Atracción Irresistible © | EN...

By LuisianaVons

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"Todo comenzó con una mirada de esos irresistibles ojos azules" Kathleen Taylor necesita desesperadamente un... More

Atracción Irresistible
01|Los Janssen.
02|La Primera Impresión.
03|La Fiesta.
04|El Juego.
05|El Contacto.
06|El Acuerdo.
07|La Inaguración.
08|El Incidente.
09|El Segundo Incidente.
10|El Rechazo.
11|El Shot.
12|Lidiando Con Kath.
13|La Consecuencia.
14|La Cita No Cita.
15|Arcade Fire.
16| Beep.
17|Novios Falsos.
18|La Invitada.
19|Nox Proulx.
20|Película.
21|Los Bolos.
22|Secreto De Nox.
23|Cherry Girl.
24|Confesiones.
25|Mi Chica.
26|La Verdad.
27|No aún, pero lo serás.
28|No más secretos.
29|Me Gustas, K.
30|Muñeco de Azúcar
31|Rusty's.
32|Tú eres la razón.
33|Ken sigue con Barbie.
34|¿Me amarás alguna vez?
35|Juego Equivocado.
36|Ruleta Rusa. Parte I.
37|Ruleta Rusa. Parte II.
38|Noticias Inesperadas.
39|La Musa.
40|Novios Irresistibles.
41|Valentinlandia.
42|Daddy Mikhail.
43|Solo Tú.
44|Parque de Diversiones.
45| ¿Por qué no?
46|El Regalo Perfecto
48|Heridas Sin Sanar
49|Nunca es para siempre
50|Efecto Mariposa (FINAL)
Epílogo
SERIE #IRRESISTIBLE
ATRACCIÓN IRRESISTIBLE EN FÍSICO
ATRACCIÓN IRRESISTIBLE YA DISPONIBLE EN PAPEL!

47|Polaroids

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By LuisianaVons

KATHLEEN

Me fijo en la dirección de las agujetas del reloj de muñeca que se cierne alrededor de mi muñeca. Las mismas marcan la media noche. Extraigo mi teléfono de la bolsa de fiesta que he traído, para comprobar algún mensaje reciente en la bandeja de entrada. Mis dedos oscilan debido a los nervios. Necesito la aprobación de Jessica para mostrarle el regalo a Mikhail.

Corrección, mostrarle a Mikhail al regalo.

Una nueva canción aborda su curso en medio de la oscuridad y las luces fosfóricas parpadeantes. Mikhail se ha perdido junto a Des desde hace más de veinte minutos y me ha dejado plantada hasta que me salgan raíces al lado de su grupo de amigos cabezas huecas.

Miro por la comisura del globo ocular a la chica junto a mí. La reconozco. Se trata de Kiara. Ella escudriña sus alrededores pero su mirada carece de chispa, no luce radiante como generalmente luce. Me pregunto el porqué de su distancia e intriga pero cuando me decanto por abrir la boca, mi teléfono vibra entre mis dedos indicándome la entrada de un nuevo mensaje.

¡Enhorabuena!

Me levanto de la silla de plástico, estirando mis entumecidas extremidades. Intento ubicar al ojizarco de la irresistible mirada entre el tumulto de personas aglomeradas en los bordes de la alberca. Ubico su cuerpo junto a un par de chicos, el sonríe ampliamente. Ineludiblemente, mis labios se curvan en una sonrisa.

¿Por qué tienes una irresistible sonrisa, ojizarco?

No consigo comprender las cualidades, virtudes y factores a favor que desprende en un simple gesto como sonreír. Me convenzo a mí misma. Debe ser el cariño que siento por él.

Nadie es perfecto.

Mikhail no es la excepción. Sin embargo, su ser corre a la velocidad de un rayo para alcanzarla.

Sacudo la cabeza. ¡Deja de ovacionarle tanto!

La vibración de mi teléfono indicándome que debo emprender mi camino hacia Mikhail se repite una y otra vez. Jessica debe estar desesperada en que lleve al ojizarco hasta la sorpresa. Le echo una ojeada a Kiara nuevamente, y en mi mente anoto la tarea de hablar con ella más tarde.

