Ciudades de Humo (ÂĄYA EN LIBR...

By JoanaMarcus

24.4M 2.9M 6.6M

đŸ”„Ganador de los premios Watty 2019đŸ”„ (Los tres libros estĂĄn incluidos, aunque los nĂșmeros sean un poco lĂ­o s... More

Mini-guĂ­a para principiantes perdidos en la vida
PARTE 1 - CIUDADES DE HUMO
1 - 'Falsas apariencias'
2 - 'Imprevistos'
3 - 'El accidente'
4 - 'El juicio'
5 - 'Ciudad central'
6 - 'El primer dĂ­a'
7 - 'Primera vez'
8 - 'El cometa'
9 - 'El nĂșcleo'
10 - 'Red Hot Chilli Peppers'
11 - 'Gris ceniza'
12 - 'Un desastre'
13 - 'El mecanismo de un beso'
14 - 'Las imperfecciones'
15 - 'Aléjate de mí'
16 - 'Campo de minas'
17 - 'El circuito'
18 - 'Pequeña excursión'
19 - 'La técnica anti-pesados'
21 - 'La exploraciĂłn'
22 - 'Las Ăștiles tortugas'
23 - 'El castigo'
24 - 'Navidad'
25 - 'Consecuencias'
26 - 'El androide'
Extra 1 - 'A primera vista'
Extra 2 - 'Un gran amigo'
Extra 3 - 'La habitaciĂłn de Rhett'
PARTE 2 - CIUDADES DE CENIZAS
1 - Nada que perder
2 - Sola
3 - El rĂ­o
4 - Duerme bien, Alice
5 - La chocolatina de la paz
6 - Kilian
7 - Las cicatrices
8 - Aburrido
9 - El misterio del sĂłtano
10 - La noche del alcohol
CapĂ­tulo 36
CapĂ­tulo 37
CapĂ­tulo 38
CapĂ­tulo 39
CapĂ­tulo 1
CapĂ­tulo 2
CapĂ­tulo 3
CapĂ­tulo 4
CapĂ­tulo 5
CapĂ­tulo 6
CapĂ­tulo 7
CapĂ­tulo 8
CapĂ­tulo 9
CapĂ­tulo 10
CapĂ­tulo 11
CapĂ­tulo 12
CapĂ­tulo 13
CapĂ­tulo 14
CapĂ­tulo 15
CapĂ­tulo 16
CapĂ­tulo 17
CapĂ­tulo 18
CapĂ­tulo 19
CapĂ­tulo 20
CapĂ­tulo 21
CapĂ­tulo 22
CapĂ­tulo 23
CapĂ­tulo 24
CapĂ­tulo 25
CapĂ­tulo 26
CapĂ­tulo 27
CapĂ­tulo 28
CapĂ­tulo 29
CapĂ­tulo 30
CapĂ­tulo 31
CapĂ­tulo 32
CapĂ­tulo 33
CapĂ­tulo 34
CapĂ­tulo 35
CapĂ­tulo 36
CapĂ­tulo 37
CapĂ­tulo 38
CapĂ­tulo 39
CapĂ­tulo 40
CapĂ­tulo 41
EpĂ­logo

20 - 'Las pruebas'

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By JoanaMarcus

Alice no estaba muy segura de en qué consistían las pruebas para pasar al nivel intermedio, pero había más de cincuenta personas esperando junto al campo de entrenamiento con aspecto nervioso.

No tardó en ver a Jake, Trisha, Dean y Saud entre ellos, al igual que la gran mayoría de sus antiguos compañeros de habitación, entre ellos las chicas que se habían metido una vez con ellos, que hablaban nerviosas entre ellas y observaban el recorrido.

Dudó un momento sobre qué hacer cuando se acercó a las gradas y vio que no había nadie con quien sentarse. Todos la miraban con mala cara por haber golpeado a Kenneth —como siempre—, por ser la rarita nueva —todavía— o por ser de la condición que era —Tom y Shana—. Su única esperanza había sido Davy, y él se había quedado leyendo en la habitación.

Se sentó en la primera grada con las manos apoyadas en las rodillas, mirando el campo. Habían construido una especie de circuito diseñado para cada cosa que hubieran aprendido en su tiempo como iniciados. Estaba guiado por una línea roja en el suelo que señalizaba el camino hasta el final, empezando por un circuito básico de equilibrio y rapidez, pasando por unas barras que tendrían que cruzar usando solo los brazos, una red por la que tendrían que pasar por debajo y unos saltos básicos que, comparados con lo que había hecho hasta ahora, a Alice le parecieron una bobada.

Geo —el único guardián que no había tenido como profesor— y Tina se hablaban entre ellos mientras controlaban la zona, apuntando ciertas cosas que Alice tuvo curiosidad por ver qué eran.

El siguiente ejercicio era una zona con sacos amontonados y figuras de entrenamiento a unos metros de distancia, con cuatro armas diferentes que se suponía que debían controlar: un revólver pequeño, una pistola básica, un rifle semiautomático y una escopeta.

Rhett estaba sentado en uno de los sacos con un papel y un bolígrafo en la mano. Parecía aburrido mientras bostezaba descaradamente, contrastando de forma un poco graciosa con los nervios que mostraba todo el mundo a su alrededor.

Y, por último, Alice vio que habían recreado un círculo en el suelo más ancho del que estaba acostumbrada con la misma línea roja, y que Deane estaba paseándose alrededor de éste también con un papel y un bolígrafo. Tenía el ceño fruncido.

