Mío [Entrégate, Libro 2]

By AllisonScarwell

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¿Por qué quien dijo que después del "felices por siempre" habría paz? More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo Final
Epílogo

Capítulo 31

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By AllisonScarwell

El piso de roble oscuro y pulido era un contraste persistente contra los colores de las fotografías. Solo eran cuatro, pero una de ellas parecía demasiado vieja. Como si fuese el libro favorito de alguien, el libro que ha sido ojeado muchas veces y por lo cual las paginas se han estropeado con el uso.

Ethan se inclinó para recogerlas y las observo. En realidad, solo observo una. La que más llamaba su atención en ese momento. Era la misma foto vieja y amarillenta que había comparado con un libro antiguo. El color en ella estaba un poco gastado, tal vez por los años, pero aun así no estropeaba la belleza de la imagen impresa en esta. La fotografía era de una bailarina. Su brazo estaba alzando en el aire en una posición suave, y su cabeza estaba echada hacia atrás, mirando al cielo. Su cabello dorado caía en suaves ondas como una cascada sobre su espalda por la posición de su cabeza. Su otro brazo estaba extendido hacia atrás y sus piernas estaban ligeramente separadas mientras ella se sostenía de puntillas en unas zapatillas de ballet. También tenía puesto un tutú rosa y una blusa con pequeñas flores del mismo color, o al menos parecían de algún tipo de tono de color rosa, ya que con el desgaste de la tinta en la imagen, bien podría ser casi blanco.

A juzgar por el fondo de la foto, esta había sido tomada dentro de un salón, probablemente un salón de ballet, Ethan no podría saberlo, nunca había estado dentro de uno, pero imaginaba que así es como lucían, porque ¿Dónde más podría haber sido tomada la fotografía de una bailarina?

Y, a pesar de que la fotografía había sido tomada en un ángulo solo de perfil, Ethan no podía negar que la mujer era hermosa, sin dudas. Aunque había algo vagamente familiar en ella, no en su rostro, no en su cabello, sino en esa pose precisamente. Entonces la realidad se estrelló contra él en un segundo, tan rápido e inesperado como cuando un rayo golpea la tierra y hace brillar todo por un pequeño momento convirtiendo la noche en día.

Él alzo la vista para mirar la estatua de la bailarina, —el bien más preciado— de Thomas. Y después volvió a mirar la vieja fotografía. La pose era la misma, ella tenía el mismo tutú, e incluso las flores en su blusa habían sido colocadas con delicadeza en la estatua. Demonios, incluso su cara tenia esos mismos rasgos delicados que en la fotografía. Era casi como una muñeca de cera, tan delicada y absurdamente real. Solo que esta no había sido tallada en la cera suave y moldeable, sino en el bronce duro y rígido. Y aun así, el artista había hecho realmente algo maravilloso con el material.

Ethan estaba sorprendido, ¿Por qué nunca había notado antes lo hermosa que era esa figura de bronce?

— Es mi madre, —dijo una voz, que casi no reconoció. Ethan arranco su mirada de la estatua de la bailarina, para encontrarse con la de Thomas al otro lado de la habitación. Los ojos azules del hombre estaban tormentosos, como el mar embravecido anunciando una furiosa tormenta.

Ethan se estremeció internamente. El tono de voz de Thomas era uno que nunca antes había escuchado. No parecía molesto, más bien, era un tono derrotado, lleno de resignación. Ethan miro la foto que todavía sostenía en sus manos, admirando la belleza en ella con nuevos ojos, a pesar de estar tan estropeada.

— Ella es muy bonita, —por fin logro decir, tragando el repentino nudo que se había alojado en su garganta. Sé sentía un poco avergonzado por tomar las fotos de Thomas sin su consentimiento, ya que parecía ser algo que el hombre todavía no estaba listo para llevar ante él, pero en defensa de Ethan, él no sabía lo que contenía la carpeta, y sobre todo no sabía que las fotos traerían este estado lúgubre sobre Thomas.

