Bailando sobre nieve// Miriam²

By ladelapeluca

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La estabilidad mas inestable de mi vida, en eso se convirtio miriam rodriguez. MD. More

El momento indicado
¿Nos mudamos?
Señorita doblas...
Su mirada...
La mitad de mis pensamientos
El estreno
No todo se compra con dinero
Me voy
No eres estupida
No puedo enamorarme
Ni quiero, ni puedo
Te elijo a ti
Tu parte de mi
La respuesta siempre seras tú
Vuelta a casa
¿Podemos hablar?
Una mas en su lista
Reptiles cabrones
Nyingdu-la
Mas que a mi vida..
No puedo perderla
Te mando flores
No habrá calma
Tu distancia
El principio del fin
Atando cabos

Solo importa el sur

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By ladelapeluca


Malditas las ganas que tenía ella ahora mismo de tener una reunión, y sobre todo en la que ese tipo estuviera implicado, pero ella siempre había sido una profesional, y debía hacerlo, tenía que hacerle ver que no le afectaba como él quería, aunque estuviera hecha una mierda, porque lo estaba.

- Tenemos que mejorar la seguridad, lo que no podemos permitirnos es que se nos echen encima, y lo sabéis. Si cae uno, caemos todos. Si vosotros que estáis aquí más tiempo consideráis que hay que hacer algún cambio de personal, lo hacemos, pero quiero saber absolutamente todo de la gente que vaya a trabajar con nosotros. Cuando digo todo, es porque quiero saber hasta de qué color se tiñe el pelo su tía la de puerto rico. TODO. Tenemos que cubrirnos las espaldas.

- A ver, a lo mejor estamos exagerando un poco- todos giraban la vista hacia Antonio- supongo que bastara con poner a un par de personas de confianza ahí abajo, estando nosotros delante nadie va a hacer nada, pero si metemos a alguien que ellos piensen que es un nuevo fichaje puede que nos enteremos de algo más. Mientras lo mejor es mantener la calma

- No me parece mala idea, creo que la mayoría de los chicos son fieles a nosotros, pero quizás alguno de ellos esconde mas de lo que parece, si hay alguien que se está yendo de la lengua, o se está llevando más de lo que debería, necesitamos saberlo- apuntaba uno de los socios de la leona

Los demás seguían hablando dando su opinión, y ella intentaba estar allí al 100% pero es que cada vez que él abría la boca, sentía una necesidad, difícilmente irrefrenable de estampársela contra aquella mesa. Mimi en su casa, mimi en su jardín, mimi en su baño, mimi en su cama.... no podía evitar imaginársela en todos los aspectos que podía sin tener la necesidad de vomitar, que eran muchos.

- ¿te parece bien leona? - Miriam apartaba por un momento aquella mirada envenenada que tenía puesta inconscientemente, o quizás no tanto, sobre Antonio

- Eh, perdona, estaba pensando en otra cosa, repítemelo por favor

- Decimos que lo mejor será que cojamos a tres personas de nuestra mas entera confianza y las metamos ahí abajo, y que se enteren de lo que está pasando mientras tanto, normalidad. Siempre que a ti te parezca bien, la última palabra es la tuya

- Me parece bien, pero tienen que darse prisa, estamos remando a contracorriente quiero que os deis cuenta, un despiste, y se acabó todo. Y creo que a todos os gustan demasiado vuestras vidas como para que os den un giro de 180o. Así que poneros las pilas, esto no debería haber pasado, tendríais que haber controlado más a esa gente. Al fin y al cabo, viven tanto ellos como sus familias gracias a nosotros.

Los asistentes se miraban entre ellos. Miriam tenía muy mala ostia cuando quería, y se veía que no era su mejor día, desde luego.

- Quiero que me informéis absolutamente todos los días, de todo, cuando digo de todo, es de todo, no voy a pasar ni un error mas ¿queda claro? - los demás asentían.

- ¿qué hacemos cuando encontremos algo? - Miriam levantaba de nuevo la vista hacia él, cuanto odiaba escuchar su voz, y ahora mismo cuanto odiaba que una parte de aquellos contenedores fueran suyos, en cuanto arreglasen estos problemas, prescindiría de él.

- Cuando sepamos qué es lo que está pasando, se me llama por teléfono y yo misma vendré, y me encargaré de ellos. Créeme me sobran ganas de hacer que no se les olvide para quien trabajan.

Miriam se levantó de la mesa, haciendo que los demás le siguieran, menos Antonio que seguía allí sentado, retándola con la mirada, tenían negocios juntos, si, y a él le convenía mucho estar en esta especie de cooperativa que tenía la Leona, pero podría sobrevivir sin ella, estaba cansado de sus actitudes, estaba claro que era socia mayoritaria, y si, algunos de los que estaban allí, le debían mucho de lo que tenían, de no ser por ella, no tendrían ni la mitad, incluso él. Pero tenía claro que no le debía sumisión a nadie, si era lo que se esperaba.

- ¿vamos a comer donde siempre? - uno de los socios alzaba la voz para que el resto le escuchase.

- Yo tengo que marcharme ya, me están esperando, pero cualquier otro día os llamo, y comemos, estaré un par de semanas por aquí cerca- Antonio se ponía de pie, y estrechaba la mano de sus compañeros, despidiéndose. Hasta llegar a Miriam.

Los dos se quedaban mirándose demasiado intensamente, cualquiera se habría dado cuenta de no ser porque todos mantenían conversaciones totalmente ajenas a ellos.

- Siento no poder quedarme, ya sabes, me están esperando- sonreía de forma irónica, mientras estrechaba su mano

- No te preocupes, haces bien, disfruta mientras puedas- Miriam soltaba su mano, y se giraba para atender a otro de sus socios que la buscaba para algo.

Salir a comer todos juntos en ese momento era algo más que arriesgado, aún así ahora mismo ella solo veía dos opciones en su cabeza, o plantarse en casa de ese tipo y sacar a mimi de allí, aunque fuera a la fuerza. O mantener la calma, ir a comer con sus socios, intentar distraerse, y quizás mañana, o quizás no, llamarla para poder hablar con ella.

