Axel
Fuimos directos a la casa de Nick, donde cogió una bolsa de viaje y metió algo de ropa. Al no saber cuántos días iba a estar le aconsejé llevar la mochila con los libros de la universidad.
- Trae - Esta me dió su bolsa y su mochila. Lo metí en el maletero del coche, rodeé el coche para entrar y al subir recibí una llamada de Nick - Dime... - Arranqué, haciendo que el móvil se conectará al coche.
- ¿ Cómo está ? - Preguntó algo cansado. Miré a Fiona animándola a contestar.
- Estoy bien - Dijo algo insegura.
- Me alegra escuchar eso - Suspiró aliviado - Me voy a tener que quedar unos días aquí en Los Ángeles para hablar con un amigo... Podrías quedarte con Cam para que no estés sola - Está vez fue ella quién me miró a mí.
- Se quedará conmigo hasta que vuelvas - Le informé.
- ¿ En mi casa ? - Preguntó. Eso hubiera sido lo correcto, pero me resultaría demasiado molesto.
- No, en la mía - Este se quedó en silencio unos segundos.
- En la tuya... - Repitió.
- Sí - Insistí.
- ¿ Seguro ? - Puse los ojos en blanco.
- Que sí... - Suspiré.
- Bueno, como quieras... Cualquier cosa me llamáis, tengo que colgar - Fiona le iba a decir algo, pero colgó.
- Deberíamos ir a comprarte un móvil nuevo - Está asintió mirando por su ventanilla intentando adivinar donde ibamos - ¿ Tienes hambre ? - Negó con la cabeza pendiente del exterior.
La enfermera al llevarme con ella para hablar en privado de Fiona, me explicó, una de tantas cosas, que la tendría que vigilar a la hora de comer ya que pierden el apetito y podría llegar a tener bulimia o anorexia.
Al rato llegamos a mi urbanización, donde la mayoría eran millonarios. Aparque el coche fuera del garaje, miré a Fiona y la vi sonreír mirando la casa, lo que me extrañó. Los dos bajamos, abrí el maletero para coger la bolsa de Fiona y su mochila.
- ¿ Vas a pasar o te quedas aquí afuera ? - Pasé por su lado subiendo las escaleras, abrí la puerta y entré sujetándola para que pasara.
- Gracias... - Susurró entrando con la cabeza agachada mirando a su alrededor con una sonrisa.
- Puedes ir a... ducharte - Apunté la dirección, la di la bolsa con la ropa y entró al baño de invitados.
Dejé su mochila sobre el sofá negro y fui a la parte superior donde se encontraba mi habitación. Me di una ducha rápida para intentar quitar el estrés que mantenía en mi cuerpo, al terminar, me puse una toalla alrededor de mi cintura y salí pasándome una mano por el pelo húmedo. Caminé hasta mi armario, me puse obviamente la ropa interior y un pantalón vaquero negro. Bajé de nuevo acercándome a la puerta del baño para preguntar a Fiona si quería algo de comer, pero me detuve al escucharla llorar. Aún con el sonido de la ducha se la escuchaba desahogarse en "silencio". Apoyé la frente en la puerta cerrando los ojos.
Quería ayudarla, ¿ Pero cómo ? Cuando la pasó esto a mi hermana fue su marido quién se hizo cargo de ella ya que yo estaba la mayoría de las veces matando. Suspiré con frustración y me tenté a desahogarme con el saco de boxeo que tenía colgado en el salón al lado del ventanal que ocupaba la pared del lateral derecho. El sonido de la ducha se detuvo, por lo que me aparté de la puerta rápidamente y fui a la cocina, la cual sólo se separaba por una gran isleta negra.
Miré unos segundos mi cocina, apoyado en la isleta con los brazos cruzados, pensando que podría hacer o si simplemente pedir algo a domicilio. La puerta del baño se abrió, por lo que miré sin moverme de mi posición, está se me quedó mirando desde la puerta y se sonrojó apartando la mirada. Sonreí de medio lado y me acerqué a ella quién no pudo evitar mirar mi torso desnudo.
- ¿ Que quieres de comer ? - Esta me miró a los ojos y negó con la cabeza haciendo que frunciera el ceño.
- No tengo hambre - Miré sus hermosos ojos verdes y me di cuenta de que estaban rojos de llorar.
- Bien, entonces duerme un poco - Decidí no presionarla, al menos hasta que durmiera algo. Esta asintió no muy segura - Mi cama está arriba - Apunté las escaleras.
Esta dejó su bolsa en el sofá y se dirigió a mi habitación. Miré de reojo el saco de boxeo negro y fui a por mis vendas al mueble del salón bajo la televisión. Me tomé mi tiempo para colocarlas, abrí y cerré las manos asegurandome de estar cómodo. Me coloqué frente al saco y me dejé llevar por mis pensamientos.
