Capítulo 2: Otros Tiempos

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Páramos del Amanecer

  La gente corría, se empujaba y gritaba desde fuera de la casa de los Akford. John se encontraba muy ocupado con el papeleo del comercio de especias, mientras que Daiana preparaba la comida para los chicos, que se pasaban el día correteando entre las cosechas de otra gente, lo que le trajo más problemas de los que tenía a John. Por otra parte, el viejo Nigum estaba sentado es su sillón de pelo de tauro, rellenado con lana. " Ya viene siendo hora de cambiar este compañero, tiene más años que yo" pensaba el anciano mientras se acomodaba.

 -Hay mucho revuelo ahí fuera, creo que deberían llamar a los pequeños-. Dijo entre toses el cansado Nigum luego de 86 años de vida, matando criaturas y entrenando guerreros.

 -Saben cuidarse por si solos. Ahora mismo estoy ocupado con cosas muy importantes, ve tu querida si quieres-. Contestó malhumorado el esposo.

  Daiana no devolvió ninguna palabra, sabía que si John estaba enojado no había que molestarlo. Nigum vio su cara de preocupación y enseguida entendió su dolor, el anciano se levantó dificultoso del sillón y tomó la mano de la mujer. 

 -Yo voy, de paso veré que está pasando.

  Antes de que pudiera replicarle, Nigum se vistió con un saco de lana que le regaló John. Abrió la puerta y con un movimiento de manos saludo al matrimonio, pero el señor Akford estaba distraído en su labor. Nigum miró sospechoso a su alrededor, la gente corretear y apurarse, algo estaba pasando, algo importante. Dio media vuelta a su casa y entró en una casucha desplomada y en ruinas, entró y salió al instante sin que nadie se percatara, se subió la capucha y fue en busca de los chicos.

  Las campanas sonaban fuerte en el cielo. Nigum tenía un mal presentimiento, el escalofrío subió por su espalda, eso solo significaba una cosa: Tribulgard. Se levantó suavemente los pantalones para que no se embarraran y caminó descalzo sobre el fresco barro. La muchedumbre se encontraba de un lado y los campos del otro, como conocía a los niños irían a ver que pasaba, pero sus padres les ordenaron estrictamente que no se vayan de los campos. Jora y Namia son respetuosos y obedientes, pero Lenon le causaría problema, el crío es demasiado curioso, por lo que no se habrá resistido al tumulto.

  Se giró hacia el desorden, se paró a pensar en como reaccionarían los padres y quienes se encontraban como actores principales en la muchedumbre, dio un profundo respiro.

 -Más te vale no haberte metido en problemas Lenon, por los antiguos espero que estés en los campos-. Susurró sin que nadie lo escuchara y inició viaje hacia los cultivos.

........

  El griterío disminuía cada paso que daba, lo que calmó y a la vez preocupó a Nigum, se estaba alejando de los problemas pero sabía que había dejado a Lenon en ellas. Se frenaba y dudaba cada minuto, "¿Hice bien al dejar a Lenon allí? ¿Estará jugando con sus hermanos en los campos?" se atormentaba. En esos momentos recordó a Hanne, su compañero de gremio maestro en el arte del arco y flecha, aquel hombre lo ayudaba siempre en todas sus decisiones, sean malas o buenas. "Todos tomamos malos caminos alguna vez, lo importante es lo que harás después: O corriges tu error, o te ocultas de tus problemas" siempre le decía dándole una palmada en la espalda. Pero eso fue hace 56 años exactos, era hora de madurar y pensar por si solo, tenía familia y debía cuidar de ella, más aún al saber sobre su pasado.

  Los pasos de Nigum aceleraron hasta llegar el momento en que se encontraba corriendo, no podía creer como es que su cuerpo aun tenía esa velocidad, aparentemente aun queda en él algo de esencia del dragón guardián Akford, el cual venció su abuelo. Su fuerza aun predecía pero menos de un cuarto de lo que era antes.

Linaje del Dragón: NacidosWhere stories live. Discover now