Ahora no debía hacerlo, y lo sabía, porque se conocía perfectamente a ella misma, y diría cosas de las que se iba a arrepentir, cosas que Ni siquiera sentía, pero que ahora mismo se agolpaban en su cabeza, como un mal virus. Pensamientos que jamás pensó volver a tener sobre ella, y se sorprendía, porque sabía perfectamente que no eran reales, que mimi no iba a acostarse con él por dinero, o que no se arrimaba a él por interés, pero ¿que esperaba? Ella estaba acostumbrada a esa vida, a que las mujeres tanto con ella como con sus socios se comportaran de esa forma, buscaban siempre algo más, y ella se cansaba de decirles de advertirles que tuvieran mucho cuidado con lo que hacían, que las mujeres eran muy inteligentes, y ellos muy tontos, que les ponían dos tetas delante y no atendían a razones.

No era la primera vez que tenían un susto por algo así.

¿pero ella era distinta verdad? ¿ella no buscaba nada de eso no? Sentía como le costaba tragar, tenía un nudo en la garganta que le costaba identificar, nunca se había sentido así, y estaba algo asustada, no podía dejar que nada afectase a su manera de comportarse, no podía permitírselo. Iría a comer con sus socios a casa de uno de ellos, que vivía bastante cerca de allí. Podría reírse, beber distraída, e intentar olvidarse, de que estaría haciendo mimi en ese momento. Y así lo hizo.

No quería volver a Cádiz, así que pidió a sus escoltas que la acompañasen a comprar algo de ropa, el día en Málaga era bastante caluroso, y ella iba de vaqueros. Compro un par de vestidos, dentro de su estilo, unos tacones que le habían gustado y un par de cosas más, y después de ducharse en el hotel y arreglarse un poco ella y los dos chicos salieron hacia la casa de aquel hombre

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Antonio estaba trabajando así que ella aprovecho para desayunar, pues alguien había estado allí, había recogido todo y les había dejado un desayuno digno de cualquier marques, había de todo allí.

Quería aprovechar la piscina, así que como no tenía ni idea de cuánto iba a tardar él en volver, aprovecho para ponerse su bikini y después de hacer un par de largos, intentar relajarse un poco allí dentro. Había dejado su móvil en la mesa del jardín, no había tenido noticias de Miriam, y ella tampoco le había escrito, intentaba no pensar demasiado en ella, disfrutar un poco de esos días, y no por nada malo, pero la gallega estaría demasiado liada con su trabajo, y ella no pretendía ser una molestia, cuando tuviera algo de tiempo, estaba segura de que sería ella la que le hablara.

Quizás se había relajado de mas en aquella piscina, quizás se había ahogado un poquito pensando en Miriam, y es que tampoco podía evitar echarla de menos, tenía tantas ganas de verla que a veces ella misma se asustaba.

- Que bien estas ahí- la voz de Antonio la asustaba, haciendo que pegara un respingo en la piscina, provocando la risa del chico.

- ¡¡¡¡Que susto tío !!!! que no te he escuchado llegar- mimi salía de la piscina, llevándose un repaso, que no le gusto demasiado por parte de Antonio

- Que bien te sienta ese bikini, mimi- ella agachaba la mirada

- Eh, gracias- no quería que él equivocara las cosas, ahora mismo solo podía pensar de esa forma en una persona, y no se parecía en nada a él. - voy a subir a ducharme y a cambiarme y ¿nos vamos?

- Si, tranquila dúchate, yo también voy a cambiarme, hace un calor horrible, así que ponte algo fresco. - mimi entraba dentro de la casa- mimi- se giraba de nuevo hacia él. - que mis socios se están poniendo pesados, al final han decidido comer algo en casa de uno de ellos, ¿te importa si comemos allí? Solo serán un par de horas, y después nos iremos hacia Marbella

- Ah, no claro, donde tú quieras, a mí no me molesta. - volvía de nuevo hacia dentro de la casa, subiendo a su habitación escogía un vestido un poco más arreglado, pues si iban a ir con sus socios quería dar buena imagen, unos tacones, no demasiado altos, y se metía en la ducha.

Antonio ya se había duchado, y la esperaba en el jardín mientras fumaba un cigarrillo, y arreglaba un par de cosas del negocio por teléfono.

- Estoy lista- mimi salía al jardín, y él no podía ni intentaba disimular la cara que se le había quedado, estaba guapísima, aquel vestido resaltaba totalmente sus curvas, el pelo liso a los lados, aquel maquillaje, era increíble, de eso no había duda.

- Estas....estas increíble mimi, no hacía falta que te arreglaras tanto, no creas que son muy de etiqueta ellos eh- los dos se reían- pero estas muy guapa, de verdad.

- Tu también lo estas, te queda bien esa camisa- él sonreía y después de apagar el cigarro, hacia un gesto con su mano, para dejar que mimi pasara delante de él.

- Vamos entonces señorita- mimi entraba a la casa, dirigiéndose a la salida, por delante de él.

Se subieron a su coche, y arrancaron

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Quizás no había sido tan buena idea ir, con la excusa de que sus escoltas podían conducir por ella, ya llevaba unos cuantos wiskis y todavía no habían comido, estaba bastante afectada para ser ella, que nunca se lo permitía, no quería que la vieran borracha nunca, así que debía ponerle freno, aunque seguramente todos aquellos no se habrían ni enterado, pues le llevaban bastante ventaja en eso de beber.

Miriam hablaba con alguna de las mujeres de sus compañeros, que habían asistido. Solían aprovechar cuando estaba ella para criticarlos, sin que ellos pudieran decirle nada, pues sabían que a Miriam nunca le recriminarían nada, y ellas estaban encantadas.

Y Miriam también lo estaba, porque aquellas chicas, eran de las pocas que la trataban como a una igual, que se sentaban con ella sin necesidad de hacerle sentir superior, de hacerle la pelota o de tener un trato de respeto excesivo. Le hacían sentirse simple, y eso le encantaba.

No podía dejar de pensar en mimi, lo intentaba, pero cuanto más lo intentaba, mas pensaba en ella, le parecía que estaba entrando en un bucle, y por un momento creyó que lo mejor era irse a su casa o al hotel, beberse ella sola una botella de whisky olvidarse de todo, y despertar al día siguiente sin nadie en su cabeza.

No lo hacía nunca, bueno no solía hacerlo, pero tenía una idea absurda sobre que las propiedades de aquella bebida tenían la capacidad de borrar recuerdos, de llevarse por completo las cosas que tu quisieras borrar, nada más lejos de la realidad, lo único que hacía era recordarlo más todavía.

- ¿Y qué tal esta Camila? ¿no ha venido contigo? - Miriam abrió mucho los ojos, se había olvidado completamente de ella desde que mimi estaba en su vida, ni la había llamado, ni le había escrito, ni sabía absolutamente nada de ella. Como si la hubiera borrado por completo.

