo? —interroga soltando una carcajada. Pongo los ojos en blanco, pero no contengo la sonrisa de diversión—. Sí, ya está listo para ser transmitido —contesta—. ¿Lo reproduzco?

Asiento con la cabeza mientras Javier, su acompañante, baja las luces para que se vea bien la proyección. El video comienza perfectamente, es bastante emotivo y también roba muchas risas. Trata sobre todo el trayecto que hizo la compañía hasta el día de hoy y los avances son bastante claros. Al finalizar, todos estallan en aplausos y gritan vítores a Ricardo, que los saluda con una mano en alto y una sonrisa. Su hijo aplaude desganado, pero aún así también saluda cuando su papá lo señala. ¿Qué le habrá pasado?

—Excelente video —me felicita el Chino.

—Decile a Arturo, él lo hizo —respondo muy contenta con el resultado—. Voy a felicitarlo.

Salgo del cubículo y me dirijo al fotógrafo, que está tomando captura de cada momento junto a su equipo compuesto por tres chicos más.

—Los felicito por el resultado del vídeo —les digo a los 4. Terminan señalando a un muchacho de unos dieciocho años, rubio de ojos intensamente negros.

—Nico lo hizo —agrega Arturo sonriendo orgulloso.

—Gracias. —Es lo único que dice Nico con tono avergonzado. Le sonrío con simpatía.

Unos veinte minutos después, Kinse sale a hacer sus trucos de magia. Elige a algunas invitadas como secretarias de distintas actividades y juro que me sorprendo con cada uno. Es un excelente mago, incluso mezcla humor y stand up. Es un genio.

Los mozos sirven el plato principal, que es el sushi y calamares. Todos quedan fascinados, aunque no lo entiendo porque a mí no me gustan para nada. Emanuel apenas prueba bocado, lo estoy viendo. Suspiro, tengo que enfocarme en mi trabajo, no en lo que a él le pasa.

Siento la mirada de la rubia operada sobre mí, no sé qué tiene en mi contra si ni siquiera la conozco. Vanina se asoma y noto que le hace un gesto que no entiendo. Cosas entre ellas. El presentador contratado de la fiesta comienza a decir que pronto comienza la tanda de baile y que quiere ver "sacudiendo el esqueleto" a todos. Justo ahí mi mirada se cruza con la de mi rubio, quien la sostiene con firmeza hasta que su padre le habla. No vi el brillo en sus ojos. Mi corazón comienza a destrozarse de a poco, aún sin saber lo que está pasando. 

El tiempo pasa y finalmente las luces se apagan, los invitados se meten en la pista de baile y todo es un lío. Aprovecho la distracción para mirar mi celular y veo un mensaje de whatsapp de un número desconocido. Me parece más extraño que sea un audio.

Desconocido // 23:15

Para que veas lo mucho que te va a amar Emanuel después de esto.

Ruedo los ojos. Sé bien quién es, la resentida de Vanina. Sin nada de expectativas, descargo el archivo y le doy a reproducir. Acerco el objeto a mi oído para escucharlo mejor. Es mi voz, se nota claramente, pero estoy escuchando palabras que nunca salieron de mi boca. Frunzo el ceño y sigo escuchando. "El tonto de Emanuel piensa que estoy enamorada de él, si solo supiera que solo me interesa su plata... no puede ser más imbécil, en cuanto tenga la empresa en su poder, voy a proseguir con mi plan. Sacarle todo, obviamente.

Mi número// 23:18

Esa no soy yo, nunca dije eso.

Contesto con total seguridad. Un minuto después me llegan varias caritas riendo.

Desconocido // 23:19

Pero Ema sí cree que sos vos... ;)

Me llegan dos archivos más que reproduzco sin dudarlo. Esta vez es una voz masculina que no distingo ni conozco. "Ja, perfecto mi amor, nuestro plan va a salir de diez. Lástima que tenga que aguantar que te lo cojas, pero sabés que soy mejor, ¿no?" ¿Pero qué es esto? Si yo no estoy con nadie más. Siento náuseas, porque se escucha demasiado real. Por favor, que Emanuel no crea que esto es cierto, por favor. Le doy a reproducir el siguiente audio, nuevamente "soy yo" la que habla.

"Y yo tengo que aguantar que me esté besando y todo. Es un asco y no lo aguanto, obvio sos veinte mil veces mejor que él, Fabián. Pronto estaremos juntos y solos, te amo". ¿Fabián? Eso termina de demostrar que está todo más que inventado, no conozco a nadie con ese nombre.

