Atracción Irresistible © | EN...

By LuisianaVons

6.3M 378K 121K

"Todo comenzó con una mirada de esos irresistibles ojos azules" Kathleen Taylor necesita desesperadamente un... More

Atracción Irresistible
01|Los Janssen.
02|La Primera Impresión.
03|La Fiesta.
04|El Juego.
05|El Contacto.
06|El Acuerdo.
07|La Inaguración.
08|El Incidente.
09|El Segundo Incidente.
10|El Rechazo.
11|El Shot.
12|Lidiando Con Kath.
13|La Consecuencia.
14|La Cita No Cita.
15|Arcade Fire.
16| Beep.
17|Novios Falsos.
18|La Invitada.
19|Nox Proulx.
20|Película.
21|Los Bolos.
22|Secreto De Nox.
23|Cherry Girl.
24|Confesiones.
25|Mi Chica.
26|La Verdad.
27|No aún, pero lo serás.
28|No más secretos.
29|Me Gustas, K.
30|Muñeco de Azúcar
31|Rusty's.
32|Tú eres la razón.
33|Ken sigue con Barbie.
34|¿Me amarás alguna vez?
35|Juego Equivocado.
36|Ruleta Rusa. Parte I.
37|Ruleta Rusa. Parte II.
39|La Musa.
40|Novios Irresistibles.
41|Valentinlandia.
42|Daddy Mikhail.
43|Solo Tú.
44|Parque de Diversiones.
45| ¿Por qué no?
46|El Regalo Perfecto
47|Polaroids
48|Heridas Sin Sanar
49|Nunca es para siempre
50|Efecto Mariposa (FINAL)
Epílogo
SERIE #IRRESISTIBLE
ATRACCIÓN IRRESISTIBLE EN FÍSICO
ATRACCIÓN IRRESISTIBLE YA DISPONIBLE EN PAPEL!

38|Noticias Inesperadas.

105K 5.9K 2.5K
By LuisianaVons

Mikhail.


Despertar al lado de la persona que te gusta es una de las mejores sensaciones que puede existir en la vida. Su cabellera negra se encuentra desparramada sobre las almohadas, tiene sus gruesos labios entreabiertos, y sus pestañas reposan con suavidad sobre sus párpados. Ella desprende inocencia, y dulzura. El edredón cubre sus hombros, pero permite ver un poco de piel.

Muerdo mi labio, y me paso las manos por el rostro con brusquedad. La noche anterior fue...

Alguien toca la puerta con apremio, y desesperación. Los sonidos no se detienen, así que opto por ponerme de pie para dirigirme a la puerta. No demoro en abrirla, para encontrarme con una cabellera rubia hecha un desastre, además de litros de máscara de pestañas embarrando el rostro de Lana. Su nariz roja me confirma lo que, de por sí, no es complicado deducir. Ha estado llorando.

Me alarma verla de esta manera, es mi mejor amiga, y lo que menos quiero es verla llorar.  Debo admitir que desde el momento del juego, no he parado de sentirme culpable, y reprocharme a mi mismo porqué demonios acepte ese maldito reto, cuando bien sabía los sentimientos encontrados de Lana.

—Ey, bonita —suelto con delicadeza, cerrando la puerta a mis espaldas. Ella me observa con tristeza, como si estuviese mordiéndose las mejillas para apaciguar las lágrimas.

Quiero pensar que esto no es por mí.

—¿Qué sucede, Lana? —acerco una mano a su rostro, y limpio una gruesa gota negra debajo de sus pestañas inferiores.

Ella menea la cabeza con tristeza, y puedo notar el sufrimiento en su mirada turbia.

—No quería acudir a ti —se sincera. Su voz es una bolita que se deshace—. Sabes que no quiero causarte problemas ahora que encontraste a Kath —se pasa una mano por el cabello, y con la otra cubre su boca.

—No digas eso, Lan. Tú jamás serías un problema para mí, no digas estupideces —le asevero.

Lana aprieta los labios, mirándome con demasiada fijeza. Intento acercarme pero ella coloca su mano en mi torso desnudo para impedirlo.

—Mikhail, tengo que confesarte algo —masculla con la voz casi inaudible. Ella aprieta los párpados, y toma una bocanada de aire antes de hablar. Desvía su mirada, y gira la cabeza—. Yo...

Siento mi corazón latir con fuerza, la incertidumbre me ataca, y siento el aire cortarse en mi entorno.