- Eh, no, tenía cosas que hacer, bueno ya sabes cómo son estas cosas, Camila tampoco es nada serio. - las demás se reían, conocían la trayectoria de Miriam con las mujeres, y en cierta parte lo, era preferible que dejase claro que solo quería y buscaba una noche de sexo, (podría decirse que algunas de las mujeres de aquellos tíos incluso habían fantaseado con esa idea, pero de eso Miriam no tenía ni idea por supuesto) y no que les prometiera la luna y después las abandonase, como hacían la mayoría de aquellos tíos.

- Algún día sentarás la cabeza leona.

- No lo verán tus ojos, no lo necesito, estoy bien así. No me falta de nada- Miriam se levantaba a servirse otra copa de aquella mesa- y a ellas tampoco- las chicas se echaban a reír.

- Algún día llegará alguien que mande a la mierda todas esas barreras que te pones, pero ya me lo dirás cuando aparezca- y no estaba nada alejada de la realidad, de hecho, ya había aparecido.

Uno de sus socios se había empeñado en que les sirvieran marisco, era algo que a Miriam le pasaba muy a menudo, por el simple hecho de ser gallega, pero a ella le encantaba. Mientras uno de los empleados preparaba carne en una brasa que tenía en la parte trasera de aquella casa, que era inmensa, los demás hablaban unos con otros, siempre con una copa en la mano.

- Voy al baño un momento, vuelvo ahora- la mujer con la que hablaba asentía, girándose para unirse a la conversación de las demás

Miriam por su parte entraba en aquella casa, revisando su teléfono, tenía unas ganas horribles de llamarla, pero ¿para qué? ¿qué iba a decirle ahora? No iba a salir nada bueno de aquella conversación. Después de ir al baño regresaba de nuevo al jardín, parándose con uno de sus socios, que necesitaba preguntarle algo, cosas de negocios.

- Hola Antonio- Miriam había estado tan inmersa en su conversación, que no había escuchado ningún coche llegar, y menos hubiera pensado que podía ser él, por un segundo rezó a todos los dioses que conocía, porque el Antonio al que saludaban fuera otro, y si era él, que mimi no estuviera allí.

- Hola chicas, cada día más jóvenes y guapas eh- Antonio se acercaba a saludar a las mujeres de sus compañeros, y Miriam, ella no había tenido todavía la valentía de girarse, algo le decía que no lo hiciera, aunque no le quedaba más remedio, intentaba alargarlo- Esta es mimi, una amiga

- Holaaa- la voz de mimi hacia que inevitablemente agachara la cabeza, aun sin girarse.

Ahora sí que ya no tenía duda mimi estaba allí, con todos sus socios, metida en el medio de algo en lo que ella nunca la habría metido, conociendo gente que nunca debía haber conocido, implicándose en cosas que JAMAS debería haberse implicado. Y cualquiera habría pensado que eso era exagerar, pero no lo era, no lo era, porque desde el mismo momento en el que alguien conocía a que se dedicaban de alguna forma estaba implicada. ¿qué hacía? ¿la sacaba de allí? JODER, no quería a mimi allí, y menos de la mano de la persona equivocada. ¿qué mierda estaba haciendo esta mujer?

Seguía escuchando como las chicas la saludaban, y cuando Antonio tocó su hombro tuvo que girarse, y cualquiera habría jurado que perfectamente podría haber provocado un puto cortocircuito, en cuanto su mirada se cruzó con la de él. Hasta él se dio cuenta de que quizás se había excedido llevándola allí, tenía odio en los ojos, odio, enfado, y Miriam en ese estado era peligrosa, y eso lo sabían todos los que estaban allí, ya habían visto muchas cosas, que podrían haber sorprendido a cualquiera. Mimi ni se había fijado en ella, normal, era la última persona que esperaba encontrarse allí, y las chicas la tenían distraída, preguntándole cosas, y ofreciéndole copas

- ¿qué cojones hace ella aquí? - él agachaba la mirada, había metido la pata, solo había que mirarla a la cara para darse cuenta

- No quería dejarla sola, no tiene que enterarse de nada, avisaremos a los demás y listo, solo será hoy, relájate- Miriam tragaba saliva con mucha fuerza

- ¿que no querías dejarla sola? Eres un puto inconsciente de mierda, esto te va a salir caro, muy caro. - Miriam no quería levantar la voz, pero alguno de sus socios ya se había percatado de que las cosas no iban bien, incluso sus escoltas se acercaban ahora a ella.

Y claro con la tensión que se respiraba allí, las chicas guardaron silencio al ver entrar a los escoltas en el jardín, y por un momento mimi se sintió perdida, hasta que los vio. ¿qué hacían ellos aquí? Claro que los conocía, si ellos estaban aquí...Miriam también tenía que estarlo.

- Como esto la perjudique en algo, te juro por mi vida, que me encargaré personalmente de acabar contigo con mis propias manos, sabes con quien juegas, y has jugado mal compañero, muy mal. - Miriam volvía hacia sus escoltas diciéndoles algo, haciendo que uno saliese hacia la entrada, mientras el otro permanecía allí.

Mimi ya la había visto, desde el momento en el que escuchó como Antonio pronunciaba la palabra leona, pero no tenía muy claro poder acercarse a ella en ese momento. Ella desde luego nunca le había visto esa mirada, es que ni se había molestado en cruzar su vista con la de mimi, que ahora estaba de pie, a la espera de que algunos de los dos reaccionasen. La verdad era que el ambiente no era demasiado agradable. Uno de los socios de Miriam, puso música e intento relajar un poco el ambiente en cuanto Miriam se acercó a los escoltas, pero Miriam no parecía Miriam, y Antonio, se le veía tenso, tenso y asustado, y ella bueno...ella se sentía un poco un don nadie allí ahora mismo, ¿que pretendían que hiciera? Había venido a pasar unos días con un amigo a distraerse, y él la había llevado a una comida en la que precisamente estaba Miriam, con la que al parecer aún encima había discutido. Estaba literalmente perdida, y en ese momento necesitó que alguien la sacara de allí.

Una de las chicas, vio la tensión y se acercó a ella, llevándole de nuevo la copa

- No te preocupes, no le pasará nada. Seguro que lo solucionan- mimi salía de su ensoñación volviendo la cara hacia aquella mujer.

