14

6.3K 655 58
                                    

Merlina.

¿Hay algo más incómodo que la menstruación? Sí, tener que explicarle a tu cliente la razón por la que su hermano estaba en tu cama. ¡Genial! Hoy tengo ambas, así que va a ser un día bastante feo.

Llego a la oficina con algo de temor. Seco mis manos con el pantalón y las paso por mi cabello antes de tocar la puerta con los nudillos. Valeria ya le avisó que llegué, pero de todos modos prefiero pedir permiso antes de entrar. Trago saliva, pensando por décima vez el discurso que le voy a hacer.

El sábado, cuando Emanuel descubrió que Andrés estaba en mi cama, no tuve tiempo de explicar nada ya que el rubio se fue volando y balbuceando ago ininteligible. Para colmo, su hermano estalló en carcajadas y no paraba de repetir "Yo sabía, yo sabía"... Jamás quiso decirme a qué se refería. Después de eso, lo único que pudimos hacer fue volver a dormir, aunque a él lo mandé al piso. Luego se fue a lo de su hermano a buscar su auto y nunca más volvió. Espero que no lo haya matado.

Vale me mira con expresión angustiada y solo le dedico una breve sonrisa. Se siente culpable de la situación, ya que prácticamente me abandonó para irse con ese colorado gallina del que no paró de hablarme durante todo el fin de semana. Obviamente que no fue su culpa, sino mía por haberme descontrolado y haber permitido que Andrés durmiera en mi cama sin siquiera conocerlo bien. Soy una irresponsable... Y menos mal que mis familiares no se enteraron porque ya estaría muerta.

—Adelante —grita esa voz ronca desde dentro del despacho. Entro con algo de duda y cierro la puerta con un ligero portazo. Sus ojos azules me escudriñan con atención y suspira—. Buen día, señorita Ortiz, ¿qué se le ofrece?

—Hola —murmuro tomando asiento y me aclaro la voz—. Yo venía a explicarle el malentendido del otro día...

—No hay que explicar nada —me interrumpe—. Es una situación bastante clara, estás con Andrés.

—Sí... Es decir, ¡no! —Me mira con expresión confundida y suelto una risita nerviosa—. Me refiero a que estoy con Andrés, pero no con su hermano, es otro... —Resoplo y niego con la cabeza, es increíble, pero me estoy metiendo en un lío tremendo.

—Estás con otro Andrés... ¿Te gustan los hombres con ese nombre? —cuestiona con tono burlón y comienza a escribir algo en una hoja. Intento leerlo, pero no alcanzo.

—No, no es un hombre. ¿Usted no tiene hermanas mujeres? —pregunto de repente sorprendida ante su expresión confundida.

—No —replica con sequedad—. De todos modos, creo que ya me di cuenta a lo que se refiere con "Andrés" —Hace comillas con los dedos—, y le pido por favor que no me informe sobre su ciclo menstrual, es incómodo y no me interesa —agrega revisando cajones.

Hago una mueca de disgusto y ruedo los ojos. Ni siquiera me está mirando al hablarme y eso me molesta mucho. Chasqueo la lengua y suspiro.

—Bien, entonces creo que ya me voy. Está más que claro que a usted no le interesa mi vida privada, por lo tanto no tengo que darle explicaciones de nada —expreso con tono firme. Alza su vista y clava sus ojos en mí, no logro descifrar lo que pasa por su mente, es como si de un momento a otro se hubiese puesto una carcasa protectora a su alrededor.

—Tiene toda la razón, señorita Ortiz, su vida privada no me interesa para nada y puede emborracharse y andar con cualquier Andrés que se le cruce, puede hacer lo que se le antoje y yo no voy a hacer nada para detenerla —comenta con seriedad. Se me hace un nudo en la garganta, está siendo bastante severo y no estoy acostumbrada a que me respondan de una manera tan fría.

—Perfecto —logro decir encaminándome a la puerta.

—Ah, otra cosa, a partir de ahora vas a trabajar con mi hermano, porque yo no tengo tiempo para ser su perrito faldero. Me imagino que ustedes se llevan bien porque él aceptó al instante, así que...

Un flechazo (des)organizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora