Merlina.
Ni bien entro a casa, se me borra la sonrisa. La humillación que pasé por culpa de esos malnacidos no me la quita nadie.
Voy a ducharme para borrar todo, me siento sucia. ¿Tanto puede provocar salir a caminar con un short y un sostén deportivo? ¿Tan mal están los hombres como para no poder distinguir entre una provocación o una simple vestimenta? El agua de la ducha también borra mis lágrimas. Si Emanuel no hubiese aparecido, no sé si la contaba. No quise entrar a su auto porque se notaba claramente que no tenía ganas de traerme, así que preferí darle su espacio, pero todo fue peor.
Lo peor de todo, es que mi positivismo no me deja deprimir del todo. Emanuel se veía realmente preocupado y la manera en la que tomó mi rostro para ver si estaba bien provocó cien cosas en mi cuerpo. Quizás fue solo un instinto, pero no puedo sacar de mi cabeza sus ojos azules mirándome con atención. Y creo que el saco de piloto va a ser mi nueva prenda favorita. Estaba muy sexy con eso puesto, lástima que no pude disfrutarlo como quise.
Salgo del baño, me seco y me visto con prendas más largas. Mi mamá me pidió que vaya a pagar la boleta de la luz, así que no voy a volver a salir con ropa de gimnasio. Un jean y una camisa están bien, espero.
Antes de salir, publico lo que me sucedió en Instagram, quiero que la cara de esos tipos se haga viral en todos lados. Pongo que mi cuenta sea pública, ya que solo la tenía en privado. Al menos por ahora quiero que todo el mundo vea esa publicación. Apenas son las dos de la tarde y me siento tan cansada como si fuesen las doce de la noche. Una notificación aparece y mi corazón late fuerte al ver el nombre del remitente.
Emanuel// 14:08
Señorita Ortiz, si necesita algo más me avisa.
Entonces sí le importo, sino no me mandaría nada, creo. O quizás está intentando ser cortés como siempre. Suspiro y le respondo.
Mi número// 14:10
Sí, muchas gracias.
Luego escribo, "lo que necesito es un beso tuyo". Obviamente, no pienso enviarle eso. Presiono borrar, pero mi dedo toca enviar y se manda. Ay, no, mi Whatsapp no está actualizado y no puedo borrarlo.
Enseguida entro a la playstore, trato de actualizar la aplicación y resulta que no tengo espacio. Borro lo primero que se aparece y empieza a descargar de a poco. Me quiero morir. En cuanto se instala, abro la aplicación y mi mundo se cae. Ya lo leyó. Leyó que quiero besarlo y me clavó el visto. Es mi maldito fin. De todas maneras, borro el mensaje y me hago la que no pasó nada.
Apago el celu, lo meto en un cajón y salgo a pagar la luz antes de que vuelva mi mamá y se dé cuenta de que no hice nada de lo que me pidió por culpa de mi estupidez.
Tengo miedo de lo que vaya a pasar a partir de ahora, quizás se tome eso como una declaración, aunque está claro que lo es. Probablemente me bloquee, me mande al inodoro, me trate de loca psicópata. Quiero llorar.
Paso caminando por una plaza y por la escuela en la que trabaja mi hermano. Miro vidrieras con vestidos hermosos, pero no dejo de estar alerta por si esos idiotas vuelven a aparecer. Están lejos de acá, pero sigo teniendo miedo.
Llego al local, hago la fila para pagar y adelante de mí hay un pelo muy conocido. Es Ramiro. Hago una mueca de disgusto, hoy me está saliendo todo mal. Si no se da vuelta, no me ve.
Alguien lo llama al celular y atiende enseguida.
—Brother —dice. Se queda en silencio escuchando la respuesta y suspira—. Y bueno, respondele lo mismo, no sé... —Mira el cielo como pidiendo ayuda—. No tengo que decirte yo todo, vos ya sos grande y sabés cómo tratar a las mujeres, no es diferente de las millones que hay... No estoy en casa, estoy haciendo la fila para pagar los impuestos. Sí, después hablamos, pero respondele de una buena vez, se debe estar queriendo morir... chau, nos vemos.
Guarda el objeto en su bolsillo y, en ese mismo momento, gira para mirar hacia atrás. Se queda pálido al verme y esbozo una sonrisa tensa.
—Hola —le digo. Él me saluda con un beso en la mejilla y rasca su cresta roja—. ¿Todo bien?