Alice, distraída, vio que la zona de Rhett estaba cerca de las gradas, así que se puso de pie y se acercó al otro extremo de éstas. Se sentó de nuevo lo más cerca posible de él, que la vio enseguida y se acercó, apoyándose con los brazos en la gruesa barra de hierro que los separaba.

—Mira quién ha decidido venir —le sonrió Rhett.

—Tenía curiosidad —admitió Alice—. ¿Toda esa gente va a tener que hacer el recorrido?

—Y no solo una vez. A veces, a los instructores les da por decidir que el mismo alumno haga su prueba varias veces. Deane siempre lo hace y tardamos una maldita eternidad.

—Siempre es ella —Alice la miró de reojo, parecía contenta con poder dar órdenes, para variar—. ¿Qué harán en tu prueba?

—Lo de siempre. Reconocer armas, saber cargarlas y, al menos, dar al objetivo.

—No parece difícil.

—La mía no es la que los tiene así de inquietos —Rhett negó con la cabeza—. La prueba de lucha se hace con avanzados. Ese suele ser el foco de nervios.

—Trisha lo insinuó —Alice los buscó con la mirada en la cola, y vio que Jake miraba a Deane, aterrorizado—. ¿Siempre con el mismo alumno?

—No. Yo me encargo de emparejar a la mitad de la lista y Deane se encarga de la otra. Se supone que es para hacerlo justo y aleatorio, pero...

Hizo una pausa y la miró. Parecía un poco tenso.

Oh, no... ¿Rhett tenso? ¿Lo había estado alguna vez?

—¿Qué pasa? —preguntó ella con un hilo de voz.

—Tengo que contarte algo, pero acércate.

Alice se acercó, algo tensa, y apoyó las manos junto a sus brazos en la barra, mirándolo.

—He visto la lista de Deane —le dijo Rhett lentamente.

—¿Y qué pasa?

—Alice, no te alteres —Rhett miró a su alrededor, asegurándose de que nadie los veía—. Ha emparejado a Jake con Kenneth.

Ella se quedó en blanco un momento.

—Será...

Se cortó a sí misma y echó una mirada asesina a Deane, que seguía centrada en sus cosas. Sintió que una rabia mezclada con impotencia empezaba a recorrerla de arriba a abajo.

—Tiene que ser una broma —le dijo finalmente a Rhett, como si quisiera que lo confirmara.

Él puso una mueca, pero negó con la cabeza.

—Ojalá pudiera decirte que lo es.

—¡No pueden dejar que se pelee con él! ¡Lo matará!

—Tranquilízate —le urgió él—. Y escúchame.

—¿Que te escuche? ¡Rhett, lo va a destrozar! ¡Ha sido esa... esa... imbécil que quería vengarse de mí! ¡Va a matarlo!

—No lo hará si me escuchas —replicó él, irritado.

Alice se calmó. El corazón le bombeaba sangre a toda velocidad cuando vio a Jake de nuevo en la cola, tan pequeño y bueno... no podía enfrentarse a Kenneth. ¡No podía!

—He visto a ese pesado en otras pruebas de intermedios —le dijo Rhett en voz baja—. Sé cuáles son sus puntos fuertes y cuáles son sus débiles.

—¿Y eso qué...?

Para su sorpresa, Rhett la sujetó de la mandíbula con una mano para que lo mirara. Alice se quedó paralizada al instante, con todo el miedo de su cuerpo convirtiéndose en nervios.

—A que yo no puedo hablar con los que hacen la prueba —le dijo Rhett, con una mirada significativa—. Pero a nadie le importará que tú vayas a desear buena suerte a Jake, ¿me explico?

Alice tardó unos segundos en entender qué le decía, pero cuando por fin lo comprendió, abrió los ojos de par en par, nerviosa.

—¿Qué... qué le digo?

—Memorízalo, porque lo va a necesitar —Rhett suspiró—. Que no bloquee los golpes, que los esquive tanto como pueda, y que haga lo que haga, no se caiga al suelo. Eso es muy importante, ¿lo entiendes?

—S-sí...

—Si ve que va a golpearlo, que no sea en la cara, que sea en el hombro o en el brazo. Y que solo ataque cuando Kenneth esté al borde del círculo. El primer golpe que le dé tiene que ser en el plexo o en la ingle. Si todo va bien, solo tendrá que darle un golpe para que salga.

—¿Qué es...?

—Una parte de la garganta —aclaró—. Tú solo díselo. Lo entenderá. Ah, y si ve que eso no funciona... que le reviente otra vez la nariz. Deane se verá obligada a parar el combate si uno de los dos empieza a sangrar.

—Está bien —dijo Alice, algo dubitativa.

—Ahora, corre y díselo. En cuanto Max llegue, esto empezará.

Le soltó la cara, pero Alice se quedó mirándolo un momento más.

—Graci...

—Ve a decírselo ya, pesada.

Tan dulce como siempre.

Ella se apresuró a acercarse a la cola de iniciados y a empujar a la gente para abrirse paso hasta sus amigos. Jake fue el primero en verla. Y el primero en poner una mueca de confusión cuando lo agarró del brazo y lo aparto del grupo de gente para hablar con él.

—¿Qué haces? —preguntó él, confuso.

—Rhett me ha dicho que te ha tocado con Kenneth —le dijo Alice rápidamente, no podían perder tiempo.

Jake se quedó pálido al instante.

