El maestro del rey del mundo...

By FGonzalez29

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Un chico desafortunado llamado Nyron Zhongli de 15 años, recibe la visita de un viejo amigo "familiar". Pero... More

Prologo
Accidente #1: El maestro inesperado
Accidente #2: La semilla de la discordia
Accidente #3: La calma antes de la clase
Accidente #4: Primera lección, valor
Accidente #5: Saco de boxeo
Accidente #6: La respuesta y el recluta
Accidente #8: Tarde de caza
Accidente #9: Pasión vs Orgullo
Accidente #10: El erudito y el té
Accidente #11: El mercenario y el ladrón
Accidente #12: La última pieza
Accidente #13: El mago
Accidente #14: Supervivencia
Accidente #15: Reprobados
Accidente #16: Rutina
Accidente #17: El arma de uno
Accidente #18: Corpora
Accidente #19: Animarum
Accidente #20: Las cinco caras rojas
Accidente #21: Cordero negro, Cordero blanco
Accidente #22: Un secreto de octubre
Accidente #23: Razones inesperadas
Accidente #24: El contrato del pecado
Accidente #25: As del cegador
Accidente #26: La cueva de los héroes
Accidente #27: Los tres mosqueteros
Accidente #28: Aprendizaje bajo fuego
Accidente #29: El recuerdo de un invierno distante
Accidente #30: El nacimiento del pecado del orgullo
Accidente #31: Byakko, el lobo y el pangolín
Accidente #32: Aquella que trae el invierno
Accidente #33: La paz que uno merece
Epílogo

Accidente #7: La dama de las agujas

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By FGonzalez29

Un nuevo día en cierta ciudad pacífica. Un viernes, un día donde estudiantes y adultos se llenan de una ansiedad inmensa regida por el pasar de los segundos, todos ansiaban ver cierta combinación de números plasmados en ese aparato que rige sus actividades diarias. Un hábito considerado "liberador"; pero en sí, solo marca un nuevo hábito conocido como "descansar", así que, en vez de generar una libertad, sólo genera una rutina amena que al menos reduce las jornadas, eso hablando desde el punto de vista de alumnos comunes. Ya eran las 7:57 AM y cierto pelirrojo ya se encontraba caminando por esas calles llenas del humo de los automóviles y autobuses, todos con la misma prisa de llegar a su destino.

Las calles eran algo raras, pues la ciudad tenía la tendencia de poseer ciertas calles con desniveles muy amplio como si se tratase de un gran número de colinas. Asemejándose por una parte a San Francisco por las depresiones constantes de las calles, y a su vez a Tokio por su gran número de escaleras y pabellones amplios a lo largo de dichas colinas llenas de casas y departamentos.

El pelirrojo estaba caminando de una manera sumamente cuidadosa aferrándose al barandal de una escalera de cierta calle empinada de entre sus grandes callejones en descenso donde solo se hallaban departamentos o casas perfectamente balanceadas; y al frente suyo se haya su recién asignado maestro, el hurón rojo mejor conocido como Shen, el rey de Asia. Los dos habían decidido ir por aquella calle de manera despreocupada por la ausencia de gente, puesto que solo eran ellos dos, y de esa manera el hurón guardaría ese anonimato necesario para no llamar la atención de terceros indeseados, ¿se imaginan lo que pasaría si en la calle se ve un hurón parlante?, sin duda alguna sería un desastre.

Nyron por su parte, tenía dos gasas en su rostro, una en cada mejilla; y dos curitas, una que envolvía su nariz y otra que se encontraba bajo su ojo derecho. Su rostro transmitía lo de siempre, una tristeza inmensa sobre su propia suerte; pero ese rostro triste se denotaba más exhausto de lo habitual, todo mientras unos suspiros traicioneros le delataban fuertemente su situación actual, estaba adolorido a más no poder; y todo se lo debía a ese animalito que bajaba el inclinado barandal como si se tratase de una cuerda floja, todo mientras hablaba y hablaba, palabras que el pelirrojo solo trataba de ahogar en sus pensamientos.

—Entrar al país fue sumamente difícil, los perros antibombas se acercaban demasiado a mi caja, y eso traía la atención de seguridad. Al menos los dormí a todos y escape sin llamar la atención de... Ya no soy el dueño de tu atención, ¿no es así? — se frenó un momento tras haber llegado a la base de la calle, la zona empinada había acabado y ahora solo esperaba a que el pelirrojo bajara de esas escaleras

El pelirrojo levantó levemente su mirar hacia él mientras trataba de sujetar su cuerpo contra el barandal. Incluso en suelo estable, le costaba mantener su peso.

