Linaje del Dragón: Nacidos

By MannuelMartinez

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En el principio de los tiempos, Wingless era gobernado por la furia de los dragones y los humanos eran esclav... More

Prólogo
Capítulo 1: Amarga Bienvenida
Capítulo 2: Otros Tiempos
Capítulo 3: Tormenta
Capítulo 4: Lluvia Ígnea
Capítulo 4.5: Jaguar Azul
Capítulo 5: Hija de las Llamas
Capítulo 6: "Libre"
Capítulo 7: Historias del Abuelo
Capítulo 8: Gatos Problemáticos
Capítulo 9: Nuevas Fronteras
Capítulo 10: Luz de Luna
Capítulo 11: El Gran Robo
Capítulo 11.5: Maullidos Nocturnos (+18)
Capítulo 12: Mal Movimiento, Jovencita
Capítulo 13: En el Bosque
Capítulo 14: Nuevo Amanecer
Capítulo 15: Piezas
Capítulo 17: Viaje hacia el destino
Capítulo 18:

Capítulo 16: Traición

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By MannuelMartinez

Distrito de Comercio Libre del Este  

  La noche se iluminaba con las llamas negras que empezaban a cubrir la bella mansión de los barrios ricos. Una figura que antes era una reliquia para los Verdaderos, pero ahora se inundaba en llamas, dejando decenas de cuerpos pulverizados en sus interiores. Aunque pareciera que el fuego iba a consumir todo, una lluvia sanadora se abrió desde las nubes para rescatar los jardines restantes y limpiar el ensangrentado rostro de un joven Lae, que se encontraba acostado apuntando hacia el cielo, viendo como sus llamas lo devoraban todo. Sentía cada parte de su cuerpo destruida, sentía la traición acumularse en su garganta, sentía la derrota por cada vena de su cuerpo. Sus ojos estaban débiles, su cuerpo no se movía, su respiración era lenta y calmada. Frente a él, estaba todo perdido.

  El golpe de las botas contra los charcos de barro le llamó la atención. Intentó rotar la cabeza en dirección al ruido, pero el dolor era demasiado desgarrador. Alcanzó a notar figuras que se amontonaban a su alrededor, figuras humanas empuñando lanzas puntiagudas, todas apuntando hacia él. Guardias, furiosos y desamparados. Habían perdido todo; su trabajo, sus amigos, su pertenencias. Y todo era su culpa, la culpa de David. 

  Esperó inmóvil, tenían toda la razón. Les había quitado todo, se merecía una muerte lenta. Pero no era ese su último día, no se lo permitieron. Las figuras empezaron a caer una a una, se dividieron y comenzaron a luchar contra otras sombras. Que con una gran habilidad, desarmaron y neutralizaron a los guardias furiosos. Todo estaba demasiado difuso para David, no alcanzaba a distinguir a las sombras. Pero éstas lo reconocieron, y rápidamente lo tomaron de los brazos para llevárselo a un lugar seguro.

  David sentía que la cabeza le daba vuelta, no sentía los brazos y no podía hacer fuerza como para mantenerse. Era un cadáver con vida. Miraba al frente, como lo llevaban por entre los callejones oscuros, allí donde habitan los gatos y los desamparados. Unas casas en la lejanía, llegaron a un callejón cerrado en donde la noche los cubría completamente, y los guardias que patrullaban las zonas desesperados por encontrar él o los culpables no se podían permitir el paso por aquel lugar. Acostaron al joven contra la pared como si fuera un saco de papas, lo miraron por un momento. Aparentemente le estaban hablando, pero David no podía escuchar nada de lo que sucedía, solo un pitido y el golpear de la lluvia contra su piel.

- David, soy Frank, del equipo de apoyo. ¿Puedes oírme?

  David lo miró confuso, pudo oír las palabras del chico. Miró a su alrededor mientras su vista se acomodaba. Ahí estaba el equipo de apoyo que vio todo desde el exterior, eran Frank y Peter, los gato grises de Christopher, y Kate, la gato gris de Samuel. Miró en silencio a Frank, y luego lo tomó fuerte del brazo.

- William, ¿Dónde está William?- Su voz estaba débil, sin fuerza suficiente para que lo entiendan, parecía un suave suspiro.- ¡William!

  Frank se acercó su oreja a los labios del golpeado Kiat y escuchó apenas sus palabras.