Con el corazón a mil por hora, vuelvo a escuchar los audios para encontrar algo que demuestre que no es mi voz, que esa no soy yo, pero no lo encuentro. Mi respiración se entrecorta y mi pecho quema al comprobar que sí, probablemente crea que es cierto que dije eso y por eso está tan distante. Mis ojos se llenan de lágrimas, pero no me permito llorar. No tengo que sufrir, no debo sufrir... Sé que no soy yo y voy a luchar lo que sea necesario para demostrarlo. Es imposible, aunque haga todo el esfuerzo del mundo, mis mejillas se mojan igual. No puede ser real esto, si un instante antes de irse a la cocina me miraba como si fuese una princesa, lo notaba en su rostro. No puedo hacer otra cosa que encerrarme en el baño y llorar en silencio, sentada sobre la tapa del inodoro.

Mi número // 23:23

¿Dónde estás? Tengo que hablar con vos.

Le envío. Su visto llega al instante.

Emanuel Lezcano // 23:23

¿Qué te importa? No te quiero ver más, dejame tranquilo.

Mi número // 23:23

Te lo juro que no soy yo, no me digas que te lo mostró Vanina porque es obvio que quiere que no estemos juntos.

Emanuel Lezcano // 23:24

No metas a Vanina en esto porque no tiene nada que ver, esos mensajes salieron de tu celular, vos los reenviaste, quizás por error, quizás a propósito, pero es obvio que son de tu teléfono y, por consiguiente, sos vos. No me tomes más por idiota.

Lloro más fuerte al darme cuenta de lo que quiere decir, alguien robó mi celular e inventó todo esto para que él se lo creyera. Borraron los mensajes reenviados para que parezca que no hice nada y sorprenderme de esta manera.

El nudo en mi garganta se incrementa y respiro hondo para intentar tranquilizarme. No debo llorar por un hombre que no le interesa escuchar mis explicaciones, porque si realmente me quisiera, me daría la posibilidad de hablar. Le mando un mensaje de auxilio a mi amiga y escucho que entra al baño un instante después.

—¿Mer? —me llama.

—Acá —contesto con voz ahogada. La puerta de mi cubículo se abre con lentitud y ella entra como puede, ya que es un espacio muy estrecho.

—¿Qué pasó? —inquiere con preocupación. Sin decirle nada, le muestro los audios y frunce el ceño—. Bueno, a pesar de que sé que no sos vos porque es imposible que hayas dicho esto y porque no conozco a ningún Fabián en tu círculo, la verdad es que es muy real. No sé quién hizo esto, pero hay que admitir que hizo un buen trabajo duplicando tu voz.

—En vez de ayudarme, me tiras abajo —respondo con ironía—. Emanuel cree que soy yo y no quiere ni que le hable, él piensa que es cierto porque le reenviaron esto desde mi celular, me lo habrán sacado de la cartera en un momento de distracción. Me quiero morir, ¿cómo le explico ahora que esto es mentira? ¿Qué hago? Es injusto, justo cuando empezábamos a estar bien.

Ella bufa mientras se agacha frente a mí y toma mis manos con suavidad.

—Que esto no te arruine la noche. Hiciste una fiesta espectacular y tenés que enfocarte en eso, ¿sí? —continúa—. Después vas a tener tiempo para aclarar esto, para hacerle entender que no sos vos. Quizás ahora está confundido, lo creyó sin pensarlo porque no lo escuchó dos veces. Solo te pido que pongas tu mente en blanco. Esos audios nunca existieron, ¿está bien?

—Está bien —murmuro inspirando y exhalando. Por suerte el baño está limpio o no podría hacer esto—. Solo tengo que esperar un poco más, falta poco para que termine.

Ella hace un sonido afirmativo y me abraza, gesto que le devuelvo con fuerza.

—No llores por falsos príncipes azules, no merece que gastes tus lágrimas y energía en quien sigue siendo un sapo —expresa acariciando mi pelo. Muevo la cabeza en un gesto de afirmación y nos mantenemos abrazadas en silencio hasta que me calmo. Cómo amo a mi amiga.

Esbozo una sonrisa y exhalo el último aliento triste que me queda.

—Listo —digo con más firmeza y secando mis lágrimas. A pesar de que me sigue mirando preocupada asiente y me ayuda a maquillarme con su kit de emergencia.

—Una diosa como siempre —manifiesta al terminar. Salimos del cubículo y me miro al espejo.