—¿Qué sucede, Lana? —me intento acercar, o si quiera soltar más palabras para presionarla—. ¿Qué demonios ocurre? ¿Puedes hablar de una vez?

Ella suelta un prolongado suspiro que me estremece, y con la mirada clavada en el suelo, suelta:

—Tendré un bebé, Mikhail —rompe en llanto, e intento reaccionar pero mi cerebro se ha quedado en blanco—. Estoy embarazada.

Mis cejas se elevan, y mi pulso se detiene. No me esperaba esa respuesta. Ella cubre su rostro entre sus manos, mientras solloza en voz alta. Me acerco a ella, y estrecho su cuerpo entre mis brazos. Puedo sentir su corazón latir con fuerza mientras sus lágrimas humedecen la piel de mi pecho. Tiene miedo, y su tristeza se me resulta desgarradora.

—¿Cómo...? —me aclaro la garganta. Las palabras no salen de mi boca—. ¿Quién es el padre?

Ella se detiene, y se aparta un poco para evitarme. Oh, no.

¿Qué demonios has hecho, Lana?

Siento mi instinto sobreprotector luchar con la razón para no reprocharle. Lo que menos debe querer escuchar en un momento así, son reproches. Estoy consciente de que su familia no lo aceptará bajo ninguna circunstancia, no podrán perdonarselo.

—¿Quién es el papá, Lana? —le enfrento, ahuecando su cara entre las palmas de mis manos—. ¡¿Quién coño es el padre, Lana?!

Ella se muerde el labio, y reprime un sollozo. Pero a la mierda el llanto.

—Yo no lo sé... —confiesa, soltando una que otra lágrima. Siento el corazón comprimido adentro de mi pecho, el enojo ruge en mi interior, y solamente quiero golpear al desgraciado que no uso protección con ella—. Tengo miedo, Mikhail. No, no le he dicho nada a mis padres, ellos no lo aceptarán, y...

—Ya sé eso, Lan. Desde luego que no lo aceptarán. ¿Cómo mierda vas a explicarles que mientras ibas a estudiar a casa de tus amigas te escapabas para irte de fiestas por la vida? —mi tono de voz es rabioso, reprochante, y sin compasión—. Y que para colmo, quedaste embarazada de qué coño irá a saber quién —agrego manteniendo el mismo tono acusador.

Niego con la cabeza, y ella lloriquea en silencio.

—Te ayudaré con... —masajeo mis sienes, antes de centrar mi mirada en su abdomen plano—. Te ayudaré con esto, Lana.

Su mirada se ilumina, y trata de extender una pequeña sonrisita que se decae lentamente. Aprecio su esfuerzo, al menos.

— ¿Qué sucederá con Kathleen? ¿No va a enfadarse? Ya te dije que no quiero arruinarle la felicidad a los demás.

Me rasco la barbilla.

—Kathleen no es así, Lana. Ella lo entenderá —o eso ruego a Dios. Lana asiente con su cabeza, limpiándose una que otra lágrima, y me mira casi impaciente—. No puedes decírselo a tus padres, no aún.

—¿Qué sucederá cuando lo sepan? ¿Me obligarán a abortar así como lo hicieron con Labrine? —pregunta volviendo al hueco de la tristeza del cual apenas había asomado la cabeza.

—No vas a abortar, Lana. Sólo confía en mí, ya pensaremos cómo decírselo a tus padres.

Ella toma mi brazo, y la acerco a mi, depositando un beso sobre su frente. Aun recuerdo la trágica historia de Labrine, y lo mal que se puso cuando su hermana se suicidó después de que sus padres la obligaron a abortar a la edad de Lana. No permitiré que eso le suceda a ella.

Lana siempre ha sido mi mejor amiga, siempre hemos estado juntos brindándole apoyo al que lo necesite. En todos mis desastres, nunca me abandonó. Incluso cuando tenía motivos para abandonarme.

—No estás sola, bonita. No están solos.

. . .

Cuando vuelvo a la habitación del hotel en el que dejé a Kath. La consigo sentada sobre el sofá. Una toalla se adhiere a su torso, y  tiene la vista perdida a través del enorme ventanal de la habitación. Dejo la bolsa de comida que he traído del buffet sobre la mesa redonda en un costado de la habitación, y me limito a admirar su semblante.

—¿Cómo has amanecido? —digo en un intento de encontrar un tema de conversación. Ella no se inmuta, y sigue mirando ensimismada por la ventana.