Él se acercó a Ethan, acortando la distancia con sus largas piernas hasta tomar la foto que sostenía. Thomas pasó un pulgar suavemente a través del maltratado material y sonrió melancólicamente.

— Sí, lo es. —respondió en tono, casi nostálgico.

— Ella también es tu estatua, —Ethan dijo lo obvio, tratando de sacar un poco más de información de su novio.

Thomas separo sus ojos de la fotografía y conecto su mirada con la de Ethan.

— Lo es. —afirmo, nuevamente. Las respuestas cortas del hombre estaban volviendo un poco loco a Ethan, no era propio de Thomas dar respuestas cortas y evasivas.

— ¿Quieres contarme acerca de ella? —pregunto, intentando sacar a Thomas de ese estado lúgubre que había caído sobre sus hombros y rostro hermoso.

Thomas se encogió de hombros, indiferente. Observo la fotografía de nuevo, antes de volver a mirar a Ethan.

— No realmente, no hay mucho que contar acerca de ella.

Ethan no quería presionar, pero el resto de las fotografías prácticamente quemaban en sus manos como carbón encendido, llenando su cabeza de preguntas. Preguntas de las cuales quizás no obtendría una respuesta.

— Me gustaría escuchar lo poco, —murmuro, fijando sus ojos en Thomas—. Si quieres contármelo.

Los labios de Thomas se apretaron en una delgada línea, antes de que una mano barriera su rostro.

— ¿Crees que esto es relevante? —pregunto Thomas, un poco frustrado.

Las cejas de Ethan se arquearon sorprendidas por un segundo por el repentino cambio de humor de su novio.

— Es tu madre, Thomas. ¿Por qué no debería ser relevante? —Ethan trato de ser racional.

— Quizás porque nunca estuvo ahí para ser mi madre, —gruño él, — porque me abandono incluso antes de que pudiera generar recuerdos solidos acerca de quién era, todo recuerdo que tengo acerca de ella, ni siquiera sé si es real o maquinado por mi imaginación. No importa.

— Pero aun así tienes fotos de ella, —dijo Ethan, intentando no sonar acusador—. Y es obvio que te importa, porque tienes una estatua de ella, que por cierto amas. —Murmuro, antes de echar un vistazo rápido al resto de las fotografías que tenía en sus manos—. Y estas fotos no parecen tan viejas. —concluyo frunciendo el ceño a ellas, totalmente sorprendido.

En dos de ellas aparecía la misma mujer, en una estaba sola, y parecía un poco más mayor. En la otra sostenía en brazos a una niña. La cara de la pequeña no se veía, debido a que la estaba sosteniendo de espaldas. Solo su cabello rubio oscuro las familiarizaba. La cuarta fotografía era una versión joven de la mujer nuevamente, físicamente parecida a ella, pero no lo suficiente para confundirla y creer que eran la misma persona.

— No importa. —murmuro Thomas, colocando la fotografía dentro de la carpeta marrón.

— Thomas... —Ethan, suspiro.

— Dije que no importa, Ethan.

Él amaba a ese hombre más que nadie ni nada en la tierra, pero si Thomas volvía a decir, "no importa" una vez más, Ethan iba a perder la paciencia. Él tiro las fotos sobre la carpeta, decidido a no dejar caer el tema.

— ¿Sabes que cada vez que me dices, "no importa" es obvio que lo hace y solo estas buscando una salida para dejar caer el tema? —Ethan se acercó y encerró el rostro de Thomas en sus manos obligándolo a mirarlo, — Thomas, este es un elefante blanco que no vamos a poder esconder debajo de la alfombra para siempre, cariño. Ha estado con nosotros desde la entrevista con Richard. Habla conmigo, ¿por favor? —suplico.

Thomas suspiro suavemente, antes de apoyar su frente contra la de su amante, sus manos acariciando lentamente los costados de Ethan.

— Deja el pasado donde está, Ethan. No es algo que quiera desenterrar ahora mismo. Ya sabes lo que dicen, pensar en tu pasado solo refleja lo infeliz que eres en tu presente. —las manos de Thomas se apretaron alrededor de Ethan hasta acercarlo completamente a él, pecho contra pecho, cada parte de sus cuerpos unida. Los ojos verdes y astutos de Ethan lo miraron por un segundo antes de responder;

— Muéstrame tu pasado, por favor, Thomas. Te mostré el mío pensando que vas a ser mi futuro. ¿No crees que nos merezcamos eso?

Thomas trato de reprimir un suspiro indulgente, pero no pudo. Le daría a Ethan cualquier cosa y completamente todo. No habría nada que no le daría al hombre, y justo ahora, él quería saber acerca de esas fotografías, y Dios, Thomas estaría condenado si no le daba al hombre lo que quería. No después de esa maldita frase, Ethan sería su futuro, de eso estaba seguro.

— Deberías saberlo. Deberías saberlo todo.

— ¿Me lo contarás?

— Bien. —acepto con derrota.

La sonrisa en los labios de Ethan creció hasta convertirse en una fuerte y radiante sonrisa, se inclinó sobre los labios de Thomas y lo beso suavemente.

— Gracias.

Él tomo la carpeta y las fotos del escritorio y después tomo la mano de Ethan y lo guio al sofá de cuero de la habitación. Thomas no pudo evitar el recuerdo de la primera vez que había estado con Ethan en ese sillón. El recuerdo de haberlo besado por primera vez después de cinco largos años aún estaba impreso en su memoria. Había bebido de la boca del hombre como si fuese un oasis en el desierto. Lo había aterrado la intensidad con la que aún lo deseaba después de todo ese tiempo. La parte más aterradora de todo, es que ahora que tenía al hombre no podía tener suficiente de él. Y cada vez que lo tocaba era como si una chispa se encendiera dentro de él dando paso al fuego que lo consumía todo.

Y ahora, estaba a punto de mostrarle una parte de él que no le había mostrado nunca a nadie. Una parte que él había pensado que había enterrado para siempre, pero no había sido así. Algunas veces era malo escapar de los recuerdos. Nunca se debe escapar de los recuerdos. Porque cuando vuelven, regresan con la fuerza de una manada de caballos salvajes y te patean el alma.

— ¿Thomas? —pregunto Ethan finalmente, sacando a Thomas de sus recuerdos, recordándole que tomara aliento porque se estaba mareando.

— Lo siento, —murmuro, mirando la carpeta marrón en sus manos, no sabiendo por donde iniciar. Él trago antes de hablar. — Hace un par de meses, contrate a alguien para investigar acerca de mi madre, —comenzó, aun mirando la carpeta, no podía mirar a Ethan, no quería ver el juicio en los ojos del hombre, no sabía porque se sentía tan patético en esos momentos—. En realidad lo único que me importaba es saber si estaba viva o que había pasado con ella. —Thomas se rio sin humor—. En realidad no sabía porque quería saber acerca de ella, si es bastante obvio que ella no quería saber de mí. —él se encogió de hombros y una mano cálida lo acaricio suavemente en la espalda.

La mirada de Thomas se alzó para encontrarse con la de su amante, y donde Thomas esperaba ver presunción, encontró simpatía. Él se inclinó contra el toque de Ethan, hasta que de alguna forma, se había acomodado en el cuerpo de Ethan, entre sus piernas y con su espalda pegada al pecho del hombre, y su cabeza apoyada en el hueco del cuello de su novio, y los brazos de Ethan alrededor de él. Thomas nunca se había sentido tan seguro en toda su vida.

Ethan beso un lado de su cabeza suavemente, antes de decir;

— Continua. —su voz era suave e incito a Thomas a derramar todos sus secretos.

Thomas carraspeo nuevamente, alejando el bulto de sentimientos confusos en su garganta.

