Nina Cried Power-Hozier FT. Mavis Staples
Todo fue un dulce y sublime reencuentro de dos almas perdidas.
Sergey Vólkov:
Ella había escogido el mejor jodido lugar para vacacionar, apenas unos días de tantas cosas que habían sucedido en cuestión de horas, y ella sorprendiéndome con un viaje para nosotros cuatro, lo cual me cae de la perfección, he tenido que deja de lado mis responsabilidades, para darme un oportunidad de ver el mar.
Con todo ni tiempo me había dado para pensar y analizar las diferentes situaciones que se han asemejado, lo que mi alrededor gira, lo que mi entorno pide a gritos, de que este inmenso dolor desaparezca, pero estando aquí, se me olvida todo.
La medicación me debilita un poco, pero pongo mi mejor sonrisa.
La mejor que puedo tener, de estar aquí con quien adoro y quiero con toda mi infinita alma. Me llena el estómago de mucha felicidad. Me revuelve las mariposas que alguna vez desaparecieron pero hoy vuelven a estar muy, muy presentes.
Mis ojos veían a la mejor obra de arte que jamás pude imaginar en mi sueños, verla en ese vestido playero, su cabello ondulado juega con el viento mismo tan natural como si de una diosa se tratase haciéndome revivir, lo cual me volvía el alma al hilo, pidiendo admirarla eternamente, ahora confesaba que seguía enamorado, que era un capullo negándolo.
Estaba enamorado del ser más bello del jodido planeta, sus ojos azules, pequeños trozos de cielo que a mi llegaron, junto con la armonía de ser un pequeño demonio vestido de ángel.
De un demonio que paso por mucho y pudo ser jodidamente un ángel para mi en todo maldito sentido, mi adorada, mi preciacion de ojos azules, de sonrisa hechizante y mujer con dos cuernitos y alas listas para dar su marcha. La naturalidad en ella no cesa con los años, ella goza de juventud y esplendor, que merece el Edén mismo.
Christina es arte puro en todo su jodido esplendor, dándome un hijo precioso, no dejo de lado a la pequeña Anya, que se robo mi corazón por completo, siento y la adoro como mi hija pequeña, en su inocencia me dice; papá lo cual me encoge el corazón.
La noche ya había tomado un azul oscuro fascinante con una estrellada gigante que no esperaba para tan hermosas playas sicilianas.
-Estamos solos.- me dice en forma picarona.
Quisiera hacerle el amor en toda forma posible, en todas las habidas y por haber.
-No he tenido tiempo de agradecerte, por tomarte el tiempo de esta vacación, que las he disfrutado al máximo, como no te imaginas amor mío.-
Se recuesta a mi lado, sobre la arena tendimos una enorme toalla, la cual se ajusta para que nos acomodes los dos, suspira profundamente, realmente no quiero ponerla sentimental.
-Todos la necesitábamos, aunque tus padres, casi casi me hacen traerte una enfermera.- ríe.
-No estoy invalido, si me siento agotado, la medicación es muy fuerte, pero me mantengo preciosa.- le guiño un ojo-
La acorruco contra mi pecho.
-¿Qué harás cuando todo termine?- pregunto.
Sé que le rompo el corazón pero ante todo debe prepararse, yo sé que alguien fuerte, sobreviviente a mucha adversidad, pero creo que mi muerte no la soportaría.
-No te lo diré, solo sé que me romperás el corazón, y posiblemente te lloré una eternidad. ¿Qué tal las playas italianas?- cambia de tema.
Aunque su vocecita dulce suena triste, melancólica queriendo evitar la realidad y eso comprendo.
-Perfectas para que tú y yo nos casemos, e Italia sea testigo de nuestro amor.-
-¡Desgraciado! Aquí se casó tu ex, con tu peor enemigo, por favor Sergey.-
Lo olvidaba, pero ellos ya están tres metros bajo tierra.
-No cuenta, ya no existen, y como si no hubiesen existido.- respondo.
-¿Alguna vez deseaste tener hijos con ella?- pregunta.
Ahora se pone sobre mi pecho para verme de frente, sus ojitos muestran humedad, lo que me indica que quiere llorar, pero se aguantará para que yo no la miré.
-En su momento no lo deseaba, la quise en su tiempo, pero no me veía como padre con ella. No porque ella no pudiese simplemente la idea de tener un hijo nunca entro en mi vocabulario.-
Agacha la mirada.
-¡Oye, oye! Anielka es lo mejor que me ha podido pasar, es lo segundo mejor de mi vida con Anya, tu y ellos con mi vida completa. Perdón por no haber reaccionado antes, pero ahora son mi ser de luz, y agradezco cada día por haberlos recuperado.-
Esboza una sonrisa débil, parece ser que no la convenzo. Pero un bebé realmente si te cambia en todos los aspectos, un bebé es una muestra de amor, y es una de tantas porque como pareja puedes tener miles de diferentes muestras de amor, y todo es jodidamente genial cuando hay amor y es reciproco.
-Yo sigo sin entender como caí en tus redes, pero no me quejo. A todo ángel le cae su demonio y peor de ojos azules.- frunzo el ceño.
Haciéndome el enojado. ¿Ahora resulta que aquí el demonio soy yo?
-Que bonita fregadera, nena. Cuando tu eres la que tiene más carita de demonio, que me haz echo pecar inimaginablemente millones de veces, así que no te hagas.-
Paso mi dedo por su linda y perfecta nariz.
-Oh deseas que te recuerde cuando te encontré masturbándote en mi nombre, ¡Oh si, Sergey, Sergey si!-
Parece no gustarle.
-No seas exagerado tampoco jadeo de esa manera, idiota.- ahora se aleja de mi para sentarse.
Su piel llena de lunares me parece una bonita galaxia a quien quiero seguir contando por mil noches más, o al menos las que me queden.
La tomo por la espalda, le acomodo su melena rubia para mirarle de cerca.
-Eres realmente muy bonita.-
Levemente se sonroja, me encanta que yo pueda lograr ese nerviosismo en ella.
-Te voy a echar de menos reverendo hijo de puta...- ahora si se ha soltado a llorar.
Se acomoda en mi hombro, se me parte el corazón porque no puedo hacer nada y me jode. Me jode la puta madre.
-Yo te querré por una eternidad, me iré sabiendo que fui feliz hasta el último maldito día de mi vida, te querré siempre maldita sea.- respondo.
Para acercarme a ella, y besarle la frente mientras de mis ojos caen lluvias de lágrimas, sin la idea de soportar que no estaré más con ella.
-Te quiero, Sergey. Jodidamente te quiero.- susurra antes de envenenarme con un jodido beso que me hace elevar al cielo.