—Sí, todo perfecto, era mi papá. Está en búsqueda de una nueva novia y no sabe cómo tratar a las mujeres. —Se ríe con incomodidad y traga saliva.
—Ah, igual no escuché de qué hablabas. —Miento. ¿Será que estaba hablando con Emanuel?
—Vi la publicación que subiste —cambia de tema—, fue un momento muy de mierda, ¿no?
—Sí, no te imaginas. Fue horrible... por suerte llegó tu amigo, porque yo sola contra uno puedo, pero contra tres... no iba a salir de ahí. —Nos miramos sin saber qué decir.
—Sí, mi amigo es bastante fuerte, no falta un día al gimnasio así que imagínate. —Sonríe y es su turno de pagar, así que entra.
Yo espero afuera, hasta que él sale y paso yo. No entiendo por qué si hay tres ventanillas, solo atiende una persona, pero bueno. Pago lo que corresponde y vuelvo a salir. Él todavía está ahí.
—Te acompaño a tu casa —dice—, tengo entendido que no es muy lejos de la mía.
Acepto, porque rechazar ofertas hoy no me está saliendo bien. Caminamos en silencio, hasta que se aclara la garganta.
—Quiero pedirle casamiento a Vale —manifiesta con seguridad. Me detengo en seco y lo miro como si no supiera de qué habla.
—¿Estás loco? ¡Apenas se conocen!
—La conozco más que a nadie, en esta semana prácticamente vivimos juntos, es como que nuestra relación avanzó rapidísimo y no me molesta para nada.
Respiro hondo. No sé si es buena idea que se casen cuando apenas se conocen hace una semana y tres días.
—Mirá, vos me caes bien y sé que sos un buen candidato para ella, pero no sé si sea buena idea que se comprometan tan rápido. Deberían conocerse un poco más, Vale es una mujer preciosa y muy buena, no quiero que sufra. Hay casos en los que se casan con una muy reciente relación y duran toda la vida, pero hay veces en las que se separan al toque. Solo digo que es algo para pensarlo, un matrimonio es para siempre.
—Mis padres se separaron —replica encogiéndose los hombros.
—¿Cuánto llevaban de casados y de novios? —cuestiono.
—Veinte de casados, cinco de novios. ¿Ves? La cantidad de años que pasen de novios no sirve como estadística para darte cuenta de que van a durar toda la vida. Es mejor no perder tiempo estando de novio. Lo que cuenta es estar enamorados.
El maldito tiene razón. Creo que si Emanuel me pidiese casamiento, yo aceptaría. Estaría completamente loca porque lo conozco menos que lo que se conocen nuestros amigos, pero no me importaría. Sería un hombre hermoso y respetuoso solo para mí.
—Está bien —termino diciendo—. Yo te apoyo, porque sé que Vale está muy feliz con vos, pero me tenés que prometer que sí o sí la vas a cuidar, pase lo que pase.
—Te lo prometo, con todo mi corazón —responde mirándome a los ojos. Sonrío y asiento.
—Entonces, perfecto... —Continuamos caminando.
—Vos serías la testigo, por supuesto, junto a Ema.
—Sí, claro, no tengo problema... espero que él tampoco. —Frunce el ceño—. Es que no le caigo bien, se nota.
—Sí le caes bien... lo que pasa es que es bastante tonto. No suele ser muy abierto, debe ser por eso que parece que no le caes bien, pero en realidad es lo contrario. Quizás intenta ser tu amigo, solo que no sabe cómo —expresa con tono sabio. Se nota que conoce a su amigo.
—A mí me gustaría ser su amiga, pero me da miedo su forma de ser. —Nos reímos y asiente.
—Creeme, cuando estábamos en el colegio nadie se le acercaba, era serio y daba miedo... hasta que tomó confianza y después se convirtió en uno de los más divertidos de la clase. Yo era el primer bufón. —Sonríe al recordarlo y yo también al imaginar a Emanuel de chico siendo divertido. ¿Qué le habrá pasado? Como si leyera mis pensamientos, continúa—. Cambió mucho cuando sus padres se separaron, cuando Vanina no lo apoyó en lo que quiso... Bueno, eso seguramente no lo sabés, pero...
—Sí, lo sé, me lo contó —lo interrumpo.