- ¿A quién? - la chica la miraba sorprendida

- A Antonio, ¿a quién si no? Que la leona puede parecer que muerde, pero es buena tía

- Si, si lo sé- fruncía el ceño ¿se conocían? no entendía nada- Perdona eh, tengo que...-

Miriam le agarraba la copa que tenía en la mano, apoyándola en la mesa

- Perdónanos un momento, tengo que hablar con ella ¿vale? - Miriam fingía su mejor sonrisa con aquella gente, y tiraba de mimi hacia la parte trasera de aquel jardín.

- Ei, ei, ¿qué coño te pasa? Relájate, me estás haciendo daño- Miriam tiraba de ella, no pretendía tratarla mal, ni hacerle daño, pero no controlaba su fuerza, hacía mucho tiempo que no se sentía así de enfadada. La gallega se veía obligada a frenar, al perder el contacto con mimi

- Lo siento, ¿te importaría caminar por favor? - mimi se cruzaba de brazos

- ¿A dónde? No me has ni saludado, me has sacado de ahí como un animal ¿y ahora pretendes que me vaya contigo? - Miriam soltaba un bufido

- No entiendes nada mimi, no tendrías que estar aquí. ¿qué coño estás haciendo? ¿a qué piensas que estás jugando? Esto no es una puta tontería, y tú no tienes ni idea de donde te estas metiendo, ¿porque estás aquí? ¿porque estas con él? Es que no entiendo nada de verdad. - mimi se estaba asustando con las palabras de Miriam, pero en algo tenia razón, no entendía nada, absolutamente nada, pero de ninguno de los dos.

- ¿puedo saber qué te pasa? - Miriam la agarraba de nuevo por el brazo

- Tienes que venir conmigo, vete con Alfred, te llevará hasta el coche, yo voy ahora mismo. Mimi, no se te ocurra moverte de ahí, ¿vale?

- No, no me voy a ir de aquí, he venido con Antonio, ¿cómo me voy a ir contigo? Tengo mis cosas en su casa, - mimi bufaba exasperada

- De que ese tío no te vuelva a tocar me encargo yo, y ahora por favor súbete al coche

- Miriam no me voy a subir al coche, me voy a quedar aquí, con él. - Miriam la miraba confusa- no sé a qué viene esta escenita, pero es mi amigo y he venido con él no voy a dejarlo así-Miriam se reía nerviosa

- Mimi en serio no entiendes nada, pero nada. Él no es tu amigo, lo único que pretende es acostarse contigo, si es que no lo ha hecho ya, exponerte como si fueras un puto trofeo, uno más. Ha querido pagar la puta envidia que me tiene jugando contigo para hacerme daño, pero se le ha ido de las manos, y tiene que tener consecuencias por esto. Y ahora no voy a decirte nada más. Mimi súbete al coche, voy a volver ahí dentro y en 5 minutos estaré ahí, cuando lleguemos a mi casa, te explicare todo.

- Ah... ¿ósea que sigues pensando que me acuesto con la gente por dinero? Me alegra haber venido hasta aquí para saberlo ¿él quiere exponerme como un trofeo? ¿qué pretendías tú con tu sobre de dinero Miriam? No sois tan diferentes entonces. No sé si él es mejor o peor persona que tú, pero no te sientas con el derecho de darle lecciones a nadie.

- Mimi, no se trata de eso, por favor sube al coche, quiero explicártelo, pero no aquí. - mimi negaba una vez más con la cabeza- por favor- impasible estaba la granadina allí de pie, no podía creerse lo que estaba viviendo. - Está bien

Miriam se apartó un poco de ella, y agachándose, agarró a mimi subiéndola a su hombro, cargando todo su peso en ella. La granadina pataleo, se quejó, grito, e hizo todo lo que pudo para soltarse, pero Miriam tenía más fuerza que ella, y logró llevarla hasta el coche, en el que ya le esperaba roi, y haciéndole un gesto a Alfred, hacía que este se subiera en la parte delantera, cerrando su coche para impedir que mimi pudiera salir.

Miriam volvía sobre sus pasos, llevándose todas las miradas de sus socios y respectivas mujeres.

- Chicos vais a tener que perdonarme, pero me tengo que ir, prometo volver pronto, pero ahora tengo cosas que solucionar. - se giraba hacia las chicas- lo siento, nos vemos pronto ¿vale? - ellas asentían, mientras Miriam se acercaba uno a uno a sus socios, estrechándoles la mano, disculpándose por irse de ese modo. Hasta que llego a él, ya lo había dejado para el final.

- Me la llevo, y no se te ocurra decir nada al respecto, uno de mis escoltas pasará por tu casa a recoger sus cosas. Te lo advierto desde ya, aléjate de ella, solo conoces la parte buena de mí, no quieras arriesgarte Antonio, no con ella. Lo que has hecho va a tener consecuencias, tenlo por seguro, y reza a todos los santos que conozcas porque ella nunca se vea implicada en esto, porque entonces Antonio, entonces rezaras todo lo que no hayas hecho antes para que alguien te saque del infierno que te espera. - Miriam se giraba sin darle tiempo a responder, y a decir verdad el tampoco sabría muy bien que responder a aquello, estaba acojonado, aun que el resto de sus compañeros intentaban averiguar algo de lo que allí había pasado, y porque se había ido su amiga con la leona. Pero sobre todo porque lo había amenazado, pero él entendió que no debía tensar más la cuerda, y prefirió no dar explicaciones, estaba seguro de que ella misma lo haría llegado el momento.

Miriam se subió al coche, mimi ya estaba algo más tranquila, al menos había dejado de patalear, aunque no pretendía girarse a mirarla. Se negaba. Y ahora mismo tampoco es que a Miriam le apeteciera demasiado tener una conversación con ella, y menos en el coche con sus escoltas escuchando todo.

- ¿al hotel? - roi, al volante rompía aquel silencio

- Si, al hotel, y mientras cojo mis cosas, vosotros iréis a casa de Antonio a por las de mimi. Recogernos en dos horas.

- Perfecto- ahora mimi se giraba hacia ella, con la boca abierta

- ¿en serio vas a hacer esto? - la gallega la miraba pidiéndole que no le hiciera discutir allí al menos, y volvía su vista hacia el frente- ¿puedes contestarme al menos?

- Aquí no mimi. - seguía sin mirarla y eso a mimi le ponía muy nerviosa.

- Ah no claro, primero me ofreces dinero por sexo, después me persigues hasta mi pueblo, te metes en mi casa con mi familia, después pasas de mí, y ahora me encierras a la fuerza en un coche, sacándome de una fiesta en la que estaba con un amigo, sin dejarme decidir Ni siquiera si quiero estar contigo en este coche, pero es que además decides donde y cuando puedo hablar ¿quién coño te crees que eres Miriam?