- ¿William? Eso te preguntamos nosotros. Lo vimos salir por tu misma ventana y correr en dirección contraria al gremio. ¿Qué pasó ahí dentro, David?

- ¿Y dónde mierda está Samuel?- Kate se acercó enfurecida al joven y lo tomó del pecho. Aunque David tratara de explicarse, sus heridas no le permitían expresarse. Los otros dos miembros separaron a la muchacha. Peter se acercó al joven y utilizó magia para intentar curarlo.

- Impresionante, tus huesos están fracturados pero se reparan solos, a una velocidad lenta pero aún así es anormal.- Peter podía ver su sistema moverse a través de sus manos, con la que trasladaba su magia a la de sus pacientes para acelerar el proceso de sanación del propio cuerpo, y con David fue algo completamente distinto, en un santiamén había reparados los huesos rotos y las heridas abiertas gracias a la velocidad de recuperación propia de David.- Tienes un cuerpo único, nunca había visto algo igual.

  David se levantó como si nada hubiese pasado; sentía su cuerpo renovado, lo sentía natural, como estaba al principio del día, lleno de energía y fuerzas. Miró a los gatos grises allí parados, que estaban perplejos y curiosos, y una enfurecida.

  Intentó explicar los sucesos uno a uno, empezando por donde ellos los habían visto por última vez, que era cuando entraron en la mansión. Explicó la separación, el seguimiento del pequeño gato, el encuentro con el Genio, las llamas negras, la pelea con William, la muerte de Samuel y le huida del traidor.

- No te creo, es imposible. No puede estar pasando. Samuel no puede estar muerto. ¡Eres un mentiroso!- Kate, entre el enojo y el llanto, negaba completamente la historia de David. Se acostó en la pared hasta caer sentada, dolorida por la perdida de su maestro. Peter fue a consolarla. 

- Yo te creo, hemos visto a William salir con algo blanco en la mano. Ese es el gato al que te refieres, ¿Cierto?- David asintió con la cabeza.- Pero hay algo que no entiendo... ¿Por qué matar a un compañero, traicionar al gremio y fracasar intencionalmente una misión tan importante por un simple gato?

  David lo miró por un momento, tenía toda la razón. Incluso él no entendía porque Puma Gris le había hecho tal encargo. Ese gato tenía algo importante que no alcanzaba a comprender.- Yo tampoco lo se. Pero era muy importante, Puma Gris me había encargado conseguirlo. Por eso seguía su rastro.

- ¿Puma Gris? Esto no me gusta. ¿Escuchaste los rumores que se hablan sobre él?- Se apoyó a su lado mientras ambos miraban como Peter atendía a la destrozada Kate.

- No, pero me imagino que no es nada bueno.

- En efecto, Puma Gris ha estado haciendo tratos para miembros de los Reveladores a escondidas del gremio. Pero los gatos oyen todo. Y Puma esta llevando acuerdos políticos que pueden afectar no solo al gremio, sino al Distrito entero. 

- ¿Y por qué Darwin no lo detuvo? Es su Gato Negro.

- Supuestamente habló con él, y dijo que todo era mentira, no hay pruebas suficientes para acusarlo o tomarlo como traidor. Pero aún así hay dudas sobre él y sobre Darwin, que parece estar ocultando su traición.

...

- Deberíamos volver cuanto antes.

...............

  El Tesorero se encontraba realizando su rutina de negocios. En la zona Este del distrito, en un barrio viejo y olvidado se encontraba un mercader tan viejo como el barrio. Era un distribuidor de bienes varios que hace años trabajaba junto al Tesorero para lograr las mejores ganancias, siempre ocultos de los ojos de los guardias y extranjeros, como todos los habitantes del Distrito Comercial Libre. Era un trato como los que siempre llevaban a cabo. Un buen lote de madera a un precio justo, para ser revendido a los gremios reales a precios exorbitantes. 

  El Tesorero miraba la casucha con una cara de felicidad interminable.

- Es un hermoso amanecer ¿No lo cree Richard?

- Sin duda George, es uno de los amaneceres más bellos que hemos presenciado. Es clara señal que el frío invernal está terminando. Lo que va a florecer nuestros negocios ¿O no, compañero? Je, je, je.- La macabra y desfigurada sonrisa amarilla de Richard el "Moreno" acompañada de una risa grave y enfermiza, daba su toque único al Moreno, que era el mejor distribuidor del lado "oscuro" del comercio.