—¿Q-qué? Pero... pero...

—Escucha bien...

Y le dijo absolutamente todo lo que Rhett le había dicho. Jake no dejaba de asentir con la cabeza, aterrorizado. Alice estaba segura de que en lo único que podía pensar él en esos momentos era en huir de ahí, pero tenía que entender lo que tenía que hacer. Cuando terminó, Jake parecía estar a punto de llorar.

—Saldrá bien —le aseguró Alice.

—No, no saldrá bien. Me va a matar —a Jake le temblaba el labio inferior.

A Alice le dieron ganas de ir a matar a Deane, a Kenneth, y a todo el mundo, pero prefirió quedarse a consolar a Jake. ¿Por qué tenían que ser malos con él si el problema era con Alice? Jake no había hecho nada a nadie. No lo entendía. ¿Cómo podían ser tan crueles con él?

—No lo hará si has entendido lo que te acabo de decir —le dijo ella, recordando su conversación casi igual con Rhett unos momentos antes—. Además, lo harás genial en las otras pruebas.

—No, no lo haré genial. Soy horrible en estas cosas —a Jake se le llenaron los ojos de lágrimas, mirando el recorrido.

—No digas eso, no es cierto.

—Sí lo es. Tú no lo entiendes porque se te da bien disparar, pero a mí ni eso. No destaco en nada.

—Claro que destacas. En muchas cosas —Alice frunció el ceño, poniéndole las manos en los hombros—. Jake, eres la persona más buena que he conocido en mi vida, y siempre te las apañas para hacer reír a los demás, o en hacer que se sientan bien cuando pasan por un mal momento.

—¡Pero a ellos no les importa nada de eso, solo su estúpida prueba!

—Me da igual —Alice se acuclilló un poco para que pudieran mirarse. No podía soportar ver a Jake, el bueno de Jake, a punto de llorar—. A mí sí me importa. Y me da igual su estúpida prueba. No sirve de nada. No digas que no haces nada bien, Jake. Si no hubiera sido por ti, porque tú me encontraste el primero, no sé qué habría sido de mí. Si no me hubieras presentado a tus amigos, ahora mismo estaría sola. Me has ayudado muchísimo.

Jake pareció animarse un poco, agachando la cabeza.

—¿Tú crees?

—Claro que lo creo. Además, me has enseñado a jugar a cartas. Eso solo lo hace una buena persona.

—Sigo ganándote de todas formas —murmuró Jake con una pequeña sonrisa.

—Además, ya sabes que Rhett te pondrá la máxima nota hagas lo que hagas.

Él pareció considerarlo un momento, con la mirada clavada en el circuito.

—Sí... es cierto.

—Lo sé, yo siempre tengo razón —bromeó antes de incorporarse—. Ahora, ve ahí y demuéstrales que puedes hacer todo eso y más.

—Patearé a Kenneth por ti —le aseguró Jake, sonriendo.

—Se acordará toda su vida —le dijo ella, divertida.

Cuando volvió a sentarse en la grada, intercambió una mirada con Rhett, que seguía en la barra, sonriendo con aire divertido.

—No se te da mal consolar a la gente —le dijo, mirando a Jake.

—Creo que estoy más asustada que él.

—Pues no se te ha notado.

—Como Kenneth le haga algo malo... —empezó ella.

—Tranquila, mamá oso —Rhett sonrió—. Max también vigila la prueba de lucha. No dejará que le pase nada malo.

—Eso espero.

Y, como si lo hubieran llamado, Max apareció con una lista en la mano y semblante cansado y malhumorado. Ideal para calmar los nervios de la gente.

Todos los participantes parecieron aterrados mientras él se dirigía hacia Tina, con la que intercambió unas pocas palabras. Después, empezó a andar hacia la zona de armas, pasando por delante de Deane, que lo saludó pero no recibió respuesta.

Alice no pudo evitar una pequeña sonrisa de satisfacción por ese último detalle. Igual Max empezaba a caerle mejor a partir de eso.

Sin embargo, su sonrisa se borró cuando vio que Max no se detenía hasta llegar a la altura de Rhett, que seguía apoyado en la barra, claramente hablando con Alice.

Por algún motivo, ella se sintió como si los hubieran pillado haciendo algo vergonzoso.

—Buenos días, gran líder —le sonrió Rhett, todavía apoyado en la barra—. Da gusto ver tu cara de buen humor.

Max dirigió una mirada a Alice, que fingió que estaba muy centrada en sus manos, antes de volverse hacia Rhett otra vez.

—Hay tres alumnos menos de los que esperábamos —le dijo, con su típica expresión poco amistosa—. Tenemos más tiempo, así que también vas a puntuar la velocidad con la que se ocupen de las armas, como el año pasado.

—Muy bien.

—¿Lo has entendido?

—Sí, Max, creo que mi pequeño cerebro puede adaptarse a estos grandes retos que me pone la vida.

Alice miró de reojo a Rhett. Era el único de la ciudad que hablaba así a Max, aunque lo ignoró categóricamente y clavó la mirada sobre ella. Alice se arrepintió al instante de haber levantado la cabeza.

—¿Cómo estás, Alice?

Ella tragó saliva. No sonaba del todo amigable.

—Y-yo... bien.

—Ya veo —Max frunció el ceño—. No sé si es buena idea que te sientes ahí.

—Bueno, si molesto...

—No molestas —Max clavó una mirada severa en Rhett—, pero por lo visto distraes.