Sintiendo la música colarse a través de mis folículos pilosos, me acerco hasta el ojizarco dando suaves zancadas y culebreando entre la multitud para llegar junto a él. Por un momento se pierde fuera del alcance de mi vista. Muevo la cabeza, buscando su mirada. Micah se cruza en mi vista, su amigo de pelo rojizo pero no encuentro al ojizarco por ningún lado.

Mis entrañas se retuercen cuando unas manos se posicionan alrededor de mis caderas sobre la delicada tela de mi vestido azulado. No consigo evitar tensarme, todo mi cuerpo se tensa: mi vientre, mis hombros e incluso mis labios.

Su cálida y húmeda respiración se expone rozando mi piel. —¿Me estabas buscando, ninfa? —musita contra el lóbulo de mi oreja. Una inexorable sonrisa se dibuja en mis labios pero no hago el más minúsculo esfuerzo en girarme. Su mano derecha se desliza paulatinamente hacia abajo. Retengo la respiración por su atrevimiento—. Ya es media noche —me recuerda en un susurro áspero—. ¿Me darás mi regalo ahora o prefieres que lo tome yo mismo? ¿Huh? —sus manos aprietan la parte baja de mi espalda, unos centímetros por encima de mis glúteos. Puedo imaginar la sonrisa socarrona que se ha plasmado en sus delicados labios.

—¿Cuál piensas que es el regalo que tengo para ti? —curioseo. Mikhail apoya su barbilla contra mi hombro, abriéndose espacio en el hueco de mi cuello.

Menea la cabeza mientras exhala. —¿Me darías una pista? —pide mientras asiento sin pensarlo—. ¿Es tangible o intangible?

Ladeo la cabeza como si estuviese considerando su pregunta.

—Tangible.

El asiente. —¿Tiene algún olor?

Su consulta me arrebata una sonrisa de los labios.

—Supongo que sí.

Repite el movimiento de su cabeza. Esta vez demora unos lacónicos segundos más en responder.

—¿Es comestible?

—Oh, cielos. Cualquier cosa es comestible para ti, Janssen —alego, haciéndole arrugar la nariz—. Supongo que es masticable por lo menos —señalo.

—¿Tiene piel?

—¿Qué clase de pregunta es esa, Mikhail? ¿Qué demonios piensa que puedo regalarte?

—Solo responde. ¿Respira? —meneo la cabeza—. ¿Se estimula al tacto? ¿Es rosado? ¿Peluda?

Sacudo la cabeza, desconcertada.

—¿Es en serio? ¡Por Dios! ¿Qué ilusiones te has hecho, Janssen?

El suelta una carcajada suave que estimula a mis oídos. Sus manos me giran para que pueda mirarle.

—No dejas de sorprenderme, Kathleen Taylor. Nadie que no te conozca y te ve así, despampanante e inocente creería que en realidad eres una pervertida.

—Pero tú...

No consigo terminar la oración cuando me irrumpe. —¡Estaba pensando en un perro, Kathleen! ¡Un conejo! ¡Cualquier animal con piel, pelo, y tangible! —niega con su cabeza fingiendo no saber qué hacer conmigo. Un atisbo de sonrisa se asoma por encima de la comisura de sus labios—. ¿Qué haré contigo, ninfa? Tu alma merece ser purificada...y tu cuerpo.

Mi teléfono vuelve a vibrar adentro de los bolsillos del vestido azul. Se me ha pasado. Mis dedos se ciernen alrededor de la muñeca del ojizarco para guiarlo entre el tumulto hasta la salida. Le escucho reprochar en el camino. No me sorprende que esté más allá que de acá debido a la cantidad de alcohol que he sido testigo que ha ingerido. Debe haberle afectado la cordura.

Básicamente, secuestro a Mikhail.

Si bien, no es un secuestro pero le estoy negando la entrada a su propia fiesta de cumpleaños. Mikhail se tropieza con sus propios pies cuando llegamos hasta la camioneta de Eduardo, personaje que ha estado esperando por nosotros desde hace más de veinte minutos. Mi cuerpo es aplastado por el suyo contra la camioneta. Alzo mi mirada para enfocarle en medio de ésta, sus labios se han curvado hacia un costado, su pecho brillante queda al alcance de mi mirada debido a los botones que se le han desatado. Sus manos encarcelan mi rostro, y por un momento el aire deja mis pulmones.

Me siento como un pez fuera del agua a punto de ser devorado por una gaviota.

Una irresistible gaviota de ojos azules.