  El Tesorero frotaba su bastón con dulzura y emoción. "La Mercadería de Oro, que sabrosa, que mágica, que poderosa. Ya la siento en mis manos". Apretaba fuertemente el bastón mientras se deleitaba mentalmente con todas las perfecciones de la Mercadería de Oro, y como ésto enfurecería a los Verdaderos. Ya estaba saboreando su victoria, cuando algo lo interrumpió de su sueño de oro: era el Puerco, que no dejaba de ir de ventana en ventana, con una expresión de preocupación que hacía que le temblara todo el cuerpo.

- ¿QUIERES QUEDARTE QUIETO, MARRANO? Me estás poniendo nervioso.- Se acercó a él al ver que no le hacía caso y lo tomo del pecho.- Acaso estás sordo?

  Ville se quedó mirando a su amo preocupado.

-M-mi señor, algo ma-malo está pasando, lo puedo sentir.- Tomó con fuerzas las manos de su amo para darle más veracidad a su sensación. 

  George se quitó rápidamente las manos mugrientas del Puerco y lo empujó con odio, como si estuviera en contra de él, en contra de su sensación de victoria.

- ¡CÁLLATE, PUERCO ASQUEROSO! ¿No lo ves? Es un día maravilloso.- Dijo mientras apuntaba por la ventana el deslumbrante amanecer.- Hoy va ser un día increíble así que no lo arruines con tus ilusiones.- Una vez dejó al Puerco tirado en el suelo, se reunió con Richard ya que era su turno de hacer negocios. 

  Aunque fuera una casa abandonada por toda esperanza, esa casucha lograba resguardar a al menos cincuenta personas que esperaban a ser atendidas, y un sin igual de reliquias, mercaderías robadas y armamento de alta calidad encanutado. Las colas eran largas y desesperantes, pero George era un cliente cercano a Richard y siempre cumplía con sus tratos, por lo que tenía prioridad a la hora de atender.

- Bueno George, con esta carta podrás retirar tu pedido en el lugar acordado.- Richard colocó el sobre sobre la mesa y empezó a buscar sobre sus bolsillos.- No encuentro mi sello, debe de estar en el almacén.- Dicho esto, se retiró a buscar su sello.

  George miraba a los demás clientes esparcidos por la casucha. Todos llevaba una expresión fría y cruel. Mantenían la vista en alto y clavada en el Tesorero. Lo que le llenó de malas vibras, y a Ville también, que se colgó de la capa de su amo para ocultarse. Como un rayo de salvación, aparece Richard con su confiable sello de cuervo en la mano. Selló el sobre y lo volvió a colocar en su lugar.

  Cuando George llevó la mano para agarrar el sobre, sintió una ardía punzada en aquella vieja mano, un cuchillo bien afilado atravesaba el centro de la mano del Tesorero. El que empuñaba el arma era el mismísimo Richard que miraba con una sonrisa macabra a su cliente.

- Lo siento George, pero negocios son negocios.

  Ville cayó de espalda del susto, los demás clientes se fueron amontonando alrededor del herido anciano, y el Tesorero miraba como su mano se tornaba borrosa, como su cuerpo empezaba a fallarle, como en un momento se acaba todo por lo que había trabajado arduamente. Miró a aquel traidor una última vez.

- Hijo de...

  La voz se le ahogó cuando sintió un segundo puñal atravesarle sagazmente las costillas. Uno de los clientes había apuñalado sin dudar al Tesorero, y luego le susurró en la oreja "Por la Verdad" y luego, uno a uno, los cincuenta "clientes" allí reunidos repitieron las acciones del primero, clavando puñales como si fuera de trapo, una y otra vez. Salpicándose de sangre los rostros y alegrándose con el rostro de pánico y terror que daba George cada vez que se introducía una nueva herramienta afilada en su cuerpo.

  Ville corrió llorando al rescate de su amo, pero con un golpe preciso cayó desplomado al suelo, en un charco de sangre de su amo.

  Los hombres se divirtieron hasta el hartazgo, luego llevaron los dos cuerpos al río que cruzaba el Distrito, para que la corriente se llevase aquellos dos desgraciados hacia donde el destino quiera. 

...................