Alice enrojeció de pies a cabeza, pero Rhett se limitó a poner los ojos en blanco.

—No la culpes a ella. He sido yo quien se ha acercado.

—¿Y para qué te has acercado, exactamente?

—Para hablar de nuestras clases. ¿También tienes algo que decir respecto a eso?

Alice contuvo la respiración cuando Max le clavó una mirada que, de haber sido posible, lo hubiera congelado. Menos mal que se limitó a dar media vuelta y marcharse sin decir nada más.

En cuanto estuvo a dos metros de distancia, Alice le pellizcó el brazo a Rhett, que dio un respingo, asustado.

—¿Qué demonios...?

—¡No le hables así! —lo señaló—. ¡Se va a enfadar contigo y nos quitará las clases!

—Y te preocupa que nos quite las clases, ¿eh?

—Tú... no lo enfades y ya está.

—Siempre está enfadado conmigo, no tengo nada que perder.

Alice vio que Max les hacía una pequeña presentación a los iniciados, pero no pudo oír nada. Estaba ansiosa. Tras unos pocos minutos de charla, la primera persona, una chica que recordaba de su habitación, empezó el recorrido. Lo hizo bastante rápido y Geo y Tina se pusieron a escribir cosas en su hoja. El siguiente empezó mientras ella se dirigía al lugar de Rhett.

Y así siguieron sucesivamente durante la primera hora.

Rhett se había mantenido apoyado con la espalda en la barra, mirando a sus alumnos hacer el recorrido. Alice tenía los brazos y la mandíbula apoyados en ella, a su lado.

Él tenía una habilidad especial para adivinar lo que haría cada alumno. Era increíble. Alice no podía evitar levantar las cejas cada vez que acertaba, que era en nueve de cada diez alumnos.

—Esa chica suspenderá —murmuró Rhett.

—Pero... ¡lo está haciendo bien!

—Mira sus piernas. Rodillas tensas. Está nerviosa. No acertará.

—Eso no puedes sab...

Se calló cuando la chica disparó y ni siquiera le dio al muñeco. Soltó una palabrota y fue a por la siguiente arma.

Rhett se giró hacia Alice con una ceja enarcada y media sonrisita orgullosa.

—¿Qué decías?

—Nada, olvídalo.

La primera persona que conocía en hacer el recorrido fue Dean. Alice lo animó cuando pasó por su lado, a lo que él le sonrió en agradecimiento. Parecía nervioso, pero hasta ahora lo había hecho bastante bien. Fue de los pocos que no tuvo que repetir nada, y pasó la prueba de Rhett de forma bastante eficiente.

Fue entonces cuando Alice vio que Geo giraba el pulgar hacia abajo a un chico cuyo rostro se ensombreció antes de marcharse. No había conseguido ni cruzar el primer obstáculo sin caerse.

—¿Por qué pone el pulgar como el de la película esa? —Alice puso una mueca de horror.

—¿Eh? —Rhett la miró.

—¡En la película del gladiador... cuando el emperador ponía el pulgar así los condenaba a muerte! ¡¿Lo van a matar?!

Y, claro, Rhett empezó a reírse a carcajadas, ganándose dos miradas asesinas —una de Max y otra de Deane—.

—No van a matarlo —le aseguró, divertido—. Solo está eliminado.

—¿Y eso qué quiere decir?

—Que no podrá volver a presentarse a los intermedios hasta las próximas pruebas —murmuró Rhett antes de fruncirle el ceño al que estaba haciendo su prueba—. Otro con las rodillas tensas. ¿Qué le pasa hoy a todo el mundo?

Geo y Tina habían eliminado ya a dos chicos, Rhett a una chica —que tardó más de un minuto en cargar una pistola reglamentaria por los nervios, pobrecita—, y Deane a cinco personas.

Si el instructor no te dejaba siquiera terminar la prueba, no tenías derecho a hacer las otras. Directamente estabas eliminado. A Alice no le extrañaba que la gente estuviera nerviosa. Menos mal que Deane era la última.

Saud fue el siguiente. Lo hizo todo muy bien, aunque todos lo esperaban. Rhett no tuvo nada que comentar sobre él. Alice le levantó los pulgares y él sonrió ampliamente. Su sonrisa se mantuvo cuando vio que, en la prueba de lucha, le había tocado con un chico de su tamaño.

Cuando llegaban a la zona de lucha, era muy fácil saber quién había elegido a su pareja. Rhett realmente había hecho un esfuerzo para que todo el mundo estuviera emparejado con alguien de su altura y peso, pero Deane simplemente había elegido a sus mejores alumnos para lucirse. Kenneth y Shana entre ellos, claro.

Entonces, le llegó el turno a una de las chicas que habían estado molestándolos en la habitación de iniciados. Se llamaba Annie, ¿no? Le sonrió a Rhett, que ya tenía aspecto de estar harto de decirle lo mismo a todo el mundo.

—Coge la primera arma, cárgala y dispara al objetivo lo más rápido que puedas. Sigue con las demás hasta haberlo hecho con todas.

Esa chica lo miraba con una sonrisa que a Alice no le gustó mientras agarraba el revólver. Era cosa suya, ¿o parpadeaba de manera exagerada?

—¿Así? —le preguntó a Rhett, levantando la pistola.

Alice se sintió molesta sin saber ni siquiera el por qué. Solo le había hecho una pregunta. Quizá era por la forma en que lo había preguntado. Parecía que insinuaba algo. Algo que no le gustó.