—"¿Enserio no dirás nada de mis heridas y dolores?... ¿Qué clase de maestro eres?... Ni siquiera he..."— pensó mientras un dolor punzante nacía de su estómago, un rugido descomunal le hizo sentir un inmenso vacío en el interior de su estómago... No había desayunado —Te odio— fueron las únicas palabras que encontró para desquitar su malestar

El hurón solo suspiro y se volvió hacía la calle en la que se encontraban. La verdad tras esa frase era que Nyron no se quería levantar debido al terrible dolor que recorría sus extremidades, cosa que el hurón no pasó por alto, y por azares del destino terminaron camino a la escuela. Y esos azares del destino, en realidad fueron unas semillas explosivas después de intentos de sacarlo de la cama invitándolo a estirar y hacer katas marciales con su maestro.

—No me dejaste de otra, la otra opción era sacar tu cama por la ventana... Aunque usualmente me recomendarían usar "la gota" en ti... Pero quizá morirías por el dolor— se lanzó hacia su hombro, y estando ahí del cuello del chico sacó una cadena de metal negra que sujetaba aquel anillo rojo brillante y con acabados de plata y oro —Espero que estés consciente que debes protegerlo con tu vida, capitán— el hurón saltó hacía el barandal tras sentir como el chico se estremecía por su repentina acción

—Y~ya deja eso del capitán— ocultó el anillo bajo su camisa de la escuela mientras forzosamente se apartaba del barandal —La única razón por la que lo llevo es por qué ayer m~me amenazaste con semillas raras... ¡¿Qué clase de monstruo e....

—¡Nyron!, ¡Pequeño!

Un alegre grito llamó la atención de ambas personalidades en la calle, era Sam Alexander, el nuevo "recluta" de su recién fundado "equipo". Llegó corriendo hacía ambos sobre aquel tramo que se conectaba con esas escaleras. Con una reverencia le demostró su saludo al hurón, y para Nyron...

—Inicia un nuevo día— su frase fue acompañada con esa sonrisa radiante que hacía sentir una calidez inmensa, con solo verlo, uno podía contagiarse con esa sonrisa... La sonrisa de un verdadero idiota —¿Amaneció bien, capitán?

El chico con el peinado azabache le dio una fuerte palmada a su compañero pelirrojo con una gran emoción contenida, emoción que se terminó transfiriendo al chico y lo hizo desplomarse de cara al suelo.

—¡Nyron! — se agachó con mucha velocidad para atender a su amigo, por un momento olvidos sus heridas

—Este será un largo día— habló mientras sacaba de la mochila del pelirrojo un botiquín

El azabache ayudó a su compañero a levantarse y lo llevó con un hombro por aquel camino transitado por gente buscando vías para llegar a sus destinos, ya sea escuela, trabajo o algún viaje. Era un viernes cualquiera. El hurón se escondió dentro de la mochila del pelirrojo. Según él, su falta de libros y útiles debido a su suerte fue de ayuda para su taxi diario. Comentario que hizo reír al azabache; pero a Nyron le pareció algo hiriente que le considerase así, primero le metió en una pelea y le lastimo con semillas extrañas, la vida era injusta con él.

Los compañeros con los que se fijaban en aquella dupla, se miraban intrigados por la manera en la que el joven pelirrojo se había podido armar de valor suficiente como para levantarse e ir a la escuela tras una humillación de proporciones bíblicas, algo en sus pechos les hacía reconocer que era una persona resistente; no obstante, la otra cosa que les maravillaba era que se hallaba acompañado de manera amigable con aquel azabache de gran estatura. La mirada y los murmullos de las personas sobre ellos solo hicieron sentir más nervioso al pelirrojo, lo suficiente como para acelerar el paso y hacer que el azabache perdiera el agarre por el hombro con el que ayudaba a su compañero. El azabache no se sintió herido, suspiró con cierta resignación mientras trataba de alcanzar a su amigo que se apartaba más y más en dirección hacia las puertas de la escuela.

