Narra Lauren:
Hace cuatro horas que llamé a Camila y desde entonces no me ha contestado ninguna llamada. Estaba preocupadísima.
Siempre era algo difícil el estar trabajando mientras mi mente gira en torno a la latina que me vuelve loca.
Estaba organizando algunos papeles mientras revisaba en mi agenda las reuniones que tenía. Ser vicepresidenta de la empresa no era tarea sencilla, pero me encantaba serlo. Hoy había tenido unas tres reuniones y eso era todo hasta mañana. O eso era lo que pensaba.
Sentí a Lorena golpear la puerta de mi oficina y le ordené que pasara.
-Señora Jauregui, su padre me ha informado que tendrá una última reunión y necesita de su presencia.
Me informó mi secretaria, una mujer jóven de buen cuerpo y bonita cutis.
Era muy eficiente en el trabajo pero de vez en cuando intentaba pasarse de lista, cosa que no le funciona en lo absoluto, pues, mis ojos siempre serán de la morena que me espera en casa.
-Okey, ahí estaré, gracias por la información.
Le agradecí y ella se retiró.
Suspiré pesadamente. Probablemente tendría que quedarme más tarde, cosa que lamentaba profundamente. Tenía tantas ganas de tener a mi morena en brazos.
Le marqué a Camila para avisarle que llegaría un poco tarde pero no respondió. Seguramente estaba ocupada.
Le dejé un mensaje y guardé mi celular.
Tomé mi maletín y salí de mi oficina.
Piqué el botón del ascensor y me metí en él, marqué el piso de reuniones y al poco tiempo ya estaba ahí.
Arreglé mi chaqueta y dí un suave golpe en la puerta.
-Ah, Hija, te estabamos esperando.
Me saludó mi padre al abrir, dejando un casto beso en mi mejilla.
Saludé a los demás presentes y tomé asiento.
Narra Camila:
Estábamos revisando los últimos retoques del comedor y todo estaría listo.
Lauren estuvo llamándome pero preferí ignorar sus llamadas para no sonar sospechosa.
La cena se estaba preparando. Pasta con salsa blanca, la favorita de Lauren.
Todo estaba perfectamente decorado con velas arómaticas realmente agradables y rosas rojas para decorar, mientras que en la habitación todo se cubría de pétalos blancos y globos de igual color, con algunas velas, dando así un ambiente muy romántico.
Recibí otra llamada de Lauren la cual denegé y seguido de esto me entró un mensaje suyo.
Mi amor: Tengo una reunión de último momento, llegaré un poquito tarde. Cuídate mucho. Te amo <3
Suspiré, la extrañaba demasiado pero supongo que eso me dará tiempo a vestirme y arreglarme.
-De verdad muchas gracias por ayudarme, Dj. No habría terminado de no ser por tí.
Le agradecí y nos abrazamos.
-La verdad fue un verdadero gusto, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
Me sonrió y miró su celular.
-Bueno, tengo que irme, Mila -Me abrazó por última vez- Normani estará molesta si no llego a cenar.
Su cara se iluminó al hablar de la mujer que amaba y me alegraba de que fuera tan feliz con Mani, que también era muy amiga mía.
-Oh, claro, claro. Mandale mis saludos.
Llevé a Dinah hasta la puerta y la despedí otra vez hasta que se fue.
Dejé apagado el fuego de la cocina y subí al baño para arreglarme.
Me desvestí y me metí a la ducha.
Narra Lauren:
Tras dos lentas horas, la reunión terminó.
Salí disparada hacia el estacionamiento. Decidí bajar corriendo por las escaleras para no demorarme demasiado.
En el camino le marqué a Camila y luego de un rato contestó.
-Hola, mi amor.
Contestó y se escuchaban las gotas de agua en el fondo por lo que percibí que se estaba bañando.
-Voy en camino, cariño.
Sonreí y la oí suspirar lo que hizo que mi sonrisa se ensanchara.
-Oh, me alegro tanto, te extraño demasiado- Paró en seco como si ubiese recordado algo- ¡Dios mío, Lauren. Aún no estoy lista!
Exclamó con pánico por lo que reí mientras sentía como cerraba la llave del agua y salía.
-Bueno, te dejo para que termines. Nos vemos en un rato.
Iba a colgar pero escuché como murmuraba.
-Dios santo, esta mujer me va a matar.
Murmuraba y me reí causando un quejido de Camila.
-Oh, perdón, perdón. Adiós. Te amo mucho.
Fue ella quien colgó y yo seguía riendome.
Me adentré en el auto y partí.
En mi celular presioné mi playlist favorita para conducir y me dediqué a cantar todo el camino.
Veinte minutos pasaron y ya había llegado.
Estaba ansiosa de ver a mi bebé después de tantas horas.
Bajé rápidamente y tomé las llaves de la casa.
Abrí la puerta y al entrar estaba iluminado con las tenues luces de vela.
Me sorprendí al encontrar a Camila parada con un ramo de rosas frente a mí.