— No sabía que es lo que iba a encontrar en la información que el investigador me dio, pero estuve semanas dando vueltas a través de la información antes de reunir coraje y leerla. Al parecer ella aún está viva, y reside en la ciudad. Al parecer también tengo una hermana, o media hermana. No lo sé, él no pudo encontrar información sobre eso. Ella nunca se volvió a casar, entonces es un poco difícil saber si somos cien por ciento hermanos.

— ¿Alguna vez has pensado en contactarlas? —pregunto Ethan, apoyando su nariz en el cabello suave de Thomas y aspirando el olor del hombre.

— Lo pensé alguna vez, no voy a mentirte. —acepto.

— ¿Qué paso? ¿Por qué no lo hiciste?

— John Wilson decidió que necesitaba un asesor de imagen, —murmuro. Ethan casi podía escuchar la sonrisa en la voz de Thomas—. Entonces apareciste y no pude concentrarme en otra cosa que no fuera tenerte conmigo.

Ethan sonrió, y coloco un beso en la cabeza de Thomas.

— ¿Por qué no lo haces ahora? —pregunto suavemente, de la misma forma en la que le propones algo a un niño asustado.

— Algunas veces, llegas a un momento de tu vida en el que deseas tanto algo que trasciende todo lo que alguna vez has querido, y eso te golpea como la parte delantera de un tren que se mueve a toda velocidad, y eso te hace querer ir más lento y apreciar lo que tienes. —Thomas alzo su mirada hasta encontrarse con los ojos verdes de Ethan. — Eres quien me hizo querer frenar, y pensar en un futuro. No puedo pensar en una sola cosa bajo el sol que me haga más feliz que tú. Eres la única persona que siempre logra mejorar mi día, no necesito a nadie más.

Una mano, se deslizo por la mandíbula de Thomas, y Ethan lo acerco para besarlo en los labios. Thomas giro sobre él tan rápido como una flecha, cubriendo el cuerpo de Ethan con el suyo, pecho contra pecho, moviendo sus rodillas debajo de los muslos de Ethan, haciéndose espacio en el sofá, tirando de Ethan hacia abajo para dejar su espalda plana contra el cuero del sofá. Ethan soltó una pequeña risa por el modo rudo y desesperado en el que Thomas lo estaba tratando.

— Aun no terminamos de hablar, —se quejó Ethan, cuando Thomas comenzó a lamer y besar su cuello en forma lenta y gradual.

— Dejemos la charla para más tarde, te necesito ahora. —protesto. Había estado lejos de Ethan por el tiempo suficiente, y lo único que quería cuando llegara a casa era ver a Ethan y tener sexo. Bien, quizás ya había estado dentro del hombre más veces de las que podía recordar desde que había llegado la noche anterior, pero aún no podía obtener suficiente de él. Nunca podría, parecía que cada vez que tocaba al hombre se hundía más en él. Ethan era como arenas movedizas. O una poderosa adicción.

— No tenemos condones, —le recordó Ethan, una de las manos del hombre estaba enterrada en su cabello y otra bajo la camiseta de Thomas. Para ser alguien que estaba disfrutando desmesuradamente de su toque, también protestaba demasiado.

— No los necesitamos, —murmuro Thomas, mordiendo la parte sensible del cuello de su amante. Ethan gimió, retorciéndose debajo de él. Metió la mano más profundamente debajo de la camiseta de Thomas, arrastrando sus dedos por sus omóplatos mientras empujaba las caderas. Thomas jadeó y empujó a su vez, el deseo fluyó entre ellos en un circuito de retroalimentación de necesidad desesperada. Thomas rodó sus caderas para aumentar la fricción. Eran como adolescentes robando un momento que no se podía posponer un segundo más.

Y probablemente así era, porque un segundo después el susurro de Ethan fue casi como un grito en el silencio de la habitación.

— Detente. —murmuro.