Por mis padres, a los cuales no pude salvar. Por mi hermana, a la cual no la pude advertir. Por mis amigos, a los cuales metí en mi vida sin poder evitarlo. Por Fiona, a la cual no pude proteger.
Mis golpes cada vez iban más rápido, más eficaces y más fuertes. Mi ira y estupidez es lo que provoca las muertes. Tenía miedo de que alguien más acabara como Scott o mis padres y que todo sea por mi culpa. Mi vida va de mal en peor... No puedo huir de lo que soy, un puto ser humano que decide quién muere y quién no, el cual hacen "El Ángel de la Muerte" y tan solo por unos cuántos millones por cada muerte. Todo ser humano tiene un precio, y ese precio se lo pongo yo antes de matarlo.
Mi móvil me interrumpió haciendo que apartara la vista del saco, viendo a Fiona sentada en el sofá mirándome preocupada.
- ¿ Qué haces ahí ? ¿ No ibas a ir a dormir ? - Me pasé una mano por mi pelo sudado.
- Sí, hace cuatro horas...
¿ Cuatro horas ? Joder, siempre me pasaba lo mismo. Cada vez que me centro en mis pensamientos ignoro la hora. La miré unos segundos y fruncí el ceño.
- ¿ Cuánto llevas ahí ? - Pregunté cruzándome de brazos. Mi móvil volvió a sonar.
- A-Acabo de bajar - Entrecerré los ojos - Te están llamando... - Apuntó a mi móvil sobre la mesa intentando cambiar de tema.
- ¿ Cuánto. Llevas. Ahí ? - Pregunté de nuevo más pausadamente intentando intimidarla.
- Desde que te pusiste a entrenar... - Susurró bajando la mirada.
- Tienes que dormir algo - Suspiré. No podía enfadarme con ella, no ahora.
- No puedo - Se abrazó así misma.
- ¿ Por qué ? - Me acerqué a ella mientras me quitaba las vendas y me senté a su lado.
- Cada vez que cierro los ojos... los veo de nuevo - Me miró con miedo en los ojos apretándose los brazos - Se repite todo de nuevo... Scott, mi madre, Ellos... - Sus ojos se volvieron brillantes por las lágrimas que no dejaba que salieran.
La miré unos segundos y sin pensarlo la abracé sorprendiendola por mi acto repentino.
- No entiendo porqué no lloras delante de nosotros, pero frente a mí puedes - La abracé con fuerza - No me molesta o me haces parecer más tonta si es lo que piensas, nunca pensaría algo como eso, así que desahogate todo lo que quieras. No me voy a mover de aquí hasta verte al menos una lágrima de cocodrilo - Noté como mi pecho se tensó al notar las lágrimas de Fiona, la cual empezó a llorar sin aguantarse nada.
La abracé con fuerza mientras se desahogaba, esto era lo mejor que podía hacer en este momento, aunque no fuera mucho. Mi móvil volvió a sonar, miré quién era y vi que se trataba de Sam, era quien me ayudó a encontrar a Fiona cuando Gabriel se la llevó. Decidí apagar el móvil y centrarme en ella.
(...)
- Estás sudado - Rompió el silencio al cabo de una hora, la cual ya estaba relajada aún abrazada a mí.
- Axel, eres muy guapo y amable conmigo, gracias por hacerme sentir mejor - Noté como su cuerpo vibraba bajo mis brazos - De nada - Esta me regaló una sonrisa la cual me pareció irresistible.
- Sigues estando sudado - Me reí y la solté dejando los brazos en alto.
- ¿ Y si tanto te molesta porqué me abrazas ? - Esta miró sus brazos rodeando mi cintura desnuda y se separó sonrojándose.
- Yo no he dicho que me molestara - Ocultó su cara entre sus manos, evitando que vea su rostro avergonzado.
- Ajá, intenta arreglarlo ahora - Bromeé haciendo que se riera y me mirara de nuevo con su hermosa risa.
Los dos nos quedamos unos segundos mirándonos en silencio, sus labios eran una tentación que me pedían besarlos hasta desgastarlos. Estábamos muy cerca, incluso notaba su respiración cálida. Hice sonar mi garganta impidiendo lo que estaba apunto de pasar y me levanté pasándome la mano por el pelo.
- Mejor me doy otra ducha - Dije antes de subir a mi habitación y meterme en el baño. Cerré la puerta a mi espalda y fui al lavamanos donde me miré en el espejo - ¿ En que estabas pensando gilipollas ? - Me pregunté - No puedes tener algo más que sexo de una noche - Me intenté mentalizar - Ella solo es la hermana de tu jefe... No puedes acostarte con ella y mucho menos enamorarte. Es peligroso. Para mí y para ella - Susurré pasándome una mano por la cara.
Me metí en la ducha dejando que el agua me relajara y borrara esos pensamientos erróneos que rondaban mi cabeza. Intenté pensar en cualquier otra cosa, cuando me acordé de Sam ¿ Que querría ?
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