-Buenas tardes, mi amor.
Me saludó y no sabía si reír o llorar.
-Ay, Camz. Esto es hermoso.
Me acerqué y tomé el ramo de rosas.
-Esta vez yo te serviré. Preparé la cena.
Me miraba con esos ojos que tanto amaba. Se veía realmente hermosa.
Su cabello estaba recogido en una coleta alta con algunos mechones cayendo por su cuello. El vestido blanco que traía la hacía ver hermosísima.
-Te ves divina.
Confesé y con agilidad dejé las rosas en un florero cercano para volver con Camila.
Posé ambas manos en su cintura y la apegué a mí.
Me permití oler el exquisito aroma de su perfume mezclado con el de su shampoo.
-Tu siempre te ves divina.
Me dijo y le besé ambas mejillas.
-Te extrañé tanto, amor.
Dije y besé repetidamente sus labios.
Sentí su risa vibrar contra mis labios y me hizo sacar una gran sonrisa.
-Vamos a la mesa, bebé.
Me tomó de la mano y me llevó al comedor.
Mis pupilas se dilataron al ver semejante belleza. Todo adornado realmente precioso.
-Wow, esto-esto es increíble.
Tartamudeé y Camila se rió de mi reacción.
Nos sentamos y frente a nosotras estaban los platos que Camila había preparado.
-Por dios, te amo tanto. Y a esto también.
Dije mientras señalaba mi plato con una risa.
-Me alegra que te gustara, amor.
Dijo sonriente y tomé su mano para llevarla a mis labios y besarla con dulzura.
-Eres grandiosa, mi amor.
Tras decir eso comenzamos a comer animadamente mientras nuestra conversación sobre nuestro día nos mantenía al tanto.
Me sentía tan feliz al ser sorprendida de esta forma por mi morena, pero desconocía totalmente que este día se convertiría en el más feliz de mi vida cuando Camila interrumpió nuestra conversación.
-Amor, esto, eh...yo..yo...quería decirte que eres la mujer de mi vida, creo fielmente que contigo es con quien quiero pasar el resto de mis días, formar una familia y ser inmensamente felices.
Mientras Camila decía eso mi corazón se detuvo, el sudor me empapaba las manos y mi estómago se encogió.
-Por eso quería pedirte, si tu...tu..
Camila se levantó y sacó algo de su pequeño bolsillo. Una cajita de terciopelo que me trajo el recuerdo de cuando le pedí que fuera mi novia.
Al arrodillarse abrió la caja mostrando un hermoso anillo de oro blanco.
Un sollozo alto me rasgó la garganta y las lágrimas de felicidad no se contuvieron.
-¿Quieres casarte conmigo?
Esa frase. Se quedará en mi corazón por el resto de mis días. Esa hermosa y sincera sonrisa nerviosa creciente en sus labios la tendré en mi memoria para siempre.
Mi llanto me impedía responder pero asentí frenéticamente con la cabeza.
Se lanzó hacia mí y la levanté tomandola en brazos, me rodeó el cuello y sollozaba en él.
-Te haré tan feliz, mi vida. Te amo demasiado.
Le dije y se apretó más a mí.
-Te amo, te amo. Gracias por aceptar ser mi esposa.
Nos besamos demostrando nuestros infinitos deseos de amarnos para siempre y nos separamos.
Nos miramos fijamente por largo rato.
-Yo iba a pedírtelo, te me adelantaste, pequeña.
Tomé sus mejillas y sequé algunas de sus lágrimas.
Camila tomó mi mano y colocó el hermoso anillo.
-Te queda increíble.
Besó mi dedo y me miró. En esos ojitos veía algo más.
-Lauren, eso no es todo.
Comenzó a llorar y mi desconcierto aumentó.
Corrió al salón a buscar algo y al regresar traía una cajita en sus manos.
-Ábrela.
La tomé y mis manos temblaban.
Al abrirla lloré, lloré como nunca había llorado, pero de lo inmensamente feliz que me hacía Camila.
No me lo podía creer.
Una prueba de embarazo acompañana de un adorable zapatito de bebé.
La abracé y la levanté para girar con ella.
-¡VOY A SER MAMÁ!
Grité y Camila se reía mientras secaba sus lágrimas.
Me agaché hasta el vientre de camila y lo besé repetidas veces.
-Hola, campeón. Te amo, te amo, bebito.
Hablaba con mi hijo con una sonrisa.
Camila lloraba y acariciaba mi cabeza.
-¿Das por hecho que será un niño? Yo quiero una niña.
Dijo y la miré con un puchero.
-Será un niño, amor.
Acaricié su vientre un poquito más, con un último beso me levanté y besé la boca de mi futura esposa.
Nos continuamos besando hasta que mis pulmones exigían aire.
Al separarnos besé sus mejillas.
-No importa lo que sea. Lo amaré con mi vida entera.
Camila puso un carita adorable.
-Eres tan tierna, mi amor.
Me dijo y se abrazó a mí.