Rhett levantó la cabeza y la miró sin ningún tipo de expresión.

—¿Me lo estás preguntando?

La chica se aclaró la garganta, incómoda, y disparó a su primer objetivo. Alice la seguía con el ceño fruncido, viendo como parpadeaba de forma excesiva y sonreía, mordiéndose el labio inferior. No estaba muy segura de qué hacía, pero no le gustó.

Al menos, no parecía que Rhett le estuviera prestando atención. De hecho, en esos momentos estaba ocupado diciéndole a Alice que ella tampoco tenía las rodillas bien colocadas.

Y, cuando llegó a la escopeta, volvió a girarse hacia Rhett.

—Igual podrías ayudarme con la postura y...

Rhett suspiro y marcó algo en su hoja sin siquiera mirarla.

—Eliminada —le dijo—. ¡Siguiente!

La chica se quedó mirándolo con la boca abierta.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Me has preguntado cómo hacer algo muy básico y me has pedido ayuda, cosa que está prohibida. Así que estás eliminada.

—Pero...

—No tenemos tiempo para esto, iniciada. Nos vemos en clase. ¡Siguiente!

La chica se quedó ahí de pie un momento más antes de marcharse con los puños apretados. Alice la siguió con la mirada sin poder evitar ser un poco mala y sonreír disimuladamente.

Y, entonces, le tocó a Jake.

Alice se olvidó por completo de lo que pasaba en las otras pruebas, y se centró en Jake, que estaba pasando por debajo de la red con bastante rapidez. Estaba repiqueteando los dedos en sus piernas, ansiosa, mientras veía cómo terminaba el recorrido a la primera y se acercaba a Rhett. Fue al único alumno al que le sonrió al llegar.

Le dijo lo mismo que a los demás y Jake los miró un momento, como dudando. Alice se obligó a sonreírle para desearle suerte. Aunque no la necesitó. Lo hizo perfectamente.

Rhett asintió con la cabeza mientras escribía, y Jake parecía más tranquilo mientras se acercaba a la zona de lucha, donde Deane y Max lo esperaban.

Alice, en cambio, estaba de todo menos tranquila.

—Relájate, mamá oso —le dijo Rhett en voz baja—. Confía en él.

Pero ella observó, aterrada, como Kenneth, con la nariz cubierta por una gasa y con la zona de los alrededores azulada, se acercaba a la zona de lucha. Jake tragó saliva, ansioso, y apretó los puños. A Alice le dio la sensación de que Kenneth había crecido y Jake había encogido muchísimo. No podía estar tranquila. Necesitaba que eso terminara cuanto antes.

—Cuando queráis —les dijo Max, que tampoco parecía muy de acuerdo con la elección de parejas de Deane.

Ella, en cambio, dedicó a Alice una sonrisa satisfactoria.

—Será... —empezó Alice.

—Aquí no —le dijo Rhett en voz baja—. No dejes que te provoque.

—Pero...

—Alice, ya lo sé, pero aquí no.

Se obligó a callarse, frustrada.

Kenneth fue el primero en moverse, y lanzó un puñetazo que Jake esquivó fácilmente. Alice se movió un poco sin darse cuenta. Estaba aterrorizada. Jake esquivó otro puñetazo agachándose y dio unos cuantos pasos atrás, pisando la zona roja del círculo, pero no se salió.

Cuando Kenneth volvió a acercarse a él, parecía más irritado, y lo empezó a golpear con más ganas, de manera que esquivar era cada vez más difícil para Jake, que solo se las apañaba para no salir herido.

Alice se puso de pie inconscientemente cuando vio que Jake conseguía acorralar a Kenneth en el borde del círculo y le lanzaba un puñetazo en la garganta.

¡Sí! ¡Lo que habían acordado! Contuvo la respiración cuando vio a Kenneth retrocediendo, pero todo el aire de su cuerpo se evaporó cuando vio que Kenneth, en el último momento, conseguía esquivarlo.

Oh, no.

Kenneth, enfadado por los comentarios despectivos de Deane, lanzó un puñetazo a la cara de Jake que solo fue capaz de parar con un brazo, pero que le hizo caerse al suelo.

Ni siquiera se había dado cuenta de haberse levantado, pero se obligó a sentarse cuando Rhett le puso una mano en el hombro y la devolvió a su lugar, también mirándolos de reojo.

Alice optó por agarrarse al brazo de Rhett, pálida. Jake estaba en el suelo, respirando agitadamente y frotándose el brazo. Kenneth se acercó a él e intentó darle una patada en las piernas, pero Jake consiguió retroceder, poniéndose de pie justo a tiempo para alejarse de otro puñetazo.

—Vamos, Jake... —murmuró Rhett, que también los miraba.

Max parecía estar tan pendiente de la pelea como ellos. Alice tenía la sospecha de que también le tenía algo de cariño a Jake, y quizá por eso frunció el ceño cuando vio que Kenneth le acertaba un golpe en el estómago, lanzándolo al suelo y haciendo que se arrastrara un metro hacia atrás.

Alice se tapó la boca con una mano, a punto de saltar al campo y matar a Kenneth... pero no hizo falta. Max había levantado la mano, enfadado, parando el combate.

—Se acabó —dijo, apuntando algo.

—¿Qué? —Deane lo miró—. No han terminado, Max.

—He dicho que se ha acabado.

—Pero...