El fragor del claxon del automóvil me extrae cruelmente de la burbuja mágica hasta la que me he transportado. Me atrevo a decir que incluso había pisado el mundo de nemo, el pez de la aleta feliz. Jamás comprendí lo de su aleta feliz. Ni siquiera hacía gracia.

Debió haber dicho aleta amargada o aleta arisca.

Como sea. ¡Enfócate, Kathleen Taylor!

—¿A dónde me llevas, ninfa? —dice, tambaleándose sobre sus propios pies para no hacerme daño.

—Es una sorpresa, así que intenta no llegarte a Narnia todavía —le pido, empujándole para que entre en el vehículo.

Exhala frotando sus manos contra su cabello. —Imposible, creo que ya estoy viendo ninfas jodidamente sensuales.

Eduardo, desde el asiento del conductor, suelta un bufido.

—Mujeres —ironiza, negando con su cabeza antes de arrancar el auto.

Demoramos alrededor de quince minutos para llegar al lugar en el que sería la sorpresa de cumpleaños. Los nervios afloran en mi estomago mientras el auto se detiene. Mikhail ha permanecido soltando incoherencias de las que él mismo se burla durante todo el camino.

Tan pronto el auto se detiene, Jessica abre la puerta. Ella se encarga de ayudar a Mikhail a aterrizar sobre el suelo sano y salvo. Luego de él, le sigo yo. La rubia me da una palmadita en la espalda, y esboza una sonrisa dulce formulando un "suerte" inaudible con sus labios.

Mikhail demora más minutos de lo que pensé en deducir el lugar en el que nos encontramos. Su guarida de escape. Su sitio para expresar sus sentimientos. El almacén en el que realizó una pintura en homenaje a mí.

El recuerdo llega a mi mente arrebatándome una sonrisa.

—¿Me has traído a...? —las palabras mueren en su boca cuando le invito a entrar. El frío viento congela mis huesos.

Mikhail abre la puerta. Adentra su cuerpo agachando levemente la cabeza. Las mariposas atacan una vez más. Es cuando las luces brillantes se alzan frente a nuestros ojos, luces navideñas: doradas, rojas y verdes. Junto a ellas una hilera de Polaroids se extiende a lo largo del sendero. La cadenciosa voz de Lukas Graham suena en el fondo con una de sus canciones romanticonas. El estrépito consigue enterrarse en cada folículo de mi piel.

El corazón me late desbocado y emocionado adentro de mi pecho. Sus pinturas se alzan a cada lado del sendero de Polaroids con fotografías memorables que hemos tomado desde que nos conocimos. Se me ha hecho un trabajo recopilar todos esos momentos juntos y juntarlos para crear una obra de arte, digna de admirar. Digna de regalar.

Mikhail detalla cada detalle con ilusión. Sus labios se quiebran en una fina línea. Sus dedos repasan cada Polaroid como si pudiese recordar cada momento. De vez en cuando, tararea la canción que suena de fondo. Finalmente, una enorme pintura se extiende en el fondo, lo suficientemente hermosa, profesional e irresistible como para robar un par de lágrimas. Somos nosotros el día que nos hicimos novios. No me había percatado de que Micah nos había estado capturando con su cámara en los momentos más íntimos.

Debo recordar exaltar a Jessica después de la sorpresa. Es una artista brillante.

Él abre la boca y la cierra varias veces como si quisiera describir el momento en una sola palabra.

—Ya lo he dicho en esta noche, pero permíteme decirlo una vez más: No dejas de sorprenderme, Kathleen Taylor —masculla, girándose para enfocarme en medio de su mirada azulada. Siento mi corazón latir con desespero mientras le miro acercarse—. Más que eso, tú eres, definitivamente, sorprendente.

Sus manos rozan mis dedos antes de entrelazarlos. Trago grueso sin poder despejar mi mirada de sus irresistibles orbes azules.

—Nunca creí que una persona sobre este mundo se tomaría la tarea de crear algo tan especial e intimo solo por mí —entrecierra sus parpados antes de terminar su diatriba—. ¿Por qué eres diferente conmigo?

—No lo sé...yo solo quería darte un regalo que pudieses recordar en aquellos momentos en los que necesites a alguien, en esos días en los que no quieres avanzar o en las noches que no consigas dormir, solo quería darte algo que pudieses guardar en tu corazón...para siempre.

