JAMAL
Sassy trajo a los irradiados del sur más pronto de lo que Jamal esperaba, el muchacho continuaba sintiéndose mal por la situación que había pasado con Leshawna. Los Chacales representaban todo lo que ella odiaba, la policía secreta de Sweet-T, sus caballeros, su guardia personal. Y muchas otras cosas más. Jamás había visto irradiados como aquellos que Sassy había conseguido, grandes cristales anaranjados creían de su cuerpo que emanaban una luz ambarina. Los irradiados comenzaban a hacer rugidos guturales, frente a la presencia de los grupos de irradiados azules. Cómo si los dos quisiesen pelear.
--¿Por qué gruñen tanto? —preguntó Jamal.
--Porque son como perros. —respondió Assman. —El jefe los quiere hacer pelear en el coliseo el fin de semana. Será una nueva atracción para todos los ciudadanos.
--¿No deberíamos preocuparnos más por el invierno? —preguntó Jamal. —Está a punto de caer, deberíamos...
--Deberíamos hacer nada Cachorro. —gruñó Sassy. —Sweet-T no te paga por pensar, sino por pelear. —respondió la chica. —Ahora, ve con él y dile que cumplimos con nuestra misión.
--¿Ahora tu das las ordenes? —le preguntó Jamal a Sassy.
--Así es, sé un buen Cachorro y dile al jefe que ya terminamos. —respondió Sassy. Jamal no podía permitir que esa mujer le ordenará, si Jamal le seguía la corriente, ella empezaría a creer que podría ordenarle cualquier otra cosa. Jamal podría bofetearle ahí, frente a todos, demostrarle que ella no era su dueña, pero luego vio a los otros Chacales, que miraban disgustados a Jamal, si el muchacho hacía algo se irían contra él. Jamal se tragó entonces su orgullo y subió la escalinata al ayuntamiento.
Sweet T había hecho del ayuntamiento su palacio personal, cortinas purpuras adornaban las paredes, discos de oro y platino adornaban las paredes donde una vez había pinturas. Bustos de Malcolm X y de Martin Luther King. Jamal entonces entró hacia la oficina del alcalde, que ahora era la oficina de Sweet-T. Jamal tocó la puerta y luego entró. De las bocinas en el interior del alcalde había música de rap. Y había muchas mujeres, hermosas mujeres que vestían como si fuesen prostitutas alrededor de Sweet T quien estaban sentado en la silla del Alcalde usando un abrigo de piel como si fuese una capa, y en su mano tenía un cáliz dorado que había robado de la iglesia. El interior de la oficina de Sweet T, apestaba a sexo, a mariguana y tabaco.
--¡Super Estrella! —exclamó Sweet T. --¿A qué has venido aquí?
--Sassy me pidió decirle que...
--Oh, ¿ahora tomas ordenes de Sassy?
--No.—respondió Jamal.--¡Jamás!
--Tranquilo súper-estrella solo te estoy jodiendo. —respondió Sweet-T. –Dime entonces, ¿Qué piensas de mi lugar?
--Esta bien.—respondió Jamal.
--ven, siéntate a mi lado.—respondió Sweet T, y luego corrió a una de sus mujeres de una silla. Jamal se fue a sentar. Sweet –T entonces chasqueó los dedos. --¡Perra de las bebidas, sírvele a mi hermano Jamal un trago!
Una chica delgada de tez clara apareció. Jamal la reconoció, había sido la chica que se había enfrentado a Sweet-T, la chica a la que Jamal le había matado a su padre. La chica vestía con una minifalda y un top de vinilo violeta. La chica sirvió el whiskey de la botella en un vaso para Jamal.
--Supongo que la misión fue un éxito.—respondió Sweet-T.
--Lo fue...--respondió Jamal.—Pero creo que deberíamos estar enfocándonos en otra cosa.
--¿en que cosa?—le preguntó Sweet T.
--El Invierno se acerca, y tenemos muy poca gasolina, y las fábricas de enlatados están generando cada vez menos comida. Pienso que deberíamos ir al sur. Sassy dice que hay buenas tierras, y un montón de ciudades abandonadas.
--Llenas de irradiados seguramente. —respondió Sweet- T --¿Jamal sabes porque me eligieron a mí un proxeneta hijo de puta bueno para nada?
