La hija de mis padrinos.|Camr...

By lil_p3c4s_

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Se conocen de toda la vida pero cuando crecen comienzan a verse con otros ojos. More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capíulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40

Capítulo 29

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By lil_p3c4s_

Narra Lauren:

Camila se acomodó en mi pecho y conversabamos vagamente. Amaba conversar con ella antes de dormir.

Cuando dejé de recibir sus respuestas me percaté de que mi prometida dormía serena sobre mi pecho.

Suspiré soltando mi aire contenido, acaricie su espalda mientras mi mirada se posaba en los párpados cerrados de mi futura esposa.

Una idea cruzó mi mente haciéndome sonreír enormemente.
Camila no tenía argolla de compromiso, pues, ella fue quién me pidió ser su esposa.

Yo quería que ella también tuviera una argolla en su dedo que advierta a cualquier ser que quisiera pasarse de listo con mi princesa, además también quería pedirle matrimonio.

Mañana era sábado, día libre de ambas, lo que me permitirá ir temprano a una joyería para conseguir el más hermoso y único anillo merecedor para la madre de mis hijos.

Me acerqué al rostro de Camila y dejé un suave beso en su frente.

-Buenas noches, Princesa.

Susurré en su oído y me acomodé mejor en la almohada para dormir.

*

Los rayos de luz que atravezaban la ventana fueron los responsables de mi despertar.

Arrugé mi nariz ante la molestia y maldije internamente por no haber cerrado las cortinas la noche anterior.

Con mi mano recorrí la cama en busca de Camila pero no la encontré.

La pereza pudo más que yo por lo que me quedé en la cama un ratito más.

-Tu mami es una dormilona.

Sentí a Camila incorporarse a mi lado mientras hablaba con nuestro pequeño.

Los degados dedos de Camila acariciaron mis mejillas y no pude contener la inmensa sonrisa que se plasmó en mi rostro.

-Con que estabas despierta, Jauregui.

Me recriminó y solté una risa para luego abrir los ojos lentamente.

-Buenos días, cariño.

La saludé y me levanté estirandome.

-Buenos días, mi amor.

Me acerqué y dejé un corto beso en sus labios haciéndonos sonreír a ambas.

-¿Cómo está mi pequeño?

Pregunté con emoción agudizando mi voz.

Subí el pijama de Camila dejando descubierto su abdomen, me acerqué y dejé múltiples besos en el lugar.

Camila soltó risitas haciéndome reír junto a ella.

-Ouh, tendré que salir un ratito, mi amor.

Le informé a Camila que me miró con su ceño fruncido.

-Volveré muy pronto.

Sonreí y besé sus rosadas mejillas.

-Espero y así sea.

Camila estiró sus labios y con ternura me acerqué a depositarle un suave beso.

-Mmm, te amo.

Le dije mientras mordía mi labio inferior.

-También yo, amor.

Sonreímos y me levanté rápidamente para alistarme.

Me metí al baño y me dí una rápida ducha.

Como no tenía trabajo, decidí vestirme con unos jeans negros y una polera de nirvana.

Al salir, me encontré con la cama estirada y perfectamente acomodada.

Negué con la cabeza y fui a buscar a Camila.

-Camz, procura no hacer tantos esfuerzos, pueden dañar al bebé.

Me acerqué a ella rodeando su cintura con mis brazos y besé su cuello.

-Eres una exagerada, Laur.

Rió en mi cuello.

-Eso no es cierto, solo los protejo.

Colé mi mano por debajo de la blusa que traía acariciando con suavidad.

-Oh, Lauren. Tus manos son tan suaves.

Gimoteó Camila haciéndome reír.

Besé su mejilla sonoramente para separarme.

-Me voy.

Dije y tomé una manzana para el camino.

-Cuídate, princesa. No hagas mucho esfuerzo ¿Okey?, volveré pronto. Los amo con mi vida.

Me despedí y Camila se acercó a mí para besarme profundamente.

-Ouh, que delicia.

Dije sugestivamente mientras mordía mi labio.

Escuché la armoniosa risa del amor de mi vida y salí de casa.

Abrí la puerta de mi auto y arranqué con destino al centro comercial.

Mientras manejaba comía de la manzana que había traído para la ocasión.

Frené en un semáforo y el pitido de mi celular me desconcertó.

Camila me estaba llamando y mis sentidos se alarmaron.

Contesté de inmediato poniendo manos libres.

-¿Pasó algo, Camz?

Dije preocupadísima.

-Te extraño mucho, mi amor. Vuelve ya.

Solté todo el aire que había contenido y solté una risa nerviosa.

-Me asustaste, bebé.