—Por un instante pensé que te habías ido, y me habías abandonado en una habitación de hotel después de usarme como a una idiota —se gira para enfrentarme. Sus bonitos ojos café brillan furiosos, y tiene la expresión muy marcada. Está enojada.

—Y una vez más, me atacas con tus juicios, y prejuicios, Kathleen Taylor —le respondo, tomando una taza de café humeante para arrancar cada gramo de pereza en mi organismo—. Deberías ser abogada —sugiero, dándole un corto sorbo al café.

Ella esconde una sonrisa detrás de una mueca, y se cruza de brazos frente a mí.

—Y tu deberías ser actor por lo melodramático que eres —opina, quitándome la taza de café para darle un sorbo.

La observo sin decir nada mientras ella se bebe mi café.

—Tu no te quedas atrás, preciosa —le guiño un ojo, y saco un pretzel salado de la bolsita que también me arranca de la mano, y procede a sentarse en el borde del sofá.

Saco otro pretzel de la bolsita, y me siento a su lado, buscando el control del televisor para encenderlo. Coloco un canal en el que transmiten noticias, y ella se gira entretenida al aparato.

—¡No puede ser! —exclama de pronto, tomando el control de la televisión para aumentar el volúmen—. Bart Dawson le propone matrimonio a la enigmática arquitecta Sara Janssen durante ceremonia de iniciación —recita quedando perpleja.

Mierda.

Me concentro en la noticia para confirmar su certeza, y para mi desgracia, lo confirmo. Mi madre es el titular de los medios, y el hecho de que me esté enterando por ese medio, me inquieta. La periodista habla sobre la ceremonia de anoche, haciendo énfasis en la propuesta que Bart le hizo a mi madre en frente de todos los invitados.

La puerta de la habitación se abre de golpe, y mi hermano entra echando humo por las orejas. Micah se cruza de brazos, y me mira con el ceño fruncido.

—¿Tú lo sabías? —me recrimina, mirándome con autoridad.

—¿Crees que si lo hubiese sabido estaría celebrando mientras como pretzels y café, imbécil? —contraataco, colocandome de pie para apagar el televisor.

—No puedo creerlo. Me niego a aceptarlo, ¿cómo mierda pudo aceptar casarse mientras nuestro padre está muerto en vida internado en un maldito hospital? —se altera, frotando su cabello con sus manos, exaltado.

Kath se deja caer en el sofá, inclinando su cabeza hacia atrás, y cerrando los párpados. Por lo que veo Micah se encuentra tan shockeado que ni se ha fijado en la presencia de Kathleen.

—¿Por qué Cenicienta lleva sólo una toalla amarrada en los pechos? —suelta Micah de repente, haciéndome reprimir una sonrisa.

—Bueno, verás; cuando mami y papi se quieren...

—¡Oh! ¡Cierra la puta boca, Mikhail! —rebate el castaño, colocándose las palmas de las manos sobre las orejas, a la vez en la que aprieta los párpados—. ¡No quiero perder mi inocencia!

Kath ríe por lo bajo, y yo me limito a sonreír. Kathleen procede a ponerse de pie, reforzando su agarre en el nudo de la toalla que apenas cubre los centímetros de piel tostada de sus piernas. Mi Mikhail interno la mira con enojo, sigo sin aprobar la confianza que posee con mi hermano.

—El hecho es que nuestros padres van a casarse.

Micah alza una ceja, y gira el cuello a su dirección.

—"¿Nuestros?" —cuestiona aturdido.

Kathleen asiente, mordiendo su labio inferior con fuerza.

—Bart Dawson es mi padre —sopla aire, y niega con la cabeza emanando tristeza—. Es mi maldito padre.

Un resoplido se escapa de la garganta del castaño, mientras lleva sus manos hasta su boca, conmocionado. El no lo sabía, pero ahora lo sabe.

—En teoría, si mi madre contrae matrimonio con el padre de Kathleen, eso significa que seremos...

—Hermanos. —concluyo por mi hermano.

Santísima mierda que me parió.

Kathleen se lleva las manos a la cabeza, y se decide por dar vueltas en círculos alrededor de la habitación.

Micah eleva un brazo en dirección a Kath.

—No te ofendas Kath, pero no me gustaría ser tu hermano...es decir... —traga saliva, y noto el brusco movimiento que realiza su nuez de Adán—; estás para comerte, sería un tentación.