Lo único que demuestra que lloré son mis ojos rosados, pero por lo demás, estoy como nueva. Aun me quedan cinco horas de esta fiesta que creo que van a ser un martirio, pero aguantaré. La tanda de baile está llegando a su fin y no me interesa que Emanuel me vea. Estoy segura de mí misma, sé quién soy y sé que soy inocente. No hice nada de lo que él piensa, o de lo que le hicieron creer que hice. No tengo porqué ocultarme.

Con la frente en alto, salgo nuevamente al salón. Ya todos están nuevamente sentados, sonriendo con diversión de tanto baile. El único que no sonríe sobresalta de los demás porque es quien más me interesa. Suspiro, tengo que superar esto. Andrés aparece con la guitarra.

—¿Ahora me toca a mí? —interroga. Asiento con la cabeza y frunce el ceño al mirar los ojos—. ¿Qué pasó?

—En cuanto sirvan los otros platos y empiecen a comer salís —le digo, omitiendo la última pregunta que me hizo.

—Mer, ¿qué pasó? Me doy cuenta de que lloraste.

—Vamos a la otra sala y te explico —contesto finalmente—. Supongo que me vas a entender.

En la sala de personal le cuento absolutamente todo, escucha los audios y hace una mueca de desconfianza.

—Bien, esa chica sos vos. Es decir, claramente es tu voz... —comenta. Bufo.

—¡Que no soy yo! —exclamo frustrada.

—Sí, sos vos. Lo que no es real es lo que decís porque hay momentos en los que se notan cambios de volumen —explica—. Mirá, creo que hay una aplicación que básicamente roba todos los audios que envíes, luego uno va escribiendo las palabras que quiere y el robot comienza a decodificar todo hasta que las va encontrando y las mete en las frases que uno inventa. Por lo tanto, eso que mi hermano cree está dicho por vos, pero en diferentes audios. Unieron un montón de palabras para crear esto.

—Pero yo no conozco ningún Fabián... —murmuro confundida. Quien se haya tomado el tiempo de hacer todo esto no debe tener vida.

—¿Nunca dijiste ese nombre? —interroga. Me encojo de hombros junto a una mueca de no saber—. Bueno, lo dijiste, pero no te acordás. Después de la fiesta voy a hablar con mi hermano, debería entender que esto es mentira. No creo que sea tan idiota.

—Es que ahora que sé que sí es mi voz, hay menos chances de que crea las explicaciones —contesto con tristeza. Él me consuela acariciándome los hombros.

—Tranquila, vas a ver que se va a solucionar. —Esbozo una sonrisa sin ganas y asiento—. Emanuel es un tonto, lo conozco más que nadie porque soy su hermano, pero también sé que está loco por vos y en cuanto se le pase el enojo te va a escuchar, aunque primero tiene que escucharme a mí, obvio.

—Espero que esto no haga que se peleen...

—Hemos tenido peleas por estupideces, así que no sería una novedad que nos peleemos por esto. —Suspira y tira su cabello hacia atrás—. Bueno, supongo que ya tengo que salir. Intentá no escuchar las canciones, son todas románticas y aburridas y no quiero que llores.

—¡Pero me gusta como cantas! —exclamo. Sonríe y asiente con la cabeza.

—Bueno, pero andá a la cabina con el Chino, sé que en cuanto quieras llorar va a hacer alguna tontería o algún chiste para que te distraigas.

—Está bien. Suerte —agrego pasándole la guitarra—. No la rompas.

Se ríe y me guiña un ojo antes de salir. Yo me paro contra la pared y lo miro de lejos. Por suerte todas las luces bajan y queda solamente la luz sobre Andrés, por lo que nadie nota que estoy mirándolo desde un rincón.

—Hola, soy Andrés y esto va dedicado a todas las chicas lindas de esta empresa —dice sonriendo de manera coqueta. Seguro que a varias se le están cayendo las bombachas—. Y felicitaciones a mi papá por los treinta años de Lezcano Company. Empecemos...

Justo cuando comienza a cantar, Vanina aparece y se sienta junto a la silla vacía de Emanuel para ver el show junto a él. Noto que ella me busca con la mirada, pero no me encuentra porque estoy escondida. Entonces agarra a su acompañante del brazo, le dice algo en el oído y luego le da un beso en la mejilla. Él le sonríe con tristeza y asiente.

Lo único que aun me mantiene esperanzada, es que cuando la mira no le brillan los ojos como cuando me observa a mí. Espero que eso sea una buena señal.

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