--No.—respondió Jamal.
--Porque sabía lo que la gente quería. Ese viejo gordo del alcalde anterior quería racionar comida, dejaba que su racista departamento de policía nos hiciera su perra. Hasta que dije basta.
--Lo sé, estuve ahí. —respondió Jamal.
--Ahora toda la hermandad vive libre, sin ser oprimidos. Pero esta libertad solo existe en Pitsburg, si nos vamos de aquí. nuestra libertad se acaba. —respondió Sweet-T—Nuestra gente quiere ser libre Super-Estrella, ellos no quieren preocuparse por el invierno, ellos quieren ver peleas de irradiados. Ellos quieren el coliseo.
--Solo digo que tal vez podríamos tratar de expandirnos un poco más. No tenemos que seguir viviendo aquí todos amontonados si podemos tratar de ver tierras al sur. —respondió Jamal.
—Pero la cuestión es que no quiero mover mi trasero de aquí. —respondió Sweet-T.—Me gusta Pitsburg, la gente me quiere, mis perras están aquí.
--No tienes que ir tú, seguirás siendo el Alcalde de Pitsurg, pero podríamos llevar a unos hermanos al sur a establecer...cómo se dice...Una colonia.
--¿Una colonia? —preguntó Sweet T.—Así es, serías tú el gobernador, y pondrías otros representantes que hablaran por ti. Gobernador Sweet-T.
Sweet T comenzó a pensar en la idea, sonrió maliciosamente.
--Me gusta cómo suena eso Super-Estrella. —respondió Sweet –T
--Déjame ir a inspeccionar una ciudad a unos kilómetros al sur.
--¿Solo tú?
--Llevaré a Assman conmigo, como protección. —respondió Jamal.
--¿No Sassy?
--Depende si quieres un nuevo asentamiento o una batalla campal contra los habitantes del Yermo.
--Está bien, sí...puedes ir Super-Estrella. ¡Ahora lárgate de aquí, que quiero ver bailar a mis perras!
Jamal se levantó y dejó la oficina de Sweet-T. El muchacho entonces caminó hacia el centro de Pitsburg, se desvió de su camino habitual y llegó a una casa suburbana. La maleza crecía con fuerza. Jamal tocó la puerta, escuchó cómo el cerrojo fue corrido. Leshawna estaba en la entrada.
--¿Qué haces aquí?—le preguntó Leshawna.
--¿Podemos hablar?
--No tengo mucho que decirte últimamente. —respondió Leshawna en tono cortante.
--Eso es mentira y lo sabes. —respondió Jamal.—Vamos nena, di algo, di que me odias, grítame, golpéame, has algo.
--Estoy decepcionada, eso es todo. —respondió Leshawna.—Sabes la clase de monstruo que es Sweet-T y sabes la clase de salvajadas que los Chacales hacen y aun así decidiste unirte a ellos. ¿Porqué?
--Tú me dijiste que ya no querías que siguiera peleando en el Coliseo.
--Sí, porque no quería que murieras, gran tonto. Significas mucho para mi Jamal, y no puedes simplemente hacerme esto. El Yermo o el Coliseo, las dos son sentencias de muerte.
--No.—respondió Jamal. —No lo entiendes nena. Hago esto por nuestra gente, por ti y por mí por todos.
--¿Cómo Jamal?, Cómo es que yendo a saquear y a matar al Yermo mejora las cosas aquí.
--Solo los chacales pueden salir al Yermo. Vi unas ciudades abandonadas que pueden servir para un segundo asentamiento. Sacaremos a todos los hermanos y hermanas que quieran irse con nosotros a un nuevo asentamiento. Nuestra propia ciudad, fuera de las garras de Sweet-T y los Chacales.
--¿Hablas enserio? –preguntó Leshawna intrigada por la idea.
--Eres la persona más lista que conozco, si alguien podría hacer funcionar las cosas bien, justo cómo antes de que cayeran las bombas, esa eres tú.
--Eso es solo si estas dispuesta a aceptarme de nuevo...--respondió Jamal. Jamal asintió con la cabeza.
--Bien, ahora entra hermoso hijo de puta. Mami necesita un poco de azúcar. —Leshawna tomó la mano de Jamal y los dos entraron en la casa de la chica.