Le miro con las cejas elevadas, y él se encoge de hombros.

Maldito.

—¿Gracias? —lanza Kath, dudosa; deteniéndose por un momento.

—No le agradezcas, Kathleen.

Micah frunce los labios, y se acaricia la barbilla.

—No gracias, pues.

Me siento en el borde de la cama. El edredón está desordenado, y dejo el pretzel sobre la mesita junto a la cama. Se me ha ido el apetito.

Si mi madre y el imbécil de Bart Dawson contraen matrimonio, lo mío con la niñera dependería de un hilo tan delgado como una hebra de cabello. Sería el final de una relación que apenas comienza.

No puedo rendirme, alzar los brazos, y echarme a morir en el suelo mientras mi madre se sale con la suya, al igual que en las veces anteriores; debo encontrar la manera de impedir ese matrimonio.

Mi teléfono vibra en el bolsillo de mi pantalón, extrayendome de mis cavilaciones mentales. He recibido un mensaje de mi madre, presiono sobre el icono de mensajes, y lo leo lentamente:

De: La Bruja
Hora: 11:34 AM

Buen día, cariño. Necesito darles una noticia importante, razón por la cual decidí organizar un almuerzo en el restaurante del hotel. Avísale a tu hermano, y dile a la señorita Taylor que se encargue de alistar a Mickey. Nos vemos al rato.

Te quiere, mamá😘

Ignoro la última parte, y noto que Micah también se encuentra leyendo su teléfono.

—¿Mensaje de mamá? —inquiero, apretando el teléfono con más fuerza de la habitual.

Micah asiente, sin despegar sus ojazos chocolate de la pantalla.

—¿Te escribió a ti también?

—Así es —afirmo.

—¿Qué hacemos ahora? ¿dejaremos que Sara siga saliéndose con la suya siempre, inclusive, cuando eso implique arruinar nuestras vidas? —Micah refunfuña entre dientes, elevando el torso.

Kathleen se sienta a mi lado. Ha estado callada como si mentalmente estuviese planeando un diabólico plan para terminar con esta locura. Coloco mi mano sobre la suya, y la escucho respirar con pesadez.

—Conozco a Bart Dawson. El no está interesado en su madre, pueden tenerlo por seguro; el sólo está detrás de ella por sus propios intereses —asevera, Kathleen. Toma una profunda respiración, y entrelaza su mirada con la mía—. Descubriremos qué leches está haciendo aquí, y le pondremos punto final a este capítulo.

Sonrío, apretando su mano debajo de la mía, mientras ella se remueve con cierta incomodidad que no se preocupa en ocultar.

—Eres mi amor platónico, Cenicienta. Siempre me veía todas sus películas —le alude Micah con sus brillantes ojos. Tuerzo los labios.

—No sólo la Cenicienta; Micah se vió todas las películas de las princesas, inclusive, las de Barbie. Era toda una mariquita a los ocho años.

Kath ríe, y Micah me fulmina.

—Puedes unirte al fangirl club de las princesitas de Disney en Facebook —sugiere la niñera, sonriendo con burla.

El castaño suelta una carcajada irónica.

—Rían todo lo que quieran. Al menos, yo sí aproveché mi infancia.

—Desde luego, si por aprovechar te refieres a pasar tus primeros años coleccionando pósters de princesitas para pegarlos en tu pared... —me burlo, y el me lanza el control remoto en el pecho—; si que la aprovechaste, hermanito.

—Debes cerrar esa hermosa boquita que Dios te regaló, Mikhail; si no quieres que Kathleen se entere de lo qué tú hacías a esa edad —me amenaza, y sé que ha sacado la acotación a propósito.

—¡Yo quiero saber! —chilla Kathleen, emocionada a mi lado.

—Ni una palabra más, Micah Leonardo Janssen —le prohibo, y el vuelve a tomar asiento en el sofá con una sonrisa victoriosa dibujada en sus labios.

A veces, me gustaría ser Caín, y entregar a mi sucio hermano al Inframundo.

. . .

Pasadas las doce del mediodía, me sitúo en el vestíbulo del hotel. Me he dado una ducha, y puesto ropa limpia. Kathleen se ha ido a encargarse de mi pequeña pero maquiavélica copia, y Micah...no lo sé, quizás está recordando los momentos en los que cantaba las canciones de la sirenita a todo pulmón.