—No es ningún logro golpear a alguien más pequeño que tú —dijo, clavando una mirada bastante severa sobre Kenneth—. Y no veo por qué tendríamos que seguir alargando esto. El chico ha demostrado que sabe esquivar. A mí me vale. Si no quiere meterse en una especialidad de lucha, ha superado la prueba.

Deane parecía furiosa.

—¡A mí no me vale, Max! ¡No han terminado!

Él levantó la cabeza para mirarla y pareció que la repentina furia de Deane desaparecía para convertirse en nervios.

Oh, era la primera vez que la veía nerviosa. Toda una novedad.

—Es decir... —empezó Deane, inquieta.

—He dicho que la pelea ha terminado —le dijo Max lentamente—. Pon tu nota y sigamos. No lo repetiré.

Deane apretó los labios y se giró hacia el ring de nuevo, enfadada.

—Muy bien —miró a Jake como si tuviera la culpa de todo. Él seguía tosiendo—. Suspendido.

A Jake no pareció importarle. Se marchó de ahí con la cabeza gacha. Alice se sintió mucho más aliviada cuando vio que se sentaba en las gradas con Dean y Saud, que intentaron animarlo un poco.

—No lo ha hecho tan mal —le aseguró Rhett en voz baja.

—Deane es... es...

—Sé lo que es, no hace falta que lo digas.

Alice soltó un suspiro frustrado y se centró, junto a él, en Trisha. Ella había bordado su primera prueba y ahora también había bordado la de armas. Rhett le hizo un gesto para que fuera a la de lucha. Lo hizo con una pequeña sonrisa malvada, estirando el cuello mientras se detenía en medio del círculo sin estar demasiado nerviosa.

—Esto es lo que te dije que sería divertido —murmuró Rhett.

—¿El qué?

—Trisha estaba en mi lista —le sonrió—. Yo elegí a quién se enfrentaría.

Alice no entendió nada hasta que vio que Kenneth volvía al círculo con mucha menos confianza que la última vez que lo había pisado.

Oh.

Oooooooh.

Eso iba a ser divertido.

—Cuando queráis —les dijo Max.

Alice sonrió al ver que los dos adoptaban posiciones defensivas y se inclinó hacia Rhett.

—¿Está mal que quiera ver como le da una paliza?

—No. Todo el mundo quiere verlo.

Alice se mordió el labio inferior para ocultar su sonrisa, mirándolos.

Kenneth era bueno, pero Trisha era rápida. Esquivó el primer puñetazo y en el segundo consiguió enganchar la muñeca de Kenneth con el brazo, dándole un puñetazo en el estómago que lo dejó sin aire durante un momento. Era muy buena esquivando. Alice estaba casi segura de que no le había dado ni una sola vez. Lo hacía como si hubiera nacido para ello, agachándose y bloqueando golpes como si no resultara difícil.

Y ahí fue cuando Alice se dio cuenta de que Trisha jamás había sido así de agresiva con ella. Ni siquiera cuando no se conocían y les tocó pelear juntas. No había sido la mitad de lo buena que habría podido ser... solo por Alice.

De pronto, se sintió mal por haberla juzgado tan rápido y tan mal.

De todas formas, Alice no pudo evitar sonreír orgullosa cuando Trisha se agachó, esquivando un puñetazo, y consiguió tumbar a Kenneth de una patada en una de sus rodillas. Para su sorpresa, ella se quedó de pie a su lado, mirándolo con una sonrisa.

—¿Eso es todo, Kenny? —preguntó ella—. Creo que ha sido incluso más rápido que la última vez.

Kenneth parecía furioso. Se puso de pie y empezó a atacarla sin siquiera pensar los movimientos, deseando solo golpearla. Trisha se divirtió dándole golpes pequeños en el estómago y en la espalda, sin recibir uno solo. Pero, cuando Kenneth empezaba a parecer cansado, ella empezó a pelear de verdad.

Y lo demostró cuando Kenneth le lanzó una patada que ella esquivó, derribándolo de nuevo. Cuando él estaba de rodillas, trató de asestarle un puñetazo en el estómago. Ella volvió a enganchar su muñeca, esta vez con las piernas y giró el cuerpo, de manera que su codo se clavó con fuerza en la nariz amoratada de Kenneth.

Éste la soltó enseguida, con la nariz goteando sangre y una mueca de horror. Trisha miró a sus instructores tan tranquila como si diera un paseo.

—¿Puedo irme?

Deane estaba furiosa al ver a Kenneth en el suelo, gimoteando y cubriéndose la nariz. Ni siquiera le respondió.

—Buen trabajo —le dijo Max, sin embargo

Y Trisha volvió sonriente a su lugar, donde Jake aplaudía más que nadie.

•••

Cuando Rhett abrió la puerta esa noche, Alice todavía estaba emocionada por lo que había pasado en las pruebas. No sabía ni cómo se había aguantado las ganas de ir a visitarlo durante esas dos largas horas. Habían sido eternas.

—¿Has visto la paliza que le ha dado Trisha a ese creisino? —exclamó, entrando—. ¡No había disfrutado tanto en mucho tiempo!

Rhett la miró, divertido.

—¿Creisino? —repitió.

—¿Eso no es algo malo?

—Es cretino, Alice.

—Bueno, pues eso. En fin, ¿lo has visto?

—Sí, lo he visto. No ha estado mal.

—Después de lo que le había hecho a Jake... ojalá la hubieran dejado con él un rato más.