  La arena recorría el aire danzando a través de las ágiles patas de los dos gladiadores que luchaban ferozmente en la Arena de la Caja de Pelos. Los dos tigres eran campeones, por un lado estaba Helion Kiats, un maestro de la daga, oculto entre las sombras, con los ojos afilados como gatos; del otro lado, Tyra Kiats, una serpiente con pies de gato, cazando con su lanza a su intrépido contrincante. El acero chocaba en ataques enfurecidos y precisos, directo a las partes vitales. No permiten que su rival se acerque a su piel, pero no dejan pasar la oportunidad ante una apertura. Los campeones luchan ferozmente por el honor de ser el próximo Gato Gris, la batalla final en la Arena intensa. Incluso sus espectadores sentían la tensión acumulada que liberaban los gladiadores con cada golpe.

Entre los espectadores se encontraba Puma Gris, que miraba calmo y recto, siguiendo cada movimiento. Tenía las manos entrelazadas, los hombros bajos y la pera en alto. Estaba completamente seguro de quien iba a ser el ganador, porque era su guerrera. La gladiadora Tyra pertenecía a su grupo de gladiadores, y además, todas sus ganancias de un invierno entero estaban depositadas en la esperanza de su victoria. Pero otra inquietud cruzaba por su mente, la misión de David. Sentía una turbulencia en cuanto al tema, una sensación de que algo no iba bien, de que no había jugado bien sus cartas. Apretó los dedos, miró la batalla que llegaba a su clímax. Tyra se alzaba victoriosa ante su inmóvil rival.

"¿Cómo puede ser que siempre resulte exitoso, pero aún así algo me está molestando?" Se preguntaba mientras se alzaba para dirigirse al centro de la arena a acompañar a su campeona. Todos los gatos gritaban eufóricos el final de la batalla, tan inesperada como satisfactoria. Otros regañaban e insultaban entre dientes su suerte, donde sus altas sumas se perdieron por una mala apuesta. En la zona de privilegiados, donde se mantenían en la altura y con visión a toda la sala los Gatos Negros y Gatos Grises, contemplando aquel final del torneo anual que acompañó el terminar de un gran día, donde cientos de misiones dieron comienzo o final. Pero faltaba gente en aquella tribuna, no sólo aquellos que se encontraban en importantes misiones, sino que faltaba el más importante, Christopher. Una extraña sensación de terror paso por la cabeza de Puma. Cada vez se hacía más real y cercana su inquietud. Pero mantuvo la compostura para saludar a su campeona y no arruinar su imagen de gran estratega.

Los Gatos Negros se levantaron de sus asientos para calmar a la eufórica tribuna. Con unos gestos de manos, llamaron a Tyra para que se acercase frente suyo. Tyra siguió lar órdenes y de arrodilló como señar de respeto. Darwin, el Gato Negro de Puma se acercó al borde de la tarima y le pidió que se mantenga firme ante él. Abrió sus brazos y se dirigió a los espectadores.

- Gatos y gatas, hoy fuimos deslumbrados con una espectacular batalla, dándole un cierre al gran torneo anual. ¡Y ante nosotros posa la campeona Tyra, que a partir de hoy, será Tyra Gris!

Al finalizar el discurso, los gritos y chillidos de gloria inundaron a Tyra, la llenaron de orgullo. Pero los colores se tornaron rápidamente oscuros al abrirse de golpe la puerta principal, por donde entraron Christopher y otros gatos armados.

- ¡Puma Gris! Quedas bajo arresto hasta que se te dé una sentencia en la siguiente reunión.- Y de una señal, los gatos armados reducieron a Puma y lo ataron de manos en la espalda.

Darwin miraba frío los acontecimientos sin mostrar apoyo o compasión ante su Gato Gris. Tyra intentó detenerlos pero Darwin la detuvo al llamarla por su nuevo nombre. Todos los demás se mantenían callados, asustados por lo repentino que sucedió todo. Puma, no se encontraba asustado o decepcionado, sino curioso de saber qué fue o qué pasó que estropeó su plan, y la respuesta entró a trompicones por la puerta, escurriéndose por detrás de Christopher como una sucia serpiente. William se mostraba herido, resguardado detrás de Christopher, con una macabra sonrisa de victoria y con los ojos clavados en Puma Gris que ya había encontrado una respuesta. Y con una ojeada a Darwin que lo miraba con desilusión, aceptó su sentencia...

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