El día inició con el pelirrojo siendo el foco de atención de cada alumno de su edificio, su grupo y maestros. Todo gracias a que varias personas habían filmado la pelea entera, con cada asalto y caída del chico, todo eso ya hacía en múltiples chats y perfiles de las redes sociales de cada chico de la escuela. Pero aún con las risillas a sus espaldas, no fueron sino algunos compañeros que le ayudaron a llegar a la enfermería los que se preguntaban por la manera a la que sus heridas habían disminuido su visibilidad, de hecho solo lo miraban algo expectantes del cómo podía llevar un día normal con aquel cúmulo de heridas plagando su cuerpo, con eso en mente, se replanteaban como él debía de estar acostumbrado por sus accidentes; esto fue recibido por el pelirrojo con cierto aire neutral, nadie le prestaba mucha atención y eso en parte lo agradece, ¿qué podía esperar de las personas que se ríen de él cada día?

El azabache por otra parte pasó todo el tiempo apegado al pelirrojo, rechazaba cortésmente las invitaciones a jugar durante el receso con tal de estar con su compañero rojito. Las personas le miraban sumamente confusos; pero a su vez tenían ese pensamiento de "solo es cuestión de tiempo", con lo que simplemente dejaban de darle importancia a su estadía cercana al pelirrojo. Los bravucones que atormentaban al pelirrojo no se le acercaron debido a su cercanía al azabache, incluso la noticia de la "pelea" del azabache con el resto del club de boxeo, había circulado por la escuela; pero esta se mantuvo como un rumor. Además, todos ellos pensaron lo mismo, no era prudente meterse con el nuevo tan pronto.

El día terminó con Nyron siendo sermoneado por su profesor titular y el de educación física, todo con el mismo comentario: "Tu condición no te lo permitía, fue muy irresponsable de tu parte". Nyron solo reprimió sus comentarios reprochando su nulo interés en la pelea; pues claro, si hablaba de su nuevo maestro, lo más probable es que lo tachen de loco.

Las pocas risillas que escuchaba a sus espaldas no le importaron, pues su único interés estaba en ver al menos la cabellera de Cynthia, la misma de la chica que lastimo y cuyo resultado dejo al chico con un sentir patético, un completo idiota. Lastimó a la única chica a la que le importaba. Quería verla para disculparse, para decirle que él estaba bien; sin embargo, ella nunca apareció.

Tras la última sonada del timbre, ambos chicos se encontraban saliendo de su respectivo salón, y a diferencia de los otros chicos, ellos no fueron directamente a la salida tras escuchar la campanada final. Ellos se dirigieron a ese mismo espacio dentro de la arboleda de la escuela, un claro que servía como único lugar de descanso del chico accidentado. ¿Por qué iban ahí?, el hurón los había citado por algo "importante".

—Ya puedes salir, maestro— el pelirrojo se quitó la mochila y la abrió, pero está estaba vacía

—Se tardaron mucho— la voz chillona del hurón se escuchó un poco arriba de ellos

Los estudiantes se miraron entre sí y luego buscaron en las cercanías, y fue ahí donde lo vieron sobre una rama amplia de un árbol mientras hacía movimientos de carácter marcial.

—La lección de hoy está por comenzar— frenó sus katas y luego se sentó sobre sus patas traseras

El pelirrojo sintió como su temperatura se volvía fría, dichas palabras solo le habían traído problemas. Y por su parte, el azabache se quitó la mochila y se puso en una posición de guardia, estaba listo para entrenar y hacerse más fuerte. Lo que más había ansiado en el día, finalmente había llegado.

—Pero me temo que hay un detalle que es de vital importancia— el hurón se refería al azabache —Joven Alexander, la clase solo iniciará con Nyron... Espero me perdones por lo siguiente — el animal lanzó una roca pequeña a gran velocidad al azabache

La piedra al entrar en contacto con la frente del chico, lo hizo retroceder y revolcarse en el suelo de una manera brusca. El azabache no se lo esperaba, claramente vislumbraba que aquel hurón fuera algo más que solo un animal, así que por ello nunca bajó la guardia; sin embargo, no contó que este mismo se abalanzaría contra él sin alguna especie de cuidado. Fue ahí mismo que su propio fallo le hizo sentir la mínima del poder de un "rey del mundo", quedando noqueado tras rodar por todo el espacio del claro.