Le había hecho daño, seguramente no era esa su intención, pero entre la tensión que acaba de vivir al escuchar su voz, el miedo que había pasado imaginándose a mimi, sin querer en los peores escenarios posibles. Todo lo que acababa de decirle, Miriam estaba al límite, muy al límite, y esto no le había sucedido nunca, al menos no tan intensamente.

Suspiró, intentando tragar la bola que tenía en la garganta ahora mismo, sentía la mirada de mimi clavada en ella, pero no podía mirarla, porque si se giraba hacia ella, vería el miedo reflejado en sus ojos, vería que podría hacer con ella lo que quisiera, porque sí, Miriam acababa de comprender que fuera de toda lógica, sin planearlo, y sobre todo sin quererlo, tenía una debilidad, Miriam Doblas, y eso le hacia frágil y no solo ante ella, si no ante cualquiera que intentara hacerle daño, y la vida le había hecho ganarse un par de enemigos. Pero ya era tarde, tenía que protegerla, por eso no la miraba, porque, aunque ahora mismo ella estuviera muerta de miedo, tenía que ser fuerte por ella.

Mimi estaba enfadada, no entendía nada, y a medida que pasaban los minutos no sabía si quería entender, pero en esos minutos que clavó su mirada en ella, vio como Miriam luchaba contra ella misma, de una forma que realmente asustaba, podía ver como se le cristalizaban los ojos, aunque de allí no cayese ni una lagrima, podía escucharla incluso intentar tragar con fuerza, respirar agitada. Nunca la había visto así, pero no le gustaba, algo de ella necesitaba abrazarla, necesitaba decirle que no le importaba, que no pasaba nada, que ella estaba allí, y que todo iba a salir bien, ¿pero ¿cómo iba a decirle algo así? Si no tenía ni idea de si iba a poder luchar contra los miedos de Miriam, si todo este tiempo la había visto como la persona más fuerte que había conocido, y ella, ella tan solo era alguien más, con la idea justa sobre la vida. Quizás no sería capaz...

- Para el coche- Alfred se giraba hacia ella, volviendo rápido su vista hacia el frente

- ¿ahora?

- Ahora, para el coche- Roi se apartaba de la carretera, pasaban por un pueblo, cerca de una gasolinera, y aprovechaba para estacionarse allí.

En cuanto el coche freno Miriam abrió la puerta y se bajó de el. Sin mirar atrás, sin explicar nada se dirigió hacia los baños de aquel sitio, que estaban apartados de la tienda donde se reponía y se compraban cosas.

Mimi quiso salir detrás de ella, pero el coche estaba cerrado

- Abrid la puerta, por favor- roi se giró para mirarla, disculpándose

- No creo que eso le haga mucha gracia a Miriam, si vuelve y no estas....

- Te prometo, os prometo que no me voy a ir, solo quiero ir a buscarla- los chicos se miraban entre ellos- Vamos de verdad, volveré, podéis acompañarme a la puerta del baño, si en 10 minutos no he salido de ahí, entráis. - Alfred levantaba los hombros, esa idea no le parecía tan descabellada, así que era el quien abría las puertas del coche, y mimi salía corriendo de este hacia el baño, y Alfred iba detrás de ella.

En cuanto se acercó a la puerta, escucho unos ruidos, golpes dentro del baño, y sin pensarlo entró, encontrándose a Miriam dando puñetazos a una de las puertas de aquellos cubículos.

- Eh, eh, ¿qué haces? Para- mimi se interpuso entre ella y la puerta, agarrando a Miriam por las manos, tenía muchísima fuerza, pero al darse cuenta de quién era la que le agarraba, se relajó, bajando su fuerza poco a poco, dejaba que mimi le bajara las manos- ¿se puede saber que pasa Miriam? ¿qué estás haciendo? - mimi agarraba la mano derecha de Miriam, se había hecho sangre en los nudillos, y tirando de ella, la acercaba al lavamanos, metiendo su mano debajo del agua. Devolvió su vista hacia Miriam, que la tenía clavada en el suelo, podía notarse su enfado todavía, porque mimi sintió que en algún momento su mandíbula iba a romper de la presión que estaba ejerciendo en ella.

- No quiero que te pase nada, no me lo perdonaría- era Miriam quien cortaba ese silencio

- Vamos, tienes que tranquilizarte ¿vale? No me va a pasar nada, ven aquí- mimi tiraba de ella para abrazarla y Miriam se dejaba, porque si alguna vez había sentido que necesitaba abrazar a mimi, había sido una tontería comparado con la necesidad que tenía en ese mismo momento - Tenemos que hablar Miriam, tienes que explicarme muchas cosas- Miriam asentía dentro de su abrazo- Ahora solo relájate, vamos a entrar en esa gasolinera, vamos a comprar unas chuches, y vamos a irnos a tu hotel ¿vale? Por esta vez vamos a hacer las cosas como tu crees que es mejor, pero no te acostumbres, merezco una explicación.

- Gracias mimi, la tendrás de verdad. Lo siento, no quería sacarte a la fuerza, pero no me dejaste otra opción, no podías estar allí mimi, en serio, no debió haberte llevado nunca.

- Miriam, ¿qué pasaba allí? ¿porque tu si podías estar allí? - Miriam se apartaba agobiada, contarle a mimi lo que pasaba lo que de verdad pasaba era implicarla, y eso no podría perdonárselo nunca, tendría que adaptar la historia para que supiera lo mínimo posible- mira da igual, cuando lleguemos a tu casa ¿te parece? - Miriam asentía y mimi agarraba su mano, dejando un beso en sus nudillos, haciendo que Miriam no pudiera evitar sonreír.

- Estas jodidamente guapa mimi- la granadina alzaba las cejas, sorprendida- eres jodidamente guapa, pero es que hoy....

- hay que joderse, venga vámonos anda- mimi tiraba de ella riéndose, estaba hecha una mierda, pero tenía tiempo de fijarse en que estaba guapa, ahora lo tenía, porque hasta ese momento no le había dicho nada.

Al salir de allí, se encontraron con Alfred y roi en la puerta, que agacharon la mirada, esperando que quizás Miriam les llamase la atención por dejarla salir, y mimi no pudo evitar reírse

- Podéis volver al coche está todo bien ¿queréis chuches? - los dos chicos miraron a su jefa extrañados

- No, gracias. - se volvieron hacia el coche

- Están bien entrenados eh, lo que me ha costado convencerlos para que me dejaran bajar. - Miriam se reía, entrando en aquella tienda.