—Me preocupa un poco lo violenta que te estás volviendo —observó Rhett, apoyándose en la puerta con la espalda.

—No es violencia. Es... argh... satisfacción. Se lo merecía, ¿no crees?

—Sí, eso es cierto.

Alice se quedó en silencio un momento antes de mirarlo.

—¿La elegiste porque sabías que le daría una paliza?

—Digamos... —él sonrió ligeramente— que no pude resistirme. Era tentador.

—¡Eres el mejor!

Sin pensar en lo que hacía, Alice se lanzó sobre él. Literalmente. Le rodeó el cuello con los brazos y Rhett dio un traspié al sujetarla con las manos. Pero a Alice no le importó estar colgando de su cuello, estaba demasiado feliz. Así que se limitó a apretujarlo, agitando las piernas al aire.

—Alice... —murmuró él, medio ahogado—. Nos vamos a caer.

—¡Eres el mejor instructor del mundo!

—Me alegro, pero... me estoy ahogando.

—¡Nunca pensé que me alegraría ver a Trisha intentando asesinar a alguien! —ella siguió apretujándolo aún más—. Menos mal que no todos sois como la idiota de Deane. Ojalá todos fueran como tú.

—¿Podrías dejar de hablar de mí como si fuera un santo o algo así? —protestó él, rindiéndose y dejando de forcejear para alejarse—. Por cierto, ¿tienes algunas bragas normales? Porque cada día te pones unas más raras.

—¿Qué tienen de malo? —Alice por fin lo soltó y volvió a tocar el suelo con los pies. Miró sus bragas, confusa—. A mí me parecen bonitas.

—Son de Bart Simpson —Rhett frunció el ceño.

—¿Quién es ese?

—¿No sabes quién es y te lo pones... ahí?

—Tenía cara de ser simpático, aunque es amarillo. Creo que está enfermo, el pobre niño.

—No está enfermo, es... —se cortó a sí mismo—. Déjalo, estoy muy cansado para esta conversación.

Alice entrecerró los ojos.

—¿Y por qué me mirabas las bragas?

—Oye, me sujetabas la cabeza, no tenía otra cosa que mirar —se le enrojecieron las orejas—. No me hagas sentir como un pervertido.

—Si a mí no me importa —ella se encogió de hombros—. Se supone que la ropa está para que los demás la vean.

—Bueno, sí, pero...

—¿Quieres ver mi sujetador? Tiene rayas rojas, blancas y...

—¡NO! —Rhett la detuvo cuando vio que empezaba a subirse la camiseta—. Bájate eso. No quiero verlo.

—Eres un aburrido —Alice se cruzó de brazos—. De todas formas, ahora que lo pienso, creo que me lo he quitado.

Rhett la miró de arriba a abajo, sorprendido, y luego miró hacia cualquier otro lado, más incómodo que nunca.

Era mentira, claro, pero era divertido hacerlo reaccionar así.

—¿Vas a escoger una película o qué? —preguntó él, impaciente.

—Ya voy, ya voy...

Así que se sentó en el suelo con la caja y empezó a rebuscar entre las carátulas mientras oía que él suspiraba y le decía algo de la necesidad de darse una ducha fría.

Alice no encontró nada que le gustara especialmente, así que mientras él seguía ausente, se puso a cotillear en sus cosas. No tenía muchas fotografías, pero sí varios libros en una estantería pequeña. Agarró uno cualquiera y empezó a hojearlo. Rhett salió del cuarto de baño unos segundos más tarde. No pareció muy ofendido al verla leyendo sus libros.

—¿Sabes... qué es un libro?

—Soy una androide de información —ella miró la portada—. Mi principal función en mi antigua zona era pasarme horas y horas en una biblioteca adquiriendo conocimientos.

—¿Y solo leías... cosas científicas? —Rhett puso una mueca y se sentó a su lado, en el suelo.

—No siempre. Casi todo era historia clásica, especialmente griega y romana. Como sé hablar latín y griego...

—Espera, ¿sabes hablar latín y griego?

—Puedo hablarte en más de veinticinco idiomas distintos —ella sonrió, un poco avergonzada al ver su cara de sorpresa—. También es una de mis funciones.

—Pero... ¿de qué les sirve a esos científicos locos que sepas historia clásica y hables idiomas?

—Cada androide tiene una función programada —le explicó ella, cerrando el libro—. La mía era asegurarme de poder contar la historia clásica humana a cualquier persona en la mayor cantidad de idiomas posibles por si alguna vez se perdía ese conocimiento. Era una forma de asegurarse de que siempre se recuerde la historia.

Rhett la miraba fijamente con una expresión que ella no supo identificar, así que tragó saliva y siguió hablando.

—Puedo hablar latín, griego clásico, francés, ruso, español, inglés, italiano, chino... está en mi programación y...

—No hables así.

Ella dejó de mirar los libros para echarle una ojeada curiosa.

—Así, ¿cómo?

—Como... eso de tu programación —Rhett apartó la mirada, algo incómodo—. Si sigues diciendo eso, te convencerás a ti misma de que no eres humana.

—Rhett, no soy humana.

—¿Por qué no? ¿Porque lo digan cuatro científicos locos?

—No, porque... funciono gracias al núcleo de mi estómago.

—¿Y a quién le importa eso? —Rhett se cruzó de brazos.

—A los de esta ciudad les importa —su humor decayó un poco—. Y yo estoy empezando a pensar como ellos, la verdad.