¿Detenerse? Thomas no podía encontrar un significado para esa palabra dentro de su cebero. No recordaba haber escuchado salir esa palabra de los labios de Ethan nunca antes. Al menos no durante el sexo. Sin embargo lo hizo, se detuvo a pesar de las protestas de su pene aun preso dentro de sus vaqueros.

— ¿Qué sucede? —pregunto, casi inocentemente.

Ethan le envió una mirada de reproche.

— Sabes que sucede, no podemos escondernos debajo de la manta del sexo todo el tiempo. Necesitamos limpiar los aires aquí, antes de poder tener relaciones sexuales.

Thomas le miró fijamente por un momento, tratando de decidir cómo responder a eso. Todavía estaba distraído por la proximidad del hombre y por la forma en que olía.

— Bien, terminemos con la inquisición para que pueda tenerte. —murmuro frustrado. Su sonrisa se suavizó y enterró la nariz en el cuello de Ethan.

Ethan comenzó a reír y le dio un par de golpecitos, indicándole que se bajara de él para poder hablar. Él no quería seguir pinchando uno de los puntos claramente débiles de Thomas, pero no podía agregarlo a la lista de cosas por hacer, necesitaban sacudir un poco el polvo de esta situación.

Cuando Thomas se sentó nuevamente al otro lado del sofá, Ethan lo miro por un segundo, preguntándose si esta sería una charla que pesaría en Thomas con fuerza.

— ¿Estás seguro que no quieres saber nada de ellas? Ya sabes... ¿reunirte con ellas alguna vez?

— Sí, estoy bastante seguro. —respondió Thomas, rápidamente haciendo un gesto frustrado con la mano. Ethan lo miro por un largo segundo.

— Eres el peor mentiroso en la historia de los malos mentirosos. —gruño, Ethan se rio en voz baja y se movió para envolver uno de sus brazos sobre los anchos hombros de Thomas, y el otro alrededor de su pecho, asegurando su abrazo en un agarre con sus dedos. Thomas sonrió casi tímidamente. — ¿No crees que tu madre merece un segundo pensamiento? ¿Una segunda oportunidad?

— Algunas personas no merecen segundas oportunidades, Ethan.

— Nosotros la tuvimos, y valió la pena. —contraataco Ethan, siendo la voz de la razón como siempre. Thomas no podía discutir contra ese argumento.

— Joder, Ethan. —declaro, exasperado. — ¿Qué es lo que quieres que haga?

— Quiero que te preguntes a ti mismo si realmente quieres vivir toda tu vida con la inquietud de saber que pudiste conocer a tu madre y tu hermana, pero no lo hiciste porque creo que estas demasiado asustado para admitirlo. Hay tantos caminos en la vida. Algunos los elegimos, y algunos son elegidos para nosotros. Confió en que elijas el correcto para ti. —murmuro Ethan, besando delicadamente el hombro de Thomas.

Él alzo una de sus manos y barrio su nariz y labios con ella, después se acarició la barbilla, con aspecto pensativo mientras miraba la alfombra bajo la pequeña mesa de café, totalmente perdido en sus pensamientos.

— Bien, lo haré. Cuando la liga tenga esa semana de vacaciones. Antes de acción de gracias, me reuniré con ellas, —murmuro en derrota, pero su corazón estaba seguro de las palabras dichas. — Pero lo haré solo si estás ahí conmigo, necesito que me acompañes.

Ethan asintió y miró a Thomas, él tenía la mandíbula apretada en una línea dura, sus ojos color azul con pequeñas motitas plata brillaban.

— Sabes que yo iría contigo a cualquier lugar, —dijo Ethan totalmente serio— Incluso aunque sea directamente a las puertas del mismo infierno, iría contigo de la mano.

Thomas pasó las yemas de sus dedos por la mejilla de Ethan y le miró, disfrutando de la sensación de su corazón acelerado y las mariposas en el estómago cuando se dio cuenta, de nuevo, de lo mucho que amaba al hombre junto a él.

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