Mueve su cabeza. —Créeme que a ti, Kathleen Taylor, jamás te podré arrancar de mi cabeza. Jamás te olvidaré. Jamás te podré arrancar de mi piel. Jamás seré lo suficientemente perfecto para ti, para merecer pasar el resto de mis días a tu lado. Sé que jamás querré perderte.

Una lágrima se resbala a través de mi mejilla antes de poder estrellar mis labios contra los suyos.

Cuando dices que te encanta cómo te hago sentir, todo se convierte en algo tan real. No temas, no, no temas, porque eres todo lo que necesito. —repito los versos de la canción, haciéndole sonreír.

Y tú te sigues viendo perfecta a medida que van pasando los días, incluso en los peores (días), tú me haces sonreír. Pararía el mundo si eso nos diera tiempo.

Porque cuando amas a alguien, abres tu corazón. Cuando amas a alguien, haces sitio. Si amas a alguien, y no tienes miedo a perderle. Probablemente nunca has amado a nadie como lo hago yo.

Sus brazos se enroscan alrededor de mi cuerpo. Sus azulejos chispean, y daría mi vida para congelar el tiempo.

Mikhail continúa la canción hasta el final con esa hermosa voz que le caracteriza.

Toda mi vida, creí que sería difícil encontrar al amor de mi vida, hasta que te encontré. Y lo encuentro agridulce porque me has dado algo que puedo perder —se detiene a mirarme durante breves segundos que me parecen una eternidad—. Dios, eres tan hermosa —coloca un mechón de cabello antes de deslizar su dedo índice en medio de mis labios. —¿Sabes cuál es el mejor regalo que has podido darme, Kathleen Taylor? —hace una pausa mientras me pierdo entre el hilo descabellado de pensamientos romanticones—. No haberte rendido. No haberte ido incluso cuando te he dado razones para marcharte, sigues aquí...conmigo. Haciéndome sentir el hombre más afortunado de este planeta —besa la comisura de mis labios haciéndome hiperventilar.

Me dedica una última mirada antes de proceder a atacar mis labios, soltando una granada de deleites sobre ellos. Cierro mis parpados mientras disfruto la sensación de tener sus labios sobre los míos. Sus manos sostienen mi cabeza para que no pueda moverla mientras mis manos se han encargado de conducirse hasta su cabello. Su lengua envía una oleada eléctrica que me recorre todo el cuerpo, haciéndome palpitar en cada fibra de mi anatomía.

Sus piernas apresan las mías con fuerza a la vez que su calor penetra cada poro de mi piel. Sus agiles manos se conducen hasta mi trasero, siento el apretón pero me limito a sonreír ante su atrevimiento. Sin darnos cuenta, nos hemos movido unos cuantos pasos hasta que mi espalda se recarga contra la pared. Sus labios descienden hasta mi cuello, dejando besos húmedos por la superficie de mi clavícula. Inexorablemente, suelto un fuerte gemido cuando siento la presión que sobresale de su pantalón. Él suelta una suave risa ronca que me lacera el pecho. El éxtasis de sus besos se vuelve incontrolable, como si sus labios, el sabor de su boca y sus toques fuesen la droga más fuerte en el universo.

Sus manos me conducen a alzar una pierna para enroscarla a sus costados. Sus brazos me impulsan hacia arriba, consecuentemente, termino en una posición un poco accesible para él, con ambas piernas enroscadas a sus costados. Sus labios siguen atacando mi cuello con ahínco. A este ritmo me volveré loca. Mi vientre se contrae debido a su cálido tacto.

Muerde mi labio inferior y me dedica una perversa mirada antes de hacer a un lado mis panties e introducir dos dedos en mi interior. Muerdo mis labios para ahogar un gemido, pero él niega con desaprobación, deslizando sus dedos hacia afuera.

—Deseo escucharte, Kathleen —susurra con la voz destellante de lujuria.

Vuelve a introducir sus dedos en mi interior, y esta vez no contengo el jadeo que se escapa de mis labios. Mikhail continúa con su táctica tortura durante varios minutos hasta que siento la presión que hacen las paredes de mi vientre en su proceso de contracción. Los saca una vez más.

—Mikhail, estás torturándome —confieso, mordiendo mis labios.

Él me dedica una sonrisa socarrona, y sube una ceja.