—No digas eso —Rhett frunció el ceño.

—Es la verdad. Lo que no entiendo es... ¿por qué le das tú tan poca importancia?

—Porque no la tiene. A mí me da igual que un núcleo te mantenga viva... o lo que sea que hicieran para que vivieras. Eres más humana que la mayoría de personas que conozco, y eso es lo único que importa.

Ella se quedó quieta un momento. No se esperaba que dijera eso. Parecía incómodo, como si lo hubiera soltado sin pensar. Alice sintió un hormigueo extraño que empezó en su estómago y terminó extendiéndose por todo su cuerpo. Sin darse cuenta, se acercó un poco más a él... y Rhett no se apartó.

Así que, sin pensarlo dos veces, terminó de cortar la distancia entre ellos y lo besó.

Rhett se quedó de piedra, pero ella no se detuvo. Recordó las películas y los consejos de Trisha. Estaba tan nerviosa que era difícil obedecerlos con precisión. Tenía una mano en su hombro y otra apoyada en el suelo. Mantuvo los labios sobre los suyos, pero Rhett no se movió.

De hecho... no, no se movía.

Oh, no.

Se separó al cabo de unos segundos, tragando saliva, y esperó. Rhett la miraba fijamente.

Oh, no, no, no...

¿Y si no había hecho lo correcto?

¡Oh, no!

¿Y si se había precipitado?

Empezó a entrar en pánico, ahí sentada en el suelo junto a él.

Seguro que lo había estropeado todo. Seguro que a partir de ahora no...

Rhett interrumpió el hilo de sus pensamientos. Le puso una mano en la nuca y la arrastró de nuevo a su lado para inclinarse hacia ella y volver a besarla. Alice abrió mucho los ojos, sorprendida.

Vale, ¿y ahora qué se hacía?

¡No se podía creer que ella, la androide 43, estuviera besando a alguien! Unos meses atrás, habría entrado en pánico solo por un roce de manos. Y ahora estaba besándose con Rhett. Y no se arrepentía. Ni un poquito.

Esos primeros segundos fueron de pánico, pero después sintió que su cuerpo se relajaba y le rodeó el cuello con los brazos, olvidándose por completo de los consejos de Trisha, de las películas y de cualquier cosa que no fuera lo que estaba sucediendo en esa habitación.

Además, él besaba mil veces mejor que ella, así que ese beso fue mil veces mejor que el primero.

Alice apoyó torpemente una mano detrás de ella cuando notó una de las manos de él se hundía en su pelo y la empujaba ligeramente hacia atrás con su cuerpo. Notó que su espalda chocaba contra el suelo y colocó las manos en sus hombros, apretando su camiseta en dos puños hechos por los nervios mientras él se apoyaba sobre un codo para seguir besándola.

Fue entonces cuando llamaron a la puerta.

Y, del susto, le mordió el labio con tanta fuerza que Rhett soltó un sonido de protesta cuando le empezó a sangrar.

Alice dio un respingo cuando notó el sabor metálico.

Oh. No.

Se apartó tan bruscamente, asustada, que el pobre Rhett también se llevó un codazo en el estómago sin querer.

¡Ooooh, noooooo!

¡¿En qué momento habían pasado de estar besándose a tener a Rhett con una mano en el estómago y la otra en el labio?!

—¡Mierda! —soltó Alice sin poder contenerse—. ¡La única norma!

Trisha iba a reírse mucho cuando se lo contara.

—¿Norma...?

—¿Rhett? —la voz de Tina sonó al otro lado de la puerta.

Rhett miró la puerta y luego sus dedos manchados de sangre, pensando a toda velocidad. Alice, por su parte, solo quería hacerse una bolita y desaparecer del mundo, completamente roja.

—Había maneras más suaves de pedirme que parara —le dijo él, un poco divertido.

—Me quiero morir —murmuró Alice.

—¿Rhett? —repitió Tina—. ¿Qué haces?

—¡Ahora saldré! —le dijo—.¡Espérame un momento en tu habitación!

Los pasos alejándose indicaron que le había hecho caso. Él se relamió el labio con el ceño fruncido.

—Oye, Alice...

—¿Te duele mucho? —ella asomó los ojos por encima de sus manos. Las mejillas nunca le habían ardido tanto.

¿Por qué tenía que salirle todo tan sumamente mal?

—No me duele —le aseguró.

—Sí te duele. Y me quiero morir. Mucho.

—Deja de decir eso, pesada.

—¡No me llames pesada ahora, estoy entrando en crisis!

—¡Que te relajes, pesada!

—¡RHETT!

—¡VALE! —él puso los ojos en blanco—. Ya hablaremos de... ejem... lo que ha pasado.

—O no. ¿Y si no lo hablamos nunca y fingimos que no ha pasado nada?

—No podría ni aunque quisiera.

Él sonrió, divertido, y se puso de pie.

—No te lo tomes como si estuviera enfadado, pero deberías irte. Tina volverá si tardo mucho.

—Pero... —ella se atrevió a descubrirse la cara—. Te... sigue sangrando.

—Creo que sobreviviré, no te preocupes.

—Está bien —Alice se dirigió a la puerta—. Pero me quiero morir igual.

—Hazme el favor de no hacerlo, entonces.

Alice no se atrevía a mirarlo a la cara así que, aunque pareció que él quería decir algo más cuando abrió, se escabulló tan pronto como pudo, dirigiéndose a su habitación con la cara completamente roja.


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