Después de un par de paquetes de todo tipo de golosinas, pues mimi no tenía demasiado poder de decisión, ella quería todas, le gustaban todas, y Miriam, a ella es que le encantaba verla así de feliz, como cuando miraba las golosinas, así que se las compro casi todas, menos los regalices negros, esos no les gustaban. Volvieron al coche, de la mano, y subiéndose detrás, se pasaron el resto del trayecto con mimi abriendo bolsas de golosinas, ofreciéndole a todo el mundo, pues cada bolsa que abría, le parecía mejor que la anterior

¿cómo era capaz de olvidarse de todo lo que acababa de pasar y ser tan feliz con una cosa tan simple? y la respuesta era fácil, aunque Miriam la desconocía, por ella, lo hacía por ella. Porque de haber sido de otro modo, mimi nunca se habría vuelto a subir a ese coche, habría exigido una explicación, y, sobre todo, le habría faltado tiempo para alejarse de todo lo que tuviera que ver con ella. Pero aun que se empeñara en negarlo, estaba jodida, Miriam había tocado una parte de ella, que el resto del mundo, incluso ella desconocía, y ahora no había marcha atrás.

Llegaron al hotel, y después de una ducha, Miriam se cambió de ropa, y ofreció a mimi hacer lo mismo, había comprado algo de ropa de más esa mañana, además los chicos enseguida traerían sus cosas. Habían prometido hablar en cuanto llegaran a casa de Miriam, así que intentaron evitar el tema, y aunque la cosa no estaba del todo fluida, mimi intentaba rebajar la tensión que se creaba en el ambiente de vez en cuando. Los chicos no tardaron en llegar, y las dos abandonaron el hotel subiéndose de nuevo al coche.

Era un trayecto de dos horas y algo, llevaban la música puesta, y mimi se entretenía jugando a uno de sus juegos en el móvil, mientras Miriam revisaba su correo y se escribía mensajes, cosas de negocios.

- oye mimi, ¿te ha llamado Aitana? - la rubia se giraba

- ¿a mí? No, ¿porque debería llamarme Aitana? - Miriam devolvía la vista hacia su móvil

- Pensé que quizás ya habrías hablado con Ricky, y por lo tanto con Aitana, olvídalo, no es nada- mimi bloqueaba su teléfono, girándose en el asiento, hacia ella.

- Miriam, no estoy dispuesta a olvidar muchas más cosas.... ¿puedes explicármelo? - Miriam sonreía ante su comentario

- Son cosas de trabajo, ¿pero todavía no tienes claro que quieras volver no? - era Miriam quien separaba la vista de su teléfono para clavarla en la suya

- No lo sé, supongo que tenemos que hablar muchas cosas antes de decidirlo Miriam, tenemos que aclarar algunas cosas entre nosotras, y después tomaré una decisión- mimi agachaba la mirada, no quería decirle que no pretendía volver, porque Ni siquiera ella lo tenía claro, teniendo en cuenta la situación que había entre ellas ahora mismo, no tenía nada claro que era lo que debía hacer. Miriam levantaba la barbilla de esta con su mano

- Ei, no tienes prisa, ni tampoco ningún tipo de obligación, si no quieres volver no pasa nada, eso nunca va a cambiar las cosas entre nosotros, tenemos un trato ¿te acuerdas? - mimi asentía, no podía evitar sonreír recordando aquella primera conversación, aquella luz encendida, habían recorrido tanto en tan poco tiempo, que si lo pensaba podía incluso llegar a marearse.

Llegaron a Cádiz, a aquella casa, que si la que Antonio tenia, a mimi le había dejado con la boca abierta, con esta le iba a costar al menos 5 días cerrarla. Era increíble, increíblemente grande, increíblemente bonita, quedaba a unos pasos de la playa, y era prácticamente todo cristalero. No había más casas alrededor, al menos tenías que moverte un kilómetro o dos para encontrar otro chalet.

- Wow Miriam, pedazo de casa, a veces me olvido de que eres asquerosamente rica- Miriam sonreía de lado, agarrando la maleta de mimi, y despidiéndose de sus escoltas, dándole orden de que esperasen a que les llamara, de momento no iba a necesitarlos.

Entraban en la casa, todavía hacía mucho calor, y la piscina de Miriam era inmensa, con todas las situaciones Ni siquiera habían comido, y ya era prácticamente la hora de cenar, así que, dejando las maletas en una de las habitaciones, Miriam regresaba de nuevo al piso de abajo.

- ¿tienes hambre? - Mimi se acercaba a ella, a la cocina

- ¿vas a cocinar? ¿tú? - Miriam se reía

- Listilla, puedo oler tu ironía a kilómetros, aquí donde me ves, cocino muy bien, algún día te lo demostraré, pero pensaba pedir algo, ¿¿¿sushi??

- Me vale, pero yo invito- Miriam que estaba buscando unas cervezas en la nevera, retrocedía hacia atrás asomando la cabeza desde la puerta del electrodoméstico

- ¿será una broma no? - mimi negaba con la cabeza- Pues espero que lo sea, como bien has dicho, soy ... ¿cómo era? ¿asquerosamente rica? Déjame invitarte a cenar, te lo debo- mimi sonreía sin que Miriam pudiera verla

- Bueno visto así también es verdad, deber me lo debes- la gallega cerraba la puerta de la nevera, con dos cervezas en la mano, ofreciéndole una a mimi, se sentaba frente a ella, en la isla de aquella cocina.

- Dame un segundo ¿algún gusto en especial? - mimi negaba con la cabeza, y Miriam cogiendo su móvil, marcaba un número y sin apartar la vista de mimi, hablaba. - hola, buenas noches, si soy Miriam, hola, Si todo muy bien gracias, ¿podéis traerme algo a casa? Okei, si lo de siempre, pero el doble, y helado, por favor un par de tarrinas de helado. Vale gracias. - colgaba el teléfono

- ¿no pides sushi nunca no? - Miriam se echaba a reír-

- Bueno digamos que de vez en cuando. ¿te apetece que nos demos un baño, estoy muerta de calor?

- Por favor- Miriam reía y tirando de su mano, la subía hasta el piso de arriba, donde había dejado las maletas

- Te he dejado ahí la maleta, hay un baño justo en esa puerta, yo me cambio en el de abajo, que tengo bikinis ahí, ¿tienes bikini? - mimi asentía riéndose- ¿de qué te ríes?