Supongo que mi madre se ha ido a pasar la noche afuera del hotel porque su camioneta no está en el estacionamiento. Echo un vistazo al reloj sobre mi muñeca, cuando de pronto, mi vista cae sobre Kathleen, saliendo del ascensor junto a mi hermano menor. Su mirada café se clava en la mía, y sus dientes apresan su labio inferior con sincronía.

Una aurora atractiva nos embarga, y siento mi pulso acelerarse un poco. Mi corazón se oprime cuando un chico moreno se acerca a ella con una sonrisa que permite apreciar su hilera de dientes con un leve tono amarillento. Enarco ambas cejas cuando la veo devolverle las palabras junto a una sonrisa.

¿Qué haces, ninfa?

Siento una oleada de calor invadir mi cuerpo, mientras observo la situación con atención. Decidido, avanzo a grandes zancadas a su dirección. El moreno está dándome la espalda, por lo que aprovecho la oportunidad para sorprenderlo. Kathleen se encuentra balbuceando, mientras sostiene a Mickey por la muñeca. Me acerco a ella con decisión, la sostengo por la cintura, y estampo mi boca contra la de ella, haciéndola callar. Kathleen suspira, cuando intensifico el beso, y me importa un pepino la presencia del moreno en nuestro entorno. Cuando nos separamos, sus mejillas están coloradas, y se ve desorientada.

—Eh... —balbucea, sacudiendo levemente la cabeza, aún con las mejillas encendidas.

—Te estaba esperando, preciosa —levanto a Mickey entre mis brazos, y el se queja en silencio—.    ¿Nos vamos?

Ella asiente, estrechando los ojos, y se despide del moreno con un gesto seco de mano. A medida que avanzamos a través del vestíbulo, ella se detiene bruscamente.

—¿Qué mierda fue eso, Janssen? —me recrimina, mientras dejo a Mickey en el suelo. El toma mi mano con su pequeña manita, y gira su cabeza en dirección a la puerta.

—¿Con esa boca besas a tu mamá, Kathleen Taylor? —elevo las cejas, y le miro burlesco.

Ella aprieta los labios, y sus mejillas se colorean aun más.

—Nop, con esa boca te beso a ti. ¿Puedes explicarme qué acaba de suceder? —exige, pero ignoro su pregunta, y sonrío de lado.

—Me alegra que sepas que con esa sucia boquita sólo puedes besarme a mi —susurro para que Mickey no pueda escuchar, ella se muerde el interior de las mejillas—. Me muero por saber cómo se sentirá tener esa sucia pero sexy boquita en mi...

—¡No lo digas! —se cubre el rostro con las palmas de las manos para esconder el rubor, y no puedo evitar echarme a reír—. Eres un pervertido.

Bufo, elevando una mano.

—No es eso lo que me decías anoche —le recuerdo, y ella me dispara un golpe en el hombro.

Siento un tirón en la mano, y me doy cuenta de que se trata de Mickey. El señala en dirección a la puerta con su dedo índice. Para mi sorpresa, mi madre se encuentra en la entrada del vestíbulo junto a Bart. Ella de quita los lentes de sol oscuros del rostro, y escanea el sitio con determinación.

—¿Ese es papá? —musita Mickey a mi lado, mientras me coloco de cuclillas junto a él.

Kath me dirige una mirada confundida.

Mickey no conoció a papá. Quizás lo ha visto un par de veces cuando tenía un año de edad, pero después de que lo internaron, y mi madre prohibió las visitas por parte de Mickey, no ha vuelto a saber de él.

—No, Mickey. El no es papá, y nunca lo será.

O eso espero, al menos.

. . .

Continue Reading

You'll Also Like

530K 31.6K 77
Puede que Logan Wilkinson sea unos de los chicos que más gustan al sexo femenino y que provoca que el masculino intente imitar. Se hace de rogar con...
169K 5.1K 29
se me ocurrió mientras estaba caminando a mi casa que harían lo personajes de shuumatsu no valkyrie también quiero poner peleas como no se..... Hér...
26.6K 2.9K 50
RESEÑA: Xue Yi renació a hace cinco años, antes de que su relación con Gu Yuan se "deteriorara". Decidió ser una buena persona, se divorció de Gu Yua...
1M 94.2K 44
¿Y si por accidente te ganas el odio del cantante más famoso del país? *♫* Kale es el cantante juvenil más amado de la década, pero está cansado de s...