—Es la tercera vez que lo digo esta noche, pero; no dejas de sorprenderme cada vez más, Kathleen Taylor. De monja virgen a practicante sexual leal al karma Sutra —dice como burla. Ruedo mis ojos pero los entorno rápidamente cuando lo siento fundirse en mi interior. Penetra sin contemplación—. Interesante elección.

Intento responder pero el ritmo de su cuerpo me hace perderme en el momento. Cierro los ojos gravando la imagen de Mikhail sudoroso, excitado y condenadamente sexual en mi álbum de recuerdos. Sus embestidas se vuelven alucinantes hasta que al cabo de unos minutos me siento en el borde del abismo a un paso de dejarme caer sin pensar. Él lo alcanza junto a mí, perdiéndose en nuestra burbuja cargada de lujuria.

El mundo no es perfecto. Pero él vuelve perfecto mi mundo.

Beso su cabello en silencio, y consigo darme cuenta de que le he hecho sonreír.

***

Volvimos a la fiesta de cumpleaños veinte minutos más tarde y diez minutos antes de cantar cumpleaños. Tuvimos que regresar caminando, pero nos sirvió para conversar cosas sin sentido en el camino. Giro mi cabeza y observo el pasado. Ese pasado en el nunca creí que un día me encontraría en la fiesta de cumpleaños de Mikhail Janssen siendo nada menos que su novia. Ese pasado en el nunca imaginé que terminaría perdiendo mi cabeza por un Janssen. Mucho menos por el Janssen de los irresistibles ojos azules.

Sonrío.

El mundo no es perfecto pero no es tan malo cuando tienes a alguien sosteniendo tu mano.

Es entonces cuando tu mundo se vuelve perfecto, incluso al lado de la persona más imperfecta.

Porque nadie es perfecto.

Pero todos somos perfectos para alguien.

Micah rodea con su brazo el cuello de su hermano mientras Des se encarga de encender las velas chispeantes que estallan tan pronto les acerca el fosforo. Micah se encarga de dar la voz de mando para indicar que podemos empezar a cantar cumpleaños y así lo hacemos. Siento la mano del ojizarco apretar la mía durante el cantico.

—Muy bien, mi guapo hermano, pide un deseo —Micah le sonríe.

Mikhail me dirige una mirada antes de inclinarse sobre el pastel para apagar las velas. Todos estallan en aplausos, silbidos y más. De pronto, su hermano le hunde su cabeza sobre el pastel, embaucándole cada hebra de su dorado cabello. Suelto una risa burlona mientras los demás arman su griterío.

Mikhail me mira con desaprobación antes de acercarse con sus manos empelotadas de crema pastelera, salpicando mi rostro y el de su hermano mayor. Mickey alza sus brazos suplicándole a Mikhail que lo ensucie a él también, lo cual recibe gustoso.

Back To You de Selena Gomez empieza a sonar en una versión electrónica a través de los altisonantes en cada rincón del lugar Él besa mi frente antes de perderse entre la multitud, y arrastrarme con él. Todos empiezan a bailar sacudiendo sus cuerpos al ritmo de la canción. Micah se nos une, luego Des, hasta que formamos una fila circular y coreamos la canción a todo pulmón. Mi rostro se pierde entre las luces fluorescentes. Por un momento, todos se separan y empiezan a lanzarse a la alberca mientras la cantante sigue cantando. Con un empujón caigo en la alberca empapando mi vestido. Unos fuertes brazos se ciñen sobre mi cuerpo, dejando un mojado beso sobre mi hombro.

Puedes romperme el corazón en dos,

pero cuando cura, late por ti.

Sé que es directo, pero es cierto,

no mentiré, volvería a ti.

Sabes que mis pensamientos andan sueltos,

es algo que tú me haces hacer,

y podría combatirlo, ¿pero para qué?

Sé que volvería a ti.

Quiero abrazarte cuando se supone que no debo,

cuando estoy tumbada junto a otra persona.

Estás atascado en mi cabeza

y no puedo sacarte de ahí.

Si pudiera hacerlo todo de nuevo,

sé que volvería a ti.

Siempre que me lo pidas.

Siempre aunque no lo digas.

Sé que volvería por ti.

—Siempre, Mikhail Janssen. 


***

#TRESCAPÍTULOSMÁS 

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