- De nada, ¿puedo suponer por el hecho de que hayas dejado las dos maletas aquí, que piensas dormir conmigo? - Miriam se sonrojaba al momento, si, ella también se sonrojaba, pero solo con mimi

- No, no, que tú puedes quedarte aquí, yo tengo muchas más habitaciones, solo las he dejado aquí por la costumbre, no pienses que...- la granadina la interrumpía

- Miriam que era una broma, que puedes irte a la habitación que te dé la gana, que pienso ir detrás tuya. - Miriam sonreía y le lanzaba la camiseta que tenía en la mano

- Estúpida- salía por la puerta en dirección a la planta de abajo, y antes de que a mimi le hubiese dado tiempo, Miriam ya estaba en la piscina, ya se había encargado de acercar las cervezas a la mesa que tenía dentro de la misma, y se dedicaba a hacer un par de largos, mientras mimi no llegaba.

- Espero que tengas las mismas ganas para todo eh, que pereza ponerse a hacer ejercicio sin comer na- la voz de la granadina hacia que Miriam se girase para mirarla, si ya estaba guapísima vestida, en bikini estaba increíble, y a Miriam debió notársele en la cara- oye tú, no seas descarada, por lo menos disimula-Miriam se echaba a reír, porque la verdad era que sí, que no había tenido ningún tipo de reparo a la hora de mirarla. Pero es que le encantaba.

Mimi se acercaba hasta donde estaba Miriam y cogía la botella de cerveza que había dejado antes, dándole un trago, se ponía seria, y Miriam podía intuir lo que pretendía y lo entendía, claro que lo entendía.

- Tenemos que hablar ¿no? - era Miriam quien sacaba el tema, y mimi miraba hacia ella asintiendo- Esta bien voy a intentar explicártelo todo, así que, antes de nada, quiero que, si algo no te gusta o no te cuadra, dímelo, eres totalmente libre de irte mimi, cuando quieras, tenía que sacarte de allí, pero si decides que quieres irte de aquí, hare que te lleven a tu casa

- Me estas asustando Miriam

- No, tranquila no te va a pasar nada, estas aquí conmigo.- mimi tragaba saliva con fuerza, se sentía segura con ella, pero no se sacaba de su cabeza la imagen de Miriam en el coche, el miedo en los ojos, y eso no le daba mucha seguridad- Esta bien, voy a empezar por el principio, Antonio y yo nos conocemos desde hace un par de años, un viejo conocido me lo presento, él estaba empezando en el negocio, quería montar algo relacionado con el transporte pero no sabía por dónde empezar, necesitaba un empujoncito, y yo digamos que se lo da. Él quería ganar dinero fácil y rápido, y las cosas en este mundo no funcionan así

- ¿en qué mundo exactamente? - Miriam se mordía el labio nervioso

- Poco a poco mimi, necesito que escuches todo- la granadina asentía- Digamos que intentó sobrepasar ciertos límites muchas veces, y tuvimos que frenarlo, entonces decidió hacer las cosas un poco por su cuenta, a mí no me pareció mal, estaba bien que él se arriesgara y probara, si creía que las cosas iban a funcionar mejor a su modo, que lo hiciera. Después de un tiempo volvió, no le iba mal, pero sabía que estando entre nosotros, le podía ir mucho mejor. Él tiene su empresa, y yo tengo las mías, somos socios en una especie de cooperativa de transporte. Algunos de los contenedores que utilizamos son suyos, aunque la mayoría son míos, prefiero tenerlos a ellos cerca, porque así controlan las cosas desde cerca, yo, aunque quiera no tengo tiempo para hacerlo. Ahora viene lo complicado. Mimi...no puedo explicarte cual es este mundo, y antes de que me digas nada, quiero que lo entiendas, si te lo explico, te implicó. Es mucho mejor para ti que no sepas nada, porque de ese modo nunca podrán sacarte nada

- ¿pero sacarme que Miriam? ¿tienes miedo de que se lo cuente a alguien? - Miriam negaba con la cabeza

- No mimi, confió en ti, y si se tratara de confianza, te habría dejado encantada quedarte en aquella comida, pero no se trata de eso. Hay gente peligrosa detrás de esto, hay mucho, mucho dinero puesto en estos negocios, y la gente mata por dinero, eso deberías saberlo. ¿nunca te ha extrañado que tenga escolta personal? intento jugármela lo menos posible, esta gente no se anda con tonterías, y yo tampoco mimi. Por eso necesito mantenerte lejos de esto, porque a mi hoy por hoy las cosas me van bien, pero esto es como caminar sobre una cuerda a miles de kilómetros de altura, un paso mal dado, y se acabó todo. Y cuando digo todo es todo, y por supuesto no quiero que, si eso pasa, en mi todo, vayas tu incluida.

- Miriam, no sé si me está gustando todo esto. Sé que tienes mucho dinero, y creía que tu escolta era por una cuestión de resguardar tu imagen personal, pero no porque tu vida tuviera que ver con negocios distintos

- A ver mimi, tranquila ¿vale? Claro que necesito guardar mi imagen personal, pero porque desde que empecé en el mundo empresarial, todos intentan sacar basura de mí, para tirar por tierra mi trabajo, y si mimi, hay cosas de mi de las que no estoy orgullosa, pero todos los clubs que ves, las empresas de mi padre, las mías, prácticamente todo, lo he levantado yo solita, y no quiero que eso se vea manchado por las criticas de 4 envidiosos, entiéndeme. - Miriam notaba que mimi estaba tensa, y lo entendía, pero no podía darle más información, no podía arriesgarla a ella. - ¿qué tal si vamos a dentro y cogemos otra cerveza, te fumas un cigarro y te acabo de contar? - mimi asentía saliendo ya de aquella piscina, estaba anocheciendo y aunque allí nunca hacia frio, estaban lo suficientemente cansadas como para querer sentarse tranquilamente.

Entraron en la casa, y después de cambiarse y con una camiseta larga puesta, por parte de mimi, y unos pequeños shorts que llevaba Miriam, se sentaron en el sofá. Miriam se había servido un vaso de whisky y mimi había preferido otra cerveza. En el transcurso habían traído la cena, así que Miriam la había extendido en la mesa del salón.

- ¿quieres?... no se ¿prefieres preguntarme tú algo o te sigo contando?

