"Todo dura siempre un poco más de lo que debería."
Julio Cortázar.
Haber salido de ese maldito edificio fue mas fácil de lo que esperaba después de haber gritado a los cuatro vientos quien era el verdadero asesino de su hermano, era cosa que no se esperaba pero era un punto en el cual mi hartazgo no pudo más que estallar y dejar salir algo que no deseaba pero ver su cara era un gozo pleno en mi corazón para aquel imbécil que va a cuestionarse su puta existencia.
De lo cual me tengo que encargar de Miguel antes que haga una payasada, porque si se atreve si quiera volver a amenazarme, esta vez quien le dice adiós a este jodido mundo será él, porque nadie va a joder todo lo que llevó, lo que estoy logrando, bien lo dije; soy el propio demonio de minifalda.
De mis manos no se calma lo temblorosas que están, fue fácil también identificar la USB tan esperada, que si habla después para decir que ha firmado esos papeles se encontrará en la rotunda quiebra, directo a la bancarrota, que después de todo, perderlo no le va a costar nada de lo que ya se merece por estar tan jodido el hijo de perra.
Para sacarme de mis pensamientos alguien con un claxon particular no para de silbar hasta que volteo, es el auto que trae Dante, pero viene uno de sus hombres de Sergey lo cual eso es muy raro, se estaciona frente a mí. Su cara del chico esta muy pálida y roja, quizás venía a toda velocidad.
-¿Qué pasa? ¿Por qué no ha venido Dante?- pregunto al subirme al auto.
Sigue tratando de recuperar la respiración, no suelta las manos del volante.
-Dante ha llevado al señor Vólkov al hospital.- con calma responde.
-¡EL señor Constantine! ¿Esta todo bien?- esta mañana ha estado bien.
Pero de momento pudo haberse puesto grave.
-¡ÉL NO, NO. NO! ¡¡ÉL SEÑOR SERGEY! Ha sido hospitalizado, Dante lo ha trasladado a un médico particular, y me han mandado por usted.- comienzo a ponerme nerviosa.
No quiero alterarme y suponer cosas de las cuales no pueden ser ciertas.
-¡¿Mis hijos con quien están?!- es lo primero que puedo preguntar.
-Se han quedado con la señorita Olenka.- siento como la mente se me va.
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-¡Dante! ¿Cómo, como esta? ¿Qué ha pasado?- mi voz es débil.
No muestra fuerza o seguridad alguna.
-Hace días traía dolores de cabeza, se desmayo de repente, justo cuando hablaba con tu abuelo en su despacho, arreglaban las ultimas cosas para ti, fue él quien no trajo aquí, en esta clínica privada.-