—Ah, bueno. Eso entonces, dejó de confiar en todo el mundo y se hizo más duro, más cerrado. Quiere a su hermano, aunque no se lo demuestra, pero Ema es de querer mucho a la gente que lo rodea, lo sé. —Me mira de reojo y suspira cuando llegamos a mi casa—. Entonces, si me das el visto bueno, le pido casamiento a Vale esta noche.
—¿Ya? ¡Guau! Sí, te doy mi aprobación, después decime qué te dijo.
—Claro, gracias, Merlina. —Esboza una amplia sonrisa y me saluda antes de irse.
Vuelvo a entrar a mi casa. Todo sigue en silencio, probablemente ningún familiar está. Tengo mucho sueño y pienso seriamente en dormir una siesta, pero no estaría aprovechando mi día libre. Siento que el cajón en el que guardé el celular late fuerte, como si me llamara para revisarlo, pero no voy a caer en la tentación. Si llego a prenderlo y ver un mensaje que no me gusta, me voy a querer esconder bajo la tierra, así que lo mejor va a ser...
¡Ya fue! No me aguanto. Saco mi teléfono y lo enciendo. Es cuestión de segundos para que la notificación me llegue y sí, ahí está, un mensaje de Emanuel. Mis manos tiemblan con nerviosismo y creo que voy a vomitar. Entro con algo de temor y lo único que veo son cuatro mensajes eliminados. Hago una mueca de irritación, básicamente me respondió, pero no lo puedo ver. ¿Habrá respondido algo malo o algo bueno? Es una duda que me va a quedar por siempre. Le mando mensajes con signos de interrogación, quizás así me contesté. Prefiero mandarle algo más.
Mi número// 15:10
Perdón por el mensaje anterior, mi gato se subió al celular y apretó el predictor sin parar.
¿Qué clase de excusa barata fue esa? ¿Algo mejor no se me podría haber ocurrido?
Emanuel// 15:12
Qué gato tan moderno tiene, señorita Ortiz. Quédese tranquila, no leí nada, o al menos no le voy a decir a su novio. Saludos.
¿Mi novio? ¿A quién se refiere? Frunzo el ceño mientras pienso y recuerdo a Juan Manuel, ¡cierto, él nos vio besándonos! Maldita sea, no debería haber aceptado la propuesta de Kinse. Lo único que me dijo fue que nos besemos para ver si había química entre nosotros, obvio no funcionó, ni sentí el chispazo que sentí al besar a Lezcano. Cierro mis ojos, lo peor es que aun puedo sentir sus deliciosos labios. Soy una estúpida, realmente. Voy a aclarar todo ya mismo.
Mi número// 15:15
Kinse no es mi novio, simplemente fue una cita, pero no funcionó. Así que no tenga miedo de decirle al mundo lo que le mandé, aunque claro está que fue un error, yo solo le quería agradecer. No necesito nada más de usted además de unos besos.
¿Pero qué acabo de mandar? Carajo, mi subconsciente me está traicionando tremendamente.
Mi número// 15:15
De unos consejos*** de defensa personal. Dios mío, este predictor anda súper mal. Disculpe.
Emanuel// 15:17
Bueno, cuando quiera puedo darle esos besos... digo, consejos de defensa personal. Hasta luego.
Leo y releo el mensaje sin parar. ¿Acaso eso fue un coqueteo? ¡Agarrenmé porque me desmayo! Me siento rápidamente en el sillón, aun atónita por lo que acaba de mandarme. En mi rostro se acaba de formar una sonrisa de adolescente enamorada. Dijo que iba a darme besos, por favor, que sea cierto. Necesito probarlo ya mismo.
Mi número// 15:18
De hecho, en este momento estoy aburridísima y no tengo nada que hacer. ¿Podría hacerlo ahora?
Muerdo mis uñas esperando la respuesta, quizás lo asusté. No dejo de mirar la pantalla de mi celular, hasta que veo que está escribiendo.
Emanuel// 15:20
Yo estoy en la empresa, también aburrido en la oficina, así que sí, supongo que puede ser ahora... la espero, señorita Ortiz.
¡Madre santa! Me está invitando a su oficina para darme besos ahí. Bueno, mejor no me precipito, quizás realmente me va a dar clases de defensa personal, pero me muero de ganas igual. Le dejo una notita a mi mamá para que sepa en dónde estoy y salgo. ¡Vamos por ese beso de una buena vez!