- Prefiero que termines y después preguntarte lo que crea necesario- Miriam agachaba la mirada, ella también estaba nerviosa, no podía evitarlo, sentía que se jugaba mucho, si en cuanto terminara de hablar mimi cogía las cosas y se iba, no sabía cómo iba a gestionarlo, no ahora que empezaba a entender lo que sentía por ella.

- Esta bien, te contare todo; Mis padres tienen dos empresas, una está dedicada a la gestión y supervisión de más de la mitad de las granjas de Galicia. Y la otra, es una empresa de aluminios, proporcionan material a muchas otras empresas. Me he criado fuera de España, cuando era pequeña mis padres me enviaron a estudiar, como habían hecho antes con Efrén, así que me pasé mi vida, de residencia en residencia, cuando creía que tenía una amiga, o se iba ella, o yo tenía que irme a otra ciudad, hasta que simplemente dejé de intentar hacer tener relaciones personales con la gente. Veía a mis padres un par de veces al año, cuando ellos podían visitarme, y a veces en navidad, era yo quien volvía, pero pocas veces. A Efrén lo veía algo más, porque decidí estudiar lo mismo que él y algún que otro año coincidimos en alguna residencia, poco, porque siempre era su último año y él también estudiaba muchísimo. Me enteré de que mis padres habían adoptado a una niña, cuando tenía 12 años, al principio me costó entenderlo, porque ella si tenía derecho a disfrutar de su compañía ¿porque a mí me la habían robado tanto tiempo? Supongo que de alguna manera la envidiaba, no era una envidia con maldad, era una niña y necesitaba el afecto de alguien, solo eso- mimi podía ver lo que le estaba costando a Miriam esto así que no pretendía interrumpirla, Miriam le estaba abriendo su corazón, y eso era impagable- Efrén volvió a Madrid a estudiar y se fue a vivir con ella, pasados los años yo termine mis estudios, era la mejor en mi promoción y muchas empresas querían que hiciera las practicas con ellos, pero yo tenía claro que iba a sacar las empresas de mi familia a flote, que por aquel entonces no estaban demasiado bien. Así que esa navidad volví a casa, y por fin la conocí. Supongo que yo ya llevaba demasiado tiempo sola, y me había convertido en esto, en lo que soy hoy, y a ella le costó entender que fuera tan fría, creo que alguna vez se culpó, pero acabó comprendiéndolo, y yo terminé por encariñarme de ella, y a día de hoy la quiero igual que quiero a Efrén, es mi hermana.

- ¿Aitana no? - ostia es que mimi estaba medio emocionada con la historia, se suponía que eso no debía saberlo, se lo había contado Ricky, pero era un secreto. Miriam se giró sorprendida hacia ella, que no sabía dónde meterse, pero para su suerte, la gallega Ni siquiera le preguntó

- Si, Aitana. Por eso confió tanto en ella, tengo a mis hermanos al frente de los clubs, y en el de valencia a una prima mía que se llama Nerea, es la mejor manera de asegurarme que siempre estarán bien. Bueno supongo que fueron pasando los meses, y cuando las empresas de mis padres sacaban los suficientes beneficios, decidí lanzarme yo, ellos me dejaron el dinero y monté dos pequeñas empresas. Una dedicada al transporte y la otra a asesorar empresas. Eran muy pequeñas, pero claro mi nombre empezaba a sonar, por la rapidez con la que las empresas de mis padres habían triplicado sus beneficios, y la gente empezaba a hacer preguntas, me invitaban a algunas fiestas o reuniones, y a mí me convenía , porque tener buenos contactos era importante, un día en una de esas fiestas la conocí- mimi la miraba intrigada, no podía apartar los ojos de ella, aunque Miriam tenía su vista clavada al frente- Se llamaba Noemí, ella me enseñó todo lo que sé hoy, me introdujo en este mundo, yo era más inexperta, vi un dinero fácil de conseguir y entendí que con cerrar un par de negocios, habría sacado el dinero suficiente para ayudar a mis empresas. Comencé trabajando con ella, codo a codo, hasta que ella misma me animó a montar algo yo sola, y lo hice, conocía a muchísima gente de ese mundo porque ella me los había presentado, y no tuve problemas en comenzar en el negocio, claro que las cuentas subían, y empecé a montar los clubs, eran sitios donde a la gente que se movía en mis negocios le gustaba estar, y bueno digamos que a nivel fiscal a mí me convenía tenerlos. Primero el de Madrid, después en Valencia, y ahora en Barcelona. Llegó un momento en el que ni yo misma podía contar el dinero que tenía, pero no podía salir de este mundo, ya no, una vez que estas dentro es muy difícil deshacerte de eso para siempre. Supongo que ya no trabajo tanto como antes en esto, pero lo mantengo. Por lo que pueda pasar. He visto muchas cosas mimi, cosas muy jodidas de ver, y eso me hizo todavía más fría de lo que era. Hasta que llegaste tú- Miriam se giraba ahora sí, para mirarla a los ojos- y no sé qué coño hiciste, no lo entiendo, pero de repente todo ese frío es calor, y por primera vez tengo miedo, tengo miedo a que te hagan daño, claro, pero también me tengo miedo a mí misma. Nunca he querido a nadie mimi, no así, no de esta manera, y me asusto a mí misma cuando me siento celosa, o cuando noto que estoy sonriendo de la nada, porque resulta que estoy pensando en ti. ¿Me da miedo querer, aunque pueda sonar la gilipollez más grande del mundo? Pues sí, y mimi contigo la vida es un puto acantilado, es imposible frenar por mucho que lo intente, voy cuesta abajo, y ni tengo frenos, y ni siquiera sé si los quiero. Eso haces en mi Miriam doblas, haces que pierda todos mis putos puntos cardinales, y ya no sé dónde está el norte, ni el este ni el oeste, pero creo que me da igual, porque ahora solo me interesa donde está el sur, porque si no estás tú, aquí todo me recuerda a ti, y supongo que no hay una manera más bonita de echarte de menos, que buscarte en todo lo que me rodea ¿no? Esto soy yo mimi, y ahora tienes dos opciones, o escaparte corriendo, que lo entendería, o quedarte a jodernos un poquito la vida, pero juntas, que no sé si es mejor, pero si más bonito. 



Espero que este capitulo os guste, igual se os hace un poco rollo, pero esta es miriam, un poco de miriam. Dejarme opiniones porfa, que este capitulo me daba un poco de nervios saber si os iba a gustar o no. Gracias por leer y por el apoto, aqui y en twitter, sois lo mas 

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