—¡Sam! — el pelirrojo se acercó corriendo hacia el azabache que se haya a en el suelo, se agachó y lo miro de arriba a abajo —¡¿Q~que te sucede?!— grito algo alterado mientras veía a su maestro

—Ya está aquí— el hurón hablo al aire dejando confundido al chico

El chico busco respuestas en su rostro animal, pero el hurón se le adelantó y sin previo aviso se precipitó sobre el chico, tirando lo en el suelo también. Tras eso, el aire por encima del pelirrojo fue rasgado por cinco figuras alargadas como garras. Nyron solo pudo ver como cinco relucientes agujas de color blanco se encajaban a gran velocidad al árbol que cubría su espalda... Dichas agujas iban para el pelirrojo.

—¿E~ehhhh...— el pelirrojo elevó su mirar y contempló esas relucientes agujas de gran tamaño que el convencional

El pelirrojo no supo el por qué, pero un presentimiento frío en su sangre le hizo pensar que dichas agujas eran para para encajarse en su pecho o rostro, el hurón le salvó la vida.

—Eso es muy cobarde de tu parte. Creí que te presentabas antes de terminar un trabajo, señorita— el hurón hablo sumamente tranquilo a la nada que ya hacía frente a ellos, en esa arboleda no había nada; sin embargo, algo no cuadraba para el pelirrojo

De entre las sombras de los árboles se asomó una cabellera blanca que relucía con la luz como finos hilos de tela plateada, su tez blanca no era común en el país, y sus rasgos delicados solo le daba el aire oriental digno de una verdadera japonesa.

—Vaya... Esto nunca me había pasado en el trabajo... Es muy extraño ahora que lo veo con mis ojos... ¿Un animal que habla? — la albina de ojos azules hablo dulcemente, un tono muy infantil que se remarcaba con esa sonrisa risueña con la que se acercó al hurón —Supongo que a esto te referías con... "Me reconocerás rápidamente", ¿no?

El hurón asintió levemente mientras se separaba del chico que ya hacía abajo de él mirando a la chica que hace no mucho salió de la nada. No sé fijó en su belleza notable o en su resaltante cabello blanco, sencillamente su cabeza conectó todos los puntos... Ella lanzó las agujas.

—Ma~maestro, ¿l~la conoce? — su dedo se tambaleó levemente, mientras su habla se volvía nervioso, un miedo incomprensible broto desde el interior de su pecho, esa sonrisa era diferente a la del azabache

—Oh vaya— la albina le tendió la mano al pelirrojo, todo mientras esa sonrisa risueña seguía envolviendo sus palabras —Así que eres tú... Nyron Zhongli, encantada de conocerte— la chica le ayudo a levantarse

Nyron miro sus ojos, eran brillantes, tanto que podía mirar su reflejo; sin embargo, algo no se sentía bien. Intentó mirar algo más, sentir algo que no fuese como una alerta constante con solo mirar su reflejo en ellos como un depredador tratando de persuadir a su presa.

Pero la chica tenía otros planes. Con el mismo agarre, atrajo al pelirrojo hacía ella de una manera brusca, todo para finalizar con una poderosa patada que lanzó al pelirrojo contra un árbol que ya hacía tras él; y no conforme con eso, aquellas agujas que ya habían sido lanzadas con anterioridad terminaron encajadas superficialmente en la espalda del pelirrojo. Una ayuda traicionera.

—Y~yai... ¡¿Y eso por qué?!— el pelirrojo estaba tendido contra el suelo mientras sentía como su espalda se calentaba abruptamente por aquel líquido rojo con sabor y olor a hierro

—Nyron... Hazme el enorme favor...— su sonrisa pícara se esfumó, a partir de esa frase su mirar se tornó frío y con el ceño levemente fruncido —De quedarte quieto mientras cumplo mi trabajo— su voz fue completamente seca, carente de emoción alguna, estaba completamente decidida

El pelirrojo trato de moverse, pero una contracción en su corazón le hizo dejar caer el rostro en el suelo. Su cuerpo se tensó hasta el punto de que sus extremidades se entumieron. La albina no desperdicio dicha jugada, así que con solo un leve muñequeo hizo caer otra aguja blanca de gran tamaño desde el interior de su saco hasta su palma derecha. Acto seguido la lanzó con solo un ademán en dirección a la cabeza de dicho pelirrojo que ya hacía adolorido en el suelo. Iba a morir.