Confesé sintiendo mi corazón aún bombear con fuerza.

-Perdón por llamarte así pero es que quería escuchar tu voz.

-Awwww.

Chillé con ternura.

-Te amo, mi amor. Me apresuraré para  estar pegadita a tí.

Dije sintiendo una calidez en el corazón que me hacía muy feliz.

Mi morena prometida suspiró y yo sonreí.

-Tengo que cortar, bebé. Ya estoy por llegar al centro comercial. Hablamos.

-Está bien. Cuídate, Laur. Te amo.

-Te amo.

Lancé un beso al teléfono y corté la llamada.

Suspiré como total enamorada, porque lo estaba por completo.

Estacioné en el inmenso estacionamiento que, por suerte, no estaba lleno como de costumbre.

Bajé del auto y me aseguré de haberlo cerrado bien para luego caminar hasta el ascensor.

Me metí dentro y en un par de minutos ya estaba en el piso que deseaba.

Caminé apresuradamente hasta la joyería para buscar el mejor anillo de compromiso que pudiera existir.

-Buenos días.

Saludé a penas entré.

-Oh, Buenos días, dama.

Dijo el que atendía en dicha joyería.

Me acerqué al mostrador para pedir lo que compraría.

-Muéstreme el mejor anillo de compromiso que tenga.

Dije segura de mí misma.

El hombre mayor sonrió y me miró para luego preguntar.

-¿Cuál es su presupuesto?

-Eso es lo de menos, solo muéstreme el mejor.

Buscó entre las bitrinas para luego acercarme una cajita.

La destapó y pude jurar que el accesorio tenía luz propia. Era un precioso anillo de oro blanco cubierto con pequeños diamantes a su alrrededor acompanados de trozitos de esmeraldas.

Era realmente precioso.

-Lo compro.

Dije sin titubeos y el hombre sorprendido preguntó.

-¿Está segura? Son novecientos dolares.

-Estoy segura, gracias.

Le dí una pequeña sonrisa y le extendí mi tarjeta de crédito.

-Ella es especial ¿cierto?

Preguntó el hombre mientras hacía el papeleo.

-Uh, usted no se la imaginará. Es perfecta.

Comenté orgullosa de mi morena.

-Realmente te felicito. Espero seas muy feliz. Cuando los jóvenes se casan, suelen cansarse muy pronto. Espero no suceda contigo.

-Le garantizo que eso no sucederá, realmente es el amor de mi vida.

Aseguré sonriendo.

-Me alegra escuchar eso.

Dijo para tenderme la tarjeta seguida de la cajita que contenía el anillo.

-Muchas gracias. Hasta pronto.

Me despedí.

-Gracias a tí. Cuida mucho a tu media naranja.

Sonreí ante eso y agité mi mano mientras salía de la tienda.

Me encaminé hacia la florería para buscar el arreglo que había encargado para Camila.

-Buenos días.

Saludé y una señora mayor levantó su mirada hacia mí.

-Buenos días, muchacha.

-Vengo por el encargo. Soy Lauren Jauregui.

-Ah, sí, sí. Está listo. Quedó precioso.

Comentó mientras sacaba el ramo de una estantería.

Era sin dudas un ramo precioso.

Estaba adornado con rosas de varios colores y lazos rojos alrededor.

-Tiene razón, es precioso, gracias.

-No hay de qué, muchacha. Ojalá lo disfrute.

-A mi prometida le encantará, gracias.

Saqué mi billetera y le entregué el dinero en efectivo.

-Gracias, muchacha. Tu prometida tiene suerte.

-Oh, yo soy la afortunada.

Sonreí.

-Hasta luego.

Me despedí saliendo de la florería.

Lo único que me faltaba ahora, era una sorpresa para mi pequeño.

La tienda de bebés era mi próximo destino.

Caminé y entré.

Tras quince minutos ya salía de la tienda con lo que había comprado.

Llamé a mi hermosa morena, porque la extrañaba demasiado.

-Hola, mi amor.

Me saludó a penas contestó.

-Hey, bebé. Ya terminé, voy para allá.

Dije sonriente mientras bajaba el ascensor.

-¿En serio? Dios, qué bueno.

Me reí ante su emoción.

-No hagas mucho esfuerzo, recuerda.

Le recordé y pude jurar que rodó los ojos como siempre hacía.

-Estoy preparando el almuerzo, ya sabes, me encanta cocinarte. De verdad que no es mucho esfuerzo, estamos bien.

Sonreí ante eso.

-Okey, mi amor. Voy en camino, Te amo.

Dije para subir al auto.

-Te amo mucho, maneja con cuidado.

Lancé un beso y corté la llamada.






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