Linaje del Dragón: Nacidos

Capítulo 3: Tormenta

La Ciudad de Mancre

  La ciudad estaba de festejo por el nacimiento de la tercera hija de los reyes de Mancre, la gran ciudad de la costa este de Wingless. La noche se iluminaba con los espectáculos que brillaban en el cielo gracias a los Maaes dedicados al entretenimiento. Mientras el resto del pueblo se divertía, Anelí contemplaba la belleza de la ciudad nocturna desde la ventana de su habitación, contando los globos artificiales que volaban desde las casas. Era una tradición, los ciudadanos debían lanzar un pequeño globo que vuela por encima de la ciudad cuando un hijo de la realeza nacía, si este se quema antes de salir de la ciudad presenciaba un mal augurio, el heredero traería pestes y malas cosechas en la ciudad.

  En su noche, Anelí presenció la quema de miles de globos, algunos apenas salieron de sus casas. Pero esta noche ningún globo se rindió, todos salieron de la ciudad, luego muchos se quemaron. Su nueva hermanita era la heredera perfecta, pero lo sería solo si su hermano muriera o desheredara, pero era improbable, Adrián Lecover es el único hijo de Bany Lecover, el apellido original de los reyes de Mancre, en donde la fuerza de los Hijos del Trueno predominó como el gremio ganador, al derrotar a un dragón y absorber su poder. Al morir Bany, su querido padre se casó con Limbi Fortius, con la que tuvo dos hijas, Kyla Fortius y Anelí Fortius, de sangre no real pero el gremio Fortius se ganó buena fama con sus miembros y consejeros. Limbi falleció por una incurable enfermedad dejando solo a Markus una segunda vez, con lo que se volvió a casar una tercera vez, pero no por sus propios términos ya que su tercera esposa, Valiria Storm, es hija del rey de Ocaso, Valor Storm. Las condiciones políticas y la necesidad del pueblo tras el nacimiento de Anelí le obligaron a casarse y crear una alianza entre Mancre y Ocaso.

  Anelí no despreciaba a sus hermanos, tampoco los quería, a excepción de su hermano Adrián, que la quería y apreciaba sin importar que sea una peste para el pueblo. En cambio, su hermana Kyla se lo recordaba siempre que podía y evitaba todo tipo de contacto con ella, se paseaba por la ciudad ensuciando la reputación de Anelí con la única razón de verla sufrir.

  La joven no le gustaba salir de su habitación, más que nada por el rechazo hacia los demás, que era mutuo. Solo sale por la noche a pasear por la soledad del bosque donde nadie puede molestarla o criticarla, todos las noches sale a excepción de esta, donde nace su nueva hermana. Al ver los globos ser favorables le empezó a atacar una sensación de emoción y felicidad, tenía ganas de conocer a su nueva hermanita, en cambio su hermana estaba furiosa. La nueva hermana no perdió ningún globo, con lo que Kyla no sería más la niña consentida de la familia, ahora toda la reputación, privilegios y honores caerían en manos de la nueva princesa de Mancre.

  La joven Fortius sonrió al ver furiosa su hermana, lo que hacía querer aún más a su nueva hermana. Cerró la ventana y se recostó a esperar las noticias. Su habitación queda en la tercera torre del castillo real, desde allí logra ver toda la ciudad, desde las puertas de entrada hasta los pequeños callejones.

  Las noticias llegaron a su puerta con unos suaves golpes, Anelí se cambió y abrió la puerta de par en par, era su mayordomo John que le venía con las noticias de su nueva hermana llamada Clara Storm. A Anelí se le formó una preciosa sonrisa en sus labios, y besando en el cachete al mayordomo se retiró a ver a sus padres.

- Hija, ven a saludar a tu hermana.- Era su padre que le sonría entre lágrimas desde su grandiosa barba. A su padre siempre se le dio muy bien aquello de implantar orden y temor, todo gracias a su carácter y cuerpo. A diferencia de otros reyes y caballeros, Markus Tund era corpulento, gordo y alto, con fuerza sobrenatural. Tomó esa parte de su aspecto para dejarse crecer el pelo y la barba, que limpiaba con aceites y perfumes como si fuese su hijo.

- Estoy yendo padre, no me lo perdería por nada.- Le grito desaforada mientras corría.

  El rey Tund sonrió y continuó su viaje en busca de su hermana.