—Fallaste— el hurón apareció y con una patada reflejó la aguja, haciendo que en su nueva dirección rozara la piel de aquella asiática —¿Ese es todo el alcance de tu orgullo?... ¿No olvidas que nuestro contrato entra en vigor solo cuando yo lo ordene? — se acercó a la espalda del chico y retiro las agujas

El pelirrojo nuevamente empezó a sentir su cuerpo mientras aquel líquido frenaba su avanzar sobre la piel de su espalda, se levantó de una manera torpe. Pero lo suficiente como para recuperar su compostura... O algo así.

—¡¿Q~quién es ella, maestro?!— habló con los nervios haciéndole un nudo en la garganta. Señaló a la chica mientras su mano temblaba levemente, aún no se recuperaba

El hurón revolvió el pelaje de sus mofletes con ambas patas y luego limpio las agujas con un trozo de pasto, se tomó su tiempo, y ambos chicos ya estaban algo impacientes.

—Tómenselo con calma... Aún hay tiempo hasta el atardecer...— clavó una aguja en el suelo y se paró en ella con mucho equilibrio distribuido en una sola pata —Ella es...

—Mi nombre no importa— interrumpió al hurón —Lo único que importa es que son solo negocios, niño— su amenaza llegó hasta los huesos del chico que empezaba a sudar frente a ella, y todo empeoro tras sacar otras 4 agujas que distribuyó en los espacios entre sus dedos

El chico tragó saliva mientras el hurón suspiró con algo de pesadez al brincar sobre aquella banca en el prado en blanco de la arboleda.

—Lo cierto es que ella es una de las sicarias más grande de entre todos los de su edad, la mejor del este de Asia por cierto... Y él es... Nyron Zhongli, mi alumno desafortunado— aquel animal de color rojo les presento mientras señalaba a ambos conforme les mencionaba —¿Alguna duda?

La chica se cruzó de brazos mientras su fría mirada parecía imperturbable. Dicha situación le hacía sentir ansiosa de alguna manera, nunca creyó estar frente a una escena tan cercana a una caricatura; estaba casi segura de que no había ingerido nada raro antes de cruzar su destino con aquel trío de curiosas personalidades. Mientras tanto, el pelirrojo se encontraba sudando en frío. Su espalda fue apuñalada, y de no ser de su maestro, el ya estaría muerto. ¿A dónde lo había llevado su suerte esta vez?... ¿Ahora que había hecho su suerte?

—Y~yo tengo una duda...— Nyron inhaló tanto aire como pudo como para relajarse un momento, aunque fuese —¡¿Qué hace una sicaria detrás de mí?!... ¡P~pequeña plaga nacida de la piña! — el pelirrojo explotó, el miedo se estaba volviendo nerviosismo

Los presentes mantuvieron un silencio incómodo durante unos segundos, ¿la razón?, sencilla. La reciente "ofensa" que el chico había disparado con una leve traba en la lengua.

—Pi... ¿Piña? — la chica arqueó una ceja mientras en su cabeza trataba de buscarle sentido a dicha expresión, sencillamente eso le tomó por sorpresa

El hurón resopló como si de un bufido de gracia se tratase, estaba al borde de una masiva burla, pero con solo una bocanada de aire se relajó, contuvo la risa a duras penas.

—Esto es curioso— el hurón cubrió su hocico con ambas patas y contuvo una evidente risa traviesa que no tiraba a ser escandalosa —Acaso... ¿Usaste "piña" como una ofensa?

El pelirrojo se coloró, su vergüenza momentánea le había ganado a su miedo. Ocultó su rostro en su sudadera de la escuela mientras acomodaba su voz a uno más suave y tímido.

—M~maestro... S~solo vaya al grano

El hurón sonrió con astucia.

—Nyron... La lección de hoy será sobrevivir... Sobrevive hasta el crepúsculo— tomó una de las agujas de la chica que había sacado de la espalda del chico y con ella apuntó a aquel pelirrojo, la punta aún estaba teñida con su propia sangre —Ella estará dispuesta a cazarte hasta que tu respiración sea inexistente. Ella fue contratada por mi propia mano para darte caza, y ahora debes cumplir con tu lección... Esa es la misión de hoy... Supera a la Diosa de la muerte más joven de Asia... Supera a la dama de las agujas y demuéstrame que quieres vivir

La segunda lección había comenzado, Nyron debía sobrevivir.

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