Una de las cosas que habría aprendido con Sergey fue la tortura, la tortura era parte de él. Y nunca creí tener miedo de aquello. Siempre me encontré con ese miedo de ser torturado y que moriría lento, es una fobia a la cual siempre temí y que hoy me veo aquí.
Los ruidos estruendosos de aquellas víctimas, de quienes me habrían "secuestrado" no era tan amistosa como parecía, mil preguntas se vienen a la cabeza.
Me encuentro amarrado de manos, sentado sobre una silla de metal, que esta fría hasta el culo.
-¡Dante, Dante...!- se deja sonar una voz con un eco fuerte.
Cuando un hombre de una estatura más baja que yo, pero su tiempo alto, se hace presente frente a mí, con una máscara que le cubre totalmente el rostro, su cuerpo un tanto flácido, de cabello rojizo y manos extremadamente blancas, que se alcanzan a percibir ya que su traje no deja ver por completo su piel.
De toda mi vida con el Sergey no recuerdo a un enemigo con el de ese porte, realmente memorice cada rostro de todo aquel que torturo, yo era su aliado y cómplice.
Tampoco jamás en mis años de trabajo con él, logaron secuestrarme, pero esta vez desconozco que paso. Solo recuerdo que estaba en un pub nuevo, bebí a más no poder, y lo último que recuerdo es caer de aquella silla tan grande y perderme en la ebriedad de mi cuerpo.
Pero ahora estaba sometido aquí, sin mostrar quizá un sentimiento.
-Dante el mastodonte de Sergey, es un milagro verte, estaba seguro que Sergey estaría en esa silla, pero no tú. Lamento que tengas que pagar, lo que él hizo.-
Su voz no me suena de ningún lugar, no hay algo familiar en él, ni porque se deja ver con esa mascara que lleva en la cara tan horrorosa que le cubre el rostro.
Se acerca a mi espalda, una peste horrible llega, peor que un animal muerto.
-Tienes un olor peor que un cuerpo putrefacto. - le hago saber.
Pero su respiración fría y mal oliente me eriza la piel.
-Hoy en honor a Sergey vivirás lo que él le debió tocar, en los negocios es así. Tal vez no me recuerdes. Y no haré memoria para que lo hagas. No me interesa recordar lo que ese hijo de la gran puta me hizo. –
Si este es mi fin.
Si hasta aquí llego, deseo que me recuerden de la mejor manera. Nunca tuve sentimentalismos, nunca supe lo que era un hogar o el amor de alguien, ni me enamoré, al llegar a la mafia, solo recuerdo que me enfoqué demasiado que no tuve tiempo de mirar a los lados. Solo tengo una hermana, que apenas y conocí.
Pero al llegar Tina a su lado, me ofreció una amistad, al igual que Sergey, quien me tendió su casa cuando estaba en un estado deplorable.
Solo pido un sepulcro digno.
-¿No implorarás por tu vida?- pregunta.
Mientras veo entrar a tres hombres de un tamaño medio, con algo en manos, él se acerca, supongo que para darles órdenes. Cuando se dirigen a mí. Me desamarran, y con ello dejan descubierta mi espalda y pecho, quedando solo en unos vaqueros.
Con ello se colocan unos guantes, cada uno de ellos trae consigo un recipiente.
-Juro que no dolerá y será rápido pero tu sentirás que el tiempo se va a pasar como tortuga.-
-No le tengo miedo a las torturas, si me voy me voy contento de que Sergey te haya hecho algo peor de lo que tú me harás.-
Jala de mis largos cabellos, para así con un lazo amarrarlo.
-¡HAGANLO!- grita como los infiernos.
En ello, los hombres se acercan, no hago gesto alguno y supongo que eso cabrea más al hombre de la mascará.
Cuando dos delante de mi y uno a mi espalda, al mismo tiempo dejan caer un líquido, líquido que comienza arder sobre, descubro que han vertido en mi espalda aceite caliente que me quema las entrañas, y por mi pecho cae acido.
-¡ERES...EERES UN HIJO DE LA GRAN PUTA!-
Veo como mi piel comienza a deshacer, mi corazón a latir a toda prisa. Veo como comienza a salir sangre de mi boca y el cerdo, solo ríe. Lo cual me impide hablar o decirle algo, mi piel se ha quemado, arde, duele, duele como el infierno o peor.
Se comienzan a ver mis órganos, noto como se pudren como el ácido se los come poco a poco y al mismo tiempo me quedo inconsciente, otro tipo se acerca, para verter aceite caliente en ellos, y es aquí que termino dando mi último respiro.
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tengo un sentimentalismo por la muerte de dante, por saber q si sufrió durante su muerte, recordemos q es ficción. *escritora se va a llorar*
