Capítulo 7: Historias del Abuelo

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Páramos del Amanecer

  Los gritos de odio y temor se dispersaban por toda la aldea. Lenon intentó ignorarlos; debia cumplir con la petición de su abuelo. Daiana les dio la bienvenida con la comida en la mesa, pollo asado con legumbres y pan de trigo condimentado con jengibre. Jhon guardaba sus libros de ventas y cambió su camisa de seda sudada por una tela más suelta, tenía una forma de vida liviana y un temperamento sereno si se encontraba fuera de su trabajo; tiraba su melena morocha mientras estiraba sus extremidades cansadas de tanto trabajar. Daiana llevaba el pelo suelto y una esbelta sonrisa con un rostro que ocultaba su edad de cuarenta y ocho años; se lavaba las manos en un balde lleno de agua verde por su constante uso. Jora se detuvo a comer algo, la batalla de tomates lo dejó exhausto y hambriento. Lenon se llevó a su hermana Namia a un lado para contarle lo que le había pedido el abuelo, y le preguntó si podía ayudarlo a buscarlo. Ella aceptó y juntos fueron a la habitación del anciano.

  La habitación de su abuelo parecía una pocilga: le costaba limpiarla y cerró toda entrada de luz para que no perturbara su sueño. La ropa adornaba el suelo como si fuera una alfombra y la cama de plumas se encontraba entre el blanco y el verde. Las sábanas de piel de ciervo se encontraban despatarradas por los bordes y la almohada poseía un profundo hundimiento donde se apoyaba Nigum todas las noches. Los muebles se encontraban cerrados y en buen estado, manteniendo su estructura simple y precaria de la Primera Era. Aquellos muebles los habían tomado de la habitación real cuando fueron descoronados. Las velas se encontraban en sus últimos puntos de vida y la cera cubría la base de éstas en un gran círculo uniforme.
La habitación del abuelo era una antigüedad casi igual de antigua que su querido dueño.

  Los jóvenes abrieron uno por uno los muebles impecables para descubrir rarezas de otra época. En los primeros encontraron ropajes de seda, terciopelo, cuero curtido, y pieles de animales exóticos. No era secreto entre sus parientes que Nigum fue un gran Gae y cazador de especies únicas, pero aquellas criaturas aparecían solamente en sueños. Tenían longitudes y anchuras extraordinarias, huesos ondulados y desgastados, mandíbulas y colmillos más grandes que los jóvenes juntos, colores desde un marrón grisáceo hasta verdes, rojos, plateados, dorados y un magnífico color violeta, que enamoró a primera vista a Namia, y Lenon tuvo que admitir que aquel color lo fascinaba, por su rareza o por su profundidad. Además de colores exóticos, las pieles poseían diferentes texturas, algunas eran muy peludas "como el cabello de una mujer adulta rodeando todo el cuerpo" pensaba Lenon, otros con un cuero duro como rocas; algunos decoraban su cuerpo con escamas relucientes y otros mezclaban los demás en distintas partes de su cuerpo.
Mientras que Namia se fascinaba con los fuertes colores de púrpura, Lenon admiraba las aventuras que había vivido su abuelo que se reflejaban en cada recuerdo guardado en aquellas reliquias.

  Jora entró curioso a la habitación a ver qué hacían sus hermanos; aquel pequeño era el mimado de la familia, tan inocente e inexperto. Sus hermanos le contaron lo que estaban buscando y continuaron con su búsqueda. Jora empezó a distraerse perdiéndose en la profundidad de los recuerdos, Lenon no lo culpaba, su abuelo es un nido de secretos.
Namia continuó probándose las pieles de colores y girando sobre sí misma sintiendo como las pieles resaltaban sus ojos esmeralda; se sentía madura como su madre.
Lenon abrió el último armario en donde se llevó la sorpresa de encontrarlo completamente vacío. Pero a diferencia de los anteriores, éste se encontraba limpio, con apenas una o dos telarañas. Una brisa cálida llegaba de el interior del armario. Lenon lo cerró asustado de lo que hubiera o no allí dentro.

  Jora fantaseaba con ser un héroe de la Primera Era cazando dragones y troles, mientras que Namia soñaba con ser una princesa en un castillo dorado y morado. Lenon en cambio, se esforzaba con buscar lo que el abuelo le había pedido. Podía ser un chico muy distraído y usualmente se deja llevar por la curiosidad pero en el momento de que alguien está en peligro no hay desastre o criatura que lo desvíe.

Linaje del Dragón: NacidosWhere stories live. Discover now